David Stivel: el talento del director de Cosa Juzgada en la mirada de Norma Aleandro, Marilina Ross y sus hijos
La marca de David Stivel no solo supuso en los años 60 un antes y un después en la televisión argentina. Con una mirada aguda, meticulosa y arriesgada, el director se convirtió desde entonces en el realizador posiblemente más admirado que ha dado la pantalla chica. Y lo hizo, entre múltiples logros, con un hito en la historia televisiva del país: Cosa Juzgada, emblemático ciclo protagonizado por el grupo de excelencia reunido en Gente de Teatro.
"Como los Beatles en la música, ¿con quién compararlo?", reflexionan hoy voces consagradas que trabajaron a su lado. Una conjunción de factores hicieron del universo Stivel un sello. El talento artístico, los libretos, las ideas, estándares de profesionalismo y la preservación del oficio en comunión con nuevas apuestas fueron parte de sus cánones.
"En las producciones de Gente de teatro, las temáticas y el trabajo en equipo trascendían al narcisismo del actor", ha llegado a opinar Ricardo Darín. Hasta el rol más secundario era encarnado por un intérprete destacado, los ensayos eran de orden riguroso y la puesta en común grupal para analizar los resultados de lo ya ejecutado eran parte de un proceso que se retroalimentaba de forma continua.
Stivel, que murió un día como hoy hace 28 años, dejó también su sello en la televisión colombiana y destacó por haber implantado en la pequeña pantalla recursos visuales en instancias tecnológicas muy distantes de las actuales. "Usaba las cámaras como actores, nadie trabajaba como él", sostiene hoy Norma Aleandro. "Recuerdo sus chasquidos de dedos para indicarnos cada corte o plano", evoca Marilina Ross. Junto a los ya fallecidos Carlos Carella, Emilio Alfaro, Bárbara Mujica, Juan Carlos Gené y Federico Luppi, ambas conformaron Gente de Teatro, también conocido como el ‘Clan Stivel’.
Como Cosa Juzgada en televisión, El rehén, de Brendan Behan, fue el equiparable exitoso del grupo en teatro. En una de las pocas grabaciones que circulan sobre el director, un apuesto David Stivel de pelo lacio peinado al costado recorre el Teatro Ateneo supervisándolo todo antes del estreno. Observa cómo unos trabajadores pintan las letras del cartel que anuncia la obra en la sala, saluda a los actores por una ventanita en el camarín donde Aleandro se maquilla y Bárbara Mujica se termina de vestir y observa la escenografía. "No tenés que mirar tanto de arriba", da la indicación a uno de los actores en el ensayo.
"Son las tres de la mañana. ¿Tanto trabajan?", le pregunta un periodista en el registro audiovisual que conserva el Archivo DiFilm. "Sí, entre ocho y diez horas por día. Siempre hay cosas que hacer", responde el director.
La mirada inteligente
Gente de Teatro contó con un elenco estable de primera línea y sumaba a cada obra a destacados intérpretes invitados. Constituido formalmente como cooperativa, el grupo realizó reconocidos trabajos en teatro y televisión, así como una incursión en cine con Los Herederos (1970).
Sobre los orígenes del ‘Clan Stivel’, Marilina Ross cuenta: "La idea fue de Emilio Alfaro, mi compañero de aquellos tiempos. Le tiró la idea a su gran amigo Stivel y así nos fuimos juntando. Lo primero que hicimos fue teatro: El rehén, en 1967, con mucho éxito".
"Emilio tenía unas ideas muy buenas", valora Aleandro, y menciona que en televisión el grupo dio sus primeros pasos ese mismo año en Canal 11 con el programa de sketchs Nosotros los villanos. "Era muy gracioso. En uno estábamos todos y yo era la maestra en una clase donde les enseñaba a los ladrones a robar".
"Todos nos sentíamos realmente compañeros y nos apoyábamos. Éramos un grupo muy lindo y David fue un excelente director y persona. Tenía una mirada profunda e inteligente sobre los libretos y sabía que éramos actores a los que nos interesaba cambiar todo el tiempo. Si habías hecho una comedia, tenías que hacer un drama. Y si una semana habías tenido un protagónico, a la siguiente hacías de extra. Eso lo hacíamos todo el tiempo, cosa que la gente no se lo explicaba. Quedaba bárbaro y nos hacía muy bien a todos", expresa Aleandro. En su memoria perviven los momentos de amistad compartidos: "Alquilábamos siempre una quinta en el verano, porque seguíamos trabajando, y nos íbamos a vivir todos juntos con los chicos. Los hijos de David, mi hijo, los de Luppi. Teníamos una relación muy especial".
"Fuimos aprendiendo a vivir y así es como sin querer se crece", expresaba Emilio Alfaro en los 90, cuando le preguntaron por Gente de Teatro.
Cosa Juzgada: El juez, La Reina, La Santa y el origen de La Raulito
Stivel, que fue primero actor, se había estrenado en el teatro profesional en 1957 con una puesta de El zoo de cristal, de Tennessee Williams, en el Ateneo. Su debut en televisión llegó dos años más tarde con el teleteatro Historias de jóvenes en Canal 7, galardonado en los Martín Fierro.
Llevó a la pantalla chica Hamlet (1964), exitosísima adaptación de dos horas transmitida por Canal 13, protagonizada por Bárbara Mujica y Alfredo Alcón (a quién había dirigido en Yerma) y en la que los personajes llevaban ametralladoras. Al año siguiente, dirigió en el mismo canal la novela juvenil Las chicas (1965) y, ya con Gente de Teatro, Nosotros los villanos (1967) y Vidas en crisis (1968). En 1969, llevó a la pantalla una versión multipremiada de Martín Fierro, con Luppi y Aleandro. Entre sus puestas teatrales de entonces figuran, entre otras, Polvo de estrellas (1964), Libertad, libertad, libertad (1968) y Los japoneses no esperan (1973).
A partir de entonces llegaría Cosa Juzgada (1969-1971), su éxito más rotundo también llevado al teatro. Emitido semanalmente por Canal 11, el programa de casos judiciales reales y contenido social recreaba historias verídicas basadas en las investigaciones que realizaba la escritora Martha Mercader. Juan Carlos Gené se encargó de la mayor parte de los libretos, que aún se conservan. No sucedió lo mismo con los tapes de los programas, que fueron quemados durante la dictadura militar.
El unitario abarcó temáticas que ya interpelaban desde el título: "El juez", "La jubilación", "La Reina", "El dolor", "El hijo", "La oportunidad", "La Santa", "La sentencia", "La libreta", "El cáliz", "Culpa", "Volar", "Nadie" (caso que luego Ross llevó al cine en La Raulito) o "La Rosales", historia de un remero que escapó a nado de los tiros de los oficiales que habían encerrado a un grupo de marineros en un barco.
En los 90, Bárbara Mujica se refirió al origen del multipremiado ciclo, que también contaba con destacados actores invitados. "Cosa Juzgada nació de un festival de la RAI en Punta del Este al que asistió David [de quien la actriz era entonces pareja] sobre unitarios de casos muy famosos de la justicia en Europa. En base a esa idea se tomaron casos de la justicia argentina. El programa creó un nuevo idioma en la televisión y abrió una veta: muchos años después se hizo Nosotros y los Miedos, Compromiso. Demostró que los equipos de actores haciendo programas dramáticos podían ser importantes", resaltaba la actriz.
Aleandro: "David le dio un carácter particular a la imagen"
Cosa Juzgada gustó desde el primer capítulo. "Ensayábamos todos los días mientras grabábamos. Nos entregaban los libretos, nos íbamos a estudiar a casa y al día siguiente teníamos ensayo riguroso. David no se cansaba y te daba el ánimo preciso para tu trabajo", recuerda Aleandro.
La actriz explica que había un gran entendimiento grupal, y de pronto empezó a suceder que David dio un carácter particular a la imagen. "Cuando grabábamos, armábamos con él una coreografía para hacer que dos cámaras parecieran muchísimas más. Entonces, si tenías que caminar, caminabas en una pausa de tu speach con una rigurosidad muy grande de movimiento actoral para el movimiento de cámara. No se notaba lo que hacíamos, pero hacía que pareciera, técnicamente, mucho mejor, como una película, además de lo artístico, que era primordial", explica.
La elección de los temas en Cosa Juzgada era grupal. Recibían los casos Martha Mercader, quien tenía acceso a los mismos a través de su padre, el juez Amílcar Ángel Mercader. "Leíamos varios casos cada uno y era muy conversado. Eran temáticas muy fuertes con personajes muy particulares y se elegían temas que no estuvieran en la línea del jueves anterior. Después de ver los programas nos hacíamos entre todos una crítica de lo que sí y de lo que no", destaca. "Éramos una cooperativa, para lo económico y para lo artístico. Además, éramos amigos, nos apreciábamos y respetábamos y David era una persona muy querida por todos. Se han ido muriendo muchos y nos quedamos Marilina y yo abrazadas", resalta Aleandro sobre la forma de trabajar.
Ross: "Fue el mejor director de la televisión argentina, amigo y compañero de truco"
El primer trabajo de Marilina Ross en Canal 13 fue en 1960, bajo la dirección de Stivel, en el ciclo Juego de adultos, protagonizado por Luisa Vehil. Sobre aquellos años, la actriz y cantante expresa: "¡No existía el video tape! Era todo en vivo. Después David me convocó para su programa Yo soy porteño, pequeñas comedias musicales en vivo. Eran joyitas bajo su dirección y duró siete años. Eso sí, ensayábamos mucho y nos hacía saber hasta cada corte o plano de cámara. Recuerdo sus chasquidos de dedos para indicarlos".
La autora de "Quereme, tengo frío" y "Puerto Pollensa" afirma que creció a su lado. "Aprendí de su mano. Luego formamos Gente de teatro y Cosa juzgada, el mejor ciclo de TV. Allí me encontré con el caso de La Raulito, que años después pude llevar al cine", le dice a LA NACION.
Ross señala que fueron muchos años de amistad, de veraneos juntos y vida compartida. A modo anecdótico, cuenta que con Stivel formaba también dupla en el campeonato de truco ganado en la Asociación de Actores. "Para mí fue el mejor director de la televisión argentina, un querido amigo y un gran compañero de truco", sintetiza.
Rovito: "Eran una cooperativa en la tele y eso aún es innovador"
Stivel dirigió en los años subsiguientes destacados trabajos como Alta comedia, La dama de las camelias, Corrupción en el palacio de justicia, Panorama desde el puente y Esa desconocida, con elencos de lujo que abarcan nombres como Cipe Lincovsky, Olga Zubarry, Pepe Novoa, Mirta Busnelli, Soledad Silveyra, Víctor Laplace, Luis Politti, China Zorrilla, Diulio Marzio, Silvia Montanari, Luisina Brando, María Rosa Gallo o Selva Alemán.
Sin embargo, al igual que sus compañeros, Stivel se vio obligado a abandonar el país a mediados de los 70 tras ser amenazado por la Triple A. A su regreso del exilio realizó, junto a Gené, Los gringos, una miniserie de excelencia sobre las inmigraciones masivas en la Argentina que emitió ATC.
El actor Gabriel Rovito, hijo de Oscar Rovito y Bárbara Mujica, formó parte del elenco de aquel programa. "En esa experiencia pude ver la exigencia de David, pude escucharlo y formar parte de sus ensayos, y con él aprendí una forma diferente de ver la profesión. Fue un trabajador incansable y se acercó a los que sabían y aprendió, además de la tarea del actor, la del director de televisión y de teatro. Era muy completo. Era exigente al máximo y trabajaba a todos los niveles: lo físico, lo intelectual, lo emocional. Daba vuelo a los cameraman y buscaba nuevos caminos. Gente de Teatro era una cooperativa y eso fue totalmente innovador, todavía lo es. Eran artistas de primera categoría y apostaron a lo grupal, intercambiaban ideas y se hacía un trabajo muy profundo que hacía que la gente quisiera trabajar con él. Y así era el resultado", señala el actor.
Rovito recuerda que varios de los actores más conocidos del país "eran como tíos" para ellos y expresa que con Alejo [fruto de la relación de Stivel con la actriz Zulema Katz, que luego se exilió en España con Paco Urondo] y Andrea, nacida de la relación del director con Inés Margulis, se criaron juntos.
Andrea y Alejo Stivel, los sets en el entorno familiar
Con esa herencia familiar, Andrea Stivel acumula 37 años de experiencia como productora y cuenta que, cuando ingresa a un estudio, se da una situación para ella "como de líquido amniótico, como si entrara a un lugar muy primario, incluso a través del olfato".
Casada con Jorge Ginzburg -su relación se prolongó desde 1986 hasta la muerte del reconocido humorista en 2008-, Andrea fue productora de La Biblia y el calefón, Infómanas, Una de cada década, Ilustres y desconocidos, Vivo en Argentina, Mañanas informales, Tomate la tarde, Cuéntame cómo pasó y otras destacadas realizaciones.
Junto a su papá, que en 1981 fue reconocido con el Konex de Platino, tuvo "el placer" de trabajar compartiendo las labores de producción en Los gringos y La memoria. "Recuerdo ¡su concentración! No podía volar una mosca. Se grababa en ATC y al canal venían visitas de colegios y me acuerdo un día cuando unos chicos se pegaron al vidrio y querían ver y él mandó a tapar todo. Cuando grababa, no se podía hablar, respirar casi. Era muy rígido, pero así lograba los productos, y la exigencia que tenía con los demás, la tenía cuarenta veces más con él", asegura.
De él aprendió "el amor por lo vocacional y por la tarea de hacer televisión" y cree que Cosa Juzgada "fue lo más importante que se hizo en la televisión argentina" por cómo estaba concebido, "la postura ideológica en lo que se decía, los textos, cómo se trabajaba y actuaba: una declaratoria de principios en sí misma". De chica, Andrea acudía con su padre a las grabaciones y ensayos. "Hay situaciones en que me encuentro viéndolo dirigir o en casa marcando los libros. Me llamaba mucho la atención cómo trabajaba sobre el guion, cómo hacía la puesta en escena. La cortaba plano por plano y hacía todo lo que tenía que ver con los movimientos de cámara y de los actores".
Su hermano Alejo, destacada figura de la música en España como fundador del exitoso grupo Tequila y productor musical de artistas como Joaquín Sabina, La oreja de Van Gogh o M-Clan, también hace un balance de la herencia recibida. "Tenía un mix de artista y empresario con mucho olfato para lo que puede gustar al público y una brutal capacidad de trabajo, al que le dedicaba el 99 por ciento de su energía, entrega y amor, lo que le proporcionó un éxito que nunca lo abandonó", sintetiza.
El músico y compositor recuerda algunos domingos por la mañana antes de que ir con Stivel a la cancha a ver a Racing y luego a las funciones dobles de teatro. "Se ponía a hacer la puesta del episodio de Cosa Juzgada que se ensayaría esa semana y se grabaría el siguiente sábado en los estudios de Martínez, donde yo acudía religiosamente. A pesar de mi edad (unos diez años) era tan divertido como ir al parque de atracciones. Me daba un guion del programa y yo hacía 'mi puesta' basada en el formato que él se había inventado. Siempre sentí una gran admiración profesional por él y viví como un honor ser su hijo", señala.
Finalmente, Alejo agrega: "Nótese que mis palabras reflejan básicamente un perfil laboral, ya que, según mi experiencia, nunca estuvo muy interesado por la paternidad. Por esta razón fue una relación muy compleja. De cualquier modo, el tiempo hizo que yo fuera capaz de perdonar, hacer las paces y poder declarar el 'caso juzgado' y cerrado".
La etapa colombiana y el realismo mágico en la televisión
Durante su exilio en Colombia, Stivel no se quedó de brazos cruzados y llegó a convertirse en una figurada destacada en ese país. En 1983, tras ser convocado por Alfonsín, intentó regresar a Argentina, pero los lazos con su tierra de acogida eran muy fuertes y allí continuó trabajando, hasta su muerte, el 20 de septiembre de 1992 en Bogotá, a causa de un cáncer.
En aquellas tierras, el director argentino estuvo casado con la conocida periodista Virginia Vallejo, con quien se vinculó entre 1978 y 1981, y más tarde contrajo matrimonio con la actriz colombiana María Cecilia Botero. Fruto de esa relación nació Mateo, hoy prestigioso guionista y director de cine y televisión que ha trabajado para FOX, Sony, Disney y Netflix.
Desde el país caribeño, Mateo cuenta que su papá llegó a Colombia en 1975 "para dirigir un magazine y de a poco se fue metiendo en lo que más sabía hacer, ficción". "Reestructuró muchas de las cosas que no estaban funcionando acá en términos de profesionalismo, técnica y dirección de actores y adaptó muchas obras literarias a la televisión", explica.
Stivel llevó a la pantalla chica exitosas recreaciones de grandes novelas latinoamericanas en horario central. "En ese momento la televisión no hacía adaptaciones de realismo mágico parecido a lo que había hecho García Márquez y mi papá, junto con el escritor Bernardo Romero Pereiro, hicieron tres tiras muy pero muy famosas: Caballo viejo, ¡Quieta, Margarita! y Música, Maestro".
Su hijo cuenta que el director y productor también introdujo en Colombia los musicales. "Hizo Sugar, La mujer del año, La jaula de las locas y Molly Brown. Eso antes no se había visto acá. Yo tenía unos ocho años cuando él falleció pero tengo como muy claros los recuerdos de cuando me llevaba al set, a los estudios, a los exteriores. Lo veía dirigir. Era un tipo con un temple muy fuerte pero eso ayudó muchísimo a la hora de preparar a la gente. Hay quien todavía hoy lo recuerda y agradece todo lo que él hizo por la televisión colombiana", concluye.
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