Denise Richards: el ícono sexual de los 90 que sobrevivió a Charlie Sheen, pero no pudo volver a encaminar su carrera
La carrera de la actriz de Criaturas salvajes se vio notablemente afectada tras su escandalosa separación del actor de Two And a Half Men
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Su nombre nos remonta a la década del ’90, más precisamente a esa inolvidable escena lésbica en la piscina junto a Neve Campbell en Criaturas Salvajes, uno de los thrillers más populares de la época. Si bien para ese entonces Denise Richards ya tenía bastante experiencia como actriz, fue ese papel y “ese beso” el que hizo que todo el mundo comenzara a hablar de ella.
Dotada de una belleza casi sobrenatural, esta muchacha de rostro magnético y cuerpo escultural, se convirtió en un sex symbol indiscutido. Lo cierto es que, a pesar de su abultado currículum, los años de su despegue la llevaron a destacarse más por su exuberante físico que por sus dotes actorales. Así, Richards fue tapa de Playboy, se convirtió en una “chica Bond” y se vio limitada en sus elecciones por el signo de los tiempos.
Sin embargo, y pese a ser referente de una generación, su declive profesional llegó a mediados de la década de 2000 y su exmarido, Charlie Sheen, fue el gran responsable. Su relación de idas y vueltas y su escandalosa separación interfirieron definitivamente en su carrera, dejándola prácticamente acorralada en una industria que puede ser muy despiadada.
Nace una estrella
Nacida el 17 de febrero de 1971, en Downers Grove, Illinois, Denise Lee Richards era la única chica del equipo de béisbol de la escuela. Debido a su belleza y atractiva figura, comenzó su carrera como modelo aunque enseguida logró cautivar al público con sus participaciones en la pantalla grande.
Su primer gran papel fue en 1998, en el film Criaturas salvajes, éxito que la llevó a convertirse -casi sin escalas- en una “chica Bond” al año siguiente. Sin embargo, esta científica que desafiaba a Pierce Brosnan en 007: El mundo no basta no logró convencer a la crítica, recibiendo el premio Razzie a la peor actriz. Hasta la revista Entertainment Weekly la nombró como una de las peores “chicas Bond” de la historia. Según los especialistas, su papel no era creíble, ya que ni su atuendo ni su actitud encajaban con su personaje.
Lejos de frustrarse, Richards siguió su camino. En 2001 fue parte de la película de terror Día de venganza y, tiempo después, tuvo una participación en la comedia romántica Realmente amor. Sus tapas en publicaciones como Playboy aumentaban a la par de sus apariciones en las páginas sensacionalistas, aunque en este último caso por razones que nada tenían que ver con su trabajo.
Su romance con el actor Charlie Sheen -a quién conoció en 2001 durante el rodaje de Good Advice- llamó inmediatamente la atención de la prensa. Fue tan pasional ese encuentro que al año ya estaban casados y, al tiempo, compartiendo pantalla juntos en la serie Two and a Half Men. La pareja parecía tener un matrimonio perfecto, hasta que llegaron los malos tratos físicos y verbales.
Amor tóxico y declive profesional
Pese a los distintos esfuerzos por salvar su matrimonio, las infidelidades y la adicción a las drogas y al alcohol de Sheen no lo permitieron. Y si bien todos pensaron que la situación cambiaría con el nacimiento de sus hijas Sam (2004) y Lola Rose (2005), se equivocaron. Fue ese mismo año (en que nació la segunda niña) que la actriz pidió el divorcio, acusando al actor de violencia doméstica. Incluso llegó a pedir una orden de restricción tras denunciar amenazas de muerte.
Como respuesta vinieron los insultos y las denigraciones en público. “Eres una cerda sin talento, malvada y una mala madre” fue una de las desagradables frases que recibió por parte de Sheen, mientras el actor dilapidaba su fortuna en fiestas, drogas y mujeres.
La guerra se acrecentó cuando Richards lo volvió a denunciar por no pagar la cuota alimentaria de las pequeñas. Según explicó, el actor se había gastado en drogas, orgías y prostitutas los 24 millones de dólares que había ganado con su protagónico en la popular serie de CBS. “Él no ha pagado nada. Sí se encarga de malgastar miles de dólares para su uso personal”, sentenció la actriz, arrepentida de no haber reclamado la mitad de su patrimonio al divorciarse.
Sus dichos fueron desmentidos por el propio acusado que, como contrapartida, amenazó con llevar a la justicia a su ex y demostrar con documentación fehaciente que todo lo expuesto era falso. “Ella se está comportando como una cobarde, sólo voy a decir que la verdad saldrá a la luz”, afirmaba por aquel entonces el intérprete.
Sin embargo, el público ya tenía bien en claro quien era quien en esta historia. La imagen del actor terminó por desmoronarse cuando para un Día de Acción de Gracias apareció en la casa de sus ex suegros acompañado de una prostituta. Lejos de hacer una escena, Richards le abrió la puerta y, al enterarse de que Sheen pretendía dejar a la mujer en el auto, la invitó a pasar.
Pese a que la exmodelo siempre se mostró dispuesta al diálogo y al consenso, la situación empeoró cuando su ex la denunció por exponer a sus hijas en un reality televisivo y pidió la tenencia. Sheen se refería a Denise Richards: It’s Complicated, un programa que seguía la vida de la actriz y que surgió como una especie de manotazo de ahogado para ganar plata y recuperar la fama perdida. Como un juez le dio la razón a Richards, el padre de las menores llamó a sus seguidores a boicotear el show. Sin embargo, no hizo falta: las malas críticas y la baja audiencia acabaron con su emisión en 2009.
Contra todos los pronósticos, la relación entre Richards y el hijo de Martin Sheen mejoró en los últimos años. De hecho, en 2013, y por petición de su exmarido, la actriz se hizo cargo de la custodia temporal de Bob y Max, los gemelos que el actor tuvo con su tercera esposa, Brooke Mueller, después de que los servicios sociales los sacaran de su casa por el preocupante consumo de drogas de la pareja.
La maternidad: ¿su refugio?
Luego de su escandalosa separación, su carrera no volvió a ser la misma. Si bien siempre se mostró muy activa, sus apariciones comenzaron a ser en producciones más discretas. También, volvió a enamorarse: su primera pareja estable (luego de Sheen) fue Richie Sambora, el guitarrista del grupo Bon Jovi. Esta relación también comenzó de manera complicada, ya que el músico había estado previamente casado con la mejor amiga de la actriz, Heather Locklear, lo que provocó que el vínculo entre ellas se resintiera.
Finalmente, este noviazgo tuvo varias idas y vueltas y sólo duro un año. Es que el ex de Richards no ayudaba con sus declaraciones, donde insinuaba que seguía pensando en la madre de sus hijas: “Ella está estupenda. ¿Si me acostaría con ella? Sí. ¿Y ella? No lo sé”, confesaba con tono pícaro en una entrevista con la revista Rolling Stone.
Nuevamente soltera, la intérprete de Invasión tomó una conmovedora decisión: adoptar a una niña. Lo que no sabía era que a ambas les esperaba una dura batalla. Diagnosticada con el síndrome del cromosoma 8 recombinante (un trastorno genético que afecta gravemente al corazón, los genitales y que causa un fuerte déficit intelectual), la pequeña fue recibida con mucho amor y fue bautizada con el nombre de su bisabuela materna. “Eloise solo puede pronunciar un número pequeño de palabras. Hay momentos en los que aparenta su edad y otros en los que emocionalmente parece que tenga tres años”, confesaba la actriz sobre las dificultades de la niña para expresarse, caminar y controlar esfínteres.
Tras comenzar con los tratamientos correspondientes, llegaron los avances: primero, fueron unos pocos pasos, luego la posibilidad de comunicarse. “Ha sido un reto. Aprendo cada día porque realmente no existe una hoja de ruta para un caso como el suyo. Cada niño es diferente. No sé si ella llegará a hablar alguna vez como una niña normal, pero como madre quiero lo mejor para mis hijas y las cuido sin importarme las circunstancias”, aseguraba la exmodelo.
Para solventar los caros tratamientos, la estadounidense volvió a trabajar. A su reality show, le siguió su participación en Dancing with the stars, programas que mejoraron sus finanzas pero no relanzaron su carrera. Lo que sí resucitó fue el amor: esta vez, el afortunado fue Aaron Phypers, actor y director de un centro de salud holístico. La estrella llegó al lugar buscando una nueva alternativa para su hija y allí se produjo el flechazo. Y fue tan fuerte que, en 2018, la pareja sorprendió con su casamiento secreto en Malibú.
Hoy, a sus 50 años, la protagonista de The Real Housewives of Beverly Hills elige el perfil bajo y parece haber dejado atrás tantos años de sufrimiento, dejando en claro que su rol como madre es inquebrantable y merece todos los premios.
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