Dolores Fonzi: su debut como directora en Blondi, la plaza que eligió para filmar en la que jugaban sus hijos y el elogio de Santiago Mitre, su pareja
Feliz por su primera aventura como realizadora, la también protagonista de la película habla de cómo transitó el rodaje y de los puntos de contacto de la ficción con su vida familiar; se estrena en cines el jueves 1 de junio
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La misión está clara y es compartida: de la charla con Dolores Fonzi protagonista y directora de Blondi, el film que se estrena este jueves en las salas argentinas, tiene que resultar una aproximación a cómo se hizo la película, una comedia tan graciosa como emotiva y tan ambiciosa como íntima; que despierte el interés de los espectadores por el film. Una historia que el cine nacional y su público necesitaban aún sin saberlo, un auspicioso debut en la dirección para Fonzi que al mismo tiempo presenta una de sus mejores interpretaciones como el personaje del título.
Sin demasiado orden la conversación se desplaza por todos los rincones, grandes y pequeños, de un rodaje que la actriz describe con amoroso detalle. “Para mí fue un rodaje increíblemente feliz. Estaba tan feliz con lo que estaba haciendo que disfrutaba cada momento y terminaba cada jornada contentísima de haberlo vivido. El último día de filmación, el 17 de junio de 2022, lloré por lo mucho que iba a extrañar todo el proceso”.
Ese entusiasmo, esa vitalidad que Fonzi recuerda y que la acompaña todavía al hablar de su primera película se refleja en pantalla. Lo hace desde la primera escena que muestra el despertar de una mañana en la casa de Blondi y Mirko (Toto Rovito), mejores amigos, amorosos compinches, madre e hijo. En la secuencia inicial los restos de una noche de fiesta en el lugar pintan un cuadro caótico que sin embargo desafía los prejuicios. Sí, Blondi y su hijo de poco más de veinte años fuman porros juntos cotidianamente y ella se empeña en desafiar cada uno de los mandatos que la sociedad parece exigir de ella pero aquí no se cuenta una historia de familias disfuncionales en crisis ni de experiencias traumáticas sino que se desarrolla un relato pleno de humor y emoción sobre los vínculos amorosos entre sus personajes que incluye también a una particular madre y abuela que interpreta Rita Cortese y a la hermana/tía a cargo de Carla Peterson.
“Es una película difícil de calificar, es una comedia pero por momentos vira a una comedia dramática. O algo así. Tampoco es exactamente eso. Yo la defino como una comedia emocionante o una comedia que emociona. Creo que lo primero que se darán cuenta los espectadores es que no bajo ninguna línea. Lo que irán viendo son los chistes y las situaciones graciosas que llegan a un pico hacia el desenlace especialmente gracias a la interpretación de Carla y lo que le pasa a su personaje y cómo, de repente, de ese pico humorístico el relato pasa al drama pero sin dejar de ser una comedia”, explica Fonzi que dice haber disfrutado cada una de las etapas de realización de la película-que después de su paso de la sala llegará a Amazon Prime Video-, al tiempo que aprendía mucho de lo que no sabía antes de lanzarse a la dirección.
“Fue como una escuelita de cine. Yo sabía cómo moverme en el rodaje pero de edición, por ejemplo, no sabía nada. Pero fue muy lindo todo. Los actores, los técnicos, todas las cabezas de equipo lo dieron todo y aunque por momentos entraba en la vorágine de conseguir los planos que necesitábamos, nunca perdimos la alegría. Para cualquiera que se lance a la dirección sin haber ido a la Universidad del cine, todo es nuevo y desconocido”, dice la actriz haciendo un guiño a Santiago Mitre, y buena parte del equipo de La unión de los ríos, la productora del film, que se formó en la escuela fundada por Manuel Antín.
Fonzi también cuenta que era tanta la alegría que transmitía durante las semanas de filmación que hasta al premiado director de Argentina, 1985, uno de los productores de la película y su pareja, lo sorprendía su exuberante energía. “Hablábamos todos los días y yo le repetía que era la experiencia más feliz de mi vida, que estaba muy contenta. Tanto insistía con eso que en un momento Santiago me dijo: ‘bueno tenés dos hijos y me tenés a mí'”, recuerda la actriz entre risas y no es difícil imaginar los niveles de entusiasmo que manejaba durante el proceso de realización de la película que surgió con una idea que la rondaba al tiempo que crecía su perenne interés por el cine, por un encuadre bello, por un plano hipnotizante.
La lectura de una novela que se acercaba al tema de la crianza monoparental y sus propias ideas sobre los diferentes modos de la maternidad la llevaron a imaginar el lazo entre Blondi y el hijo ya adulto que tuvo cuando era una adolescente interpretado por Rovito al que descubrió en una visita al set de Argentina, 1985, dónde su ahora coprotagonista encarnaba a uno de los jóvenes investigadores de la fiscalía. Con ese impulso le propuso a la actriz, dramaturga y directora Laura Paredes trabajar juntas un guion que, dice, le salió como una comedia que estaba segura que iba a protagonizar. Lo de la dirección, en cambio, no lo tenía tan claro.
“Podría habérsela dado a otro director pero me la quería mandar. Después de trabajar el guion, de hablar con los productores, empecé la búsqueda de locaciones-lo que en la industria audiovisual se define como scouting-, que para mí es el paso fundamental para definir la película que vas a hacer. Y en este caso fue especialmente así porque muchos de los lugares que elegimos para filmar eran espacios recurrentes de mi vida, como la plaza República de Chile, en la que hicimos varias escenas, que era dónde yo llevaba a mis hijos cuando eran chicos y dónde se trepaban al mismo árbol al que se suben los personajes”, recuerda Fonzi que también incluyó en el guion alguna de las frases y expresiones que lleva toda la vida escuchando. “Eso de “sos lo mejor que hice”, me lo dice mi abuela. Delante de mi mamá, su hija. Y el poema que conecta a Blondi, su madre, su hijo y su hermana también viene de ella”, cuenta la actriz con un entusiasmo que mantiene al recordar los momentos más lúdicos del rodaje.
“Cada plano tenía un nombre que le poníamos para orientarnos pero sobre todo para reírnos entre nosotros. Estaban el ‘cucaracha’ y el ‘Malik’, por ejemplo” explica Fonzi, que se define como una cinéfila empedernida. “Veo todo, o sea ver películas es, básicamente, a lo que más tiempo le dedico en mi vida. Tal vez no me acuerde siempre de los nombres de todos los directores o los actores pero tengo incorporado un diccionario visual que me marcó el camino en el proceso del rodaje”.
La mujer orquesta
Presentada en la competencia oficial del Bafici dónde se llevó el premio al mejor elenco y el de mejor directora argentina que otorga la DAC (Directores argentinos cinematográficos), Blondi, dice su realizadora, es una película ambiciosa y juguetona. Un relato en el que pudo contar lo que quería de la manera en que lo había soñado. Y esa convicción se traduce en una ópera prima con un guion de notable madurez que acierta en sus pasajes más cómicos y alcanza un equilibrio perfecto en sus escenas emotivas, un feliz esfuerzo que Fonzi está segura de que pudo completar gracias a su experiencias como actriz y como madre de Lázaro y Libertad, sus hijos junto a su ex pareja Gael García Bernal.
“Siento que todavía no sé dirigir si no lo hago desde adentro, como actriz mirando todo desde ese lugar. Me parece que el hecho de que yo estuviera ahí en cada escena fue marcando el tono de la historia para el resto de los actores y para el equipo técnico. En cuanto a la interpretación para mí en este caso se trataba solo de dejarme poseer por la energía del personaje, ya sabía todo lo que tenía que suceder y por ende era imposible que no sucediera. Claro que en la filmación tenía muchísimas otras cosas que hacer al mismo tiempo. Pero las mujeres funcionamos así. Siempre tenemos un montón de cosas en la cabeza, somos expertas en el multitasking. Y dirigir se trata un poco de eso”, explica Fonzi. De eso y de comunicarse claramente con el equipo “para lograr que te entiendan y a la vez que tengan ganas de hacerte caso”, dice con una sonrisa al recordar que el rodaje comenzó con las secuencias que más le preocupaba filmar, unas escenas que ocurren hacia la segunda mitad del film y que marcan un punto de inflexión narrativo fundamental para su desarrollo.
“No había otra opción que rodarla esa primera semana. En principio estaba pautada para el jueves pero pedí que la pasaran al viernes. Estaba nerviosa. Pero ahí Santi (Mitre), me dijo algo muy cierto: “vos hacés esa escena tan compleja en la primera semana de filmación y te metés a todo el equipo en el bolsillo para el resto del rodaje. Vas a poder hacerlo”. Y tenía razón”, dice la actriz y realizadora que con su primera película a punto de llegar a las salas está segura de que lo suyo con la dirección apenas está comenzando. “La idea de autogestionar la estructura de tu felicidad trabajando con la gente que querés, con tus amigos de acá y para siempre me parece genial”, concluye con una carcajada que se parece mucho a las que despierta su inolvidable Blondi.
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