De Chiquititas a Maradona: Nicolás Goldschmidt, un actor que se mueve entre lo indie y lo popular
El 2020 quizás sea el año de Nicolás Goldschmidt. O, por lo menos, el año en que su rostro alcance otros niveles de reconocimiento por fuera de los que ya tiene ganados. Es que todo indica quea mediados de esta temporada Amazon Prime estrenará Sueño Bendito, la serie dedicada a la vida de Diego Armando Maradona; en esa súper producción, Goldschmidt hará del joven Maradona en los días previos a su debut en la Primera División. Sin embargo, la fama para este actor y bailarín y cantante no es algo novedoso: a los 10 años fue Nico en Chiquititas y, a los 17, Rana en Rincón de Luz, otra tira infantil producida por Cris Morena en la que también estaban Soledad Pastorutti, Guido Kaczka y Lali Espósito.
Un circuito personal
"Siempre me atrajo 'Camarín', la canción de Babasónicos, con eso de 'tan freak y tan popular'. Me atrae esa mezcla entre proyectos escondidos en los que uno intenta que la cultura resista y una gran producción internacional", dice, en un bar de Palermo, mientras repasa su recorrido. En el mapa de sus "frikeadas", a falta de una tiene tres. Esta semana, su propia cartelera tiene estos mojones: el miércoles, Coreamanía, no puedo parar, de Josefina Gorostiza; el viernes, Ametralladora, de Laura Sbdar; y el sábado, Precarizada, también de Gorostiza. Tomando al tríptico como un mismo cuerpo expresivo, él demuestra un manejo de la voz, una capacidad lúdica, un nivel de entrega y un entrenamiento físico que hace que su trabajo muy difícilmente pase inadvertido. Durante la charla advierte las diferencias entre una y otra propuesta. "En Coreamanía, y eso fue una sorpresa, durante la función puedo no pensar; mientras que en Ametralladora me sorprendo de la cantidad de cosas que pienso mientras interpreto a ese texto imposible. Una vez que arranco no puedo parar, no puedo escaparme de ese mundo. Precarizada es menos exigida físicamente, pero las otras dos me dejan de cama", reconoce. En este último trabajo se pone en tensión la relación entre danza, trabajo remunerado y trabajo no remunerado.
Habría que aclarar que cuando dice que luego de una función de Coreomanía queda de cama, no hay necesidad de creerle. De hecho, cuenta que luego de algunas funciones de esa obra que no termina hasta que se va el último espectador de la sala, esa banda desaforada y desbocada de perfomers sale disparada hacia alguna fiesta para seguir bailando. "Es puro contagio, hiperventilación, algo incendiario; como si dejaras algo ahí", describe. Es cierto, dejan el cuerpo en escena. Esa propuesta creada por quien ahora está ensayando una obra con el Ballet Contemporáneo del San Martín comienza con él en escena moviéndose tímidamente mientras suena "Bailar pegados", ese clásico romántico de Sergio Dalma. Lo termina cantando y remixando en vivo en medio de un clima expansivo que nunca aflojará. Cantar en él es parte de su mundo. De hecho tiene su propia banda literaria llamada Los Carlinga, que se basa en tragedias y comedias de Shakespeare. Esa otra faceta suya empezó a desplegarse en el Sportivo Teatral de Ricardo Bartis, uno de sus maestros como lo fue Cristina Banegas. Al principio, el cantar fue desde la actuación; ahora reconoce que se siente más cómodo. "Es como la fantasía de ser cantante, algo del rockstar. Precarizada tiene algo de eso. Ahí tengo dos claras referencias: Ian Curtis [el líder del grupo Joy Division] con sus movimientos casi epilépticos, y Luca Prodan [el cantante de Sumo] con sus gritos".
Entre referencias rockeras en la charla aparece el texto de Laura Sbdar. La joven directora y dramaturga, como Nicolás, tiene su propio circuito. A Ametralladora hay que sumar la próxima reposición de Turba, con Iride Mockert (otra actriz tan potente como él); y en cualquier momento volverá con Vigilante. Laura vio a Nico dos veces en escena. Alguna vez reconoció que le resultó imposible dejar de mirarlo actuar. Vía Facebook se presentó, le mandó el texto de Ametralladora contándole que tenía previsto unas funciones en Matienzo y le propuso hacer de esa nena de 12 años. Esa noche Nico se acostó, empezó a leer la obra y, como en el subtítulo de Coreomanía, no pudo parar. Se dijo y le dijo: "Esto es imposible de hacerlo, hagámoslo"
Ametralladora arranca con esa nena y su hermana en la última fila de un micro. Viajan solas. Hay un accidente. Y un hospital. Un hospital con otras niñas. Y un motín y una imagen que se choca con otra y con otra y con otra imagen. Un disparo, mil disparos narrativos. "Somos dos nenas a las que les meten suero como leche materna y medicamentos como caricias. Termómetros para medir el tiempo de la sala de espera y radiografías para traslucir el desamparo", escribe Laura. "La explosión como modo de redistribución de lo sensible", ha dicho la autora.
A Nicolás Goldschmidt hay una frase de ese texto que ahora le viene a su mente. "Somos la unión de infantes que programa el motín de la ternura". Le seduce las resonancias casi opuestas de las palabras "motín" y "ternura". La estrenaron en Matienzo por unas pocas funciones, Aquello fue, sencillamente, una ametralladora escénica. Volvió ahora a Espacio Callejón. Eso es, sencillamente, otra ametralladora con otra forma de apropiación del espacio. Él siente que parte de su recorrido se condensa en esa inquietante propuesta.
Ser Maradona
Durante el proceso de montaje de ese texto que parece imposible de llevar a escena le salió la serie que se estrenará en unos meses. En noviembre de 2017 había hecho el primer casting para darle cuerpo a la vida de Maradona según Amazon Prime Video. Pasó un tiempo y nada. En ese momento no tenía más trabajos que los que él generaba como dueño de su propia pyme. Se podría decir que el actor de Precarizada atravesaba un momento precarizado (como el país). En marzo lo volvieron a llamar para que se presentara más caracterizado. En mayo le dijeron "estás adentro". Y partir de ahí se desató un huracán.
A Nicolás le toca recrear la etapa de potrero de un pibe que creció en un "barrio privado" de Buenos Aires ("privado de agua, de luz, de teléfono", dixit Maradona). Fueron 8 meses únicamente de preparación. Ensayos, entrenamiento de fútbol, gimnasio 3 veces por semana, comer 4 veces por día. La productora le mandaba todos los días la comida y una vez por semana lo controlaban, lo pesaban, lo medían, lo volvían a controlar. "En el medio era verlo, verlo, verlo; dejar de verlo, dejar de verlo, dejar de verlo", confiesa el actor, que estuvo horas frente a una pantalla detectando los mínimos gestos de "El Pelusa". "Llegué al rodaje súper nervioso. Las primeras escenas ni las quiero ver, creo que recién en la última que filmamos en Barcelona sentí que era él, que ahí debería haber arrancado el proceso".
La primera vez que se juntó con los otros dos Diegos (Nazareno Casero, el de la etapa de gloria, y Juan Palomino, el Maradona DT) para una prueba de cámara salió pensando que era el peor de todos. Esa noche rajó para el gimnasio a entrenar imaginando que de ese modo iba a poder dormir. No resultó. Durante el rodaje se topó con una muestra de cariño que lo sorprendió, que la percibía como desmedida. "Después entendí que todo eso venía dado por el cariño de la gente hacía él", apunta sin nombrar "al Diego". "Todos me querían por ósmosis, Era muy loco".
–Y es muy loco que un proceso creativo esté atravesado por un protocolo deportivo o un modo de apropiarse del personaje al imaginario del Actor Studio.
–Re. Varias mañanas me encontré a las ocho de la mañana corriendo mientras me preguntaba qué estaba haciendo ahí, si lo mío es ser actor.
–¿Lo conociste a Maradona?
–Me lo había cruzado antes, pero no para la serie. Prefería no verlo, Yo quería relacionarme con ese pibe que era muy bueno haciendo lo que le gusta hacer.
De pibe, los juegos de Nicolás Goldschmidt transcurrieron en Choele Choel, Río Negro. Su padre había conseguido un puesto en el hospital de la ciudad, su madre era maestra jardinera. A los años, la familia se trasladó a Buenos Aires. Su madre también daba clases de actuación. En ese estudio él siempre estaba dando vueltas por ahí y empezó a actuar como parte de un juego que empezaba a sistematizarse. En una de las muestras lo vio una productora que lo terminó llamando para hacer una prueba para Sol de otoño, película de Eduardo Mignogna. Tenía 9 años. Ahí filmó junto a Norma Aleandro y Federico Luppi ("dos popes que yo ni idea quiénes eran"). Lo vieron en Telefe y lo llamaron para sumarse al elenco de Chiquititas. "No era fanático del programa, ni ahí; pero entendí que había algo muy divertido", apunta. Ahí estuvo dos años, los años en que ese programa devino en fenómeno de audiencias.
–¿O sea que aprendiste a toparte con la fama y con el reconocimiento antes de aprender a ser actor?
–Sí y fue un flash. Y cuando quise hacer mi propio camino me re costó, mis compañeros de IUNA [actual UNA] me miraban muy de reojo. Yo decía que quería actuar en una obra de Bartis y se me cagaban de risa porque venía de Chiquititas. Ahora quiero llegar a un lugar que de cuenta de todo el recorrido.
Como dice otra canción de Babasónicos, "el camino a la fama no significa nada". Nicolás lo sabe. Entre las tres obras de teatro en las que trabaja, en algún momento se irá a Bariloche para filmar una película de Pablo Agüero [quien ya lo había dirigido en Eva no duerme]. En los tiempos libres está preproduciendo el piloto de una serie que escribió junto a Nacho Sesma, su socio. Ahí, el futuro Maradona y el intérprete de una versión remixada de "Bailar pegados", el perfomer precarizado de Precarizada y la nena de 12 años de Ametralladora hará de un trabajador sexual. ¿Se tentará algún productor? No tiene respuesta para eso. O sí: no parar.
Circuito Nico
- Coreomanía, los miércoles, a las 20.30, en el Metropolitan Sura
- Ametralladora, los viernes, a las 22:30, en Espacio Callejón.
- Precarizada, los sábados, a las 23, en El Extranjero
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