De Johann Sebastian Mastropiero a José Duval, los mejores papeles de Marcos Mundstock en Les Luthiers
En un grupo como Les Luthiers, que se presentaba desde los comienzos como un "conjunto de instrumentos informales" hacía falta una voz formal que pusiera todas las cosas en contexto. La voz de Marcos Mundstock, quien murió hoy, a los 77 años, se convirtió en un instrumento más, seguramente de los más afinados, de toda la historia del grupo. En rigor no habría que hablar de una sola voz, sino de muchas, muchísimas. La privilegiada voz de Marcos podía con todo. Si a cualquier fan de Les Luthiers se le preguntara a bocajarro qué es lo primero que asocia con el recuerdo de Marcos Mundstock seguramente respondería sin dudar: "Johann Sebastian Mastropiero".
En esas carpetas rojas que Marcos usaba como apoyo para su función esencial de maestro de ceremonias también se guardaba buena parte del mejor arte de Les Luthiers. Que era musical y también estaba hecho de palabras. De un vocabulario riquísimo, puesto al servicio del humor más culto, más elegante, más irónico, más rico y más sofisticado.
Las presentaciones de Mundstock eran momentos colosales de cada recital de Les Luthiers. Nosotros, los fans del grupo de toda la vida, ahora nos preguntamos si Marcos pasaba más tiempo sobre el escenario que el resto de sus compañeros compartiendo solo la inmensidad del escenario con un público cómplice que sabía acompañar sus silencios y festejar las ocurrencias constantes e infinitas de sus monólogos perfectos. En el libro Memorias de un Luthier –casi una enciclopedia de la historia del grupo escrita en primera persona– Carlos Núñez Cortés dice antes que nada que Mundstock pudo sobresalir "por su capacidad para interpretar papeles en solitario". Y agrega: "Con esto me refiero a aquellos personajes sobre los que se sustenta la totalidad de un libreto". También dice que disfrutaba muchísimo en esas intervenciones, que le permitían desplegar su histrionismo sin igual. "Y puedo afirmar que cada uno de esos papeles que actuó en solitario lo compuso de manera magistral", completa. De la mano de Núñez Cortés podemos recorrer algunas de esas apariciones antológicas.
El primero es el ballet El lago encantado, del espectáculo Recital ’74, del mismo año. Allí Mundstock se ve forzado a interpretar un ballet…sin el cuerpo de baile. Después de la presentación comprueba de que los integrantes del cuerpo no iban a hacerse presentes, por lo termina haciendo un festival de explicaciones, gestos e imitaciones que lo llevan inclusive a practicar algún arriesgado movimiento propio de la danza.
Para Núñez Cortés, la mejor aparición de Mundstock en toda su larguísima historia como narrador de Les Luthiers apareció en Teresa y el oso (estrenado en el espectáculo Recital ’75). "Allí llegó a representar –con todo tipo de impostaciones de la voz– a una docena de personajes, humanos y animales, del cuento infantil. El resto de nosotros nos limitábamos a ejecutar la música y nada más", recuerda.
La excepcional Entreteniciencia familiar (música de cámara de TV) se conoció por primera vez en 1983 en el espectáculo Por humor al arte, uno de los mejores en la extraordinaria vida de Les Luthiers. Allí, Mundstock conducía la parodia de un típico programa de entretenimientos televisivos con una actitud llena de pedantería y brutalidad. Era un personaje orgulloso de su falta de conocimiento y de cultura. "Entre otras perlitas preguntaba a un prestigioso grupo de cámara llamado "Collegium Armonicum" por qué habían elegido un apelativo en inglés", explicaba.
Entreteniciencia familiar fue recuperada en la antología más reciente del grupo (el espectáculo Gran reserva, de 2017 hasta la fecha) al igual que La hora de la nostalgia, otro de los grandes momentos históricos de Mundstock como protagonista, estrenado en 1989 como parte de El reír de los cantares. Nuñez Cortés recuerda en su libro que el personaje de José Duval, figura central de ese sketch, fue el papel favorito de Mundstock de toda la vida. En el cuadro, un animador originalmente interpretado por Daniel Rabinovich trata de rescatar a Duval del olvido. "Hacía lo humanamente posible para conducir la entrevista por los carriles de la razón, pero fracasaba ante los desvaríos del vejete", recuerda Núñez Cortés. Los fans recordamos cómo Mundstock le sacaba todo el jugo al personaje e inclusive lograba allí, casi como en ningún otro momento, estirar el juego humorístico con improvisaciones y salidas que tentaban a sus propios compañeros.
El sendero de Warren Sánchez, estrenada en 1987 dentro del espectáculo Viegésimo aniversario, es para Núñez Cortés el mejor personaje de Mundstock. "Aquí, Marcos no solo escribió el genial libreto en el cual parodia a los predicadores evangélicos televisivos, satirizando sus discursos y su doble moral, sino que compone a uno de ellos, de marcado acento portorriqueño, carismático e increíblemente convincente", detalla.
Podrían agregarse a esta lista muchos más. Como Radio tertulia ("nuestra opinión…y la tulia", agregaba con su típico movimiento de cabeza Mundstock), la puesta en escena de un magazine radiofónico que le permitía a Marcos un constante intercambio humorístico con Rabinovich, lleno de confusiones deliberadas, silencios y equívocos surgidos de la más inspirada imaginación. O la desopilante presentación del Concierto de Mpkstroff, una de las joyas escondidas del patrimonio de Les Luthiers desde la década del 70. Y tantos y tantos más, al principio de cada escena o cuadro o al final, cuando anunciaba el regalo de un bis "fuera de programa" con un gesto característico, que nunca olvidaremos y seguiremos celebrando.
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