Pablo Alarcón: “Claribel es una gran persona, una gran madre y va a salir adelante”
El actor habló de cómo es la relación actual con sus hijas, con su exmujer y con Lucía Galán; además contó cómo se reinventó en pandemia y hace teatro “delivery”
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Cuando empezó la cuarentena estricta por la pandemia de coronavirus, en marzo del año pasado, Pablo Alarcón estaba a punto de hacer la segunda temporada de El curioso incidente del perro a medianoche, en el Teatro Maipo. Eso no pudo ser pero se reinventó y ahora hace teatro delivery. ¿De qué se trata? Va a la casa de quienes lo contratan, cocina, y al terminar la cena empieza El cocinero está frito. Y si bien por protocolo no lava los platos, a veces se queda charlando y ayuda a ordenar todo. En diálogo con LA NACION, el actor cuenta cómo se gestó esta idea, habla de su relación con la comida, del vínculo con Claribel Medina, madre de sus hijas Antonella y Agostina, y revela si hay chances de reconciliación con Lucía Galán.
-¿Cómo nació la idea del teatro delivery?
-Se me ocurrió un día que fui al teatro, conté los espectadores y éramos diez, más acomodadores, boleteros, técnicos, actores. Y pensé: “yo lo armo en una casa”. Y así fue. Es una buena idea por muchas razones, la primera es porque es una salida laboral y segundo porque tiene una manera diferente de relacionar al artista con el espectador: ves todo el proceso. Una obra de teatro es el resultado de meses de ensayo y en este caso ves cómo yo llego con el técnico que además es ayudante de cocina, y el músico; cómo armamos todo, cómo cocino. Somos tres, y si es al aire libre, cinco.
-El espectáculo comienza cuando entrás a la casa de quien te contrata, ¿no?
-Sí. Y son unas cuatro horas en total. Cocino risotto con hongos u otro plato, si así lo pactamos antes. Hay gente que quiere un bandejeo, un pernil o shawarma y entonces contrato un catering. El espectáculo cuenta la historia de la comida desde la manzana de Adán, las torta fritas de Mariquita Sánchez de Thompson, pasando por el pastel de papas del general Perón, hasta pizza con champagne y de mi relación con la comida, desde mi primera mamadera hasta cómo perdí un diente mientras comía un asado. Es un espectáculo gastronómico musical con un mínimo de diez personas, y un máximo de lo que el protocolo permita. El encuentro continúa después de terminar la función. Sin querer, le hemos encontrado una nueva dimensión al teatro, hemos roto el tiempo porque acá está la dimensión de lo real y es que estoy ahí con ellos, converso, les cocino, dialogo. Todos los días es una obra diferente. Me sorprende porque estoy jugando un nuevo juego que nunca había jugado pero es como cuando era chico y pretendía que había policías y ladrones e imaginaba un coche, un banco para robar, armas.
Sus dos pasiones: la actuación y la cocina
-Con más de 50 años de trayectoria, ¿nunca te cansaste de jugar? Un trabajador ordinario se jubila.
- Me gusta mucho mi oficio, me hace feliz porque me permite expresarme y también investigar, revisar mis propósitos de vida y uno de ellos es ayudar a crear conciencia. Y este espectáculo tiene que ver con la conciencia que uno debe tener con la comida, que no es solamente para llenar la panza porque si termina ahí no tiene sentido, mejor ayunar. Ayunemos juntos.
"Este espectáculo tiene que ver con la conciencia que uno debe tener con la comida, que no es solamente para llenar la panza porque si termina ahí no tiene sentido, mejor ayunar"
-¿Ayunás?
- Sí, hago ayunos intermitentes, algunos largos, otros cortos. Y me hace muy bien.
-¿Cómo es tu relación con la comida y con la cocina?
-Cocino todos los días en casa. Mis hijas son veganas (Antonella es bióloga y vive sola y Agostina es actriz y vive con el actor) pero yo cocino mayormente vegetariano y estoy aprendiendo vegano. Soy vegetariano, aunque muy pocas veces como algo de carne. Hace muchos años fui a comer a una parrilla, pedí una ensalada y un bife de chorizo, lo corté y salió sangre, no jugo. Y no lo pude comer. Eso me pasó algunos días más y pensé que mi organismo o mi conciencia me estaban mandando un mensaje, y dejé de comer carne. Hice cursos de alimentación consciente con Angelita, de La Esquina de las Flores. Hago talleres, leo mucho sobre el tema porque me interesa. No necesito comer carne para sentir que comí. Siempre me gustó la cocina y de chico podía leer el libro de Doña Petrona C. de Gandulfo o uno de Julio Verne. Me crié en el campo, en Pellegrini, provincia de Buenos Aires, y en casa no había televisión. Los seres humanos tenemos que empezar a tener conciencia sobre la alimentación porque somos muchos, más de siete mil millones de habitantes para comer, y tenemos que pensar en cuidar la Tierra, dejar de tener monocultivos, de creer que tenemos que hacer siembra directa, de usar agroquímicos y de comer carne porque no alcanza: una vaca necesita una hectárea de pasto y si la sembramos, comeríamos cien personas. Inevitablemente vamos hacia allí. Estoy contento con este espectáculo porque me está sacando las papas del fuego: no soy un hombre rico.
- En el imaginario de la gente los actores nadan en la abundancia, ¿cómo pasaste el primer año de pandemia?
-Yo no sobrevivo si no trabajo. No hice fortunas aunque tampoco tengo deudas. Mi hija es actriz y vive conmigo y somos dos para comer. La vida está muy cara. Soy un laburante y hacía casi un año y medio que no trabajaba: lo último que hice fue El curioso incidente del perro a medianoche, en el Teatro Maipo, y volvíamos con una segunda temporada en abril de 2020, pero vino la pandemia.
-Hiciste novelas, teatro, cine, comedias, dramas y hasta estuviste en el Bailando por un sueño, ¿qué pensás cuando mirás hacia atrás?
-Pienso que he sido una persona afortunada. Elegí ser actor desde muy chico pero si no trabajo como actor hago cualquier cosa. Cuando me fui del país por problemas políticos (fue amenazado por la Triple A en 1976), viajé a Italia y vendía cualquier cosa en la calle, pinté casas, y era famoso. Hacía teatro además allá pero no me alcanzaba para vivir. No me preocupa qué hago, me da placer estar en actividad. Cuando hice la obra Band Bang, la produje, la dirigí, hice las máscaras, la ropa, el decorado, formé actores. Lo que no quiero es aburrirme. En esta pandemia hubo días que entré en pánico porque te distraés y la cabeza y la emoción social te ganan y escuchas noticias terribles. Hubo días en que me deprimí.
-¿Y qué hacés para salir adelante?
-Vuelvo a la meditación, a hacer gimnasia, a leer, a ver documentales sobre espiritualidad o la salud. Y cuando mi hija me ve caído, me tira del pelo, me saca de ahí. Mis hijas son una luz: Agostina es muy alegre, se levanta cantando, vive jugando, inventando cosas. Y Antonella es la más seria.
Las mujeres de su vida
-¿Te gusta que viva con vos?
-¡Sí! Hoy no la vi en todo el día pero no me animo a llamarla porque es una chica grande y me da no se qué; no le gusta que la vigilen. Estoy esperando que venga para ver si cenamos juntos. Soy un afortunado, anoche fuimos al teatro con mis dos hijas, a la carpa de Flavio Mendoza, al Circo del Ánima, y después vinimos a mi casa a cenar. Estoy muy apegado a ellas.
-¿Tenés vínculo con Claribel Medina, la madre de tus hijas? Hace un tiempo ella dijo que tienen mala relación.
-Tengo algo de relación. Lo necesario. Dejo pasar muchas cosas... dejo pasar todo. Creo que el asunto en esta vida es dejar ir. Ella es una gran persona, una gran madre y va a salir adelante, seguro que sí. Si hoy está enojada, mañana se le pasará. Mis hijas ven a su mamá, el otro día almorzaron con ella.
-¿Hay encuentros familiares?
-Hemos tenido muchos y seguramente tendremos. Estoy predispuesto a reconciliar opuestos. Claribel es una gran persona, más allá de las circunstancias coyunturales. Son momentos muy duros para todos.
"Claribel es una gran persona, más allá de las circunstancias coyunturales"
-Durante la pandemia te separaste de Lucía Galán pero se tienen cariño, ¿hay reconciliación?
-Lucía es una bellísima persona, buena, noble, que se ocupa del prójimo. Lo que hace con ese hogar para niños es maravilloso: cuida a 25 chicos que muchas veces lleva a su casa si tienen fiebre, por ejemplo, o si los fines de semana no tienen familia sustituta. Y toda esa pandemia la pasó con un chiquito en su casa. Somos muy amigos, nos llamamos por teléfono, vamos a cenar, quiero saber cómo está.
-Pero no hay espacio para el amor…
- No, no. Estoy muy bien solo. Si tuviera que elegir a alguien con quien estar sería Lucía, porque es una persona divina. Pero en este momento de nuestras vidas elegimos estar solos.
-¿Qué recuerdos tenés de tu primera mujer, la actriz Mónica Jouvet (falleció en 1981, en un accidente automovilístico)?
- Mónica era una persona iluminada. Se parece mucho a mi hija menor. Estaba todo el día riéndose, era conciliadora, alegre, contenta, de buen humor. Era una gran persona. Pero pasó lo que pasó. Tuve la suerte de estar con ella unos años y ese fue un regalo que me hizo la vida. También es una demostración de que lo que tenés hoy, quizá mañana no lo tengas. Estoy aprendiendo a dejar ir. Y es una enseñanza que me traen mis hijas, que se van y tengo que dejarlas ir. No es nada fácil.
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