Luego de conocer el éxito en los 90, trabajar como modelo y enamorar al público nipón, su carrera se desvaneció con la misma rapidez con la que alcanzó la fama
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Un golpe de suerte, un papel que lo convirtió en un niño eterno, un amor prohibido, el infierno de las adicciones y un pasado que le permite, hoy, vivir un presente digno. Edward Furlong llegó al mundo del cine empujado, sin ninguna convicción. Tenía 14 años y sus sueños no tenían relación alguna con triunfar en Hollywood, pero estuvo en el momento justo y en el lugar indicado, y dio de casualidad con el mejor personaje que le podía tocar: John Connor, el adolescente que eventualmente se convertiría en líder de La Resistencia y por lo tanto, en blanco favorito de las insurrectas máquinas en Terminator 2 (1991).
Furlong selló su nombre en la historia del cine gracias al éxito de la película protagonizada por Arnold Schwarzenegger y Linda Hamilton, una apuesta de James Cameron con un presupuesto descomunal para la época, un film que la crítica trató con indiferencia pero que millones de fanáticos convirtieron en una pieza de culto porque revolucionó el cine de ciencia ficción. Una suerte que, ya sin esa mirada profunda y penetrante y ese talento innato para la actuación, lo sacó del pozo 30 años después y le dio una segunda oportunidad. ¿Qué pasó en el medio?
Diamante en bruto
Como John Connor, y quizá de allí algo de su inspiración, Furlong se crió sin una figura paterna. El actor nació el 2 de agosto de 1977 en la ciudad californiana de Glendale, en un hogar roto. Su mamá, una mexicana de nombre Leonor Tafoya Torres, trabajaba por entonces en un centro juvenil; su padre, Heinrich Bruno Wittig, murió en 1980, en Canadá. Además, Edward vivió un tiempo con sus tíos, Nancy Tafoya y Sean Furlong -de quien el actor tomó su apellido artístico-, antes de que la fama volviera a mover de nuevo su estructura familiar.
En esa situación lo vio por primera vez la renombrada directora de reparto Mali Finn, una mujer con una intuición afinada que, apenas lo conoció, supo que tenía frente a ella un diamante en bruto. El encuentro fue en un club juvenil en Pasadena. Hasta allí llegó Finn, frustrada porque todas las audiciones que había hecho para el papel de Connor la habían dejado con gusto a poco: necesitaba un chico con más “calle”.
Con el inexperto actor entre las manos, Finn reunió a los actores principales del film. Los nervios, en ese momento, le jugaron a Furlong una mala pasada: intimidado por la presencia de Schwarzenegger, su primer repaso de la letra que hizo con Linda Hamilton salió mal. Cameron pensó en seguir con el siguiente postulante, pero Finn insistió. Entonces, el director dio otra oportunidad por su parecido físico con Hamilton, y Furlong se ganó así un pasaje directo al éxito.
Aquellos años dorados
Gracias a John Connor, Furlong entró por la puerta principal a la escena cultural mundial: Terminator 2 no solo le valió el título de actor -y un premio MTV al mejor papel revelación y un premio Saturn Sci-Fi al mejor actor joven-, también lo convirtió de la noche a la mañana en una celebridad. Alcanzado por el éxito, aprovechó la racha y aceptó las ofertas más tentadoras que llegaron a sus manos. Así protagonizó una campaña para Calvin Klein y modeló para GAP, participó de un videoclip de Aerosmith y lanzó una carrera musical que enamoró a las chicas japonesas, incluso en la actualidad. Tal fue su éxito que su canción debut, “Hold on Tight”, superó en 1992 a “I Will Always Love You” de Whitney Houston en el puesto número 1 en las listas japonesas.
En la pantalla grande, Furlong brilló tanto en el cine comercial como en producciones independientes. En 1992 protagonizó junto a Jeff Bridges Dos almas perdidas (1992), y logró una nominación para el premio IFP Spirit al mejor actor de reparto. También protagonizó Nuestras almas perdidas (1993) con Kathy Bates, Little Odessa (1994) con Tim Roth, El susurro de la hierba (1995) con Walter Matthau, y Antes y después (1996) con Meryl Streep y Liam Neeson. Luego llegaría un papel que lo posicionó en la lista de los intérpretes más versátiles y complejos del momento: el de Danny Vinyard en el drama América X (1998), donde compartió elenco con Edward Norton. Ese año también fue parte de la exitosa comedia Pecker (1998), de John Waters, y su carrera empezó a hundirse luego de participar junto a Willem Dafoe en Fábrica de animales (2000) y en la producción ítalo-francesa I cavalieri che fecero l’impresa (2001).
Un amor prohibido
El éxito, los flashes y la fama que logró a partir de Terminator 2 fueron demasiado para Furlong. Mientras sus padres y sus tíos peleaban por su custodia y por su dinero, el joven comenzó una relación amorosa que en lugar de ocupar las primeras planas de las revistas del corazón se convirtió en un verdadero escándalo: la mujer en cuestión era Jackie Domac, su tutora en el set del film de Cameron, 13 años mayor que él. Furlong no solo no se vio amedrentado por las críticas, sino que se fue a vivir con ella. Él tenía 15 recién cumplidos y ella 28, y solían mostrarse en público muy enamorados.
La relación de Furlong y su tutora terminó de romper el vínculo del actor con sus tíos, quienes intentaron en vano que Domac fuera juzgada por violación y apartada de su cargo de docente. La pareja no solo se afianzó, sino que ella se convirtió en su manager. Para cuando se separaron, cinco años después, el actor ya había caído en las garras de las drogas y el alcohol. Corría el año 1998 y Domac denunció al actor por abusos y le reclamó el 15 por ciento de sus ganancias durante los años que trabajó para él.
Una larga vuelta por el infierno
Con la misma velocidad que se convirtió en una estrella, la vida personal de Furlong comenzó a caer. “Fue literalmente un éxito de la noche a la mañana, fue una locura. Todavía estoy asimilando el impacto y el asombro de todo... Me metí en cosas que no eran buenas para mí durante mucho tiempo. Yo era un niño al que le pasaban muchas cosas a la vez. Y realmente no pude procesarlo”, reconoció el actor hace dos años durante una charla en la convención de películas de terror Days of the Dead. “Al principio de mi carrera recuerdo que fue una locura para mí. Es una locura que un niño pequeño obtenga tanto poder. Especialmente si no tienes padres”, reconoció tiempo después en una entrevista con la revista Forbes.
Su camino errante comenzó con el consumo abusivo de drogas y alcohol, que lo llevó varias veces a rehabilitación. El actor sobrevivió a algunos episodios de sobredosis, hospitalizaciones e incluso pensamientos suicidas, y logró mantenerse sobrio sobre el final de sus 30. Su vida sentimental, un tormento para sus parejas, tampoco salió bien: en 2006 se casó con la actriz Rachel Bella, su coprotagonista en Jimmy y Judy (2006), quien terminó pidiéndole el divorcio alegando violencia doméstica y asegurando que su pequeño hijo Ethan había dado positivo en un test de cocaína. Durante mucho tiempo, Furlong pudo ver al niño con la supervisión de un asistente social. Además, pasó en varias oportunidades por la cárcel, pagó fianza y aceptó, para obtener nuevamente la libertad, ir a rehabilitación.
Regreso fugaz
En 2019, Furlong tuvo una luz de esperanza cuando Cameron, en la Comic Con de San Diego, vociferó que volvería a llamarlo para Terminator: Destino oculto (2019). Sin embargo, el aporte del actor fue tan breve que quedó con un sabor agridulce.
En una charla con Alex Leyba subida a YouTube, aseguró: “¡Me fulminaron! Ese fue el papel. Filmé durante un día. Y sí, hicimos algo de CGI. Me pagaron. Así que, ya sabes... Me hace sentir mal, porque me habría encantado hacer una película entera y haber ganado mucho dinero. Me habría encantado hacer más, pero ya veremos qué pasa”.
Unos años antes de ese regreso, en 2016, la imagen de Furlong se volvió a ver luego de mucho tiempo. Muy lejos de aquella joven promesa de ímpetu rebelde y gesto desafiante, su desmejorada imagen dio vuelta al mundo. Lo mismo sucedió en 2020, cuando trascendió otra postal, esta vez de él junto a la exestrella del cine porno Ron Jeremy, rodeados de tragos en medio de una celebración.
Un tipo con suerte
Cuatro años sobrio. 48 meses. 1462 días. 35083 horas. El 16 de febrero de este año, Furlong celebró un día más lejos del alcohol con sus seguidores de Instagram, el mismo medio que usa hoy para compartir sus apariciones en convenciones sobre cine de terror, comics y cultura pop. Furlong es una especie de figurita de esos encuentros llenos de fanáticos que convirtieron a sagas como la de Cameron o películas como Cementerio de animales 2 (1992) y Detroit Rock City (1999) en productos de culto: le pagan por asistir, y él, feliz, va a firmar autógrafos y a hablar de Terminator.
“Básicamente, mi trabajo es sentarme sobre mi trasero y firmar autógrafos y dejar que la gente me diga lo increíble que soy. El hecho de que pueda hacer eso es asombroso e incorrecto al mismo tiempo”, dijo parte en chiste y parte en serio durante una de esas charlas. “Es una bendición, ¿sabes? Soy suertudo. Estoy tan contento de haber tenido un par de cosas que se han mantenido lo suficientemente relevantes como para que todavía pueda venir y ganarme la vida de alguna manera haciendo cosas como esta. Eso es algo raro. No lo doy por sentado”, le dijo luego a la revista Forbes.
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