La actriz que se puso en la piel de Máxima habló con LA NACIÓN sobre los desafíos y las presiones que enfrentó, y la historia de amor que se convirtió en realidad; además confirmó la segunda temporada de la serie
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El 2 de febrero de 2002: millones de personas en el mundo encendieron sus televisores para ser testigos de una unión histórica: la del príncipe Guillermo Alejandro y Máxima Zorreguieta (hoy reyes de los Países Bajos). De esa manera, se convertía en la primera argentina en formar parte de una familia real europea. Aún permanecen en la memoria de los argentinos los cinco metros de cola del vestido de la novia y sus lágrimas cayendo sobre su cara mientras un bandoneonista tocaba “Adiós Nonino” de Astor Piazzolla. En ese momento Delfina Chaves tenía nada más que cuatro años, no recuerda aquel evento y mucho menos imaginaba que dos décadas después, ella también se convertiría en reina. “Era un sueño demasiado grande”, cuenta en diálogo con LA NACIÓN al recordar la primera audición para Máxima, la serie que estrena el próximo 15 de agosto en MAX y que la tiene como protagonista.
“Me levantaba a mitad de la noche y pensaba que estaba en el set”, recuerda sobre las semanas que estuvo rodando en Ámsterdam: extrañaba su casa, a su familia, trabajaba durante largas jornadas y se le mezclaban los tres idiomas que tenía que hablar para la ficción. Pero también se sintió “privilegiada” según sus propias palabras, de ocupar aquel lugar. La actriz confirmó que en octubre comenzarán con el rodaje de la segunda temporada y también su romance con el actor Martijn Lakemeier -“Martain” como ella lo llama en perfecto neerlandés-, quien interpreta a su pareja en la ficción: “Es un gran regalo trabajar con él y haberlo conocido”. Descreía de que el papel fuera para ella, la actriz y hermana de Paula Chaves, recuerda la emoción de su papá al contarle la gran noticia y reconoce ciertos parecidos entre ella y su personaje, como la disciplina y la determinación a la hora de perseguir una meta.
—¿Qué es lo que más te asombró de Máxima?
—Cuando empecé a hacer la investigación sobre el personaje, a averiguar sobre su infancia, adolescencia, su viaje a Nueva York, sus inicios como economista, que estudió en la UCA, se fue a Nueva York a trabajar a un banco muy conocido, toda esa parte de ella fue la que más me gustó. Esa etapa previa que no se sabe porque empezó a hacerse conocida a partir de estar con él, su infancia y su adolescencia, fue lo que más me sorprendió.
—¿Te atraía el personaje?
—¡No sabía nada! Sabía que era reina de los Países Bajos, pero nosotros no estamos familiarizados con el concepto de la monarquía, no sabía qué hace la monarquía, qué hacía ella. Solo eso, que era reina de allá. A partir de las audiciones empecé a leer y a interiorizarme y cuando me dicen que quedé, leí la novela (la serie está basada en el libro Máxima Zorreguieta, Madre Patria, de la periodista holandesa Marcia Luyten) y ahí leí su historia, la de sus abuelos, sus raíces.
—¿Cómo te llegó este papel?
—Me llegó una audición en noviembre de 2022, en época de Mundial, estábamos en otra, era como un feriado largo, y me llama mi representante que querían verme, que mande material. Sabía que buscaban desde hacía bastante el personaje, yo estaba descreída, dije: ‘Lo hago para que me vea la gente de casting’ porque siempre está bueno hacer algo, actuar y practicar en inglés, pero no la veía. Nos dicen tanto que no a los actores que no te querés ilusionar con nada y esto era un sueño demasiado grande para que sea cierto. Hago una primera audición, un monólogo, otra a la semana, después otra.
—¿El famoso monólogo en neerlandés?
—¡No! Ese es el más difícil del mundo. Hubiera sido imposible quedar. Fue un monólogo en español, en donde ella cuenta su historia.
—¿Y cuándo te dijeron que quedaste? Dijiste que era un sueño demasiado grande y lo pudiste cumplir.
—Sí. Pero fue un trabajo también y pensaba que era cierto, pero que se podía caer, ‘¿qué va a pasar?’, pensaba. Mucho tiempo de preparación, muchos ensayos, clases de inglés, de holandés y ahí uno se va formando y esa preparación es fundamental para el día en que llegás a filmar.
—¿Cómo fue la llegada a Países Bajos y las semanas que viviste allá?
—Llegué un tiempo antes de empezar a filmar porque tenía pruebas de cámara e infinidad de pruebas de vestuario, tengo 80 cambios de vestuario, una locura. Las primeras semanas fueron desafiantes porque me encontré con una cultura completamente distinta, otro idioma, sola, sabiendo que iba a encarar una serie, que iba a ser yo la protagonista, con la responsabilidad que tenía y la presión. Pero también que tenía ese privilegio como actriz, de poder viajar, que te llegue un personaje así... ¡Y en Ámsterdam! ¿Quién filma en Ámsterdam? No sé, en Madrid los actores fantaseamos, antes de eso no sabía nada de allá, de hecho le seguía diciendo Holanda (en 2020 el territorio adoptó el nombre de Países Bajos).
—”¡Vas a ser reina!”, habría sido una de las primeras cosas que le dijeron a Máxima sus padres cuando se enteraron de que salía con el príncipe Guillermo, ¿a vos qué te dijo tu familia cuando se enteraron de que también serías “reina”?
—Llegué a la casa de mi papá y le dije: “pá, quedé para hacer lo de Máxima”. Me miró como diciendo ¿cómo puede ser? Yo nunca cuento cuando estoy en procesos de audición porque te dicen que no y no quiero tener después que estar dando explicaciones de por qué no quedé. Esto, en cambio, lo conté, pero porque no me tenía fe y cuando me dijeron que quedé mi papá estaba más descreído que yo y lo primero que pensamos fue en mis abuelos que no están acá y él me dijo: “¡cómo estarían con esto!”, porque ellos cuando hice Argentina tierra de amor y venganza (2019), estaban prendidos todas las noches a la pantalla, eran los primeros en ver la tele.
—¿Cómo te sentiste durante el rodaje, sobre todo con el tema de los idiomas?
—Hablaban en holandés y yo quedaba afuera y antes de decir acción me daban la marca y me explicaban lo que tenía que hacer, pero es como que estás alienada con lo que está pasando en el set, sos sapo de otro pozo con las formas que tienen de trabajar, superdistinto, pero es un aprendizaje. Son también otras formas de comunicarse con el director, otros tiempos, distinto. Pero sufría bastante también porque llegaba cansada, trabajaba muchas horas y estaba cansada, llegaba tarde y tenía que cocinarme, pero no había tenido tiempo de ir al supermercado, todo lo que implica trabajar lejos de casa.
—¿Llegaste a extrañar a tu familia?
—Estaba pasada. Me levantaba a mitad de la noche y pensaba que estaba en el set, mi cabeza... ¡Uf! Porque estaba en todas las escenas entonces sentía que estaba ahí cuando me despertaba, me levantaba escuchando al asistente de dirección poniéndome la marca: “Delfina caminá hasta ahí, mirá la luz’, era mucha cantidad de trabajo, pero un privilegio poder hacerlo.
—¿Y la relación con Martijn Lakemeier?
—Él y Joosje Duk, una de las directoras, (la serie además la dirigen Saskia Diesing e Iván López Núñez) viajaron a hacer el último proceso de casting, la última audición y ya había un clima superlindo, ella es muy joven y pasa algo curioso, que gente con puestos altos de trabajo es muy joven.
—Que la directora que primero te conoció fuera joven y mujer, te habrá ayudado a romper un poco el hielo.
—Sí, y además la forma de trabajo, mucho más humana, más desde el juego, más amorosa, y los conocí a ellos dos, y yo ya estaba feliz de estar ahí, ni pensaba en quedar. Después quedé y trabajar en otro idioma era un desafío muy grande que siempre había querido y Martijn me ayudó mucho con el holandés, en el vuelo cuando fuimos a Nueva York me ayudó. Yo estaba con el holandés para todos lados intentando practicar, pero bueno, él también tenía la mitad de escenas que tenía yo entonces llegaba al set superfresco y yo con el holandés, el inglés, el español...
—¿Están saliendo? ¿Hubo química fuera del set?
—Sí, sí, la verdad que sí. Fue siempre un honor y es un gran regalo trabajar con él y haberlo conocido.
—¿Están juntos más allá de lo laboral?
—Sí.
—¿Cómo es la relación a distancia?
—Cuando pase más tiempo te cuento porque empezamos a preparar la segunda temporada de Máxima, tuvimos presentaciones de la primera, es yendo y viniendo.
—¿Cómo fue el regreso a la Argentina después del rodaje? ¿Viniste hablando un poco de cada idioma o trajiste alguna costumbre de allá?
—No, viví toda mi vida y es mi idioma. Pero sí, lo primero que hice fue ponerme al sol porque allá no hay.
—¿Te acordás de la coronación de Máxima (2013) o de su casamiento (2002)?
—No, nací en 1996 y nada, en mi familia nunca se habló de eso tampoco.
—¿Encontraste parecidos entre Máxima y vos?
—Sí. Por un lado, esto de la independencia de ella cuando se fue a Nueva York, cuando trabajaba en el banco de Boston de acá y quebró por la crisis de México y se fue a los Estados Undoso y esto de seguir una meta. Ella trabajaba mucho, era la primera en llegar y la última en irse, esto de la disciplina y el esfuerzo en el trabajo.
—¿Te hubiera gustado conocer a Máxima?
—Me hubiese encantado, pero no tiene contacto con el proyecto y la serie no está aprobada por la Casa Real, está independizado de ellos.
—¿Qué supiste de las repercusiones de las escenas subidas de tono? Llegó que el público de allá (la serie estrenó en abril) estaba horrorizado porque decía que ver a los reyes teniendo sexo era como ver a los padres...
—Me llegaron las notas, pero no las entendía. La directora me contaba entre risas que a la gente le costaba mucho ver así al rey y a la reina, pero antes de eso, y sin spoilear, ella tuvo una vida amorosa, otro novio. Entonces ver a esa figura que allá se la ve siempre vestida de una forma y con un protocolo, fuera de eso y puertas a dentro, tiene sentido que sea impactante.
—¿Cómo sigue tu 2024?
—En octubre filmamos la segunda temporada, estamos en la preproducción de eso.
—Ya con una Máxima madre seguramente.
—Y ya pasan varios años y se muestra lo que significa meterse en la realeza, los pactos, el te doy y me das, y estudiando holandés a full porque español ya no habla.
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