Diego Leonardi, un exGran Hermano que pasó de todo: se separó, luchó contra las adicciones, se fundió y volvió a resurgir
El exparticipante del reality habló con LA NACION sobre los difíciles momentos que atravesó en su vida, aunque hoy asegura estar tranquilo y feliz con su presente
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Fue uno de los participantes del reality Gran hermano, en 2007, y recibió la nominación “espontánea” que indignó a un país entero. Para compensar lo sucedido, lo convocaron para Gran hermano famosos y fue el ganador. En estos 15 años, a Diego Leonardi le pasó de todo: volvió a enamorarse, fue papá por tercera vez, se separó, tuvo problemas con el alcohol, los superó, abrió dos emprendimientos, con uno se fundió y al otro lo dejó en manos de su hermana. Hoy siente que es un tipo feliz: se compró un terreno en la costa en el que piensa construir cabañas y tal vez mudarse, y hasta hace poco conducía un programa de radio junto a otros compañeros del reality, pero lo dejó porque acaban de convocarlo para ser parte de Gran hermano El debate, que saldrá los sábados a la noche, cuando el programa ya esté al aire. De todo esto habla en esta charla con LA NACION.
-¿Cómo surgió la idea de hacer un programa de radio y por qué lo dejaste a las pocas semanas?
-Lo dejé porque me llamaron para estar en El debate y no puedo con todo. Surgió de los muchos encuentros que tenemos desde que nos conocimos en Gran hermano. La relación nunca se cortó. Al principio nos veíamos una vez por año cuando Agustín Belforte venía de Bolivia, pero estábamos en contacto todo el tiempo. Cada vez que nos juntábamos decíamos: “Tenemos que hacer algo”. Y hace poco a Sebastián Polastro le ofrecieron un espacio en la radio, lo tiró en el grupo y finalmente empezamos a trabajar con Jesica Gómez y Nadia Epstein. Se llama El confesionario y está todos los lunes, de 20 a 22, en Somos tu radio, la emisora de Aptra. Hay invitados, notas en la calle y debates. Me costó decidirlo, pero lo dejé porque no me da el tiempo.
-La relación sigue a pesar del paso de los años...
-Pasaron 15 años y lo que vivimos fue tan fuerte que somos como hermanos. Yo los amo con todo mi corazón. Hasta a Male (Marianela Mirra), a pesar de esa supuesta rivalidad por la espontánea que me clavó. Y vuelvo a Telefe para ser parte de El debate, los sábados a la noche. Estoy muy contento. Es como una reivindicación porque, en su momento, hablar de Diego Leonardi era hablar del preso, la cárcel, y eso me cansó un poco. No me daban oportunidad. Por otra parte, yo me equivoqué: me puse a cantar cumbia y tendría que haber agarrado para otro lado.
-¿Por qué hiciste eso si no estabas convencido?
-Porque se me cerró mucho el círculo con el estigma de la cárcel y la realidad es que cantar cumbia fue la única oportunidad que me apareció. Era eso o trabajar de cámara en Endemol (la productora de Gran hermano). Elegí cantar porque sentía que era mi momento. Pude hacer cosas que la vida nunca me había ofrecido y quizá nunca más iba a ofrecerme. Lo aproveché a full, me compré mi casa, abrí mi negocio que era una granja en la que vendía pollo y cerdo y después me fundí. Me pasaron un montón de cosas.
-¿Te fue mal con la granja?
-Sí, cerré el negocio y me lo llevé a casa. Yo estaba en mi peor momento, tomaba mucho, pero lo di vuelta y volví a empezar. Eso es lo que tengo, que siempre vuelvo a empezar. Llegué hasta el fondo del mar. No me volví falopero, pero estuve cerca. No se me dio para ese lado, quizá hubiera sido peor. Hace siete años que no tomo una gota de alcohol.
-¿Fuiste a Alcohólicos Anónimos?
-No, fue fuerza de voluntad. Dejé de fumar y de tomar. Las dos cosas al mismo tiempo.
-¿Y qué pasó en estos siete años?
-Me reconcilié con toda mi familia. Bueno, con mis hijos nunca tuve problemas. Soy papá de Christian que tiene 24 años, vive en Padua y me hizo abuelo de Ema (4) y Ciro (3). Morena tiene 16 y Santino, 7. Son de tres madres diferentes. De la mamá de Christian me separé cuando caí preso; de la de More después de Gran hermano; y de la mamá del más chiquito me separé cuando el nene tenía meses, y estuvimos años sin hablarnos, pero pudimos perdonarnos. Hoy vivo solo en la casa que me compré gracias a Gran hermano, con mis gatos Felix, Marisol y Margarita, y nueve cachorritos que voy a dar en adopción apenas estén más grandecitos. Me reconcilié con cada mamá de mis tres hijos y también con mis seis hermanos. Mi mamá falleció hace cinco años y con mi papá no tengo relación, nunca la tuve y él no la quiere tener. A mi papá nunca le importó nada de nosotros, estuvo para darnos de comer, pero nada más.
-¿Qué te hizo replantear tu vida?
-La muerte de mi mamá y, al mes, la de mi cuñado. Hice una evaluación de mi vida y vi que ellos no se habían cuidado. Yo tenía que empezar a cuidarme y eso hice. Fue un golpe duro.
-Hasta hace poco vendías hamburguesas, ¿qué pasó con ese negocio?
-Vendía hamburguesas de pollo saborizadas con verduras. Ya no lo tengo, llegué a un acuerdo con mi hermana y mi cuñado, y se lo quedaron ellos. Me abrí porque es un negocio que hice yo desde abajo y sentía que no había más nada para mí ahí. Conozco mis limitaciones y ahora había que hacerlo crecer y no tenía ganas de volverme loco. Soy muy trabajador y emprendedor, pero sé hasta donde puedo. Yo compro en diez y vendo en quince y listo. La fábrica me dio de comer durante diez años, y ya está. Compré un terreno en San Clemente del Tuyú y la idea es hacer algunas cabañitas. Quizá me haga una casa y me vaya a vivir ahí. Me armé una carpintería y estoy haciendo el perímetro del terreno en madera, cuando lo tenga listo, lo cargo en un camión y lo llevo. Me atrae esa vida cerca del mar, más tranquila. La idea era irme este año, pero surgió la posibilidad de hacer radio y ahora estar en Telefe. No sé cuándo, pero en algún momento me voy a ir. Le estoy muy agradecido al emprendimiento de hamburguesas porque en esos años viví toda mi recuperación. Laburaba de 7 a 23, dejé de ver a mis amigos, me alejé de todo, me quedé solo, pero me recuperé.
-¿Qué recuerdos tenés de tu infancia?
-Fue una infancia humilde, con todas las carencias. Mi viejo era carnicero, éramos muchos hermanos y lo que había era lo que iba quedando del de arriba. No me quejo, pero a los 12 años ya vivía en la calle y después terminé en la casa de mi tía hasta los 18. Mi primer trabajo fue en una fábrica de antenas, después en un lavadero, una tornería, en una agencia de venta de autos, donde a los 16 años me compré mi primer auto. A los 18 volví a mi casa, pero estuve pocos meses y me junté con la mamá de Christian. Yo creo que lo hice para irme de mi casa otra vez.
-¿Ibas a la escuela?
-No estudié porque no me gustaba. Hice hasta séptimo grado, pero a la secundaria fui dos semanas y me echaron. Además no tenía incentivo, al contrario, cobrábamos por cualquier cosa. Era una vida muy agresiva. Pudimos darla vuelta. La plata no hace la felicidad: yo junté mucha guita con Gran hermano y no era millonario, pero me compré mi casa en un año. Nunca me quejé porque me sirvió. Cuando salí de la casa lloraba por cualquier cosa, y los productores me acompañaban a todos lados. Estoy muy agradecido.
-¿Habías entrado con la fantasía de ser famoso?
-No. Entré porque cuando conocí a Nancy, la madre de Morena, nos contamos nuestras vidas. Ella estuvo internada por bulimia y yo encerrado por chorro. Cada uno con su anécdota y dijimos que si volvía GH alguno de los dos iba a entrar. Pasaron los años apareció la oportunidad, pero ya había nacido More, y Nancy me apoyó para que fuera yo, que no quería saber nada, estaba enojado, con mucho miedo porque iba a contar una historia que me podía cerrar todas las puertas. O no... Me había quedado sin trabajo porque se habían enterado que había estado preso, mi hija era chiquita y no conseguía nada.
-Te echaron por tu prontuario...
-Trabajaba en una remisería desde hacía un año, tuve que ir a buscar un sobre con plata, un tipo en una moto me encañonó y me robó y en la agencia no me creyeron. La abogada hizo averiguaciones, saltó que había estado preso y me echaron.
-Estuviste cinco años en la cárcel, ¿qué rescatás sobre esos años?
-No soy delincuente. Tenía 19 años, me perdí mi juventud, la niñez de mi hijo. Fui yo, no digo que no, pero la justicia se fue a la mierda. Fue por robo a mano armada y estuve preso desde octubre de 1998 hasta diciembre de 2003. Yo era un pibe que nunca había pisado una comisaria, re laburador, tenía dos autos y trabajaba en una agencia de remises con mi papá. Pero me junté con gente que no tenía que juntarme, un día me tomé una pastilla y cuando me desperté estaba adentro de una comisaria. Con el tiempo tuve recuerdos: robamos cuatro estaciones de servicio. Esa fue la única pastilla que tomé en mi vida y así me fue, ahora no te tomo ni un Geniol (ríe). Fueron años muy difíciles. Lo bueno que tengo es que aprendo rápido. De la Comisaría 1ª de Luján me llevaron al penal de Mercedes, después al de Magdalena, nos dieron una paliza tremenda y finalmente fuimos a Florencia Varela. Mi familia estuvo mucho tiempo sin saber dónde estaba. Me dieron 16 años porque nos separaron la causa en dos partes... Luego, resolvieron excarcelarme, y hoy soy un ciudadano común, con los mismos derechos que cualquiera.
-Hoy tenés 44 años, ¿qué pensás si repasás tu historia?
-Pienso que todo lo que viví me trajo hasta acá. Soy re feliz desde hace un tiempo largo y agradezco siempre por un día más. La buena energía llama a las buenas cosas. Estoy convencido.
-¿Tenés ganas de volver a enamorarte?
-Sí, pero no de convivir. Llegué a la conclusión de que ir de visita a la casa del otro es ideal. Antes pensaba diferente, pero ahora cambié. Te juntás cuando necesitás y eso da fuego...
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