Entradora, polémica y carismática, su verdadero nombre era Ángela María Palermo; la Liga de Amas de Casa fue su trampolín para alcanzar una trascendencia que nadie, salvo ella, pudo haber imaginado en su juventud
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Se definía como una mujer de “centroderecha” y desde ese lugar solía expresarse sobre la realidad nacional motorizada por su rol de presidenta de asociación civil Liga de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios. Su nombre completo era Ángela María Palermo, pero se hizo famosa como Lita de Lazzari.
Jamás pasó inadvertida. Hizo de la televisión su medio para lograr masividad, ya sea con sus propios programas como en los que asistía como invitada. Solía visitar el histórico espacio de Mirtha Legrand y no se negó a participar en los sketches del ciclo de Marcelo Tinelli en reiteradas oportunidades. Le gustaba la fama.
Como “defensora de las amas de casa” popularizó el eslogan “camine señora, camine”, incentivando a comparar precios para conseguir mejor mercadería a precios más accesibles, haciendo escuela sobre el consumo consciente. Era enfática en sus modos, lo que la llevaba a decir lo que pensaba sin filtros.
Afirmaba que las amas de casa podían “derrocar” empresarios: tenían en sus manos el poder de compra y la administración de la canasta familiar. A pesar que les reconocía ese poder a las mujeres, su ideario era profundamente conservador. Su apellido “artístico” era el de su marido. Aunque ella era una mujer emancipada.
Lita se manejaba con un tono campechano, coloquial, que generaba cercanía con su audiencia. Hablaba en voz alta y solía enojarse cuando algo no le gustaba, una especie de signora napoletana.
Jugueteó con el poder. La seducía estar cerca de políticos, empresarios y militares. A todos les hablaba de la misma forma, como una madre entre bonachona y rígida, sentimental y simpaticona. Buenas herramientas para encantar a sus interlocutores desde un sitial único.
Pelo entrecano batido, trajecito sastre y collar de perlitas; zapatos cerrados con poco taco y maquillaje sobrio. Su estilo se asemejaba al de aquellas maestras estilo Jacinta Pichimahuida. Apelaba al simbólico delantal de cocina anudado a la cintura, aún vigente en muchas abuelas, para hablar sobre su labor. Siempre fue auténtica en sus maneras tanto de decir como de vestirse.
Lo que se hereda…
Angela María Palermo nació el 27 de julio de 1925. Su madre era modista y su padre se desempañaba como panadero, trabajadores incansables que hacían todo y más para que la vida familiar en la casa de Mataderos fuera decorosa.
Sin embargo, no fueron ellos los que sembraron en la pequeña Lita la llama de una vocación inusual. En la futura líder de las amas de casa germinó la motivación de su abuela, quien la solía mandar a comprar a la feria de su barrio -cercano a los corrales- con poco dinero y quien le inculcó que “La base de toda fortuna está en el ahorro”.
Esa misma abuela fue la que le impartió una forma de compra sin saber que haría escuela. La estrategia implicaba recorrer dos veces la feria y recordar los precios para poder compararlos y luego comprar en el local que ofreciera la opción más económica. Alguna vez, Lita reconoció que era tan aplicada en la misión que regresaba a su casa con todos los productos comprados y vuelto en la billetera.
Muy inteligente, se valió de sus estudios primarios para manejar su economía -no cursó el secundario-. Además, escribía caligráficamente y era una gran lectora.
Siendo jovencita, se desempeñó como costurera y luego como empleada en una fábrica de autopartes. En el plano personal, disfrutaba cantando en el coro de la parroquia y visitando el templo de San Pantaleón, cercano a su casa. Sin embargo, la acongojaba no haber formado una familia.
Casarse era el mandato y Lita lo cumplió recién a los 29 años. Lo hizo con Hugo Lazzari, el hombre que le legaría su apellido y con quien tendría a sus tres hijos. Uno de ellos es Gustavo, un reconocido empresario y economista, crítico del kirchnerismo, que suele aparecer en ciclos políticos de televisión y que continúa al frente del frigorífico que fundaron su padre y su tío.
Alma inquieta
Lita de Lazzari nunca se quedó de brazos cruzados. Cuando dejó de trabajar “afuera” para dedicarse a los quehaceres domésticos y el cuidado de sus hijos, continuó con la actividad social. Se sumó a las madres que ayudaron a levantar el colegio parroquial San Felipe Neri y era una frecuente colaboradora de los comedores de Ciudad Oculta y Villa Lugano, barrios linderos con Mataderos.
Junto con la ayuda social, otra de las devociones de la ama de casa más famosa del país fue su acompañamiento a los excombatientes de Malvinas y su trabajo en el Hospital Militar Central de Belgrano. Ella misma se definía como una “malvinera de la primera hora”. De hecho, cuando falleció, varios de los soldados que participaron en la guerra de 1982 se acercaron uniformados para escoltar el féretro.
En la “causa”, Lazzari tuvo una aliada inusual en Amalia Lacroze de Fortabat. Según trascendió, cuando Lita se enteraba que algún soldado pasaba alguna necesidad, se lo transmitía a la empresaria, quien rápidamente buscaba solucionar el tema. En más de una oportunidad, la conductora le comunicó a la empresaria del cemento que algún excombatiente necesitaba una vivienda, sabiendo que la empresaria no dudaría en comprarle una propiedad.
Tal como quedó consignado en una entrevista de LA NACION a Gustavo Lazzari, publicada en agosto de 2021, alguna vez su madre le obsequió a un veterano de guerra una remera estampada con alusiones a Pink Floyd que pertenecían a él. Cuando el joven le recriminó el hecho, ella le respondió “no te quejes que vos tenés un montón”.
Razón de ser
Más allá de haber formado una familia y de su activa participación social, a Ángela María Palermo aún le faltaba concretar uno de los mayores emprendimientos de su vida. En la década del 80 pareció encontrar su verdadera misión en el mundo cuando inició su trabajo como líder de las amas de casa.
Lita encontró allí el caldo de cultivo para iniciar una tarea de defensa del consumidor a través de la voz de las mujeres, en el marco de una sociedad muy diferente a la actual. En 1980 se puso al frente de la Asociación de Mujeres de Negocios y Profesionales Juana Azurduy y, dos años después, pudo llegar a ocupar el máximo lugar en la liga que agrupaba a las amas de casa y que intentó llegar al millón de afiliadas y contó con réplicas en otros países de Latinoamérica. Además, la Liga ofrecía talleres y cursos de diversa índole.
A través de esta organización, Lita de Lazzari fue una pionera del concepto de “defensa del consumidor” y de los derechos que puede ejercer quien decide hacer una compra. En 1982, luego de la Guerra de Malvinas y con el gobierno militar en retirada, propuso un “paro de compras”. De esta forma buscaba que los comerciantes bajaran sus márgenes de ganancia.
A pesar de sus ocupaciones, se enorgullecía de su familia y de los nietos que iban sumándose a la mesa de los domingos. Tampoco abandonó sus desayunos con mate y cascaritas de limón ni la afición por el dulce de leche, que no podía faltar en su heladera. Los buñuelos de miel eran el manjar que todos les pedían: alardeaba de esa preparación.
Quién te ha visto, quién te ve
En la década del 90 le llegó la gran oportunidad de levantar su bandera en la televisión. Fue durante la presidencia de Carlos Saúl Menem cuando Lita recibió la oferta de hacer un programa en Argentina Televisora Color (ATC), señal estatal donde se quedó muchos años y estuvo al frente de diversos envíos.
33 millones de consumidores, El parlamento de Lita y Dale Lita fueron algunos de los espacios que se le asignaron y que le dieron una masividad notable. En algunos de esos programas estuvo acompañada por el recordado animador Jorge Rossi.
Histriónica, didáctica y simple, era un prodigio de sentido común, una fortaleza fundamental en la pantalla chica. Frente a cámaras podía sugerir cosas como no ir al supermercado con hambre para no tentarse: se debía respetar a rajatabla la lista realizada con antelación. Tal fue su trascendencia y la popularidad de su imagen, que algunas marcas la convocaron para ser la imagen de sus comerciales.
Ama de casa cuestionada
Si bien los programas de Lita de Lazzari no lograban un rating elevado, generaban buena sinergia con la audiencia y eran la plataforma que permitía emprendimientos paralelos como la edición de revistas y libros. Lita era un verdadero multimedio, aunque no exento de polémicas.
En alguna oportunidad, trascendió que la gestión presidencial de Menem le habría transferido a la Liga de Amas de Casa un subsidio de un millón de pesos convertibles.
No menos escandalosas fueron algunas de sus declaraciones sobre la historia argentina. En un programa de cable al que estuvo invitada se permitió dudar sobre la existencia de los desaparecidos durante la última dictadura militar.
Cuando celebró sus 80 años, uno de los invitados fue el cuestionado exsubcomisario de la policía e intendente de Escobar Luis Patti, quien fuera acusado de delitos de lesa humanidad. Fue en esa fiesta cuando el “Pelado” López, entonces notero del programa televisivo CQC, llegó hasta el lugar con una torta que tenía como decoración un tanque de guerra.
Según el propio López contó luego, un joven que estaba allí le arrebató el postre, que terminó incrustado en su traje. Luego de eso se generó una rencilla entre el notero, los camarógrafos y los custodios que estaban apostados en el lugar. La homenajeada no se enteró lo sucedido en el momento, pero, al otro día, cuando López volvió a buscarla, ella –con su providencial desfachatez– le dijo que le pagaba la limpieza del traje en la tintorería.
Menos controvertidas fueron sus participaciones en las supuestas “cámaras cómplices” de ShowMatch, el ciclo de Marcelo Tinelli, donde fue “sorprendida” en su buena fe en varias oportunidades y donde explotó su perfil más conservador y pacato ante la irreverencia de los humoristas del espacio.
Su vínculo con el entonces presidente Carlos Saúl Menem fue fluido, al igual que con Eduardo Duhalde. Lita visitaba los despachos con la misma naturalidad con la que caminaba entre las góndolas de los supermercados.
“Me sacó el verso”, dijo en 2011, luego de escuchar a la entonces presidenta Cristina Kirchner sugerir que no había que consumir a las marcas que aumentaban desmedidamente.
“Un milagro de Dios”
Lita de Lazzari siempre gozó de muy buena salud y energía hasta que, en diciembre de 2011, una caída le produjo una fractura de cadera. El diagnóstico, de gravedad, indujo a una operación de urgencia. Si bien la intervención salió dentro de los parámetros esperados, la ecónoma no despertó de la anestesia.
El cuadro fue de tal magnitud que los médicos no tenían grandes expectativas de que pudiera reponerse. Su familia, alertada por esta situación, solicitó el sacramento de la unción de los enfermos. El sacerdote que cumplió con el ritual fue Julio César Grassi, quien luego fuera condenado por corrupción de menores. A pesar de la gravedad y el pronóstico reservado, Lita despertó varios días después. “Milagro de Dios”, dijeron en su entorno.
Con gran fortaleza se fue recuperando, aunque no volvió a ser la misma. Ya no se la veía seguido en TV y un programa de radio semanal ocupaba sus energías.
El domingo 17 de mayo de 2015, dos horas después de la medianoche, falleció, luego de estar algunos días internada. Tenía 89 años.
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