Donna Summer, la “primera dama del amor” que rompió prejuicios y triunfó en los escenarios, pero no pudo cumplir con su último deseo
Se cumplen 10 años de la muerte de la artista que se atrevió a dejar su Boston natal para convertirse en la reina mundial de la música disco
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“Nadie sabía qué hacer conmigo cuando aparecí en escena”, recordaba, con una pizca de humildad y otro tanto de realismo. Sin embargo, el desconcierto duró poco. Con solo un tema sonando en la radio, Donna Summer se convirtió en propulsora y reina de un género que marcaría una época y que abriría las puertas a gran parte de lo que vendría después.
“Love to Love You Baby” (1974), su primer gran éxito, se convirtió en disco de oro a días de su lanzamiento y fue amado por las nuevas generaciones, que necesitaban un sonido que las represente. ¿Pero quién era esa mujer de voz angelada que cantaba como en estado de éxtasis y exudaba sexualidad? ¿Por qué sonaba tan próxima y a la vez tan lejana? Como la mayoría de las grandes voces femeninas de la música estadounidense, Summer comenzó cantando en el coro de la iglesia de su barrio, Mission Hill, en Boston. Tenía apenas 10 años cuando le tocó suplantar a la voz principal. Y lloró. Lloro de emoción mientras cantaba y todos a su alrededor comenzaron, también, a lagrimear.
En varias entrevistas contó que en ese momento sintió que Dios le estaba diciendo que iba a ser famosa. “De niña, no sabía lo que era la fama. Creía que era que la gente te conociera. Generalmente, es un fin en sí mismo, y no debería ser así. Creo que es fácil quedar cautivado por la atención de la gente hacia vos. Traté de no dejar que eso me pasara a mí. Creo que nunca llegué a un lugar en el que actuaba para llamar la atención, porque esa no es mi naturaleza. A veces las personas que te rodean intentan crear circunstancias para mantenerte al en la primera plana para que puedan seguir viviendo de tu fama”, reflexionaría varios años después.
Hair y un amor en Europa
Summer no se equivocó: se convertiría en una de las personas más conocidas del mundo y en símbolo de una época, pero solo iba a lograrlo siguiendo su propio instinto y tomando las decisiones adecuadas. Después de graduarse, partió con rumbo a Nueva York, para probar suerte en el teatro musical. Su talento era innegable y Broadway no tardó en notarlo: estuvo a punto de conseguir el papel principal de Hair, pero el rol quedó en manos Melba Moore.
La suerte quiso que Moore tuviera otros compromisos cuando el musical inició su gira por Europa. Y allí, Summer tuvo su revancha. “Me fui después de que pude salir de casa y estar sola legalmente, porque no quería que mis padres vinieran y me dijeran: ‘Bueno, tienes que volver a casa ahora’. Sentí que estaba lista para irme, estaba lista para vivir mi vida”, explicaba.
Decidió quedarse en Munich y en tiempo récord aprendió alemán y participó de los musicales Porgy & Bess , Godspell, Show Boat y The Me Nobody Knows, pero a los tres años de haber llegado decidió mudarse a Viena. En 1972, se casó con el actor alemán Helmuth Sommer y un año después dio a luz a su primera hija, Mimi. El matrimonio duró apenas tres años y terminó en muy malos términos. Sin embargo, Donna decidió conservar su apellido de casada, pero cambiar la primera vocal.
En Viena, además, se unió al grupo FamilyTree y en 1968 presentó su primer sencillo, un tema de Hair en alemán. Pero el éxito llegaría tiempo después, cuando conoció a los productores Giorgio Moroder y Pete Bellote.
Con ellos comenzó a trabajar en el que sería su primer álbum, Lady of the Night, de 1974. Dos de sus temas, “The Hostage” y “Lady of The Night” llegaron a ocupar la primera posición en los ránkings se Bélgica y Holanda. Un año más tarde, Moroder le mostró una canción en la que estaba trabajando. Pensada para que sonara en las discotecas, el tema era muy distinto a lo que Summer venía cantando, pero no solo aceptó el desafío sino que redobló la apuesta.
La diosa sexual de la música disco
Summer adornó “Love to Love You Baby” con sugestivos jadeos y suspiros de obvia connotación erótica. La cantante revelaría tiempo después que para grabarlo, se inspiró en Marilyn Monroe. “Jugué a ser ella por un rato”, diría. El tema tuvo cierto éxito en Europa, pero no logró pasar la censura de algunos países que lo consideraron demasiado explícito.
Todo cambió cuando una copia llegó a manos de Neil Bogart, el presidente de Casablanca Records, quien decidió probarlo en una de sus legendarias fiestas. Y al notar lo que generaba en los invitados, no lo dudó: llamó a Summer y a Moroder y les pidió una versión extendida, para ser pasada en las discotecas.
Así nació la versión de 17 minutos que no paró de sonar en los principales locales nocturnos de los Estados Unidos. Y así nació, también, un nuevo formato de disco: el maxi-sencillo. En cuestión de semanas, Summer se convirtió en la artista más buscada de 1976. Inició giras por todo el país, se presentó en programas de televisión, de radio, hizo presentaciones en las discos más exclusivas. La fama que había soñado era una realidad. Pero escuchaba una voz dentro que le decía que tuviera cuidado. “Muchas personas están ocupadas tratando de ser famosas y no entienden qué es realmente el animal de la fama. Lo llamo un animal porque puede ser brutal”, indicó tiempo después, en una entrevista.
Futuros éxitos, como “I Feel Love”, “Bad Girls”, “Last Dance” y “Hot Stuff” la terminarían catapultando al estrellato y la convertirían en la “reina de la música disco”, un título que nadie, ni siquiera Gloria Gaynor, pudo disputarle.
Cambio de piel
Pero con el cambio de década, la música disco comenzó a perder fuerza y Summer tuvo la posibilidad y el buen tino de mostrar su versatilidad. Porque, más allá de que era conocida como “la primera dama del amor” por sus temas “calientes”, Donna ya no se sentía nada cómoda interpretando aquel papel. Su vida real, tranquila y alejada de los brillos y la noche, no se correspondía en nada con el imaginario que ella había contribuido a crear.
Por eso, supo ver una nueva oportunidad en el ocaso, y comenzó a incursionar en otros géneros. En los ochenta, trabajaría con productores de la talla de Quincy Jones, Michael Omartian y Stock/Aitken/Waterman, y, otra vez, se convertiría en pionera, esta vez del pop. “Creo que planeé a una edad muy temprana cómo serían mi vida y mi carrera. Como saben, eso no significa que no habrá altibajos. Frank Sinatra tuvo éxito todos los años de su vida, pero creo que es la perspectiva a largo plazo es lo que da sustento a una carrera. Si vas a intentar algo, no podés hacerlo una o dos veces y luego abandonar. Eso no es una carrera. Nunca abandoné mi carrera. Cuando no estaba grabando, estaba actuando. Afortunadamente, tenía una base de fans muy grande y han sido muy leales, por lo que he podido actuar a un nivel muy alto durante mucho tiempo. Eso ha sido muy bueno para mí, pero eso es algo que establecí al principio de mi carrera. Creo que logré hacer ambas cosas gracias a la tutela de Neil Bogart. Estaba muy convencido de que yo fuera reconocida como una persona real que realmente podría actuar como Frank Sinatra y pensó que eso me traería la longevidad. Y tenía razón. Hay mucho de verdad en eso”, explicó en una de sus últimas entrevistas.
Además de Bogart, otro hombre resultaría clave en su carrera: su esposo Bruce Sudano, a quien conoció en 1978 y quien se convertiría en su gran compañero y el padre de sus dos hijas menores, Brookyn y Amanda. Con él, escribió algunos de sus más grandes éxitos, como “Bad Girls”, “Can’t Get to Sleep at Night”, “I’m a Rainbow”, “Love Has a Mind of its Own”. “Bruce tiene una habilidad increíble para ver las cosas como son. Yo tengo un pensamiento más abstracto. Mi esposo puede observar una escena y narrarla palabra por palabra. Y el resultado es una sucesión de imágenes increíble”, lo elogiaba.
Y es que, más allá de su talento y su impecable voz de mezzosoprano, las letras de sus canciones fueron, sin dudas, otra de las claves de su éxito. Su capacidad de observar, de ponerse en el lugar del otro y de intentar comprender las motivaciones y las mezquindades de los demás fueron claves a la hora de narrar pequeñas historias creíbles y cercanas.
Cuenta la leyenda que “She Works Hard for the Money” fue inspirada por una empleada que asistía a los clientes en el baño del restaurante Chasen’s en Beverly Hills a la que vio luchando contra el sueño junto a un televisor a todo volumen. “Bad Girls”, en tanto, nació luego de ver como una empleada de Casablanca Records era hostigada por agentes policiales porque según ellos tenía “el tipo de una prostituta callejera”.
“Mucha gente no se da cuenta de lo conectados que estamos todos. Tu compasión realmente alimenta la información que tenés sobre una persona. Mirás a alguien y tu corazón se identifica con su dolor. No sabes por qué ocurre; simplemente ves algo en ellos y decís: ‘Oh, esa persona me necesita. Necesito tocar a esa persona. Necesito decir algo bueno sobre esa persona. Siento a esa persona”, reflexionaba.
“Sé que tuve éxito en una cierta cantidad de cosas. Creo que cuando recibí el Oscar por ‘Last Dance’, fue un punto de inflexión para mí y una señal de reconocimiento. Cuando gané ciertos premios Grammy, también. Pero el que quería ganar era el Grammy de rock and roll porque mi objetivo es ganar un Grammy en todas las categorías. Clasificamos a las personas de acuerdo a lo que cantó algo una vez y eso no está bien. Las personas tienen que ser cantantes, especialmente los cantautores, tienen que ser libres para explorar todo tipo de música, de lo contrario es como ser pintor y que alguien diga que solo puedes pintar de una manera. Tengo cierta edad y la gente reacciona al hecho de que sigo cantando como si fuera una sorpresa. ¿Picasso dejó de pintar a los 35 años? ¿Me estoy perdiendo de algo? Hasta donde yo sé, podés ser creativo el resto de tu vida”, explicaba.
Lamentablemente, ese deseo de que la industria la reconociera como artista más allá de su reinado dentro de la música pop no llegó a concretarse. Pero ella nunca dejó de intentarlo: en 2008 lanzó su decimoséptimo y último disco, Crayons, que fusionaba ritmos latinos, dance pop, blues y soul con un marcado acento africano. Tres años después, lanzó su último single, “To Paris with Love”, una juguetona oda a la Cuidad Luz en la que demostró tener la voz intacta y las mismas ganas incansables de probar nuevos rumbos.
Desde 1994, Summer abandonó Los Angeles y se mudó junto a su familia a Nashville y repartía su tiempo entre dos de sus pasiones, la jardinería y la pintura, y su gran amor, la música. El 17 de mayo de 2012, Summer falleció, víctima de un cáncer de pulmón, dejando varios proyectos truncos y un legado que la mantiene tan vigente y viva como las historias que decidió cantar durante medio siglo.
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