A los 16, saltó a la fama como modelo Lolita, incursionó en la música y ahora encontró en la cocina una nueva pasión
Después de pasar gran parte de su vida entre Buenos Aires, México y Los Angeles, movida por sus distintos proyectos, Déborah de Corral admite la necesidad de "permanecer", un concepto que reiterará durante la entrevista. La idea de haber dejado atrás los días nómades para apostar a la estabilidad y quedarse en un sólo hogar tiene que ver con dos variables importantes: la llegada del amor y su entrada a los 40 años. Después de cuatro años juntos, la ex modelo decidió apostar a la convivencia con Gustavo Menéndez y se instaló con él en Miami. "Me mudé formalmente. 2015 fue un año en el que quise tomarme el tiempo para dedicarme a esto también, a armar el ranchito. Me lo tomé tan en serio que hasta adopté dos perros. Es otro síntoma de permanecer", dice Deborah, quien, en su breve visita a Argentina, planea lucirse en la cocina –su nueva vocación– junto al chef Maximiliano Matsumoto en Aldo’s Vinoteca y Restaurante.
–¿Hay planes para volver a Buenos Aires en algún momento?
–Acá tengo mis amigos, mis contemporáneos, mi familia. Hay varios proyectos cerrados para el año que viene, entre ellos el lanzamiento de mi segundo disco, el armado de una banda y la idea de volver con un programa de cocina. Pero todo eso pienso hacerlo mientras viva acá, unos cuatro o cinco meses... si logro que mi novio no me eche. [Risas]. Hoy por hoy mi casa es donde está mi pareja, mi huertita, los perros. Ir de campamento toda la vida es agotador, yo ya vengo con el caballo cansado.
–¿Serán los temidos 40 años?
–No, no me pegó la cifra, pero sí me cayeron algunas fichas. Una fue la necesidad de estabilidad, de establecer nuevas prioridades y de no darle importancia a cosas pasajeras para poner el foco en lo que importa. Fue un quiebre que me empujó a salir de mí misma y centrarme en el otro. De pronto descubrí que yo no era tan copada como creía. [Risas]. Me di cuenta de que las cosas que estaba haciendo las podía hacer mejor y en eso trabajo. Estoy viendo por dónde va la cosa... Tal vez me concentre en tener un hijo y me enfoque en eso. O tal vez no tenga que criar un hijo y, en cambio, me dedique a entregarme más a la gente, a través de la música, de la cocina.
–¿La maternidad es una cuenta pendiente?
–No lo sé, quién te dice que en un par de años me veas embarazada... Es que no sé si tengo el instinto maternal. Lo único que veo claro en este tema es que hay que tener muchas ganas de formar una familia, porque nunca tendría un hijo solamente para sentirme realizada.
–¿Cómo funciona la convivencia con tu novio?
–No soy muy "convividora" [risas], pero voy bien y en parte es por esta madurez real que estoy transitando. Esta etapa que me toca vivir me encanta, siento que no estoy tan enajenada. Y el amor tiene que ver con eso. Cuando estás apaciguada, estás más preparada para convivir y cambiar lo que haya que cambiar sin aferrarte a tus nimiedades. Si bien siempre me gustó estar sola, disfruto la vida de a dos porque hoy estoy con alguien a quien amo. Nos llevamos tan bien que no me imagino viviendo sola. Igual, si tuviera que hacerlo, no me hago problema: soy una profesional de la soledad.
–¿La cocina es tu nueva pasión?
–Me siento agradecida de haber descubierto lo que me gusta hacer y que cada vez haya más gente que reciba y aprecie lo que hago. Es una experiencia linda. Con eso ya estoy hecha, por eso es que quizá esté tan tranquila. Hoy tengo la fortuna de dedicarme a dos cosas que me gustan, la música y la cocina.
–El año pasado tuviste tu propio programa de cocina y hoy transmitís tus recetas a través de las redes sociales. ¿Soñás con el restaurante propio?
–Cocinar es algo que siempre hice en plan de compartir con amigos y a modo terapéutico. El programa de cable surgió sin buscarlo y fue una puerta más para seguir aprendiendo. Tuve la fantasía de tener un restaurante, pero era algo ambicioso porque, ¿cómo saltás de cocinar en tu casa a tener tu propio negocio? Estoy descubriendo ahora la experiencia de cocinar con otros en una situación profesional, industrial y para darle de comer a mucha gente. En Aldo’s voy a cocinar junto al chef Maximiliano Matsumoto. Para mí es un momento superexcitante porque es cuando puedo demostrarme a mí y a los demás que soy capaz de llevar mis conceptos y mis ideas culinarias a una escala mayor. Es otra performance. El ritmo, la adrenalina, el orden en una cocina es abismal y a mí eso me encanta. Es como salir a un escenario.
–¿Tenés nervios, miedo?
–Al contrario, yo disfruto ese momento de tensión, entre el éxtasis de estar en una situación de energía y estar muerta de miedo. Esa sensación me da vida y me hace más eficiente. El resultado es que hago algo lindo para alguien, como en la música. Y eso siempre hace bien.
- Jaqueline Isola
- Fotos: Pilar Bustelo y Matías Salgado
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