Dani La Chepi: “Al principio me negué a estar en MasterChef Celebrity, me daba mucho miedo”
En 2016 se viralizó un video suyo junto a su hija Isabella, en el que la pequeña de 3 años decía malas palabras y ella se tentaba cuando quería retarla. Nada era fácil en ese momento para Daniela Viaggiamari pero una vez más, el humor le estaba salvando la vida. Desde entonces, los seguidores de Dani, La Chepi (tal como se llama su cuenta) jamás pararon de crecer y de seguir las andanzas de madre e hija. “No tenía un mango, estaba sola y sin trabajo con una nena de dos años y juntaba deudas. Armé una cuenta para mostrar que era actriz y cantante: una especie de casting abierto porque ya no tenía tiempo de ir a pruebas. Y comenzó a participar Isa, pero porque a ella le divertía estar en los videos y además porque era madre 24x7, siempre estábamos juntas. Por suerte salió bien porque me vieron productores de dos radios, me ofrecieron laburo, luego llegaron marcas y de a poco fui armando un sueldito entre todo eso”, rememora durante una charla con LA NACION.
A partir del lunes, su cara se hará más conocida. Es que la influencer será parte de la nueva edición MasterChef Celebrity, que arranca el próximo lunes, y ocupará ese rol que en la primera temporada tuvo Belu Lucius, pero con una diferencia abismal: Daniela no tiene ni la menor idea de cocina. “Al principio me negué, me daba mucho miedo. Belu es del sindicato de influencers y cocina muy bien, entonces dejó la vara alta y yo de verdad que no sé nada, solo le cocino a mi hija para que sobreviva, pero tengo mil problemas de salud y soy muy limitada, la comida me aburre, como siempre lo mismo”, admite, pero dice que pronto cambió de idea: “Dos minutos después entendí que es horario central y que era la oportunidad que busqué toda mi vida. Hice bolos en mil novelas, en cine, la remé en dulce de leche, no lo podía dejar pasar”.
La actriz promete que será gracioso verla en la cocina, que tiene un cuaderno en el que hace todo tipo de anotaciones y que en las semanas que llevan grabando, ya pasó por todos los estados. “Mi mejor amigo es chef amateur y me pasa consejos. Entonces le pregunto qué puedo hacer con una pechuga y él me dice que la rellene, y yo pienso ‘¿y cómo se rellena?’. Te juro que no entiendo nada, pero estoy comprometida y te googleo hasta qué es un espárrago”, blanquea y confiesa que ya empezó a poner en práctica algunos consejos del jurado en su casa. “El otro día, por ejemplo, uno de los chefs me dijo: ‘Vas a ver que te va a cambiar la vida’ y yo me reía, pero mirá, apenas empezó y ya me fui a comprar tomillo y romero para condimentar unas papas. Ahora pongo una milanesa en el plato y la acomodo, antes se la arrojaba. A mi novio lo tengo feliz porque los fines de semana cuando nos vemos le digo: ‘dejá, voy a cocinar un soufflé de queso’ y me dice ‘¿what?’. Ojo, eh, ya empiezan a sorprenderse conmigo”, bromea.
-¿Tenés al menos un plato que te salga bien?
-Yo hago un guiso de lentejas bien pulenta, de esos que te dejan titilando, bien sabroso y tano como los que cocinaban en mi casa. El tema es que la lenteja hay que remojarla y ahí tenés solo una hora, no te da el tiempo y tenés que recurrir a tu creatividad... pero la mía es para hacer humor o para escribir guiones, ¡no para pensar un plato!
-¿Y qué planeás hacer, improvisar?
-Me lo estoy tomando en serio como cada trabajo que hice. Cuando me quedé sin laburo empecé a trabajar en un lugar de pizza napolitana de moza cantora y el dueño, Maurizio De Rosa, un chef conocido, me decía: ‘vos no podes venir acá sin saber nada’. Y yo le decía: ¡pero si soy moza! Pero tenía razón, entonces me puse a estudiar cómo se hacía la pizza para venderle al extranjero lo que estaba comiendo. Quizás no puedo practicar todo lo que querría porque llego a la noche y no le puedo decir a la nena: ‘andá a jugar a la tablet’. No la vi en todo el día, me gustaría hacer más, pero voy a mejorar.
“Se armó un lindo grupo, muy sensible, hay amistad entre algunos. Yo desde el primer día, por ejemplo, me hice amiga de Andrea Rincón”.
-A la mayoría de las personas la comida la conecta con su infancia, ¿te pasa?
-Mi mamá detesta la cocina, nosotros vivíamos a milanesas, guiso, y en épocas de vacas flacas, arroz con pollo si es que había pollo o sino con salchichas. En cambio, a mi papá sí le gustaba mucho cocinar y es increíble cómo la cocina, al igual que los perfumes y los aromas, te transportan. Yo tengo una familia muy separada, un hermano en Chile, el otro en España, mi papá tuvo un ACV del que nunca pudo reponerse. Entonces cuando cocino es recordar cómo mi papá cortaba las verduras o el pepino.
-Entonces, se viene mucho llanto...
-Sí, lloro por cualquier cosa aunque en las redes me muestre súper fuerte y aguerrida, soy muy sensible y justiciera. Al extremo. Mi hija odia que llore. El otro día me dice: ‘¿Vos vas a estar ahí? Mirá si te dicen cosas feas, qué malo ese señor, ¿por qué tiene esa cara [por Germán Martitegui]?’ Cuando me empiece a dar devoluciones, lo va a odiar con toda su alma. Tengo en claro que es un concurso de cocina y que no deja de ser televisión. Nada es personal. Se armó un lindo grupo, muy sensible, hay amistad entre algunos. Yo desde el primer día, por ejemplo, me hice amiga de Andrea Rincón.
Reconvertirse, una y otra vez
Durante la cuarentena, junto a la exfutbolista y presidenta de la Asociación Femenina de Fútbol Argentino, Evelina Cabrera, crearon Las Lorenzas. Una cuenta de Instagram desde la que cada noche salían en vivo y compartían fracasos amorosos y citas fallidas. Primero suyas y luego, las que enviaban sus seguidores (en su mayoría, mujeres). Los números las acompañaban: cada transmisión llegaba a las 40 mil personas, incluso en los días de semana. “La gente necesitaba reírse”, explica y analiza el fenómeno: “La vida de la mayoría es el teléfono y gracias a eso estuvimos todos conectados en el encierro. Ahora que me cruzo con más gente, me dicen que fue impresionante lo que los acompañamos. Una chica me dijo que la salvamos de una depresión, pero fue así, todas las noches se encontraban con dos pibas comunes, de barrio, que se reían de los fracasos. Para mí no hay nada mejor que combatir los momentos difíciles con humor, al menos eso me salvó a mí en cada momento difícil. Y eso es lo que uso para el programa cuando me equivoco y para mi vida. Ok, te equivocaste, puteás, ¿te vas a quedar ahí? Pasaste por cosas peores, levantate y seguí”.
De altibajos, La Chepi sabe demasiado. A los 16 años fue a bailar flamenco al “Yo sé” de Feliz Domingo y ese día estaba Alejandro Romay viendo la tribuna. La eligió a ella y a otros chicos para armar un segmento llamado Música en libertad dentro del programa. “Luego se hizo el peor programa de la televisión argentina que se llamaba Los + Más o Los más escuchados. Un programa totalmente insostenible, sin ningún tipo de contenidos más que divertir a los adolescentes del momento. Un ranking musical haciendo que cantábamos, pero lo increíble es que la mayoría éramos músicos y cantantes y no nos dejaban cantar”, recuerda.
Después vino una telenovela llamada Salvajes, que inicialmente protagonizaban Valeria Lynch y Miguel Habud (cuando eran pareja) pero no enganchó en la gente y la historia pegó un volantazo. “En ese momento estaba laburando en un bar en la municipalidad de San Isidro porque ya no tenía trabajo en la tele y mi viejo me mandaba a laburar o me colgaba. Me llama [la productora] Daniela Rottemberg y entro como la niña rica, cheta. Así que te puedo decir que protagonicé una novela, mi amor [risas]. Y ahí salieron un montón de bolos en cine y televisión. En Alma pirata hice de la madre muerta de Luisana Lopilato y de ahí participé en todas sus novelas”, cuenta en su versión actriz. Pero su versatilidad también le permitió durante algunos años ser conductora de radio junto a Homero Pettinatto en Los 40 principales; en radio El Mundo con Ariel Tarico y se adueñó de la trasnoche de la Pop con Héctor Rossi. Y, en paralelo a esto, seguía trabajando de moza cantora en una pizzería. En el medio, también desplegó su faceta cantante: “Fui a un casting en Café La Humedad para cantar tangos en el restaurante de Cacho Castaña. Me puse ropa prestada porque seguía pagando deudas, pero quedé y empecé a cantar tres o cuatro tangos y agarraba unos manguitos más. Después Cacho me llevaba a veces a sus shows como su descanso, entonces cuando él frenaba para respirar yo subía a cantar algunos temas y ahí entre todo, ya me armé un sueldito”.
El gran golpe de su vida (y lo que aprendió de él)
Cuando estaba embarazada, su papá -que era su gran amor-, sufrió un ACV del que nunca pudo recuperarse, y su familia se rompió en pedazos y se diseminó por el mundo. Uno de sus hermanos se fue a vivir a Chile, el otro a España. “No es casual, estas cosas unen o separan, le pasa a muchas familias. Me gustaría que, al menos, mi papá hable con mi hija. Yo le digo a ella en muchos momentos: ‘el abuelo diría tal cosa’, pero bueno, no todo se puede”, se resigna y cuenta cómo hace para intentar comunicarse con él que se encuentra internado bajo cuidados médicos permanentes.
“Cuando le muestro algún video llora, así que debe entender que estoy haciendo algo copado. Los enfermeros que lo cuidan me prometieron que le van a poner el programa para que lo vea. Es incomprobable saber si entiende, pero yo creo que sí porque lo único que le funciona es su dedo, entonces yo voy y le cuento chistes y cosas escatológicas que le encantan y mueve la cabeza sonriendo y te das cuenta que entendió el chiste”, cuenta y asegura que su papá estaría muy orgulloso de ella. “Cada vez que cocino adentro del estudio me acuerdo de él. Me pasó ayer que estaba cocinando algo y se me vino bien presente. Creo que se las arregla para estar en las buenas y en las malas. Esta no es vida la que está viviendo, está preso en su cuerpo, fue siempre un tano machista, que iba de un lado al otro, mantenía a su familia y ahora le toca depender del resto. Yo cada vez que voy le pongo onda, pero salgo destruida, digo por qué dios, me gustaría que haya sido más rápido, menos doloroso”, reconoce.
Con los años, también pudo reflexionar y sacar en concreto lo que esta experiencia que le toca vivir a su papá le dejó de enseñanza: “Esto vino a decirnos que hay que luchar, nunca bajar los brazos, que hay que tomarse las cosas muchísimo más tranquilos. Mi papá era trágico, se le rompía el calefón y lloraba; todo el barrio se enteraba si se le rompía el auto; mi hermano más chico chocaba y tenía que tomar lexotanil para tranquilizarse. Y eso más allá de la mala alimentación, de los excesos, de las adicciones, que son cosas que pueden tener un tratamiento, se dan por vivir siempre con una angustia por tragedias que no son, y te lleva a lugares horribles, como en el que está mi papá”.
Un amor compartido (en redes)
Sus seguidores también pudieron seguir el minuto a minuto de su historia de amor. Todo empezó en los comienzos de la cuarentena cuando su hija le preguntó por qué aplaudían a los médicos y no a los trabajadores que juntaban la basura de la puerta de su casa. Entonces, madre e hija empezaron a saludarlos por la ventana, les juntaban golosinas o les daban regalitos para sus hijas, pero el conductor del camión jamás se bajaba.
Un día les hicieron una entrevista en un canal de noticias y fue Isa la que contó sobre sus nuevos amigos, entonces su mamá comenzó a coquetear con humor, en sus historias de Instagram, con el conductor, aunque nunca lo había visto. “Se ve que le avisaron al flaco y empezó a ver lo que decía. Una tarde se bajó del camión y tenía unos faroles que digo: ‘Mirá, el camionero’. Por la ventana, me regaló un vino a mí y un chocolate a la nena. Encima esta chiquita se ponía al lado de la ventana y decía ‘te gusta, te gusta’ y yo me quería morir de vergüenza. Empezamos a hablar por Instagram, después nos pasamos los teléfonos y éramos medio novios, pero todo muy adolescente, virtual. ‘Hasta te extraño’, le dije. Después, cuando levantaron la restricción, Isa se volvió a ver con su papá y nosotros comenzamos a salir al parque y filmaba los pies de los dos y la gente estaba enloquecida con la novela de la influencer y el recolector”, rememora La Chepi, quien asegura haber encontrado a una buena persona que la hace sentir acompañada y sobre todo, “a un buen pibe, laburador” “¡Por fin una vez no tengo que pagar yo!”, bromea.
Actriz, cantante, conductora de radio, influencer, madre, hija, mujer, Dani La Chepi dará que hablar y sobre todo, le aportará humor a las noches de Telefe.
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