El popular cantautor de voz rasgada, de 84 años y que visita el país desde 1968, ofrecerá conciertos en Buenos Aires, Córdoba y Rosario
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“¿Es Dyango?”. La vecina de Villa Urquiza no sale de su asombro cuando ve al cantante catalán caminar por la avenida Triunvirato, la principal arteria de esa barriada. “Es Dyango”. La confirmación parece confundirla aún más. El cantautor se pasea distendido, luego de más de cinco horas de ensayo en un muy bello auditorio ubicado en la zona. Su presencia llama la atención de unos cuantos. Postal atípica, aunque no tanto. El artista juega de local en nuestro país desde 1968, cuando pisó por primera vez Buenos Aires. “No he fallado jamás, no falté ni un solo año, salvo cuando sucedió lo de la pandemia”, se enorgullece ni bien arranca la charla con LA NACIÓN.
Este domingo 27 de octubre anclará nuevamente en la avenida Corrientes con dos funciones en el Gran Rex porteño. A la primera -prácticamente sold out- se le sumó una segunda presentación que sucederá el jueves 31. Antes, el artista paseará su arte por Córdoba y Rosario. “Argentina es el país que más me gusta, es mi casa”.
Así como en 1969 filmó El mundo es de los jóvenes, junto a la cantante Ginamaria Hidalgo, película que se apoyó también en un disco con el mismo nombre que le abrió las puertas de toda Latinoamérica; en 1988 redobló su apuesta, una suerte de reválida de su amor por nuestro país, registrando Tango, un material que fue muy bien recibido y que hasta le permitió tejer una amistad con Roberto Goyeneche: “Poder grabar con el ´Polaco´ el tema ´Sur´ fue una de las mejores cosas que me han sucedido”. Y entona aquello de “Sur, paredón y después”.
-¿Por qué cree que se produjo, y sigue sucediendo, el arraigo con el público argentino a lo largo de tantas décadas?
-Justamente, esto sucede por la cantidad de años de compartir el trabajo, pero también siento que tiene que ver con mi manera de ser, que es muy parecida a la de la gente de aquí. Hay un sentimiento especial. He quedado contagiado del sentir argentino. El público de la Argentina es entregado, se fanatiza, es como sucede con el fútbol, con los hinchas de Boca, River o Independiente, que es el club que a mí me gusta. Fueron muchos años y canciones. Sin grandes escándalos, hemos hecho y hacemos cosas bonitas.
-A contramano de algunos artistas que apelan a ese tipo de artilugios para la promoción.
-No ha sido mi caso, todo fue sincero. La gente me ha aceptado así. Al Dyango se le quiere por la manera que ha demostrado ser. Soy una persona sencilla, humilde.
-Y con un estilo propio.
-Mi manera de cantar, no sé si es buena o mala, pero tú escuchas y dices “es Dyango”.
El espectáculo que actualmente lo lleva a recorrer diversos escenarios del mundo se define como Forever, una acertada forma de pensarse en el presente, pero entendiendo que la construcción de su carrera tan extensa también es una proyección hacia el recuerdo futuro.
55 discos de Oro y 40 de Platino, doble disco de Platino por el álbum A corazón abierto y quíntuple disco de Platino por Al fin solos son solo algunos de los logros que ingresan en la estadística del músico. También ha sido nominado en diversas ocasiones para el Grammy Latino, obteniendo, en 2018, el Grammy a la Excelencia Musical por su trayectoria.
Cuando hace una pausa para esperar al fotógrafo, ingresa nuevamente al auditorio para continuar con su ensayo. A pesar de la muy buena acústica del lugar, se filtran los acordes de “Corazón mágico”, acaso uno de las canciones que más lo identifican en estas latitudes, esas estrofas que van del lamento a la ilusión con eso de “corazón, qué les has hecho a mi corazón”, que ya varias generaciones han cantado de memoria. Y lo siguen haciendo. El misterio del amor es una fuente inagotable de búsquedas poéticas.
A lo largo de su carrera ha grabado colaboraciones con artistas tan destacados como Nana Mouskouri, Paco de Lucía, Rocío Dúrcal, Celia Cruz, Oscar D’León y Sheena Easton, entre tantos otros; y se ha presentado en escenarios tan diversos como el Carnegie Hall de Nueva York, el Miami-Dade County Auditorium de Miami y el Universal Teather de Los Ángeles. “También me ha gustado mucho cantar en el teatro Teresa Carreño de Venezuela y en las salas más grades de Buenos Aires”.
Separatismo catalán
Se comunica con algunos integrantes de su staff en catalán. Prueba irrefutable de su orgullosa identidad por esa tierra donde el nombre de Antoni Gaudí es reverenciado, al igual que sus obras, como el imponente templo de La Sagrada Familia o la emblemática Casa Batlló.
Dyango nació el 5 de marzo de 1940 en esa Barcelona que abraza el Mediterráneo. Es la comarca del Mercado de la Boquería de jamones exquisitos y de esa rambla arbolada que alberga desde la sala de conciertos Gran Teatre del Liceu hasta el hotel Oriente, por donde alguna vez transitó Federico García Lorca.
-¿Cómo es su vida hoy en su ciudad natal?
-El que puede, porque se ha hecho un camino, vive muy bien. Barcelona es Cataluña y Cataluña es maravillosa y tiene al mejor equipo de fútbol del mundo que es el Barcelona, donde (Lionel) Messi demostró lo que valía.
-¿Lo conoció personalmente?
-Al papá.
Pensando en su tierra, rápidamente deja de lado los divismos, ¿acaso los tiene?, y se expresa con énfasis sobre ese terruño que le atraviesa la sangre: “Barcelona es incomparable y uno tiene la satisfacción de ser catalán. Sentirnos catalán es nuestro orgullo en cualquier parte del mundo”.
-Sus palabras reafirman que usted está a favor de la independencia de Cataluña.
-Siempre he pensado así. Mi padre, cuando la guerra, luchó contra los que se levantaron en armas, con (Francisco) Franco a la cabeza, y que, encima ganaron. Toda la vida me he acordado de cómo renegaba mi papá, eso me hizo sentir más catalán aún.
-El independentista es un movimiento muy fuerte, incluso con las banderas pendiendo de los balcones y en los frentes de las casas como irrefutable manifestación popular.
-Creo que cuando se rasque un poco, volverá a salir otra vez. El catalán desea y necesita que Cataluña sea su casa, su tierra independiente.
-Su posición política, ¿le ha traído consecuencias a la hora de abordar una gira por el territorio español?
-No, para nada, están acostumbrados. Incluso hay gente que es más radical que yo y tampoco ha sufrido ningún problema.
Divismos
-España ha sido un país que ha visto nacer a grandes estrellas de la música. Pienso en Raphael, en Julio Iglesias y en usted, por citar tres ejemplos. ¿Ha sido extremadamente feroz la competencia entre ustedes o han podido convivir en armonía?
-Hay compañeros que cantan muy bien, por ejemplo, Joan Manuel Serrat, que se acaba de retirar o José Luis Perales, que también se retiró; o el mismo Raphael que nunca se retira, como yo. Toda es gente muy importante, gente de bien que vive por y para la música, no para el reggaetón. Lo que ellos hacen es buena música y poesía, sobre todo Serrat, que es amigo mío, somos del mismo barrio, hinchas del Barça y, cuando éramos jóvenes, hemos jugado al fútbol juntos.
-Abrimos la polémica. ¿El reggaetón no es música?
-Dejémoslo ahí.
-Así como Joan Manuel Serrat o José Luis Perales, ¿pensó alguna vez en su retiro?
-Sí, hace diez años porque estaba con dolor. Cuando estás jodido físicamente es difícil hacer giras, así que pensé en retirarme. Ya era un viejo, tenía 74 años, imagínate ahora...
-¿Qué tipo de dolencia tenía?
-Me dolía mucho la espalda, pero, un doctor con mucha sabiduría me operó, me puso a nuevo y ahí fue cuando me pregunté “¿ahora qué hago?”, pues tengo que seguir cantando, si no sé hacer otra cosa y pidiendo perdón por haber anunciado mi retiro, aquí estoy, hasta que Dios me dé fuerzas.
-El escenario y el contacto con el público son una buena fuente de energía.
-Es todo, para un artista es fundamental. Tengo un gran sentimiento por la gente que te va a ver con mucho sacrificio porque una entrada no es fácil de obtener, sale dinero, eso se valora mucho. Tampoco me molesta ir a cantar por los barrios.
Si se piensa que el cantor se refiere a las zonas de su ciudad, nada más lejos. En realidad, comienza a enumerar a localidades como San Justo, en el partido de La Matanza, donde también ha llegado con su música en vivo. De hecho, el 1° de noviembre será el turno de brindar su concierto en la localidad de Ituzaingó, en el Oeste del Gran Buenos Aires.
Curiosamente, Dyango, que da cuenta de una memoria prodigiosa, describe algunas zonas del Conurbano mejor que lo haría más de un porteño y hasta se ha permitido reflejar una historia conmovedora ocurrida del otro lado de la avenida General Paz. “Una chica me contó que la habían embarazado y que no sabía qué hacer. Me conmovió tanto que le hice una canción muy bonita que se llama ´Niña de Isidro Casanova´”.
-¿Ella supo sobre esa composición?
-No lo sé, esto fue hace veinte años.
-Con decenas de canciones en su haber, ¿cómo elige el repertorio?
-La haya escrito yo o no, la canción que interprete tiene que ser una muy buena canción.
Menciona a Paz Martínez, como una de esas plumas inspiradas en la problemática del amor que le ha servido un tema que no dudó en cantar: “Él hizo ´Te propongo algo´ y hay que reconocer que ese tipo sabe escribir las canciones mucho mejor que nadie, incluso que yo mismo”.
Multifacético
Así como muy pocos saben que Dyango es un artista plástico que pinta muy bien, muchos de sus fanáticos desconocen que es un músico con una gran formación académica. “De niño estudié en el Conservatorio, cuando finalicé la carrera me convertí en un gran trompetista, luego vino lo de cantar”.
-El cantante le ganó al concertista.
-Es que, cuando comencé a mostrarme como cantante, la gente ya no quiso saber nada con la trompeta y solo me pedía que cantase.
También ha dejado de lado la ejecución de violín, el otro instrumento que lo ha acompañado gran parte de su vida.
-¿Continúa tocando en la intimidad?
-No, ya no, es muy difícil volver a la trompeta y al violín, los dejas un tiempo y pierdes la práctica.
Muchos se han preguntado el significado de su nombre artístico, ya que, en su pasaporte, figura el José Gómez Romero con el que ha nacido. La respuesta reside también en su profundo conocimiento de la música más refinada, aquella que le inculcaron en el Conservatorio de Música de Barcelona y lo acompaña hasta hoy: “Lo tomé de Django Reinhardt, el mejor guitarrista en la historia del jazz, era una maravilla”.
-¿Es consciente de la envergadura de su nombre?
-No, nunca lo he sido, yo mismo me sorprendo de las cosas que me han tocado y me tocan vivir. Es que soy una persona normal, me gusta estar con mis amigotes tomando una cerveza.
A los siete años conoció a su amigo Luis “Chapi” Rovira, con el compartió desde los juegos de la infancia hasta la escolaridad y el servicio militar. Luego llegó la pasión de ambos por la música y el saxofón. “Toda la vida integró mi banda y, la última vez que estuve ensayando aquí, él estaba a mi lado, pero ahora se ha muerto. Uno quiere mucho a su familia, pero a los amigos nadie te los impone, surgen, así debe ser, por eso, cuando faltan, te das cuenta del gran valor que llegan a tener”. Por primera vez deja de lado el tono amable y su mirada se pierde inundada de pensamientos y nostalgias. Casi imbuido en las remembranzas como alguno de esos tangos que sabe de memoria.
-¿Qué rincón de Barcelona es el que más lo identifica?
-El Mercado de San Antonio, allí nací, entre las mierd... de las tripas que la gente del mercado iba tirando. Jugábamos al fútbol pisando esas tripas en la Barcelona antigua.
A más de diez mil kilómetros se permite acortar las distancias y los tiempos. Volver a su lugar y a su niñez. Acaso allí germinó inconscientemente su vocación por la música, su afición por el jazz y su posterior consagración en el género de la canción romántica, tan instalado en los gustos masivos y populares como aquella zona donde se crio entre chacinados y pelotas de cuerina.
“El público me ha querido por mi manera de ser más que por mis canciones”, finaliza el cantor y parte por la avenida Triunvirato para ser protagonista de la postal inusitada. Quizás se cruce con alguien que lo frene para contarle una historia que lo inspire para componer nuevas estrofas. Azares del destino. “¿Es Dyango?”. Es Dyango, el catalán de voz rasgada que merodea por Villa Urquiza.
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