Dario Lopilato: "Fui albañil, mozo en una parrilla y vendí libros"
"Nunca traté de tomar distancia de lo que soy y lo que vivo", reflexiona Darío Lopilato en la intimidad de su camarín del Teatro Opera, donde protagoniza Hello, Dolly!, de jueves a domingos, junto a Lucía Galán y Antonio Grimau. Algo particular sucede en avenida Corrientes al 800 y es que el nombre y la foto de Darío está en dos teatros, uno frente al otro frente. En el Opera estará hasta mediados de abril, con esta comedia musical y en el Gran Rex debutará con Casados con hijos, con 90 únicas funciones a partir del 12 de junio, y con la mitad de las entradas ya agotadas. Algo insólito para los tiempos que corren y él disfruta lo que le sucede. Dice que nunca se creyó "eso de la fama", y se saca fotos y saluda a cada persona que se acerca, con una enorme sonrisa.
A pesar de que a los 7 años ya hacía publicidades y a los 15 debutó en televisión, Lopilato se ganó la vida como pudo. "Fui albañil, mozo en una parrilla, vendí libros, armé stands en la madrugada en los shoppings. Era actor, pero nadie me conocía. Me gustaba tener un pesito encima y no depender de mis viejos. La escuela técnica te prepara para muchas cosas. Soy técnico electrónico y licenciado en Ciencias Ambientales. Fui a varias escuelas de teatro, hice talleres. Hago lo que me gusta, lo que me apasiona", resume.
-De chiquito soñabas con jugar en primera, ¿te probaste en algún club?
-Tenía esa fantasía de jugar en primera, sí. En River, club del que soy hincha. Ahora juego todos los lunes, con amigos. No lo intenté, en realidad, porque me fui para el lado de la actuación: siempre me gustó hacer reír. En el primer club que jugué fue en El trébol, a dos cuadras de casa, en Villa Urquiza. Me acompañaba mi viejo, los sábados a la tarde. Un día faltó un árbitro y lo pusieron a él a dirigir el partido y tenía que ser neutral. Yo soy delantero, pero ese día me pusieron en la defensa y le di mal un jugador, que voló y dio media vuelta. Se acercó mi viejo y no me sacó ni tarjeta amarilla ni roja, pero me tiró un correctivo y me gritó: "Vaya para allá, señor". Tendría 7 años. Todos se reían porque los del club sabían que era mi viejo y los otros no entendían nada. Lo mío es otra cosa. Disfruto venir temprano al teatro, tomar un cafecito y orar unos minutos antes de salir a escena. Y cuando termina la obra, no me gusta salir volando para mi casa sino arreglar todo, colgar la ropa, irme tranquilo. Bajar del escenario después de hacer la obra, también es un momento hermoso para el actor.
-La primera comedia musical que hacés en tu vida, ¿la propuesta te llegó o la buscaste?
-Cuando me llamó el productor, Leo Cifeli, para proponerme hacer un musical, le corté porque creí que era una broma. Tuvo que llamarme otra vez y entonces me dijo que Ángel Mahler me quería escuchar. Nunca hice un musical y me tentó probar. Fui a ver a Ángel, que es muy copado, se sentó en su piano de cola y me preguntó qué quería cantar. ¡A mí que canto debajo de la ducha! Le pregunté si sabía alguna de Los auténticos decadentes, ¡en un piano de cola! Canté algo y me dijo: "Listo, entonás y eso es lo más importante". Mi cuñado (Michael Bublé, cantante y marido de Luisana Lopilato) se enteró porque todos sabemos lo que hace el otro en mi familia, y están atrás.
-¿Siempre se conversan las decisiones en tu familia?
-Sí, somos muy unidos y a la hora de tomar una decisión es importante que uno esté cómodo, por eso abrimos el juego cuando nos juntamos los domingos. Tenía varias propuestas copadas y le iba a decir que no a Hello, Dolly!, pero mi cuñado empezó a cantarme la canción y me contagió las ganas, me animé. Después conocí a este grupo de trabajo increíble, con la dirección de Arturo Puig, con quien había trabajado en Doctor Amor. Empecé a prepararme enseguida, tres meses y medio antes del estreno. Es un clásico y no podes improvisar, todo es exacto. No conozco Broadway, pero la gente que ha venido y vio ambas versiones, las compara y la nuestra no tiene nada que envidiarle, me dicen. Me lo tomé con mucha responsabilidad y me puse un coach de canto y de baile. Hasta el momento había hecho comedias, vodeviles, obras de texto, pero nada que ver con esto. Me tuvieron mucha paciencia y acá estamos. Es muy bonito lo que sucede porque cada canción de Dolly golpea las puertas del corazón.
-¿Cómo vas a hacer cuando se estrene Casados con hijos?
-Si hay posibilidades de seguir un poco más, yo quiero. Puedo. Todo se fue dando. Cuando me comprometí con Hello Dolly, no sabía que íbamos a hacer Casados con hijos. La verdad es que no sé si se dio que, alguna vez, un actor esté en dos obras en avenida Corrientes, en teatros enfrentados. Lo de Casados con hijos se confirmó después de mitad del año pasado. El deseo era de todos. Es como que te llamen para jugar tu último partido con la Selección Argentina. La gente pedía que volviera Casados con hijos. No sé bien todavía cómo vamos a hacer. Tengo un reemplazo en Hello, Dolly!, pero yo quisiera hacer las dos cosas. Yo las haría. Bajé cuatro kilos en estos meses. En el Opera estamos hasta el 15 de abril y después hay una pequeña gira. En mayo empezamos los ensayos de la comedia. Yo le dije a la producción que, si me bancan, donde estén yo vuelvo porque es una obra muy linda. No dejaría de hacer este musical. Por otra parte, con Casados con hijos vamos a hacer 90 únicas funciones y el 50% de las entradas ya están vendidas.
-Hay mucho misterio sobre los libros de Casados con hijos. Se especuló con que va a ser un humor menos machista para acompañar los tiempos que corren.
-Todavía no leí el libro. Hay que saber que es una ficción, que son personajes y hay que respetar las cosas buenas que tenían los Argento, que eran muchas: estaban juntos en las buenas y en las malas. Después estaba lo cómico. Me acuerdo de un capítulo en el que Pepe estaba mal en su matrimonio con Moni y un amigo lo llevaba a una reunión con amigas y una señorita se le acercó y Pepe le dijo:" No te confundas, yo soy casado y con hijos". Daban mensajes, más allá del día a día. Es una comedia. Se va a hacer desde un lugar distinto creo yo, pero ninguno de los personajes va a cambiar.
-¿Fue complicado juntar a todos? Tienen mucho trabajo y carreras exitosas.
-La maquinaria la movió Marcelo De Bellis y se fue dando. Y ayudó el boca a boca de la gente, que no paraba de preguntar cuándo volvíamos. No descartaría que si viene la propuesta de hacer tele, hagamos especiales. Hace 14 años que los repiten en Telefe: ahora vamos de lunes a sábados.
-¿Qué sentís cuando mirás esos capítulos y te ves con 15 años menos?
-¡No lo puedo creer! Fue algo muy lindo lo que pasó cuando nos juntamos con Guillermo (Francella) y Florencia (Peña) para hacer los spots de radio. Habíamos crecido todos, habían pasado muchos años, pero la química estaba intacta y enseguida apareció la chispa. Creo que tengo que volver a ver el programa para definir algunos tonos. Me pasó que, de pronto, empecé a usar la cadenita de Coqui, que además las hago yo. Cuando me dijeron que había quedado elegido para Casados con hijos, después de 7 castings, empecé a armar el personaje porque me gusta pensar en cómo se viste, cómo se peina, qué usa. Fui a una casa de rock y vi una cadena, de esas que son como las cadenitas de baño, pero más grandes. "Este personaje usa esto", pensé. Y la hice.
-¿Nunca tuviste la oportunidad de usar tu título de licenciado en Ciencias Ambientales?
-Nunca. Estudié para tener un título porque la carrera del actor es un oficio inestable, pero me gustaba mucho hacer teatro. Mientras estudiaba en la UBA mi amigo, Seba, me hizo la gamba y averiguó que había un taller de teatro en la Facultad de Derecho que empezaba casi a medianoche. Yo salía de Paseo Colón y Venezuela a las 23.30. Me hizo la segunda e íbamos al taller de teatro tres veces por semana, después de la facultad. Era remarla.
-¿Y cómo descubriste que te gustaba el oficio del actor? Eras muy chico.
-Un día una productora que pasó andando en bicicleta por la puerta de casa y la vio a Luisana sentada en la vereda. Tocó el timbre, salió mi vieja y le propuso que mi hermana estuviera en una agencia de publicidad. Justo salí yo, que tenía unos seis años y era bonito. Dijo que también podía ir. Fuimos y en el primer casting quedé elegido para una publicidad.
-Son una familia unida, ¿cómo vivieron el grave problema de salud de tu sobrino Noah?
-No hay nada como la familia, que te conoce bien. Tengo muy buena relación con mis hermanas, Luisana y Daniela, que son mis amigas. Amo a mis sobrinos: Daira (15), Benicio (6) que son hijos de Daniela, y Noah (6), Elías (3) y Vida (1), de Luisana. Podés creer o reventar. Fue un milagro, el pronóstico era muy feo. Hablo y se me pone la piel de gallina. ¿Qué pasa cuando todos te dicen que no? Estaba todo para atrás, no había salida, al menos eso parecía. Todo fue un milagro, desde la forma en que se lo descubrieron por una papera que ya estaba curada, hasta el tratamiento, la operación y la cura. Se lo descubrieron acá y si bien tenemos todos los medios necesarios y buena medicina, hay que trabajar con la inmediatez. Fue una decisión del padre y de la madre tratarlo en los Estados Unidos. Cuando iba a visitarlo, le llenaba la habitación de globos. Yo estaba haciendo la obra Bajo terapia en Mar del Plata y se portaron muy bien los productores, me entendieron y tenía un reemplazo cada vez que necesitaba viajar. Fue muy importante para mí porque era una pálida todo el tiempo. Gracias a Dios, pasó. Fue algo que nos unió mucho más como familia.
Sobre la recuperación de Noah: Fue un milagro, el pronóstico era muy feo. Gracias a Dios, pasó
-Son una familia muy religiosa, también.
-No lo tomo como religión, pero tengo mis momentos a solas con Dios porque me hace bien. Es una forma de vida. No me sirve la religión, me sirve la fe. La vivo día a día.
-Alguna vez dijiste que soñás con ser padre, ¿sigue en pie ese deseo?
-Sí, claro. A veces fantaseo con tener una familia, pero disfruto todos los momentos. Ser papá es un sueño. Hoy estoy solo y no tengo apuro; si se tiene que dar, se dará. Estoy grande y busco estar bien. No me gustan los problemas, no discuto, no levanto la voz, me gusta ir a la par, crecer en pareja. Si se llega a dar eso con una señorita, me encantaría.
-Tenés 39 años, ¿sentís que está cerca la famosa crisis de los 40?
-Cuando juego a la pelota me doy cuenta que ya tengo 39. Se me complica correr, pero no me pesan los años. Todo tiene su tiempo. No soy de pararme y mirar para atrás pero a veces, un instante lo hago. Hace 20 años no esperaba todo lo que me está pasando hoy y es una bendición de Dios.
-Vivís solo hace diez años, ¿todavía vas a la casa de tus padres para que te hagan de comer o te laven la ropa?
-Aprendí a vivir solo. Es verdad que vivo cerca de la casa de mis viejos y paso a tomar un cafecito. Al principio me costó porque si dejaba un plato sin lavar, al día siguiente estaba ahí hasta que se juntaba una montaña. Vivir solo te va educando. No soy obsesivo, pero me gusta que todo esté limpio y ordenado. Si tiro algo, lo tengo que juntar yo. Sé usar el lavarropas, y colgar la ropa. Y mi vieja es divina, tiene sus momentos en que te hace todas las comidas y otros nada porque no tiene ganas.
-Por otro lado, ¿aprendiste a hablar inglés?
-Todavía intento hablar en inglés. Por suerte, mi cuñado habla muy bien castellano. Lo acompañé a una gira en Londres y fue una experiencia increíble. Estuve tres meses viviendo en Canadá para aprender inglés, e iba a una escuela de 8 a 16. Me preparé una buena base, pero hablo cuando viene él nada más.
-¿Hay proyectos?
-Hay algo para tele y quiero hacer mi unipersonal, una obra que se llama Celular y comienza con un muchacho con un teléfono en la mano, y dos autos, uno debajo del otro y humo. Concluye que está muerto y quiere llamar a los amigos, a la madre para contárselo.
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