"La mayoría de las decisiones que tomo tienen que ver con algo que me atraviesa el cuerpo", explica Calu Rivero (31). Está sentada frente a un fogón, que aviva su papá Guillermo, y en la mano tiene un vaso de metal con una medida de whisky que saborea con placer. La reflexión hace referencia a por qué eligió edificar una casa sustentable allí, en Rocha, Uruguay, donde recibió a ¡Hola! Argentina a días de estrenarla. "De todos los terrenos que había visto en la zona, este fue el último. Me acuerdo perfecto: me paré frente a la laguna y miré el espacio, con esa cantidad de árboles, la arena, el agua. Me pareció una combinación de elementos bellos que hicieron que yo lo sintiera con una energía especial. Ese día, el sol pegaba de una manera ideal. Por eso también llamé a la casa "Corazonada", porque dije: ‘Es este lugar, no hay forma de que sea otro’ ".
La actriz cumplió el sueño de tener una propiedad hecha a la medida de sus intereses. "Acepté mostrar mi casa porque quiero que se conozcan nuevas formas de vivir. Eso, básicamente me impulsó a hacerlo, porque en general soy bastante reservada con mi intimidad. Pero me gusta generar otras conversaciones y hace rato me está dando vueltas en la cabeza que tenemos que mejorar nuestros hábitos, ocupar menos espacio y ser conscientes de cuál es nuestro lugar en el Universo. El mundo cambió y mi generación, en contraposición con la de mis padres, no piensa en el sacrificio en pos de un futuro beneficio. Nosotros queremos disfrutar desde ahora. Vemos la vida como meta y no vivimos persiguiendo un objetivo. Y el mundo y las casas se siguen pensando igual. Ya no hay más familia tipo o trabajos tipo. Hay divorcios, matrimonios igualitarios, gente que vive con amigos, gente que trabaja donde vive, mujeres que trabajan afuera y hombres que trabajan adentro, o al revés, hay nuevos derechos, nuevas relaciones, nuevas disposiciones. Los trabajos son más cortos, más cambiantes, los viajes son un modo de vida, la rotación entre ciudades es una búsqueda, el home-office es una realidad", sostiene Calu. "Yo quería que mi casa tuviera apertura total al paisaje. Una forma más simple y austera de estar conectada con la naturaleza".
Uruguay es un país donde pasamos mucho tiempo con mi familia desde que era chica. Incluso con mis abuelos, era donde elegíamos veranear
–¿Cuándo empezaste a imaginar una casa propia cerca de la playa?
–Todo nace entre 2014 y 2015. Con un amigo uruguayo, Foncho, empezamos a experimentar sobre las nuevas formas sustentables de habitar, como las casas de adobe o en el árbol. Por ese interés que manifesté en mis redes sociales, en 2016 me convocaron para ser parte de una investigación llamada "¿Cómo vamos a vivir de acá en adelante?", impulsada por el entrepreneur Julián Arostegui, quien junto al arquitecto Daniel Silberfaden convocó a jóvenes arquitectos a imaginar viviendas sustentables, de pocos metros, accesibles. Pero debido a todos los cambios económicos que vivimos, el proyecto quedó en etapa de investigación y prueba. Ahí es donde conocí al estudio BAAG, tres arquitectos con los que comparto valores y conceptos. Y ellos continuaron con el proyecto.
–¿Por qué elegiste Uruguay?
–Es un lugar donde pasamos mucho tiempo con mi familia desde que era chica. Es un país que me encanta, adoro a los uruguayos, me siento conectada con su forma de ser. Y sucedió que una de las opciones de la investigación inicial era armar una casa en Uruguay. Hay un montón de gente que estuvo detrás para que esta casa exista. Esta no es la típica vivienda. Está pensada para que cuando se cierre, y vuelva en tres meses, se abra y esté perfecta. Y el mantenimiento es muy simple. De cualquier forma, todavía le faltan algunas cosas. Como todas las obras, siempre se tarda más de lo que uno espera.
La casa sigue en construcción. Como todas las obras, siempre tarda más de lo que uno espera, pero tampoco a mí me detiene para habitarla
MÁS MÚSICA, POR FAVOR
Los primeros días en Uruguay, Calu y su familia –su mamá Rita, su papá Guillermo y su hermana Marou, que el día de las fotos viajó a Los Ángeles invitada a transmitir los Golden Globes– le pusieron toda la energía para que 2019 recibiera a "Corazonada" a punto. Pero hubo alguien más que aportó su tiempo y dio una mano en este proceso: el músico Joaquín Vitola (29), ex de Florencia Torrente, quien conquistó a Calu hace poco más de dos meses. "Él es una persona simple, muy parecido a mi familia. Es humano y, ante todo, piensa en qué puede ayudar".
–Año Nuevo, casa nueva, novio nuevo.
–En realidad, soy sincera, con Joaquín fluyó de una manera natural… Fue un flechazo absoluto y lo estoy disfrutando. Nunca me pasó y es hermoso. No pienso que llegó en el perfecto momento ni nada: estoy feliz. Cuando hablamos nos transmitimos paz. Conocí a alguien que no me lo esperaba.
–¿Hace cuánto están juntos?
–Hace poco, pero no voy a hablar de nada más. Lo único que te puedo decir es que el flechazo existe. Lo otro me lo guardo para mí.
–¿Te agarró desprevenida este amor?
–No sé si llamarlo amor; este es más bien un amor novedoso.
–¿Qué queres decir con eso?
–Realmente estamos tratando de entender lo que estamos pasando. No pensamos en ponerle título, somos dos personas que naturalmente les nace conectar y les nace crear. Vivimos los dos el presente, somos muy cariñosos.
–Entonces, ¿no dirías que es tu novio?
–Es que no me importa nada más que seguir viviendo esto que me hace tan bien al cuerpo, me hace muy feliz. Aprendimos un montón juntos en tan poco tiempo. Imaginate que, una noche, jugando en el playroom con Joaquín, nos quedamos componiendo con su teclado hasta que amaneció. Yo no soy música y jamás había tocado, pero siempre me relacioné con el arte sin prejuicio, soy autodidacta. Fue así como empezamos a crear sonidos, música hasta que arranqué una meditación guiada para él y fue increíble. A los dos días, conocí a Oskar Metsavaht, creador de la marca sustentable de moda Osklen, que estaba organizando la presentación de un corto llamado ASAP (As susteinable as possible/As soon as possible), que pone el foco en el cuidado del océano. Le conté lo que habíamos hecho con Joaquín y le pareció apropiado para entrar en el universo del documental. Como dos chicos, nos copamos, nos metimos a armar dos noches seguidas lo que queríamos contar y formamos "Plátano". Se llama así porque el día que los paparazzi me encontraron con Joaquín, yo llevaba un vestido que tenía bananas estampadas. Si separamos la palabra es "plata, no", porque le decimos sí al truque. No más a la plata por la plata, más bien al reciclaje, al reuse.
–¿Cómo fue convivir, en vacaciones, con Joaquín a poco de conocerse?
–Muy bien. Creo que tiene que ver con estar presente. Ya me conozco mucho. En todos estos años hice un gran trabajo de autoconocimiento. Medité, hice terapia, viajé sola. No me da miedo nada porque el mejor poder que uno puede tener es saber cómo sos. Me gusta la idea de armar mi propio universo. ¿Por qué tengo que formar la típica pareja, por qué tengo que esperar tanto tiempo para viajar con él? Quiero armar los vínculos como me dé la gana.
Hace rato que no me encasillo, eso lo único que hace es limitarte en la vida. Ser radical no está bueno. ‘Ser siendo’ es una frase que leí y tiene que ver con eso, dejar las etiquetas
EL ECO DE SU VOZ
–2018 te convirtió en una referente de la lucha feminista. ¿Creés que fue tu año?
–No lo pondría como que "fue mi año"; más bien, las cosas que a mí me pasaron me trascendieron y eso impactó en la sociedad. Es el año de la empatía, para mí. Por supuesto, también del auge de los derechos de las mujeres. Como dije cuando salí de Tribunales: "Ganó la mujer". Tiene que ver con que se nos escucha, se nos presta atención, se nos cree. Hasta qué punto tuvimos que llegar para que todo esto suceda. El odio que viví, todo ese sufrimiento, esa angustia, hizo que hoy esté fuerte y tenga la templanza y la paz que tengo para decir que el tiempo acomoda las cosas, que la sociedad hizo un clic y empezó a ser más consciente del otro. Me excedió lo que pasó, me trascendió y amo que suceda porque me hizo salirme de mí. Me hizo una persona sin ego. Lo único que sé es que me quedo tranquila con saber quién soy y cuáles son mis valores. Esa es la mochilita que me acompaña a lo largo de este recorrido. Después, no me creo nada.
–¿Aceptaste las disculpas de quienes, en un principio, se mostraron en tu contra cuando denunciaste a Juan Darthés?
–Agradezco porque las disculpas hacen bien al alma. Pero sí, me hicieron mucho daño. No entiendo el porqué de tanta maldad, con qué fin. Es fácil pegarme, pero me hice fuerte y confié en que vendría algo mucho mejor. Yo viví cinco años de fortaleza familiar, personal, e hicieron que hoy esté con una paz inexplicable.
–Cuando Thelma Fardín confesó que había sufrido una violación por parte de Darthés, fue el primer día que lloraste ante las cámaras. No lo habías hecho antes, cuando contaste lo propio.
–Cuando pasó lo de Thelma, me excedió el dolor. En cuanto me enteré me convertí en una leona, quería abrazarla y protegerla con mis herramientas, que fueron conectarla con las personas que iban a poder tranquilizarla. Ese llanto del que hablás tiene que ver con que yo hice un cambio y decidí mostrarme como realmente soy, y si tengo ganas de llorar, lo hago.
–¿Te sorprendió la entereza de Thelma?
–Me acuerdo perfecto el día que recibí su mensaje. La sentí muy valiente, nadie es feliz contando semejante horror. Si lo expone es porque no quiere que pase más. Y nos seguimos exponiendo con el mismo objetivo. Pero yo no quiero hacer la guerra con los hombres, sólo quiero igualdad y que el vínculo sea recíproco.
–Después de mucho tiempo, regresás a la televisión argentina en prime time de Telefe. ¿Por qué?
–Acá lo que importa no es mi regreso a la televisión, es con qué vuelvo. Todo lo que pasó hizo que yo sea una persona muy consciente y por eso, sé cómo me proyecto como mujer a través de los roles que interpreto. Campanas en la noche es un proyecto donde el único protagonista es el mensaje. Por eso yo también dejé Nueva York por un tiempo y volví a Buenos Aires. Me parecía importante seguir dando batalla desde adentro de la televisión después de todo lo que conté. Es importante poner el cuerpo, más si quiero que cambien las cosas. En este proyecto estuve reaprendiendo con todo el equipo: productor, guionista, director. Culturalmente hay chistes y frases que a las mujeres no nos hacen bien o nos ponen en un lugar de inferioridad. Hay cosas que las decimos automatizados y desde ese lugar decidí volver a hacer televisión y no es casual que sea con este personaje, Luciana Cervantes, la ejemplificación de lo que pasa con una persona que es manipulada y abusada por un sistema, su pareja y sin la ayuda de su familia.
–¿Cómo te llevaste con Federico Amador y Esteban Lamothe?
–Fue hermoso. Ni hablar que cada cosa se habló mucho. Con Esteban hice escenas muy fuertes, hasta violentas. Me iba muy cansada de cada grabación.
–¿Te afectó el boicot que hubo en redes sociales contra la novela?
–La verdad, cuando me enteré, lo vi más desde el dolor que le debe causar al fan saber que la persona que admiraba es quien es. Y nada más. Desde ahí, creo, surge esa necesidad de hacer lo que hacen. Pero lo entiendo, es doloroso saber que la persona que admirás es ese monstruo. Lo demás no me interesa. Yo ya lo dije, para mí este tema se cerró, no hablo más de él [por Juan Darthés], la última vez que lo vi en la tele me pareció muy oscuro con su mensaje, de seguir manejando nuestras cabezas. Es un tema que se terminó. Soy mucho más que los acontecimientos que me pasaron en la vida. Estoy en constante proceso de reaprender, informarme, soy como una esponja.
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LA NACION
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