La exmodelo cumplió 37 años y reparte sus días entre Buenos Aires, Los Angeles y México
Por estos días, no es de aquí ni de allá… La música, su gran pasión, la convirtió en nómade entre Buenos Aires, Los Angeles y muy pronto, el D.F. mexicano. Pero no se queja: Deborah de Corral (37) ama esa libertad, a pesar de que tiene un amor (del que no quiere ni decir el nombre) que si bien muchas veces la acompaña, muchas otras simplemente la extraña. Aventurera y amante de los desafíos, volvió a la televisión en su faceta menos conocida: la de cocinera. Una vez a la semana, se la ve en Algo de mí, un ciclo que se emite por Elgourmet.com, en el que recibe amigos en un coqueto loft y les prepara exquisiteces. "Nadie sabía que cocino desde siempre", dice divertida Deborah, mientras se sienta a almorzar y pide ¡dos! milanesas con puré. "En casa todo era muy minimalista, no había una cultura sibarita, ni de salsas, era solo la obligación de cumplir con la necesidad de alimentarse. Creo que fue por eso que antes de los 10 años empecé a buscarle una onda a lo que comía. Y cuando me mudé sola, a los 16, y viajaba como modelo por el mundo, empecé a comprar libros, especias y ollas, intentando imitar lo que consumía en otros países y en los restaurantes que me interesaban".
–¿Te gusta recibir invitados?
–No, porque no soy muy sociable. Pero podría hacerlo si me empujaran. Quiero decir, puedo darles de comer a veinte personas, aunque los números grandes no me divierten porque después hay que lavar el lío que queda.
–¿Tenés algún caballito de batalla?
–En realidad, hago de todo pero no sigo recetas, me gusta usar la intuición, cocinar con lo que hay en casa o en el mercado. A mí me inspira la comida. En Los Angeles hay unos mercados orgánicos impresionantes, que te volvés loca. Acá, de a poco, también va pegando esa onda. Quizá no dé el look, pero yo soy de las que buscan "el" producto, me gusta hablar con mi carnicero amigo, que es uruguayo, y nos copamos siempre charlando de música, o elegir la fruta o la verdura. No uso ni congelados ni enlatados por más que sean prácticos.
–Entonces, ¿soñabas con el programa de cocina?
–Más que un programa de cocina, pensaba que un día podría tener un restaurante con algún socio. No es fácil, menos ahora que estoy muy dedicada a la música, con mi disco (Nunca o una eternidad) me fue superbien y ya estoy componiendo para el segundo. De hecho, hace dos meses que estoy yendo y viniendo a Los Angeles y ahora le sumo México, que es donde voy a hacer base a partir de mediados de agosto porque van a lanzar mi disco. Pero las cosas suceden.
Tengo una especie de síndrome de Peter Pan, me niego rotundamente a crecer y comportarme de determinada manera. Los músicos tenemos eso en común.
–¿Y cómo se dio esta propuesta?
–El año pasado fui al programa de radio de Alfred Oliveri para promocionar un show que tenía en La Trastienda y nadie sabe por qué terminamos hablando de comida. Cuando me iba me contó que lo habían llamado para armar y producir un programa de cocina en Elgourmet con alguien que no fuera profesional. Y ahí me preguntó si me interesaba.
–¿Cómo es tu vida con un pie en cada lado del mundo?
–Agotadora, pero vale la pena, refresca la cabeza, ayuda a la creatividad. Soy cero apegada a las cosas materiales, así que me llevo mis instrumentos y la ropa indispensable. Nada más. Me gusta todo lo que está pasando en mi vida. Además, Los Angeles no puede ser más lindo. Por ahora estoy medio de visita allá, no tengo una casa, voy viendo dónde parar y me arreglo porque tengo muchísimos amigos. Con organización todo se puede lograr. Claro que extraño a mis afectos de acá, pero es solo un tiempo.
–¿Estás de novia?
–Sí.
–¿Hace mucho?
–No tanto. El no es conocido y no me gusta entrar en detalles porque nunca hablé de mis relaciones y es algo que no va a suceder jamás. Pero sí te puedo decir que estoy muy contenta.
–¿Te acompaña en los viajes?
–Viene cada vez que puede. Yo no soy tan independiente, a pesar de como me crie. Si no, no podría tener una relación con nadie. A mí me gusta estar con mi novio todo lo posible. Pero también me encanta todo lo que me está pasando y tengo que ponerle fichas. Tal vez mi momento de estar más enfocada en mi carrera sea ahora y no a los 20, como le pasa a la mayoría. Si no, me va a pasar todo por delante. Con la edad me volví más estable, elijo más a conciencia.
–¿En qué más te modificó la edad?
–Y… los años te dan un par de golpes que te van acomodando. Soy más paciente, un poco menos impulsiva, no perdí espontaneidad pero voy menos al choque. De los aspectos negativos mejor no hablo. [Se ríe]. En realidad, no me siento más madura sino más serena. Tengo una especie de síndrome de Peter Pan, me niego rotundamente a crecer y comportarme de determinada manera. Los músicos tenemos eso en común.
–¿Y cómo se traduce eso en el amor?
–Ya no fantaseo mucho. Pensar en que tiene que ser para toda la vida le pone una presión extra que no ayuda. Hay que tener mucho cuidado a la hora de decirle a alguien "quiero estar con vos para siempre". Hay amores más reales que no los pensás tanto y van creciendo. Está bueno dejarse sorprender, soltar un poco el control. Obviamente que lo ideal es encontrar a un compañero de vida. Y lo digo yo, que soy la supersoltera.
–¿Por qué lo decís así?
–Porque tuve pocas relaciones largas, estuve mucho sola. Y la mayoría de las mujeres de mi edad ya se casaron una o dos veces y tienen varios hijos. Por eso digo que me niego a madurar; al menos por ahora, me llama más la aventura.
–¿Fantaseás con la maternidad?
–En este momento no puedo pensar en eso. No tengo esa pulsión maternal tan femenina, peo estoy muy segura de que me haría muy feliz ser madre un día, ¡aunque hoy no sabría dónde meterlo! Sin embargo, tengo que ser realista, tampoco me queda mucho tiempo… Son momentos de la vida, si tiene que ocurrir, ocurrirá.
–¿El paso del tiempo te preocupa a nivel estético?
–Un poco. Está en uno hacerse cargo y no castigarse. Ahora me cuido haciendo gimnasia tres veces por semana, o en Los Angeles ando en bicicleta. Con la comida también soy más medida que antes, porque con los años el metabolismo se fue haciendo más lento y a mí me encanta comer mucho.
–El día que te propusiste dejar de modelar para cantar, lo hiciste con éxito. Y nadie sabía que cocinabas pero te llegó "la" propuesta …
–Sí, soy muy afortunada. Me costó mucho salir del lugar, del casillero de la modelo, pero pude. La vida es buena conmigo. Me ocurren cosas muy lindas.
Texto: Lucila Olivera
Fotos: Sebastián Arpesella
Producción: Georgina Colzani
Maquillaje y Peinado: Joaquín López Patterson, para Elite Estudio
Agradecimientos: La Panadería de Pablo - Piso 3 (Defensa 269), Besha, Blackmamba, Garza Lobos, Huija, María Cher, Mishka, Medias Silvana, Sony, Vestite y Andate
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