Luego de más veinte años, el ciclo de América que ya es un clásico, se reinventó de la mano de una nueva dupla
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La impronta de Intrusos, uno de los ciclos más vistos de América, posiblemente empezó a transformarse hace un año, con la llegada de Rodrigo Lussich. El periodista, también actor y showman, llevó aire fresco al programa que no pudo festejar sus veinte años por culpa de la pandemia. Pero hubo cambios y nuevos rumbos. No sorprendió, entonces, que Lussich y Adrián Pallares se quedaran con la conducción cuando Jorge Rial dio un paso al costado, a pesar de que se barajaron muchos otros nombres, quizás de más peso.
La elección de la dupla Lussich-Pallares fue un acierto por parte de las autoridades de América porque la gente los apoya y se nota en el rating (promedian 2,5 puntos, un muy buen número para el canal) y en lo que refleja la gente en las redes sociales. La química se aprecia y fluye, no hay que impostar ni falsear nada. No olvidemos que hay parejas de conductores que lo intentan durante años y no hay caso. Tal vez, el secreto de Lussich y Pallares tenga que ver con una amistad que comparten desde hace quince años cuando ambos eran parte del programa Los profesionales de siempre, que Viviana Canosa conducía en Canal 9. Allí nació esa complicidad, que sigue creciendo. Podría decirse que son opuestos y complementarios, que Pallares se subió al sello lúdico de Lussich y, al mismo tiempo, se acompañan en los temas periodísticos que ambos manejan con mucha solvencia.
Escoltados por Virginia Gallardo, Paula Varela, Marcela Baños y Evelyn Von Brocke, Intrusos propone más entretenimiento que información, a veces... Además pueden permitirse ese desliz porque los tiempos han cambiado y los programas de chimentos ya no funcionan como eran hace veinte años. ¿El motivo? La gente tiene contacto directo con sus ídolos a través de las redes sociales, pueden espiarlos y ver qué hacen, con quién están, si ríen o si están tristes y hasta intercambiar mensajes, en el mejor de los casos.
Arrancan siempre bien arriba y mechan la información sobre los famosos con canciones, bailes, bromas y risas. Hay escandalones, escandabombas, escandajuegos y enigmáticos con pistas ingeniosas. Cualquier pretexto es válido para divertirse y los espectadores agradecen esos guiños sobre todo en estos tiempos de pandemia. Intrusos, que funcionó durante veinte años y se vendía como el programa de chimentos número uno, cambió ahora su identidad y eso no se puede negar, basta ver apenas unos minutos de cada envío.
Sobre “el nuevo Intrusos”, Lussich le dijo a LA NACION: “Estamos muy contentos con lo que está pasando y con esta manera de hacerlo, que no es ni mejor ni peor, es la nuestra. Era necesario que decantara para generar una identidad propia. Hubiera sido mala idea tratar de copiar a Rial o hacer el programa que él hacía porque selló veinte años de esa marca. En todo caso, lo que nos diferencia es el estilo. Es muy sano poder reinventarse permanentemente y el programa tenía una carga y necesitaba alivianarse. Entonces, de alguna manera, había que matar al padre para construir algo nuevo, distinto. Es la única forma de seguir adelante con una marca tan fuerte y arraigada porque si buscábamos empatar, no hubiese funcionado”.
"Hubiera sido mala idea tratar de copiar a Rial o hacer el programa que él hacía porque selló veinte años de esa marca. En todo caso, lo que nos diferencia es el estilo. El programa tenía una carga y necesitaba alivinarse"
Rodrigo Lussich
La génesis del cambio empezó el año pasado cuando Lussich entró a Intrusos como panelista e impuso fuertemente sus secciones: las bombas y los escandalones. En esos primeros meses, incluso, su tono de showman sirvió para descontracturar el programa, aun con Rial a la cabeza. “Dejarme jugar fue muy generoso de su parte”, se sincera Lussich. Tal fue la repercusión de estas nuevas secciones que a los pocos meses tuvo su propio ciclo los domingos a la noche, El show de los escandalones, que todavía está al aire y con muy buenos resultados. Además, este año a raíz del abrupto final del nuevo programa de Rial, Intrusos sumó una edición nocturna que iba a durar dos semanas y ya lleva cuatro meses al aire, aunque es probable que se despidan en septiembre porque nunca estuvo previsto que fuera un programa de grilla estable. Pero todas estas horas de pantalla le permitieron a Lussich y ahora, a la dupla, para seguir probando ideas y secciones y aceitar aún más su dinámica.
En este nuevo Intrusos, la mayoría de las veces, el entretenimiento le gana al contenido periodístico. Claro que hay chismes, noticias del espectáculo, entrevistas intimistas, pero lo lúdico siempre gana. “El programa de espectáculos clásico como se lo conocía, hoy ya no existe más porque con el avance de las redes sociales, los famosos se muestran y cuentan lo que quieren contar y están al alcance de la gente de una manera mucho más genuina. Antes, el programa de chimentos era un vehículo entre el famoso y el televidente y ese enlace hoy ya no es necesario porque el contacto con el ídolo es directo. Por eso el registro tiene que ser otro”, reflexiona Lussich.
Y ese registro tiene que ver con una forma más liviana de llevar a cabo el programa, a mitad de un segmento pueden bailar, cantar, hacer chistes o reírse. O simplemente contar un run run y después decir mirando a cámara: “Credibilidad cero”. Con esta variopinta estructura, en las dos horas y media que dura Intrusos, hay permisos para pasar por varios estadios diferentes. Y los conductores tienen cintura para manejar el minuto a minuto, que todavía sigue condicionando a la televisión. La pelea por el rating a primera hora de la tarde no es fácil: Intrusos debe enfrentarse a los noticieros de los canales líderes, a 100 argentinos dicen con Darío Barassi (eltrece) y a Corta por Lozano (Telefe). Y aunque no gana porque el share de América es más bajo, sale airoso.
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