Débora D’Amato: la felicidad por su segundo embarazo y la tierna reacción de su hija Lola
La periodista de Radio 10 y América recurrió a los embriones congelados que le habían quedado del primer embarazo
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Sorprendió la noticia que dio Débora D’Amato hace algunos días, cuando dijo que va a ser mamá por segunda vez. La periodista, que actualmente está en Mañanas silvestres, en Radio 10 y en A la tarde, por América, ya es mamá de Lola, de 3 años. Para quedar nuevamente embarazada eligió el mismo método que le dio a su primogénita: transferencia embrionaria con donante de esperma anónimo. En una charla con LA NACION, D’Amato cuenta por qué quiere darle un hermanito a Lola y por qué decidió donar los embriones sobrantes.
-¿Cuándo decidiste que querías un segundo hijo?
-Sabía que quería otro hijo o hija, pero casi que me sorprendí a mi misma dando ese paso. Y a la familia la sorprendí seguro (ríe). Cuando inicié el tratamiento de Lola sabía que quería más de un hijo. Incluso pretendía que fueran dos y mi médico, Fernando Neuspiller, me dijo que, siendo mamá primeriza, me lo tomara con calma. Fue una buena decisión porque con los dos me hubiera vuelto loca. Quedaron embriones congelados y en el primer año de Lola no se me cruzó por la cabeza, pero me fui acomodando muy bien. Tengo la suerte de tener una hija que se acomodó bien a mi modo, a mi ritmo y a mi día a día. Soy tan feliz con Lola que no quería privarme de darle un hermanito o hermanita, y que esta familia se agrande. Empezamos el tratamiento hace un año y medio, hicimos estudios, porque mi cuerpo tiene sus cosas así que no fue inmediato. Había que sortear mis inconvenientes físicos y otros obstáculos. Fue más rápido que con Lola, porque ya sabíamos algunas cosas y además sólo había que hacer la transferencia, porque los embriones, que son del mismo donante, ya estaban. No tuve que empezar de cero.
-¿Y qué dijo Lola?
-Está enloquecida con la noticia. Veremos cómo será cuando llegue. Por el momento lo vive muy bien, le dice ‘buen día bebe’, ‘hasta mañana bebe’, y cuando viene del jardín le da primero besa la panza y después a mí. De hecho, cuando estuvimos de vacaciones, compré algunas cositas para ella y me dijo: ‘Todo para mí no, comprarle al bebe’. Está muy pendiente. El otro día me reí mucho porque me pidió comer patitas de pollo con papas fritas. Yo siempre cocino, pero esta vez pedí, ella se durmió temprano y no cenó. La comida quedó en su mesita de luz con el jugo y a la madrugada se despertó para hacer pis y después escuché que estaba masticando y de golpe susurró: ‘te amo papa frita’. Me hizo reír tanto.
-¿Ya sabés si va a ser nena o varón?
-No todavía porque estoy de 13 semanas. Va a nacer en diciembre. Lola ya le dice Charo, está convencida.
-¿Y cómo llevás este segundo embarazo?
-Pude perder los miedos que tuve con Lola. El más grande era quedarme sin trabajo, y de hecho me pasó. Pero surgieron otras cosas y lo pude resolver. No sé si una se empodera o cree que puede, pero dije:’ somos dos bailando, bueno, bailamos tres’. La veo jugar sola a Lola y la vida con hermanos es más linda. Nos lo merecemos ella y yo; lo hice por las dos. La veo tan enamorada de su futuro hermano o hermana que sé que no me equivoque en la decisión.
-¿Y tu edad fue un tema a tener en cuenta?
-Tengo 49 años. Creo que el embarazo de Lola dilató mi menopausia. Mis dos hijos lograron que rompa un montón de prejuicios propios. La edad fue todo un tema con Lola, imagínate ahora. Pero después pensé que mi mamá me tuvo a los 40, sin tratamiento, y mi papá ya no está, mi mamá tiene 88 y si me dan a elegir no cambio ni un punto y coma de la historia de mi vida.
-Dijiste que te sobraron embriones y los donaste, ¿fue difícil tomar esa decisión?
-Cuando mi médico me preguntó qué hacíamos con los embriones, me pareció que desecharlos no era una posibilidad sobre todo por mi camino, porque necesité de alguien para poder ser madre. Hay muchas parejas, mujeres y hombres que quieren ser madres y padres y no pueden y están a la espera. Desecharlos no concordaba con mi historia y la empatía no es algo tan sencillo de sentir. Ni lo dudé.
-¿Alguna vez Lola preguntó por su papá?
-Siempre le dije la verdad con amor y naturalidad. En su historia no hay tragedia ni dolor. Lola fue buscada con amor y gracias a un donante que también donó con amor. Pero nunca me preguntó por su papá. Una vez mi mamá estaba hablando con mi hermana, no se dio cuenta que Lola estaba cerca y dijo: ‘Si un día pregunta cómo será’. Porque mi hermana está separada y Lola sabe que a veces ellos se van con su papá. Mi hija escuchó y dijo: ‘Nona, yo tengo mamá y ellos tienen papá’. Mi mamá no podía creer que una nena tan chiquita le enseñara tanto a sus 88 años.
-En estos últimos años, ¿te enamoraste? ¿Tenés ganas?
-Tengo ganas de que algún día aparezca alguien, pero no tengo manera de distraerme, quizá porque tengo una nena chiquita y una mamá grande que me ocupan y me preocupan. Seguramente, más adelante voy a conocer a un compañero que tendrá que adaptarse a mi realidad y yo a la de él. No me niego, simplemente no apareció. Siempre fui una eterna novia y viví enamorada.
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