De Anton Yelchin a Steve Irwin: estrellas que murieron en accidentes extraños
Muchas figuras fallecieron de manera prematura y fueron víctimas de episodios de negligencia que terminaron en batallas judiciales; en tanto, otras celebridades protagonizaron sucesos trágicos no exentos de aristas escalofriantes
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Una decisión estética que terminó, por una suma de factores, en una conmocionante tragedia; un rodaje en el que una explosión tuvo consecuencias fatales; un vehículo que no se encontraba en buenas condiciones y que acabó con la vida de una joven promesa del cine... En esta nota recordamos a figuras muy queridas que tuvieron tristes desenlaces.
*Isadora Duncan, estrangulada por una bufanda
Una de las declaraciones de la bailarina y coreógrafa que más resuena hasta el día de hoy está ligada a cómo abordaba cada paso que daba, con esa forma tan peculiar de moverse como si estuviera volando, impronta que la convirtió en la pionera de la danza contemporánea. “Nací a la orilla del mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de las olas”, expresó Isadora Duncan, la artista neoyorquina que murió a los 50 años, el 14 de septiembre de 1927 en Niza, Francia. La bailarina, quien nunca había vuelto a ser la misma tras la muerte de sus hijos, falleció en un viaje en auto de un modo cruento.
En pleno trayecto, la larga chalina que llevaba puesta se le enredó en su cuello con mucha fuerza, ya que esta se había trabado en una de las llantas del vehículo que le pertenecía al joven Benoît Falchett, quien se había ofrecido a conducirla al hotel en ese día fatídico. Aunque la bailarina luchó incansablemente para remover su foulard de seda, no pudo sacárselo y murió estrangulada.
Del mismo modo en que todavía persisten sus palabras vinculadas a su pasión por la danza, también resuenan aquellas que había verbalizado antes de subirse al auto, dirigidas a su círculo íntimo: “¡Adiós, amigos míos, me voy a la gloria!”, expresó quien fuera una figura disruptiva en la danza, una profesional que marcó el camino de muchos artistas. Días después de su trágica muerte, trascendieron detalles sobre el accidente. De acuerdo a testigos, el vehículo iba a una velocidad extrema, lo que ocasionó que su bufanda se trabe con la rueda, llevando a Isadora a su triste e instantáneo final, que ni el pedido de auxilio ni los intentos de frenar el vehículo de Falchett pudieron evitar.
*Anton Yelchin, una muerte absurda y un pedido de justicia
Tenía muchos proyectos en mente que no estaban precisamente relacionados con la actuación. Anton Yelchin, a sus 27 años, quería dirigir la primera película que había escrito: Travis, un homenaje a Taxi Driver de Martin Scorsese, por lo mucho que había sido marcado por el memorable protagonista del film, el “justiciero” Travis Bickle. Sin embargo, el 19 de junio de 2016, sus deseos quedaron truncos. El actor de Like Crazy salió de su casa de Studio City, Los Ángeles, para asistir a un ensayo con su banda. Al subirse al vehículo, recordó que no había revisado el buzón y se bajó para retirar los documentos que había dentro de este. En cuestión de minutos, el Jeep Cherokee que dejó encendido rodó marcha atrás y Yelchin quedó atrapado entre una columna de ladrillo y la valla de seguridad, lo que le provocó una muerte por asfixia.
Su muerte shockeó a sus seres queridos y a la industria de Hollywood, en donde era querido y respetado. Luego del velatorio al que asistieron actores que trabajaron con él, desde Jennifer Lawrence a Zoe Saldaña, comenzó la batalla judicial de sus padres, quienes presentaron una demanda contra la compañía automotriz fabricante del jeep. Según Viktor e Irina (quien dio a luz a su único hijo en San Petersburgo en 1989), el cambio de marchas en la Grand Cherokee 2015 era “defectuoso y estaba mal diseñado y fabricado”. “Anton Yelchin fue aplastado y estuvo vivo por un tiempo, atrapado y asfixiándose hasta la muerte”, decía la demanda que llevó la carátula de “homicidio imprudente y responsabilidad civil por producto defectuoso”.
El dolor de los papás de Yelchin también les dio coraje para hablar públicamente de lo sucedido. “Va contra natura que unos padres entierren a su propio hijo. Es por eso que esperamos que esta demanda logre que otras familias no tengan que pasar por el mismo infierno en el que estamos ahora mismo”, declararon. Finalmente, la demanda llegó a la corte del condado de Los Ángeles, pero el desgaste provocado por el litigio los llevó a acceder a un arreglo extrajudicial, dos años después de perder a su hijo y fruto de la dilación del proceso judicial. Tres días antes del trágico accidente, Anton estaba disfrutando de una cena en el Chateau Marmont de Los Ángeles con el fotógrafo Tyler Shields, a quien le expresó lo feliz que estaba por todo lo que tenía planeado concretar.
“Estaba tan emocionado por muchas cosas que le estaban sucediendo”, le contó Shields a la revista People. “Sentía una pasión enorme por la película que iba a dirigir. Mucha gente lo conoció como actor, pero había otro costado creativo en él que era realmente fascinante. Era un artista completo, sus fotografías eran extraordinarias y estaba listo para empezar a filmar. Era brillante, quería hacer arte, nada más. Y un día desapareció. Todo fue muy triste”, expresó su amigo.
*Vic Morrow fue decapitado en pleno rodaje
El actor estadounidense se había destacado, entre otras interpretaciones, por su trabajo en la serie Combate que le valió una nominación al Emmy, pero tenía una carrera prolífica que concluyó en el lugar menos pensado: un set de filmación. El actor de 53 años se encontraba filmando uno de los segmentos de La dimensión desconocida: la película, dirigida por John Landis. Era la noche del 23 de julio de 1982. El personaje de Morrow, Bill Connor, debía atravesar un lago junto a dos niños para llegar a un determinado punto del pueblo vietnamita en el que se hallaban.
Mientras el protagonista se abocaba a esa misión, tenía que generarse una fuerte explosión, al tiempo que un helicóptero sobrevolaba el área. Cuando Landis dio la orden de filmar esa secuencia que no podía tener segunda toma, la explosión fue tan fuerte que el fuego alcanzó al helicóptero, que cayó al instante, y cuyas hélices decapitaron al actor y a los pequeños intérpretes, Myca Dinh Le, de 7 años, y Renee Shin-Yi Chen, de 6.
Tras el escalofriante suceso, Landis y otros integrantes del equipo de la película, como el coordinador de efectos visuales, fueron acusados de homicidio involuntario en un juicio que duró nueve meses, y que terminó en la absolución de los imputados. Luego, los padres de los niños fallecidos y las tres hijas de Morrow (una de ellas, la reconocida actriz Jennifer Jason Leigh) llegaron a un acuerdo con Steven Spielberg (productor y codirector del film), Landis y los estudios Warner Bros. que se mantuvo bajo un total hermetismo.
En una entrevista con The Guardian, la actriz de Los ocho más odiados habló de su padre con respeto por su fallecimiento, pero sin perder la honestidad. “No éramos muy cercanos, fue difícil, no suelo contar cosas de mi papá porque hay mucha gente que lo quiere y que admira su obra, pero fue difícil crecer con él, aunque prefiero no robarle a la gente esa admiración”, subrayó.
*Steve Irwin “predijo” el momento de su muerte
El denominado “cazador de cocodrilos” murió a los 44 años, muy joven, como él siempre creyó que iba a fallecer. La viuda del conservacionista y presentador, Terri Irwin, confesó que su marido le había dicho que no se imaginaba viviendo mucho tiempo más. De todos modos, nunca imaginó los pormenores de su trágico deceso. “Jamás pensó que moriría por un animal, creyó que sería en un accidente automovilístico. Él tenía una convicción tan fuerte de que iba a fallecer joven, que en cierto modo estoy agradecida, pues estábamos preparados”, expresó la mujer en unas declaraciones que impactaron y dieron la vuelta al mundo.
Irwin efectivamente era demasiado joven cuando, el 4 de septiembre de 2006, mientras filmaba imágenes para un documental en el arrecife Batt, en el noroeste del estado australiano de Queensland, se acercó demasiado a una raya, animal marino que tiene un aguijón venenoso, precisamente lo que ocasionó su muerte.
John Stainton, amigo de quien también fuera cuidador de un zoológico, contó cómo fue el episodio que derivó en su fallecimiento. “Él se ubicó justo encima de una de ellas y el espolón de la raya lo picó en medio del pecho, justo en el corazón”, dijo Stainton, quien era parte de la embarcación Croc One, y que estaba a bordo cuando se produjo el hecho. El llamado de emergencia fue rápido y a Irwin le administraron resucitación cardiopulmonar mientras se acercaban a un helicóptero que iba a trasladarlo a un hospital. Antes de su arribo, el australiano fallecía.
“Ya estaba bastante claro que tenía heridas que no le permitirían sobrevivir”, comunicaría luego Ed O’Loughlin, el profesional médico que atendió a una figura muy querida, cuya partida fue verdaderamente conmocionante. En la actualidad, su hijo Robert sigue sus pasos y tiene su propio documental, en el que demuestra su amor por el mundo animal.
*Brandon Lee y la bala que terminó con su vida
La muerte de Brandon Lee marcó un antes y un después en Hollywood y sus protocolos de seguridad, o al menos generó una necesaria conversación en la industria. De hecho, el fallecimiento de la directora de fotografía Halyna Hutchins en el set de Rust recordó de manera indefectible lo acontecido el 31 de marzo de 1993. El actor, músico y modelo, quien también practicaba artes marciales como su icónico padre, Bruce, se encontraba filmando una secuencia de la película El cuervo, dirigida por Alex Proyas, una de las últimas que el protagonista debía completar antes de que el rodaje llegase a su fin tres días más tarde.
En la escena en cuestión, el personaje de Funboy (Michael Massee) tenía que dispararle a Eric Draven (Lee), quien tenía en su pecho una ampolla con un líquido rojo parecido al de la sangre. Cuando se efectuó el disparo, Lee fue impactado en el estómago por una bala que le produjo un gran orificio. Los médicos estuvieron seis horas operándolo para poder estabilizarlo, pero el actor no logró sobrevivir a ese hecho que podría haberse evitado.
Una investigación de The Telegraph reveló que, cuando se acabaron las balas falsas y de fogueo, el equipo técnico tomó la decisión de fabricarlas de forma casera, sin supervisación alguna, y que en una de ellas quedó resto de plomo. El arma en cuestión, que no fue inspeccionada por ningún especialista que ratificara que se encontraba vacía, fue la misma que disparó Massee, quien quedó profundamente traumado por lo acontecido. “Creo que uno nunca se recupera de una situación como esta”, declaró el hombre, quien fue absuelto por la justicia y quien murió en 2016 de un cáncer de estómago, incapaz de sacarse el mote de haber sido “el responsable de la muerte de Bruce Lee”.
En tanto, el director de El cuervo, Alex Proyas, recordó cómo fue trabajar con el actor: “Nuestra relación como actor y director fue mucho más allá de la mera colaboración e hicimos juntos una película que ha tocado a mucha gente. Yo quería que fuera la película de Brandon porque de verdad lo era y porque no iba a poder hacer más. Puso toda su pasión en ella y terminó siendo su legado. Estoy seguro de que hubiese estado orgulloso de ella. Terminé la película por él, luchando contra el dolor y gracias a un equipo y a un elenco que fueron de mucha ayuda y que amaban a Brandon. Nos sentimos invadidos por su fuerza, su espíritu e inspiración”.
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