Darío Barassi: del “colapso” del éxito, a su adicción más extraña y a su esperado regreso a la TV
El actor y conductor habló con LA NACION sobre su vuelta a 100 argentinos dicen, su hija Emilia, la sitcom de Disney+ que está rodando y sus singulares fetiches en el set
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Días antes de su esperado regreso a100 argentinos dicen, por eltrece, Dario Barassi habló con LA NACION desde su camarín de C.H.U.E.C.O., la serie de Disney+ que está rodando en Munro desde hace dos meses.
Rodeado de frutas y con una heladerita “llena de agua y bebidas light”, el actor que probó la conducción en 2020 y terminó encontrando su propia fórmula del éxito, contó cómo distribuye su tiempo entre estos dos trabajos que, por unos meses, van a ocurrir en paralelo. También habló de Emilia, su hija de dos años y medio, que lo hizo sumergirse aún más en mundos imaginarios y deambular entre princesas y paredes que hablan.
Con 38 años, Barassi sorprendió en la pantalla chica al ponerse al frente de un programa de entretenimientos, usó su humor y su histrionismo para conectar con la gente y logró sobresalir. Ahora muchos los señalan como el gran sucesor de los conductores históricos, como parte de una nueva generación.
Contento con ese mote, pero aclarando que nunca va a dejar de actuar, Barassi dio detalles desconocidos sobre sus gustos, sus adicciones, su relación con el éxito y la intimidad.
Sus pedidos para el camarín y su extraña adicción
“Pedí tener una heladerita, tomo mucha agua y gaseosa de dieta y un camarín con baño que es un dato hermoso para que salga en el diario: soy adicto a los baños. Me gusta la acústica y el clima de los baños. Millones de veces, me cambio y me siento a pasar letra porque me gusta estar ahí, posta, soy un enfermo de los baños”, cuenta, desde el camarín donde el aire acondicionado congela el ambiente.
Envalentonado, aprovecha para relatar que hace poco tuvo que lidiar con problemas domésticos relacionados a ese peculiar ambiente: del inodoro de su casa -vive en un barrio privado, cerca de un campo- salían sapos, que nadaban en el agua y se escondían. “Tuve que poner una red”, remata.
Barassi dice miles de palabra por segundo, se ríe, y tiene esa espontaneidad que traspasa la pantalla. Lejos de esos humoristas que cuando se apagan las cámaras, se apaga el humor, Dario mantiene la chispa intacta durante la conversación, que solo va a ser interrumpida cuando la mexicana Consuelo Duval, la otra protagonista de C.H.U.E.C.O., lo saluda desde afuera y se hacen chistes. “Es una excelente comediante”, dice sobre su colega.
-Cuando terminó 100 argentinos dicen, el año pasado, se dijo que te tomarías unas largas vacaciones, ¿fue así?
-¡No! Este proyecto es anterior a 100 argentinos... Fue en pandemia que me comentaron de esto e hice el casting. Estaba un poco al límite, era papá, y estaba muy dedicado a mi hija, y era buenísimo, pero venía laburando un montón y de repente durante 6 meses no laburé. Se cortó todo, así que estaba medio en crisis. Conducir no estaba en mi radar, esto ya lo venía como hablando, así que en mi primer contrato para 100 argentinos... Aclaré que estaba esta sitcom para Disney y que cuando se presentara la posibilidad la iba a grabar. Así que por suerte lo tenía cubierto. Me da gracia porque mucha gente cree que me tomé 70 meses de vacaciones porque no estaba haciendo el programa, pero no. No fueron vacaciones, la estoy pasando bárbaro pero es laburo.
-¿Extrañaste conducir durante estos meses?
-Sí. En esencia soy actor, pero me fue tan bien conduciendo que dije: “¿Qué onda?”, porque fue una bomba el año pasado con 100 argentinos... Hubo un salto en mi carrera, grande o chico, pero hubo un salto. Entonces lo recontra empecé a respetar y, de verdad, disfruto mucho más conducir de lo que pensaba. Le venía escapando porque no quería encasillarme en eso, sabía -porque soy verborrágico y empático- que iba a laburar bien, pero le escapaba un poco. Lo descubrí y fue un placer. Pero, claro, vuelvo a actuar y me doy cuenta de que aunque sean otros tiempos y extraño mucho al programa, hay algo vocacional que se me despierta y me encanta hacerlo. Es otro universo, pero conviven muy bien. Tengo arreglado con la gente de Disney que fueron flexibles y los de eltrece, que también lo fueron, para que convivan los dos universos. Ya retomé las grabaciones de 100 argentinos..., volvemos el lunes [por hoy] con todas las expectativas de que la gente se vuelva a enganchar y que se cope con el programa.
-Es como un lugar donde podés ser 100% vos...
-Sí, sí, yo estoy en un asado en mi casa, real. Como recibo a mis amigos más íntimos, así estoy en el programa. Obviamente hay cámaras y estoy en modo Barassi (en mi casa no estoy tan al palo, no bardeo tanto a la gente porque sino no tendría un amigo). Me siento muy cómodo, estoy como patinando por el estudio. Desde el día uno encuentro mucha empatía con el público. En un momento se habló de otro tipo de formato, de interactuar con algún famoso y entrevistarlo, pero me doy cuenta de que hay algo del formato entretenimiento que me calza perfecto. Me das un marco en el que me puedo mover con libertad y eso me viene bien, porque yo soy desestructurado, no soy tan prolijo... Entonces al tener el marco estoy como patinando, jugando, fluyendo... Pero hay un juego, en algún momento tengo que hacer la pregunta, hay un dinero rápido, como que me ordena. Sino estaría una hora y media diciendo boludeces y contando anécdotas de mi vida. Eso está bueno dos o tres programas pero en un momento decís: “Bueno, gordo, ya está, ¡basta de vos y tu vida!”.
-Igual a la gente pareciera divertirle que seas tan autorreferencial
-Yo dialogo bien con las personas. Empatizo, soy un tipo observador y rápidamente a modo de ejercicio lúdico apenas veo a la familia me invento quién es cada uno y después juego más con lo que yo creo que son que con lo que son. Entonces es un ejercicio recontra teatral, yo entro y ya me inventé. Después me dicen quién es quién y para mí no, voy con la mía. Termino muerto, hago dos programas cada día que voy a grabar, son dos horas, salgo como deshidratado de ideas y energía.
-¿Cómo te sentís cuando dicen que podrías ser el sucesor de conductores históricos? En tiempos donde el rating no acompaña lograste revertirlo...
-Con lo que no funcionaba de eminencias en la tele nunca me meto. Mucha gente dice: “Mirá lo que miden”, pero durante 30 años clavaban 45 puntos de rating, entonces respeto absoluto. Marcelo [Tinelli] me parece un conductor del carajo. Pero a mí me encanta ser parte de una nueva camada de conductores, eso me encanta. Yo me doy cuenta de que soy desprolijo para conducir y lo elijo, me gusta, no soy un conductor respetuoso, ubicado, que le habla al público con tranquilidad. Es otra manera. Lo veo en Jey [Mammon], en Lizy [Tagliani]... A mí me encanta Nico Ochiatto. Veo como perfiles de nuevos conductores que van apareciendo... Rada, también. Más lúdicos, más relajados, más descontracturados, una nueva manera.
El regreso a la TV tras sus ansiadas vacaciones
-¿No te tomaste vacaciones entonces?
-Me pedí un mes de vacaciones. Me quería ir con mi mujer y mi hija a algún lado porque el 2020-2021 fue intensísimo. 100 argentinos... abrió doscientas mil puntas paralelas de laburo: redes sociales, eventos, más algo de ficción que hice el año pasado... Terminé colapsado. Soy muy pegote a mi mujer y a mi hija, me gusta mucho estar en mi casa, con ellas, así que me armé un viajecito. Me fui como 20 días a una playa, que pensé que no iba a haber un solo argentino y apenas me bajé apareció una pareja de cordobeses (”Barassi, mostrame a la pipi”). Dije: “¿Dónde me vine?, está lleno de argentinos”. Pero la pasé bárbaro. Quería moverme del modo Barassi, a parte mi hija es media parecida a mí: se va con todos.
-¿Buscabas el anonimato?
-Sí, pero la pasé bárbaro. Estuvimos en Costa Mujeres que es espectacular. Estuvo bueno, logré relajarme un poco, no agarré laburo de redes, a todo el mundo le dije: “Durante estos 20 días no subo nada”. Pude desconectarme un rato, yo disfruto mucho la intimidad. Siento que todo el mundo me considera un primo porque me expongo mucho. Pero hay algo de esa intimidad que no expongo, la cuido un montón. Me parece que está bueno porque si ese tridente no tiene su momento, su espacio, como que se me cae todo lo otro.
-¿Cómo hacés para administrar los tiempos ahora que estás en plena rutina?
-Mi tema en terapia hoy es que me gusta ser un crack acá, me gusta ser un crack conduciendo, quiero ser el mejor papá, el mejor marido... Estoy durmiendo 3 horas y media por día (espero que no se note en las fotos). Estoy entregado. Hay días que pido llegar media hora después porque me encanta llevar a la nena al colegio, me gusta que vea que estoy, me gusta ser un padre presente. Tengo equipo: tengo niñera, Amanda, que es la chica que trabaja en casa y es parte de mi familia, Luli [su esposa] es psicóloga y tiene una empresa y labura con mil pibes en adaptaciones escolares... Los dos tratamos de acomodar nuestros tiempos para poder estar presentes, nos turnamos. Por eso los fines de semana son sagrados, para poder estar los tres juntos. Me convertí medio en un ortiva porque no viene nadie a mi casa los fines de semana: solo quiero estar con mis chicas.
La relación con su hija Emilia
-¿Jugás mucho con Emilia?
-¡Estoy con un nivel de baba! Sí, re juego. Me despierta a las 6:30 de la mañana todos los días con el vestido de Elsa [de Frozen]. Está fanatizada con una parte de la película en que Ana toca la puerta y Elsa dice: “Déjame en paz, Ana” y Ana dice: “Ya me voy”. Entonces ella entra a mi cuarto y si no hago esa situación, no se va. Ella juega sola, pero antes toco la mesa de luz y le digo: “Ya me voy” y ahí recién se va. Lo disfruto un montón, soy recontra lúdico, me encantan los pibes. Mi hija es el ser humano más copado del mundo, estoy entregado.
-¿Estás para un segundo hijo?
-Tengo ganas, en algún momento lo hablamos con mi mujer. La paternidad la tengo ultra mega resuelta con esta hija, ya me recontra siento padre, no es que necesito otro hijo para realizar el tema familia, la foto perfecta, cero. Pero, bueno, Emilia es muy hija única, tiene pocos primos, tengo miles de amigos y compartimos la paternidad entre todos. Pero en Navidad hay 2 o 3 nenes en mi casa, me gustaría como que haya un poco más. Lo estamos hablando con Lu, ella también tiene ganas. Pero, bueno, ahora justo se encaminó todo. Estoy bien así, pero está por dejar los pañales y la marca de pañales me dice: “Dale, gordo, tené otro”. Mi hija es medio selvática, le gusta ir al parque, no hace en el inodoro. “Voy a hacer caca” y se va corriendo y va al pasto. Ahora en el colegio le estamos explicando.
-¿Te cuesta poner límites?
-Soy muy copado, simpático, divertido... Pero soy un tipo de base conservador, estructurado, las cosas son de una manera. A mí me gusta el orden, me gusta la estructura. “Terminamos de jugar, enana, dimos vuelta la casa, okey, hasta que esto no esté impecable no hay dibus”. Entonces la pongo a ordenar. Soy pesado, con los horarios también: 8:30, te bañás, te acostás, ¿no tenés sueño? Me pongo al lado tuyo y te cuento cuentos. Me encanta inventar cuentos y ella tiene demasiada imaginación. De repente se está durmiendo y dice: “Las paredes me dicen hasta mañana”. A las seños del jardín ya les avisé que puede llegar a tirar que el inodoro le habla, pero que es un juego.
-¿Qué podés adelantar de C.H.U.E.C.O?
-El producto está bárbaro. Vi un par de escenas que no debería haber visto pero tengo mis contactos y me parece efectivo, está lindo. El elenco entendió el código de entrada y es difícil encontrar guiones a los que no haya que agregarles nada. Yo que voy ornamentando todo, acá leo la letra y la tiro, puedo jugar y agregar algo desde el actor, pero de letra nada que agregar. Es una comedia familiar, tiene humor de adultos, hay ciertas situaciones con Chueco [un chimpancé] que son más de adulto, pero es una comedia para que la familia vuelva a sentarse junta frente a la televisión.
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