Durante una charla con LA NACION, el joven de 22 años contó cómo fue su debut oficial como actor, las exigencias de su familia y por qué le costó tanto sentirse bien en sus zapatos; además reconoció que le encantaría ser famoso
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A los 22 años, Dante Ortega por fin pudo debutar como actor. Comenzó por algo pequeño, una obra en Microteatro, pero no piensa parar. Desde chico quiere actuar, cantar, mostrar lo suyo, pero su familia lo instó a estudiar primero para luego dedicarse al arte. Así lo hizo y ahora se sale de la vaina por desplegar lo que sabe.
Nieto de Palito, hijo de Sebastián, sobrino de Emanuel, Julieta y Rosario, no era muy difícil adivinar a qué se dedicaría “de grande”. Y en eso está, dando sus primeros pasos.
-Con todo el estímulo artístico que recibiste de tu familia, ¿cómo te decidiste por la actuación?
-Ya de chico tenía mucha curiosidad, más allá de que había algo familiar muy fuerte. Me gustaba disfrazarme, actuar... Siempre lo sentí muy genuino y muy parte de mí. Como algo que estaba dentro mío, más allá de mi abuelo, de mis tíos, de mi papá productor. Después eso obviamente lo supe aprovechar.
-¿En qué sentido?
-Y, si me sigo formando como actor, el día de mañana mi papá hace una serie, tengo la posibilidad de hacer un casting a ver si quedo. Siempre me sentí un privilegiado de hacer lo que me gusta y saber que tengo una familia que también se dedica a eso.
-Trabajaste en el Cantando, ¿también te gusta la música?
-Sí, saqué dos temas, sigo muy creativo, compongo mis canciones... Ahora me metí mucho en la actuación, pero estoy esperando que cuando haga alguna serie o alguna película, si se me da, poder grabar mis canciones, me las quiero pagar yo. Con los primeros temas, mi viejo me dijo “te puedo dar una mano”, pero me gustaría que mis próximos proyectos, de acá en adelante, salgan de mí, de mi propia economía.
-¿Trabajaste en un restaurante?
-Sí, fue en pandemia y yo no sabía qué hacer. Estaba todo el país parado, había terminado el colegio, tenía mucha incertidumbre, no estaba estudiando... Entonces mi mamá me dijo “si no estudiás, trabajás”.
-¿Tu mamá es exigente?
-Es muy amorosa, pero nos inculca lo del estudio o lo del trabajo y me metí a trabajar de mozo en el Jardin Japonés.
-¿Cómo llegaste ahí?
-El dueño conoce a mis papás y yo les pedí el contacto.
-¿Cómo la pasaste?
-Fue muy exigente, el laburo de camarero es intenso, pero fue una linda experiencia.
-¿Ganaste plata?
-Ponele, para el mes.
-¿Te dejaban propina?
-Sí, con la propina te llevás un dinerito. Depende mucho del servicio que das. Yo soy amable, pero a veces los clientes son bravos y a mí me costaba cuando el trato no era tan bueno. Yo estoy acostumbrado a recibir mucho cariño y cuando salí al mundo, fue como una cachetada, que está bueno transitar también.
-¿Mucho amor recibiste en tu infancia?
-Sí, de mi mamá, de mi papá, de mis tíos, de mis abuelos... Siempre fui el mimado, tuve ese círculo de contención.
-¿No te presionaban para saber si ibas a ser artista o no?
-No, nunca me insistieron para que hiciera algo que yo no quería hacer. Mi mamá me decía “está bueno que seas artista, pero estudiá”. Y yo quería estudiar teatro. A ella le hubiera gustado recibirse, de psicóloga o algo. Entonces eso lo proyectó en nosotros.
-¿Qué carrera estaba dando vueltas para que estudies?
-En un momento arranqué periodismo en TEA, pero yo quería ser actor.
-¿Lo llevás en la sangre?
-Y, es loco, porque a todos nos termina interesando la música, la actuación... Yo creo que si hubiera nacido en una familia de abogados, más tradicional, me hubieran inculcado estudiar una carrera.
-¿Cómo fue tu infancia? Me imagino a todos reunidos con la guitarra.
-De chico a mí en el colegio me encantaba estar en las obras de teatro, ir a los talleres artísticos. Siempre me gustó mucho todo lo que tuviese que ver con eso y en mi casa yo era muy distraído. Iba al campo y hacía mis monólogos. Cuando iban las amigas de mi mamá a tomar mate yo me quedaba con ellas y les hacía obras de teatro. Me disfrazaba de Rey, de Power Ranger.
-¿Cómo era la relación con tus hermanas Paloma y Helena?
-En general las hacía actuar, hacía cortometrajes con el iPad. Las obligaba y yo no sé si a ellas les gustaba mucho, pero yo quería mandar a todo el mundo. Las tenía re cortitas, era bravo.
-¿Ellas no quieren ser actrices o algo relacionado con el arte?
-No, son de más bajo perfil. Yo, en cambio, soy re extrovertido, me encanta mostrarme.
-Pero nunca se te vio mucho.
-Porque no quiero mostrarme por mostrarme, quiero hacer algo coherente. Me gustaría arrancar con un proyecto, como ahora, que estoy haciendo esta obra en Microteatro. La hago con mis compañeros de teatro, Pía Patruno -que es la profesora-, Sofía Moro, Ignacio Mosso, Sol Acuña y Pedro Coletta.
-Ahí hacés de director de cine...
-¡Sí! El personaje tiene un carácter muy fuerte. Quizás sigamos en enero.
-¿Te quedás en Buenos Aires?
-Sí, porque quedé en un casting para una miniserie. No puedo contar mucho, pero es un proyecto que me entusiasma porque mi personaje es bastante protagónico. Es un chico tímido, que llega de un pueblo a Buenos Aires para cumplir su sueño. Tiene mucho que ver conmigo.
-Y con la historia de tu abuelo Palito.
-Total. Cuando me llegó, me sentí muy afín a mi personaje.
-Pero vos naciste en Buenos Aires.
-Sí, me siento re porteño, pero también me gusta estar en Pilar, mi papá vive allá... Y desconecto, me inspiro.
-¿Cuántos años tenías cuando tus padres se separaron?
-Once años. Me costó un poco al principio porque cuando tenés papás públicos, todo se hace público. Cada cosa de la intimidad que ellos van viviendo, se sabe. Pero el tiempo fue acomodando las cosas. Hoy ellos están en una instancia en la que se llevan muy bien, nos priorizan a nosotros, se preocupan por nuestro futuro porque mi papá sabe que yo quiero ser actor, que quiero crecer en eso y le entusiasma que, teniendo todo servido en bandeja, tengamos el empuje de decir “queremos que nos vaya bien en lo que hacemos”.
-En el Cantando no te mostraste mucho.
-Porque me quería seguir preparando, quería ser prudente, pero ahora ya estoy en un momento en que quiero mostrarme, estoy para darlo todo. Siento que ya pude conocerme más como artista y lograr seguridad.
-¿Qué rama te gusta más, la música o la actuación?
-Es un cincuenta y un cincuenta. Con el paso del tiempo me voy a dar cuenta cuál me apasiona más o cuál me brinda más oportunidades.
-¿Tenés algo de cada miembro de tu familia?
-Julieta es actriz, Emanuel es cantante y tiene un estudio, me dijo que cuando yo quiera, me va a producir.
-¿Qué tipo de canciones hacés?
-De amor y también me gusta mucho hablar de mis momentos de vulnerabilidad. Yo estuve muy angustiado en mi adolescencia porque me costó salir del armario. Eso para mí no fue fácil y me gustaría cuando haga un próximo disco, poder hablar de todas esas cosas. Fueron momentos en los que no fui muy feliz y no podía expresarme y explotar lo que me estaba pasando.
-Parecen muy libres en tu familia, ¿por qué no podías contarlo?
-Fui el propio autor de mis rejas. Había algo de mucha imposición, de querer parecerme a mi papá, a mi abuelo. Mantener esas figuras paternas que eran muy fuertes. Y me terminé dando cuenta con mucho orgullo que yo era otra persona, alguien distinto.
-¿Tus padres te ayudaron?
-Sí, nunca sentí que mis papás me hayan condicionado, ni profesionalmente, ni como persona.
-¿Entonces por qué te reprimías?
-Era algo mío. Tal vez cuando era chiquito y me ponía un disfraz o un vestido, mi papá me veía y se quedaba impactado, me quedó esa sensación de pensar “no sé si lo ve tan normal”. Pero nunca me lo dio a entender como un prejuicio, pero en esa época no estaba tan naturalizado el chiquito que se pone un vestido. Hoy tal vez si un primo mío, chiquito, se pone un vestido, bueno, ya se ha abierto mucho el panorama en la sociedad.
-Muchas veces se habló de la relación tuya y de tus hermanas con el ex de tu mamá, con Marcelo Tinelli. Dijeron incluso que por eso se habían separado.
-La relación con Marcelo yo siempre la sentí muy linda. Si no, no hubiéramos podido pasar tantas Navidades, tantas fiestas juntos, en familia, y tantos años. A Marcelo siempre que me lo cruzo en el gimnasio o a alguno de los hijos, los saludo y les tengo mucho respeto y mucho cariño. Cuando escuché esas cosas me llamaron mucho la atención porque nunca las sentí así. Yo siempre traté de ser muy amable con los hijos de él y con él mismo.
-¿Se hicieron amigos de los hijos de Tinelli?
-No. Porque tenemos edades muy distintas, formas de ser muy distintas. Nunca fuimos muy allegados pero el respeto y el cariño siempre estuvo.
-¿Y con Lolo?
-Es lo más, lo amamos. Es esa personita que siempre nos va a conectar. Siempre va a estar para que haya el respeto que nos merecemos tanto los hijos de Marcelo, como nosotros. Y es súper valioso que Lolo pueda entender eso. Yo lo viví con mis papás, entonces aprendí que los chicos tienen que vivir armónicamente, sin hostigamiento ni mala onda en la familia.
-¿Cómo es él? Ya tiene 9 años.
-Tiene un carácter bravísimo. Es muy parecido al papá. También es sensible, eso lo sacó de mi mamá.
-¿Por qué nunca antes trabajaste como actor?
-Hice unas cositas chiquitas en Graduados porque le pedí a mi papá. Pero después ellos querían que estudie, que termine el colegio. Lo terminé y hace un año y medio que estudio teatro en la escuela de Nora Moseinco. Eso me abrió mucho la cabeza y las puertas. Pero antes, aunque yo quería mostrarme, nunca me dejaron. Mi papá no quería que tenga el Instagram público, por ejemplo.
-¿Y vos querías?
-¡Sí! Quería tener seguidores, pero él no me lo permitía. A mí me daba mucha rabia y le discutía. Pero la última palabra la tenía él. Terminé entendiendo mucho después que me estaba cuidando. Es importante vivir las cosas a su tiempo, no quemar etapas.
-¿Sentís que te pasó eso?
-Sí, no me apuré.
-A pesar de que te enojabas. ¿Qué querías exactamente? ¿Ser famoso?
-Yo quería ser famoso.
-¡Pero ya eras famoso!
-Pero yo quería más.
-¿Alguna vez te rebelaste contra tus padres?
-Bueno, los bloqueaba y ponía el Instagram público. Mi mamá me dejaba, el problema era mi papá. Me decía “me llego a enterar que tenés el Instagram abierto y te lo cierro y no lo volvés a abrir hasta que tengas 18 años”. Era muy exigente.
-¿Con quién vivís ahora?
-Con él. Yo vivía con mi mamá, pero me mudé con mi viejo porque sentía que tenía que madurar algunas cosas. Cuando se separaron, lo veía una vez por semana y entonces ahora dije “me quiero conocer más con él, ver lo que hace”. Porque tiene mucho que ver con lo que yo quiero hacer. Entonces quise acercarme para entender cómo se inspiró para llegar a donde llegó.
-Parecés tranquilo.
-Pero soy bravo. Yo no me callo las cosas. Siempre con mis papás sentí mucha libertad para decir lo que pensaba. Cuando ellos no se ponían de acuerdo con algún tema nuestro por la separación, yo mediaba mucho. Y nunca me callé, siempre fui muy directo. Y soy terco, si quiero algo no me rindo.
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