El anillo de compromiso es mucho más que una joya. Es un símbolo de amor duradero y un auténtico tesoro. En el caso de la realeza, estas piezas suelen sumar al valor sentimental un peso económico o histórico. Pero ¿por qué escogieron los príncipes y reyes esos anillos y no otros para comprometerse? En algunos casos, la carga histórica y familiar determinó la elección, en otros imperó el sentido práctico o incluso el sentimiento patriótico. Sus compromisos y respectivas bodas serán recordados para siempre porque pertenecen a las principales Casas Reales europeas. Pero para cada una de estas princesas, y en algunos casos futuras reinas, se trata de una joya muy especial, que pasará a formar parte de su vida. Clásicos, modernos, con una o varias gemas... Son muchas las formas, tamaños y materiales preciosos que componen estas pequeñas obras de arte. Pero nada como la sonrisa de una princesa cuando decide darle el sí a su príncipe azul.
Un recuerdo de Diana. El anillo de compromiso de Harry y Meghan fue hecho a medida: de oro amarillo, tiene un gran diamante central de Bostwana y otros dos de menor tamaño pertenecientes a un broche de la princesa Diana. Para una de las tomas oficiales del compromiso, Meghan eligió un vestido de noche muy "hollywoodense", de la colección otoño-invierno 2016-2017 de Ralph & Russo.
Regalo de mamá. El príncipe William eligió para Kate Middleton el mismo anillo que su padre, el príncipe Carlos, le entregó a su madre Diana de Gales, en 1981. Se trata de un espectacular zafiro de 18 quilates en color azul intenso, rodeado por 14 pequeños diamantes. Los artífices de este anillo "real" fueron los joyeros de Garrard, una familia de orfebres ligada a la Casa Real británica y que, desde 1843, se encarga tanto de la elaboración y diseño de sus joyas como de su mantenimiento y restauración.
En honor al reino. El propio rey Guillermo de Holanda –entonces príncipe– participó del diseño de la joya que llevaría Máxima . Eligió un anillo con un diamante naranja –el color del reino– en forma de óvalo, protegido en los extremos por dos brillantes de corte esmeralda. Tres impresionantes piedras que, a su vez, están abrazadas por una doble banda de platino (con forma de ojo) con 14 brillantes engarzados. El anillo, del que hubo miles de réplicas nada más hacerse oficial el compromiso, está valuado en 25 mil euros.
Alianza de la eternidad. A la hora de buscar un diseño que represente su amor por Letizia, Felipe priorizó la sencillez y la facilidad para llevarlo en el día a día y eligió un anillo elaborado en oro blanco con diamantes, tasado en 3000 euros. Cuentan que el entonces príncipe lo escogió en el catálogo de la casa Suárez, la misma joyería en la que Letizia le compró a él unos gemelos de oro.
Inspirado en Grace Kelly. El príncipe Alberto de Mónaco le pidió matrimonio a Charlene Wittstock con un anillo de diamante, una piedra que nunca falta en los compromisos de la familia Grimaldi, que siguen la estela de la inolvidable Grace Kelly, quien recibió de su amor, Raniero, dos sortijas: la primera era una banda de oro con rubíes y brillantes creada por Cartier; la segunda, mucho más importante, contenía un diamante de 19,47 quilates de talla esmeralda sobre una montura de platino con diamantes a cada lado de la piedra central.
Como la bandera. Federico de Dinamarca se comprometió con Mary Donaldson con un anillo que tiene los colores de la bandera danesa (rojo y blanco). Diseñado con dos rubíes rojos que abrazan un diamante, la joya está valuada en más de 12 mil euros. El joyero Torben Hardenberg, creador de algunas de las joyas de la reina Margarita, consideró que el diseño de la pieza es clásico, elegante y muy en consonancia con los pendientes de diamantes que Mary lució durante la celebración del compromiso.
Herencia familiar. Haakon de Noruega se arrodilló ante Mette-Marit y le juró amor eterno obsequiándole el mismo anillo de compromiso que su abuelo, entonces rey Olav V, le había entregado a la princesa Marta, y que también su padre, Harald V, le regaló a su novia, Sonia Haraldsen, en 1968 (la madre de Haakon). Se trata de una pieza de rubíes y diamantes que forma parte del cofre de la corona.
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