Diego Alonso: “Nunca vi Okupas, pero calculo que alguna vez la veré”
El actor, que interpreta al Pollo en la serie que reestrenó Netflix, vuelve a la televisión con Ser esencial, un ciclo testimonial grabado en barrios marginados
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Pasaron más de 20 años y muchos aún se refieren a él como “el Pollo de Okupas”. Sin embargo, Diego Alonso trabajaba mucho antes de interpretarlo y continuó haciéndolo siempre. Ahora que la serie de Bruno Stagnaro es furor en Netflix, los entrañables personajes de Okupas volvieron a tomar vida. Sin embargo, la realidad de Alonso es otra porque está conduciendo la segunda temporada de Ser esencial, una serie documental testimonial que puede verse los domingos, a las 18.30, por la TV Pública, por la que recorrió diferentes barrios de emergencia durante de la pandemia de Covid-19. En diálogo con LA NACION, el actor y conductor hizo un recorrido por su historia, contó algunas anécdotas de Okupas y compartió sus futuros proyectos.
-Okupas sigue vigente como si no hubiesen pasado veinte años...
-Pero pasaron y tengo un montón de experiencia más encima.
-¿Qué sentiste cuando volviste a verla?
-No vi la serie todavía.
-¿Nunca la viste en veinte años? ¿Por qué?
-Porque tengo otra cultura y miro la vida para adelante y no para atrás. Vi algún capítulo alguna vez en 2000, pero nunca la complete. Hace unos años la repusieron en Canal 9 y tampoco la vi. Y, ahora, otra vez me pasó lo mismo. Mis hijos la han visto pero yo no porque estoy laburando, pensando en otras cosas. Calculo que alguna vez la voy a ver. Sigo guardando los libros de aquella época, pero llego cansado a casa y tengo que lavar ropa, cocinar, darle de comer a mis hijos.
-Una de las cosas que llaman la atención es que el café con leche costaba $1,90 en 2000...
-Estábamos en el uno a uno y eran casi dos dólares. ¿Cuánto cuesta hoy un café con leche? ¿360, 400 mangos? Sigue costando dos dólares. Nada cambió.
-¿Sabías que se agotaron las camperas verdes de la marca de las tres tiras como la que usaba tu personaje en Okupas?
-No, pero puedo hablar de la campera que usé yo y que compré en Mataderos, a principios de 2000. Un amigo trabajaba en un local de ropa y fui con la ilusión de que me hiciera un descuento. No sucedió y enseguida vino la desilusión (risas), pero vi una zapatillas buenísimas color verde, con suela naranja, un encordado. Las compré, me sobró algo de plata, vi la campera y me gustó porque a finales de los ‘80 se usaban en los colegios privados en colores verde, azul y bordo. Me gustó la verde porque cuando era chico había un colegio privado en Liniers que tenía un equipo de educación física verde, con una campera como esa y los de Las Nieves eran los más chetitos (risas). Me salió re barata porque además ya en ese momento no se fabricaban más. Creo que compré la última y no me parece que haya habido una reposición de ese modelo.
-¿Te siguen llamando Pollo?
-Por momentos me dicen Pollo o por mi nombre, y otras veces se olvidan de mí (risas). Ahora me conocieron las nuevas generaciones y me llaman Pollo.
-¿Siempre te ganaste la vida como actor?
-No. Soy sastre, bar tender, sommelier, me gano la vida como sea. Hago otras cosas porque nuestra profesión es re inestable y no estás siempre en el candelero. Por ahí te toca un momento bueno que ganas buena guita, otros momentos laburás de onda y entonces hay que generar otro ingreso por una cuestión económica y de salud mental.
-El año pasado, en plena pandemia, empezaste a conducir Ser esencial, ¿cómo llegó la propuesta?
-Algunos creen que veo realidades duras en los barrios en los que grabamos y para mí una realidad dura es ver a la gente preocupada por si los hijos de Messi se van a mudar a Francia. Me parece terrible, pero entiendo que no todos somos iguales ni hemos sido formados de la misma manera, ni bajo las mismas condiciones así que una realidad dura para otro, es otra cosa. El año pasado no había laburo en plena pandemia, estaba prohibido hacer todo e hicimos caso. Los actores fueron los primeros en bajar las persianas. Tenía para hacer un par de ficciones, pero se terminaron cayendo... Estaba con el año medianamente organizando y hasta tenía planes de irme a España a instalarme un tiempo.
-¿La idea era probar suerte en España?
-No, voy a trabajar de lo que sé hacer y de lo que puedo, si me interesan las condiciones... Tampoco voy con la premura de decir que si hoy no laburo no tengo para comer. Mi idea es instalarme en una sociedad que me es completamente extraña y ajena, que lo único que compartimos es el idioma, y ver de qué forma me puedo amalgamar ahí. La experiencia tiene que ver más que nada con saber si puedo ser útil en esa sociedad, pero no voy a probar suerte. Imaginate que no juego a ningún juego porque a la suerte la manejo de otra forma; la voy administrando. En la pandemia quedamos frenados, yo trabajo con madera también, pero estaba aburrido ya de hacer muebles, banco, banquitos, mesas, cuchas.
-Y cuando todo el proyecto de España quedó trunco, ¿se generó esta propuesta de tevé?
-Es que también tengo mi costado de guionista, escribí la serie Apache y el programa La liga y pensé en usarlo. Empecé a generar reuniones con productoras, ordené algunos proyectos maravillosos que tengo, escribí una serie que tiene que ver con el aislamiento y cuando lo tuve organizado le pedí a mi representante que empecemos a moverlo y así fue como di con la TV Pública, donde me preguntaron qué pasaba con mi costado documentalista y periodístico. Lo último que hice, en ese estilo, fue Cárceles y después no se dio otra cosa porque aunque tuve ofrecimientos, no me interesaron. Yo trabajo de lo que me gusta y si eso no aparece, tengo dos paquetes de arroz guardados por las dudas (risas).
-¿Qué es lo que más te atrapó de hacer Ser esencial?
-Me hablaron sobre Ser esencial, me mostraron un material, me pareció interesante por los temas que tocaban y al poco tiempo me junté con la gente de la Pastoral Villera. Enseguida nos pusimos de acuerdo porque teníamos un pensamiento muy parecido en cuanto a lo que queríamos realizar y lo que queríamos que se viera. En plena cuarentena salimos a grabar estas historias de gente maravillosa, que son quienes hacen en realidad Ser esencial, porque yo apenas soy el conductor. El programa es de ellos y yo soy el nexo con el televidente. Todavía estamos grabando la segunda temporada. Me siento súper cómodo, laburo en las villas con la gente dedicada a ayudar al otro. El año pasado estuvimos en barrios de CABA y del Gran Buenos Aires y este año fuimos a Mar del Plata, Entre Ríos, Corrientes y la situación es compleja en todos lados. Tratamos de armar programas buenos, sin buscar villanos ni echar culpas, así que es una televisión medio atípica.
-¿Cómo armás el vínculo con la gente para lograr que confíen y te cuenten sus historias?
-Yo nunca la careteo en la vida. Si está todo bien, genial y si no me doy vuelta y encaro otro lado. Es la forma que tengo de vivir. La gente ve eso y se me acerca, me habla y charlamos. Me interesa mostrar el trabajo que hace el Padre Pepe y los sacerdotes que laburan con él. A Pepe lo conocí en 2001 y por un tiempo no nos vimos más. Ahora lo volví a cruzar y supe la obra que estaba haciendo en medio de la pandemia.
-¿Tenés más proyectos?
-Estoy filmando Luz mala, una película de terror que produce Fernando Díaz y la dirige Juan Schmidt, con Juan Luppi y Martina Krasinsky. Fernando Díaz hizo Aterrados, una película que está en Netflix, y funcionó muy bien en festivales, la vio Francis Ford Coppola, le gustó y le pidió a Guillermo del Toro que la comprara.
-¿Y al final te vas a España?
-Todavía no se puede, pero la idea es irme en algún momento.
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