De Selva Alemán y Arturo Puig a Natalia Oreiro y Ricardo Mollo, seis grandes historias de amor que ni el cine soñó
Repasamos grandes romances que son dignos de un guion cinematográfico y que supieron atravesar el tiempo y algunas crisis
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“Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper”, dice la leyenda del hilo rojo que tiene su origen en la cultura oriental. Sea verdad o no, lo cierto es que en la historia del mundo del espectáculo local hay grandes ejemplos de esto. Grandes figuras que han vivido grandes romances y que siguen intactos, aun después de la muerte. Tal podría ser el caso de César Mascetti y Mónica Cahen D’Anvers; un amor que nació en secreto, duró cuatro décadas y sin dudas, seguirá eternamente vivo en este o en cualquier otro plano. Desde Arturo Puig y Selva Alemán hasta Natalia Oreiro y Ricardo Mollo, hacemos un repaso por seis historias de amor inigualables, dignas de un guion cinematográfico.
Selva Alemán y Arturo Puig
Son una de las parejas más queridas del ambiente. Juntos desde hace 47 años, Selva Alemán y Arturo Puig se conocieron en 1974 mientras trabajaban en la novela Fernanda, Martín y nadie más en Canal 9. Sin embargo, por ese entonces ambos estaban casados y el flechazo tuvo que esperar. Pasaron meses disimulando hasta que un día fueron a tomar un café y se dieron cuenta que eran el uno para el otro. “Yo lo invité a él. Le dije: ‘Vamos a tomar un café y a charlar un poco sobre lo que nos pasa’”, confesó Selva en una entrevista con la revista ¡Hola! Un 30 de abril (el día del cumpleaños de ella) pasaron por el altar y, aunque no tuvieron hijos en común, formaron una familia ensamblada con Ximena y Juan, los hijos de él. “Arturo siempre fue un padre muy presente y esa fue una de las cosas que más me enamoraron de él”, reveló Alemán, quien reconoció que la maternidad fue una de sus asignaturas pendientes.
Y si bien han vivido varias crisis y separaciones a lo largo de estos años, el amor fue más fuerte: “Nos hemos separado, recurrimos a la terapia de pareja, a la terapia individual. Hemos pasado de todo juntos, como cualquier pareja de muchos años”, contaron quienes durante un largo tiempo han decidido dejar de compartir el trabajo cuando eso afectó la vida marital. “Al principio, nos peleábamos mucho por el poder en la pareja, por ver quién tenía la verdad. Por eso no trabajamos mucho tiempo juntos. Nos criticábamos, nos llevábamos pésimo. En determinado momento dijimos ´basta´ porque iba a terminar afectando a nuestra relación. Hasta que volvimos a trabajar en Cristales rotos. Arthur Miller nos unió”, recordó Puig.
Rodolfo Bebán y Gabriela Gili
Rodolfo Bebán fue uno de los galanes más codiciados del cine, teatro y televisión. Sus ojos azules, su mirada profunda y su voz cautivante arrancaba suspiros no solo entre la platea femenina sino también entre sus compañeras de trabajo. En 1972 -y luego de su matrimonio con Claudia Lapacó, a quien conoció trabajando y con quien tuvo dos hijos- el actor se enamoró perdidamente de Gabriela Gili, su compañera en la novela Malevo (emitida por Canal 9). Es que juntos protagonizaban un fogoso romance que, como tantas veces, terminó traspasando la pantalla. “Uno no se enamora grabando, uno se enamora viviendo”, dijo Bebán cuando le preguntaron por ese amor nacido en el set. Se casaron, tuvieron tres hijos (Facundo, Daniela y Pedro) y estuvieron juntos durante 17 años, hasta que a finales de 1991 ella murió por una insuficiencia cardíaca. Dicen que la actriz sufría de una depresión crónica que se acentuó a partir de la muerte de Claudio Levrino, su compañero en Un mundo de veinte asientos. “Fue un deterioro lento y extendido en el tiempo. Verla desaparecer de a poco fue algo terrible. Los chicos llevaron la peor parte porque era una mujer muy joven, hermosa como ser humano, una madre impresionante. Ellos eran muy chiquitos, tenían una devoción por la madre, que era una especie de ángel, en todo sentido. Gaby fue el gran amor de mi vida, no me imagino con otra mujer”, confesaba el actor por aquellos años.
Carlitos Balá y Martha Venturiello
Corrían los años 50 cuando Carlitos Balá se preparaba para ir un casamiento para “hacerle la pata” a un amigo, sin saber que esa misma noche conocería al gran amor de su vida: Martha Venturiello. Esa mujer que, en un principio, no quería saber nada pero que estuvo a su lado hasta el último día de su vida. “Nos conocimos en un casamiento y nunca más nos separamos. Recuerdo que había como quinientos invitados y apenas la vi le dije a mi amigo: ‘Mirá qué linda chica’. La saqué a bailar y después me ofrecí a acompañarla a su casa. Vivía en Boedo y la llevé en colectivo”, recordó, entre risas, el ídolo infantil en una nota. Sin embargo, conquistarla no fue nada fácil y Carlitos tuvo que recurrir a sus dotes humorísticos. “Eran las cuatro de la mañana y para sacarle una sonrisa me puse a vender una lapicera en el colectivo. Después me animé a hacerle un chiste y a pesar de la hora, ella se rio. Ahí supe que era mía. Por eso siempre digo que gracias al humor, conquisté a la mujer de mi vida”, confesó.
En 1962, y después de siete años de noviazgo, Carlitos y Martha se casaron. Luego vinieron los hijos, Laura y Martín, y los nietos consolidando un amor que duró casi 70 años. “Nos conocemos de memoria. Así como es de exigente, Martha también me da todos los gustos. Por ejemplo, me cocina todo lo que quiero: empanadas de choclo, empanadas de pollo y sopa de sémola para que yo crezca fuerte y lindo”, contaba Balá sobre su mujer, con quien ansiaba llegar a los 100 años de casados. “Ya tengo reservada la botella de champagne y todo. No le tengo miedo a la muerte, en realidad me inquieta lo que me espera después. Y no creo que Dios sea tan injusto para mandarme al infierno, ¿no?”, expresó meses antes de su muerte.
Carola Reyna y Boy Olmi
Llevan juntos 30 años y son una de las parejas más cool y perfil bajo del mundo del espectáculo. Si bien siempre se cruzaban en los pasillos de los canales de televisión, Carola Reyna y Boy Olmi se enamoraron grabando la novela Apasionada en 1992. En esa ficción, emitida por Canal 13, los actores eran pareja y hasta se casaron de blanco y con una gran fiesta. Fue la única boda que tuvieron porque en la vida real decidieron estar juntos sin papeles. “Nos teníamos fichados, nos llamábamos la atención el uno al otro, nos seguíamos en lo que hacíamos (...) Hasta que nos tocó hacer de pareja en una novela y ahí fue un quilombete. Chapábamos y nos casábamos en la ficción. Nuestros nietos van a creer que nos casamos de verdad, pero no. Esa fiesta fue en el Hyatt, a todo trapo. Había champagne en el decorado, empezamos a bailar y medio nos empedamos, de los nervios. Porque nos gustábamos. Cuando subimos al ascensor hubo una confusión. Salió bien porque hace 30 años que estamos juntos”, contó Reyna en varias entrevistas recordando los inicios de esta relación. Desde entonces están juntos y lograron ensamblar familias: Reyna es mamá de Rafael y Olmi de Carlos, que tienen casi la misma edad, 32.
La pasión por su profesión no es lo único que esta pareja de tres décadas tiene en común. El amor por la naturaleza, los viajes y la aventura es algo que comparten y los saca de la rutina cada tanto. “Si tenemos un rato libre, más allá de que nos encantan las ciudades, tenemos tendencia a ir a lugares que nos desafían un poco. Hay afinidad con cosas que nos gustan”, publicó ella en sus redes sociales cuando hicieron un viaje en motorhome por el país.
Jairo y Teresa Sainz de Los Terreros
Esta historia de amor podría ser perfectamente la letra de una canción. El romance de Jairo y la española Teresa Sainz de Los Terreros superó fronteras, clases sociales y todo tipo de obstáculos a lo largo de 50 años. El flechazo inicial tuvo lugar en la década del 70 en Madrid, se afianzó en la década del 80 en Saint Germain en Laye, al oeste de París, y alcanzó su madurez y plenitud en los 90, en Vicente López. “Ella siempre fue mi musa”, dijo el cantante en una entrevista sobre el gran amor de su vida.
Al parecer, este gran poeta ya soñaba con Teresa desde antes de conocerla. Es que siempre repetía el mismo dibujo: una niña con ojos grandes azules y con las manos en los bolsillos y, en ese dibujo, estaba ella, al menos para dos amigas que la pareja tenía en común. “Unas amigas me dijeron: ‘Teresa se parece mucho a tu dibujo’. La cuestión es que organizaron una fiesta por Navidad y la invitaron. Nos encontramos ahí y me acuerdo que no hablamos ni una palabra. Eso sí: cuando dijo que se iba, le pregunté: ‘¿Te puedo acompañar?’”, recordó Jairo sobre ese primer encuentro, en donde primó más la timidez que las declaraciones de amor. “Era muy hermosa, tenía una cara increíble, unos ojos bellísimos. Y era muy franca, muy frontal. Entonces cuando hablábamos, ¡hablábamos!”, confesó luego él sobre qué fue lo que más lo enamoró de esa mujer de personalidad fuerte. Y fue esa misma personalidad la que un día la llevó a interrumpir una comida familiar para hacer un anuncio muy importante. “Jairo y yo nos vamos a casar”, lanzó ante la mirada atónita de su familia, inclusive la del propio novio. “Es cierto que habíamos hablado de casarnos, pero no estábamos decididos todavía”, explicó el cantante, entre risas, para justificar su asombro. De ese amor que duró 50 años no solo surgieron un montón de canciones románticas sino una familia de cuatro hijos (Iván, Yaco, Mario y Lucía) y siete nietos. Luego de padecer Epoc, superar dos cánceres y estar al borde de la muerte en varias oportunidades, Teresa murió en julio de 2021, un golpe muy duro para este romántico que aun hoy no se acostumbra a la vida sin ella.
Natalia Oreiro y Ricardo Mollo
Ellos hacen una pareja hermosa sin embargo, nadie apostaba por esta relación. Es que no solo venían de dos mundos diferentes (ella era una exitosa y popular actriz de telenovelas que acababa de separarse de Pablo Echarri y él era un rockero de muy bajo perfil que había tocado en bandas como Sumo y lideraba Divididos) sino que a ambos los separaban 20 años de edad. Sin embargo, y a juzgar por la historia, parece que el amor fue más fuerte que las diferencias. La primera vez que se vieron fue en una clase de yoga, en 2001. Entre charlas y consejos terminaron haciéndose amigos. Fue ella quien tuvo que dar el primer paso. “Yo me lo levanté a él y me llevó dos meses convencerlo (...)Yo lo miraba como diciendo ‘¡dale!’. Y él me miraba, me cuidaba un montón en las clases, por eso también me enamoré: su parte sensible me mató de amor”, admite Oreiro cada vez que le preguntan por los inicios del romance. Y enseguida aclara que cuando empezó a salir con Mollo, ella no sabía que era el cantante de Divididos. “Escuchaba su música, pero nunca le había visto la cara. Lo supe después de que empezáramos a frecuentarnos, pero al principio no”, señaló dejando en claro que se enamoró de la persona y no del rockstar.
Tras un noviazgo corto, la conductora y el guitarrista se casaron en secreto en enero de 2002, en un pequeño pueblo al norte de Brasil. “Me casé con un hombre increíble y sigo muy enamorada. No fue secreto, fue de a dos. Es una persona luminosa, creo que es la persona que más cree en mí, incluso más que yo; él me motiva mucho a superarme”, contó luego de intercambiar alianzas. Su amor se coronó en 2012 con la llegada de Merlín Atahualpa, el hijo que la pareja tiene en común y que vino a llenar aún más de amor sus vidas. Hoy, 21 años después de esa primera clase de yoga, siguen tan compañeros y unidos como siempre.
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