La actriz habló con LA NACIÓN sobre su personaje en la miniserie dirigida por Gus Van Sant, disponible en Star+, que registra el sinuoso vínculo entre el autor de A sangre fría y su grupo de amigas de la alta sociedad neoyorkina que le dieron la espalda tras una imperdonable deslealtad
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A Slim Keith no le gustaba presumir. La mujer nacida en Salinas, California, bajo el nombre Mary Raye Gross, se convirtió en una de las modelos más requeridas a fines de los 40 cuando, en un acto de completa seguridad por lo que quería para su porvenir, dejó la casa de sus padres y comenzó a frecuentar la escena de Death Valley. Con un bajo perfil que enmascaraba una personalidad avasallante y decidida, Slim captaba la atención de ese mundo de élite al que se integró sin esfuerzo, con la naturalidad propia de quienes tienen un carisma ganador.
A sus 16 años, conoció al actor William Powell, quien la conectó con figuras de peso como William Randolph Hearst y su pareja, Marion Davis. No pasó demasiado tiempo hasta que Slim logró ganarse el afecto de Gary Cooper, Cary Grant y otras estrellas que veían en ella a la confidente ideal, esa joven de voz grave que transmitía seguridad en un microclima en el que solía primar una feroz competencia de egos.
En esa hoguera de vanidades, Keith se erigía como una persona anómala, con los pies en la tierra, y con un ojo clínico para el talento, para descubrir a figuras con potencial que ella se ocupaba de lanzar a la fama con tan solo una recomendación, como sucedió con Lauren Bacall. Su palabra tenía peso, inspiraba respeto, y eso fue lo que conquistó a su primer marido, el realizador Howard Hawks, con quien contrajo matrimonio en 1941 y de quien se divorció ocho años más tarde. La red de amigos que había forjado desde su arribo a California sirvió de contención cuando ese vínculo se desmoronó por las infidelidades del cineasta.
Slim dejó Los Ángeles momentáneamente para visitar al escritor Ernest Hemingway, una de sus personas de confianza, y en ese período en Cuba conoció a quien se convertiría en su segundo esposo, el productor de Broadway Leland Hayward. Tras una década juntos, Slim debió ponerle punto final a ese matrimonio cuando Hayward no pudo ocultar su amor por otra mujer. Dos años después de ese desengaño, se casó por última vez con Kenneth Alexander Keith, barón Keith de Castleacre, el empresario y banquero británico de quien se separó en 1972, golpe que la hizo buscar refugio en quien terminaría siendo su verdugo.
Viaje al corazón de una mujer poderosa
Dentro de esa red que la contenía con cada duro revés, Slim hallaba en sus encuentros con el autor Truman Capote una sensación de confort. Pocas cosas disfrutaba tanto como esos viajes que realizaban de un momento a otro para perderse en charlas extensas, platos exquisitos y copas de vino. El impacto que puede tener una palabra es el leitmotiv de Feud: Capote vs. The Swans, la segunda entrega de la antología creada por Ryan Murphy disponible en Star+ que se centra en cómo, tras la publicación en 1975 en la revista Esquire del cuento “La Côte Basque” (adelanto de la obra póstuma de Capote, Plegarias atendidas), se generó un enfrentamiento entre el escritor y esas mujeres de la alta sociedad llamadas “cisnes”. Esas “hermosas criaturas” eran las que le confiaban desde escándalos aparentemente superfluos de figuras del circuito en el que navegaban hasta sus propios conflictos de pareja, oscuros pensamientos y situaciones ásperas que debían permanecer bajo un total hermetismo, pero que el autor iluminó con su narrativa.
Capote se alimentaba del gossip y lo replicaba en esas fiestas en las que se aseguraba ser el centro, restándole peso a sus amistades cuando sentía que una audiencia embelesada le estaba pidiendo a gritos una historia más. El chisme, en cierto punto, era trivial para los cisnes. La palabra en tinta, en cambio, las hizo cortar el problema de raíz. La traición de Truman al exponerlas en su obra -lo que indefectiblemente generó un revuelo en ese mundo de apariencias- lo llevó a ser desterrado de ese universo, a ser persona non grata. Slim Keith leyó “La Côte Basque” y no tardó en unir los puntos. El personaje de Lady Coolbirth estaba inspirado en ella y la imagen esbozada no era favorable para la mujer que, cada vez que llegaba la fecha de cumpleaños de Truman, lo pasaba a buscar con su auto para festejarlo como si fuese la última vez. Con ese mismo ímpetu que definía a una incondicional, afrontó con elegancia y gracia, sin meter los pies en el barro, ese gesto de ingratitud.
En diálogo con LA NACIÓN, Diane Lane no pudo disimular el placer que le generó abordar un rol como el de Slim, una mujer compleja y poderosa que vertió parte de ese desencanto que le había despertado Capote en su libro, Slim: memorias de una vida rica e imperfecta. “Ese libro me enseñó todo acerca de ella”, cuenta. “Todo lo que aprendí de Slim lo hice a través de su libro, que fue editado cuando estaba por morir”. Keith falleció de cáncer de pulmón el 16 de abril de 1990 a los 72 años, tres meses después de la publicación de esas memorias en las que no da golpes bajos, sino más bien datos certeros.
“Slim eligió dejar mucho afuera, y creo que eso fue fruto de lo que había vivido con Truman”, revela la actriz. “No quiso cometer el mismo error, no quiso responder a lo que se decía de ella”, añadió. La prudencia de Slim es captada a la perfección por Lane, en la ficción que le da la oportunidad de lucirse en un elenco coral que potencia cada interpretación. A sus 59 años, la actriz encontró un nuevo papel con el que ratificar esa ductilidad que la mantiene activa en la industria en la que debutó en 1979 con la encantadora película de George Roy Hill, Un pequeño romance. Con Feud: Capote vs. The Swans, obtuvo con creces lo que siempre busca en un rodaje: el aprendizaje de nuevas voces en nuevos ámbitos.
“Esta serie me hizo descubrir muchas cosas”, asegura y destaca las cualidades de esa mujer que decide evaporar de su vida a Capote no solo por su propia angustia, sino también por la de esas amigas que fueron devoradas por ese texto implacable.
“Ella había sido una muy buena amiga para Truman, hizo todo lo posible para ayudarlo en su carrera porque había trabajado con grandes guionistas, estaba conectada con mucha gente importante, realmente quería darle un empujón en la adaptación de sus novelas”, explica Lane sobre ese lazo que se desintegró cuando Capote descargó sus frustraciones en ese adelanto de Plegarias atendidas que fue una estocada para su vida personal. “Slim y Truman viajaban por el mundo, ella lo llevaba siempre a Rusia, era su gran compañera y la primera persona en leer el manuscrito de A sangre fría”.
Un rodaje inolvidable sacudido por una triste partida
Al concluir ese vínculo simbiótico con Capote, Slim desvió su atención hacia su amiga Babe Paley (Naomi Watts), la socialité por excelencia que también fue perjudicada por el relato, en el que se exponían las minucias de un matrimonio que la frustraba. El realizador Gus Van Sant registra en la serie la puesta en marcha por parte de Slim, Babe y las demás “mujeres de Truman” oscilando entre el enfoque más íntimo (y más fiel a su filmografía) de esos encuentros de amigas y uno más over the top afín al sello de Ryan Murphy y a la ostentación de ese contexto en el que todo se tapaba con un buen trago, un cigarrillo y una conversación. Lane rescata esa postura firme de Slim, pero le imprime una candidez a su personificación que conmueve por esa sensibilidad subrepticia que sale a la superficie sobre el final de la ficción, donde la actriz protagoniza una intensa secuencia con Tom Hollander, el talentoso actor británico que interpreta a Capote intentando eludir las afectaciones.
El rodaje de Feud fue extraordinario, no nos permitíamos salir de nuestros personajes, no mezclábamos nuestra vida privada con el trabajo
“Tom es un ser humano encantador y se mantuvo casi todo el tiempo en personaje”, cuenta Lane. “Él no quería mostrar lo que le sucedía en el plano personal porque tenía que interpretar un papel muy fuerte, así que no nos contó que iba a ser padre, por ejemplo, y eso nos condujo a todos a no salir de nuestros personajes en un rodaje que fue extraordinario, en gran parte por la dirección de Gus (Van Sant), quien tiene mucho sentido del humor y empodera a los actores para que hagamos lo que sentimos y quien, cuando tiene la toma perfecta, sigue adelante; es un cineasta que trabaja muy rápido”, recuerda la actriz, quien se emociona cuando se le nombra a Treat Williams.
El actor -quien interpreta al empresario Bill Paley en la serie- falleció el 12 de junio de 2023, y Feud se convirtió así en su último proyecto. “Treat amaba la vida”, remarca Lane con la voz entrecortada. “Treat era un hombre de familia, era una luz brillante en el set, la persona más alegre del equipo, siempre estaba riéndose, siempre hacía aportes constructivos, siempre lo veías con ganas de trabajar y estaba feliz con la oportunidad que se la había dado, estaba disfrutando mucho, fue una pérdida trágica”.
Asimismo, a través del rol de Slim, Lane pudo retrotraerse a su infancia, cuando en la casa familiar se encendía la TV y estaba Truman Capote de invitado en un talk show con un rostro derrotado. “Me acuerdo pensar que estaba viendo a una persona desafiante”, le explica Lane a LA NACIÓN. “Estaba en un estado alterado, no estaba sobrio, no estaba haciendo un personaje, era un hombre que emanaba una sensación de peligro, pero no para los demás sino para sí mismo”. Feud: Capote vs. The Swans retrata el ocaso del autor con todos los grises, y su vínculo con Slim es la viva prueba de cómo la cuota de peligro que menciona Lane también provino de una charla reveladora que volvió, como un bumerán, a través de un cuento perenne que destruyó realidades de cristal y que consumió a su factótum.
Feud: Capote vs. The Swans se encuentra disponible en Star+.
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