El imaginario mundo del Doctor Parnassus: la muerte de Heath Ledger y un culto a la amistad que dejó afuera a Tom Cruise
El trágico final de la gran promesa de Hollywood en pleno rodaje del film, hizo que tres grandes figuras se unieran desinteresadamente al proyecto
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El imaginario mundo del Doctor Parnassus es una historia que se sucede entre el mundo real y un mundo ilusorio, donde el líder de un circo ambulante (Christopher Plummer) que ha logrado la eternidad a través de un pacto con el diablo (Tom Waits), ofrece a quien quiera vivir la experiencia pasar a través de un espejo mágico y explorar sus fantasías. Tony (Heath Ledger), un carismático joven que intenta escapar de su destino, se suma al espectáculo y se vuelve fundamental para la misión de Parnassus: rescatar a su hija (Lily Cole), su moneda de cambio por la juventud eterna, de las garras del diablo.
Personajes ordinarios que hacen cosas extraordinarias, una estética grotesca dentro de un Londres contemporáneo, el delirio y la quimera y dos horas con el sello indeleble de Terry Gilliam: la película, una producción independiente que se realizó con un presupuesto de 30 millones de dólares y se filmó entre Londres y Vancouver, se estrenó el 23 de octubre de 2009 y recaudó 64 millones y medio.
Es cierto que el film podría haber terminado como una película más en el particular inventario de Terry Gilliam, un realizador nacido en Estados Unidos con un pasado en el humor inglés, gusto especial por la animación y fanáticos que lo convirtieron en director de culto. Pero no. Y la razón tiene nombre y apellido: Heath Ledger. La muerte trágica e inesperada del actor australiano -a quien Gilliam acudió por su talento, pero también por su fama luego de su sublime interpretación del Guasón-, terminó atravesando la película en todos los planos posibles y la convirtió en algo más: un homenaje al actor, un culto a la amistad, otra superación de Gilliam, una cinta plagada de guiños y premoniciones y el último registro fílmico de la joven promesa de Hollywood.
¿Un proyecto maldito?
Gilliam nació en Estados Unidos, pero alcanzó la fama y se descubrió como un gran autor de animaciones surrealistas con el famoso grupo humorístico inglés de los 60 y 70 Monty Python. Como director, logró gran notoriedad con films como Brazil, 12 monos, y Pánico y locura en Las Vegas, donde a su modo logró exponer la crudeza de la realidad a través de relatos oníricos, distópicos y extremadamente plásticos, en los que todo podía llegar a suceder. Gilliam nunca fue amigo de las buenas formas, y pese a contar con fieles seguidores, la financiación de sus películas siempre fue un problema: su trayectoria cuenta con varios proyectos inconclusos, caídas de presupuesto y guerras con estudios de cine. La maldición de Gilliam no solo no salteó El imaginario mundo del Doctor Parnassus, sino que le pegó con fuerza.
Para poder comenzar a rodar, Gilliam tuvo que apelar al aporte de varios productores de cine de Europa, a quienes convenció gracias a su particular filmografía, pero también a la figura de Ledger: un genio incipiente que había demostrado su capacidad actoral como Ennis Del Mar en Secreto en la Montaña y acababa de terminar su brillante versión del Guasón en Batman: El caballero de la noche. Sin embargo, para ese entonces, los problemas no habían comenzado.
El verdadero desafío de Parnassus empezó con la muerte de Ledger en Nueva York por una sobredosis de somníferos, narcóticos y tranquilizantes, apenas a un mes de iniciado el rodaje. El nuevo presente empujó a Gilliam, guionista junto con Charles McKeown, a tomar una decisión: dejar trunco el proyecto o hacer uso de las licencias oníricas de la historia y reescribir la trama. La “maldición”, además, sumó dos hechos más: el productor de la película, Bill Vince, murió una vez que el rodaje estuvo terminado y, cuando todo estaba listo para ir a Cannes y comenzar con la gira internacional, a Gilliam lo atropelló una camioneta, accidente que le valió una vértebra rota y varios meses de rehabilitación. De las tres adversidades Gilliam se repuso. “La tragedia de Heath Ledger nos hizo tener que pensar muy seriamente si continuar o reescribir y hacer una película mejor”, contó en el detrás de escena del film. “Elegimos la segunda opción”.
De amistades y tributos
La primera vez que Ledger aparece en la película, tiene el cuello rodeado por una soga tirante y cuelga de un puente de Londres una noche típica noche bañada de neblina. El resto de sus intervenciones son dentro del mundo real, como parte de la compañía de Parnassus. La idea de la muerte sigue allí, y lo atraviesa todo. La impermanencia, sobre todo, fue un concepto que Gilliam buscó especialmente dejar plasmado en la película. Mucho antes, incluso, del final de su protagonista.
“Hay una línea que Christopher dice en la película sobre ´una historia de muerte imprevista´. No quería decirlo, porque Heath había muerto solo unas semanas antes. Esa línea estaba en nuestro guion original, y ser profético así es algo horrible. Pero seguimos adelante, para honrar la vida y el arte de Heath”, reconoció Gilliam en una entrevista a la revista Slant, en el marco del Festival de Toronto. El propio Ledger, en la piel de Tony, hace referencia al tema: “Nada es permanente, ni siquiera la muerte”. “Parnassus puede verse también como eso: como el intento de traer a Heath de nuevo a la vida”, remató el director.
¿Cómo siguió adelante sin perder el interés de los inversionistas? ¿Cómo completó la historia sin sacar a Ledger de la película? Los amigos que el actor había llegado a hacer en la industria de Hollywood y el recurso del espejo como portal a un mundo de fantasía fue todo lo que Gilliam necesitó para convertir una película de ciencia ficción en un tributo a su protagonista. Durante el duelo, Johnny Depp -amigo de Gilliam y protagonista de Pánico y locura en Las Vegas- le ofreció su ayuda. Junto a Jude Law y Colin Farrel, decidieron completar las escenas de Ledger en sus pasajes al mundo de fantasía con la condición de que todas las ganancias se destinen a Matilda, la hija que Ledger había tenido con la actriz Michelle Williams.
“Llamé a personas cercanas a él y todos aceptaron -contó Gilliam en el detrás de escena oficial del film-. Les dimos un DVD con lo que Heath había grabado y lo hicieron sin tiempo para ensayar. Johnny grabó sus escenas en tres horas y media. Es un genio, igual que Jude y Colin. Estuvieron brillantes”. Para completar el papel de Tony también se ofreció Tom Cruise, pero la respuesta fue una negativa. “Por la única razón de que no era amigo de Heath y queríamos mantener esto en familia”, dijo Gilliam. La película está dedicada a Vince y a Ledger. Y cuando termina, se puede leer en la pantalla “Una película de Heath Ledger y amigos”.
En el set y más allá
Gilliam recordó una vez terminado el film el carisma y el talento de su estrella, y su capacidad de estar presente incluso una vez que había muerto. “Cada minuto nos sorprendía con lo que estaba haciendo, y lo que hizo fue totalmente generoso con todos los demás actores. Sacó a relucir lo mejor de ellos. En el momento en que gritábamos ´corte´, él estaba ahí contando algún chiste”, recordó Gilliam. “Quienes trabajaron con él realmente saben lo extraordinario que fue. Quiero decir, él hubiera sido el mejor actor de su generación. Sin dudas”.
En una charla con el diario español El Mundo, Gilliam destacó la energía del australiano, un ser “con mucha experiencia” dentro de un cuerpo joven. “Era muy divertido y todo el mundo vislumbraba un alma vieja y sabia en su interior. Siempre bromeo diciendo que no se murió joven, que tenía un par de cientos de años cuando se marchó”, aseveró.
Pero Ledger, en aquel momento, no se marchó del todo. Johnny Depp, a quien le alcanzó con un poco de lectura y tres horas en el set para completar su parte de la película -no había más tiempo disponible: el actor estaba rodando en ese entonces Enemigos públicos y Alicia en el país de las maravillas-, protagonizó otro de los momentos más increíbles de la película. La última línea que Ledger dijo para el film en el set fue “no dispares al mensajero”. Durante esa jornada, Depp le preguntó a Gilliam si podía intentar con una nueva línea: “No dispares al mensajero”. El actor no sabía que su interpretación coincidía de forma idéntica con las palabras de su amigo. “Heath todavía está ahí fuera. Johnny está canalizando a Heath de alguna manera. Quiero decir, a Shirley MacLaine le encantaría todo esto”, pensó Gilliam en aquel momento, en referencia al “toque paranormal” de la anécdota.
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