El popular actor regresa esta noche a un escenario, luego de muchos años de ausencia, con una comedia dirigida por Javier Daulte; en la extensa charla con LA NACION repasó su vida y recordó el doloroso momento en el que casi se incendia su casa en Córdoba
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De romper mandatos se trata y de reconocer que el modelo de pareja tradicional puede ponerse en tensión y reverse. Damián de Santo decidió volver al teatro para contar una historia en torno al amor y sus vaivenes y a cuestionar eso llamado monogamia. “La obra me rompió la cabeza. En el imaginario de mi generación no estaba conformar una pareja de a tres”, aventura el actor, acodado en el pulman de la sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza, donde, desde esta noche, ofrecerá Me gusta, comedia de Alberto Rojas Apel, dirigida por Javier Daulte. “Los árabes tenían siete mujeres, pero hay que tener muchos millones para poder sostener eso. Acá también existe, había un tachero que salía con mellizas, personajes que aparecían como algo extraño y que hoy es más común encontrarlos”.
De Santo estará acompañado por Julieta Zylberberg y, junto a ellos, la joven Luciana Grasso, quien se sumó al elenco, luego de un período de audiciones. “Nuestra generación es bisagra, criamos a nuestros hijos de otra manera, somos hogareños y compartimos las obligaciones con la mujer, sabemos ir de compras y cocinar”.
-Más allá de eso, conformar un trío o la infidelidad no son tópicos aceptados abiertamente.
-En el caso de la obra, no se trata de infidelidad ni de un trío, acá los personajes no se enfiestan, acá hay amor.
El dramaturgo Alberto Rojas Apel debuta en la aspiracional Calle Corrientes con un texto donde aparecen los permisos de un matrimonio, interpretado por De Santo y Zylberberg, para sumar a una joven como parte del contrato amoroso. “Los tres se enamoran”. La pareja, luego de una década de relación y una hija, ve sacudido su acuerdo conyugal ante la irrupción de una niñera tan joven como desestructurada. El material, desde lo hilarante, deja abierta la puerta para repensar las múltiples formas de amar y romper con los estereotipos. “Se habla de triangular el amor y no de meter a una mujer o un varón más en la pareja, hablamos de un enamoramiento que plantea la tercera que llega”.
“Me gusta” referencia a esos modos de vinculación que emergen de las redes sociales. “En la vida, el humor siempre aparece, aún en circunstancias difíciles”, reconoce el actor, para quien la propuesta significa su primera vez de trabajo compartido con Daulte: “Había visto obras de él, es un director que me encanta y que, a la vez, tiene una dulzura extra, algo que, a mi edad, se valora mucho”.
-Lo armónico redunda en mejores resultados.
-Yo no quiero estar marcando la cancha ni sacarle los dientes a nadie, en el terreno se ven los pingos.
Tampoco había trabajado con Zylberberg y valora que la joven Luciana Grasso haya obtenido su papel en un proceso de casting. “A Julieta la había visto y Luciana sorprenderá, es muy de Leo”. Él se reconoce “muy de Géminis” y, cada tanto, hará mención a la incidencia de los signos del zodíaco en los modos y el destino de las personas. “No estudié nada al respecto, pero me gusta conocer sobre el tema”.
El actor vuelve al trabajo en teatro después de muchos años. Su última participación en este medio fue a comienzos de este siglo cuando formó parte de La cena de los tontos, junto a Adrián Suar, Guillermo Francella y Roberto Carnaghi.
Luego de esa experiencia, De Santo comenzó a construir las cabañas, hospedaje para turistas, que administra en Villa Giardino, provincia de Córdoba, donde está radicado. Una osadía de su parte, comenzar con ese proyecto, que hoy atraviesa su vida, en plena crisis del 2001. Aquella decisión, a puro coraje, cambió su rumbo.
-¿Sos así de decidido con todo lo que emprendés?
-A lo que te dice el cuerpo hay que darle bolilla. A mí me pedía vivir en otro lado que no fuera Buenos Aires, sobre todo, teniendo hijos.
-La decisión también habla de tu seguridad como artista.
-Nunca me asustó no trabajar más como actor, sabía que, si había hecho bien las cosas, y como soy buena gente, me iban a llamar para poder hacer algún manguito.
Tiene 55 años, aunque aparenta algunos menos. Sus manos tienen la textura de quien trabaja con ellas. No son las de un intelectual. En Villa Giardino hace de todo. Sus cabañas saben de sus remaches. “Tener dos actividades implica problemas en dos lugares distintos, pero también está la posibilidad de reposar en una y otra. Puedo hacer muchas cosas al mismo tiempo, soy geminiano...”.
-¿Qué quiere decir eso?
-Todos tenemos dos caras, pero, Géminis lo explota.
“Escorpio es muy sexual”, dirá en un momento, otra vez mostrando sus conocimientos astrológicos. Acaso tan aplicables en su técnica como actor como las clases con los discípulos de Alejandra Boero o en los seminarios de John Morris que lo formaron. “Mi manera de componer es mucho más certera, antes me tiraba a la pileta, aunque no hubiese agua, por eso trato de elegir bien, sino me quedo en las cabañas”.
-El escenario es la otra gran escuela.
-La práctica es todo, cuando me recibí de Perito Mercantil entré a trabajar en un banco y tuve que aprender todo de nuevo.
Durante tres años trabajó en el Banco de Crédito Argentino, en tiempos de economía alterada durante la hiperinflación de 1989 y la llegada de una nueva política económica a comienzos de los noventa. “Hacíamos plazos fijos al tres mil quinientos por ciento”. En la Argentina, algunas cuestiones nunca terminan de irse del todo. “La gente vendía sus casas para hacer plazos fijos”. Se salvó del Servicio Militar Obligatorio y bromea con que le hubiera tocado ser Patricio, dada su baja altura. Hubo un camino lejos de la escena, antes de convertirse en un actor popular.
Monogamias
-En tu vida, ¿te planteaste una situación como la que plantea la ficción de Me gusta?
-Volviendo a una cuestión generacional, mi generación pasó de no tener libertad a nutrirse de la misma desaforadamente. Cuando uno es joven, piensa estos temas desde el placer sexual, pero, con los años, se ve más real desde un lugar de afecto.
-¿Existe la monogamia dentro de la naturaleza humana o es un parámetro construido e impuesto por determinadas culturas y religiones?
-Es algo totalmente religioso, ¿por qué si uno dejó de estar enamorado no puede separarse? Es bueno hacerlo de común acuerdo, pero si te obligan al “hasta que la muerte los separé” te incita a separarte como el ort... Si te amaste con alguien, gozaste sexualmente, tuviste hijos, ¿no es mejor separarse bien? Si se termina el amor, hay que tener sinceridad. Tengo 55 años, mis hijos están grandes, si no me llevase bien con mi mujer, ¿qué obligación tengo para estar con ella? Además, si tenés coraje para estar solo, no querés estar con nadie más.
En 1999 formó su matrimonio, “casados con todos los papeles”. Fruto de esa relación nacieron sus dos hijos, uno adolescente de 17 años y otro de 22 años ,que ya trascendió esa etapa de rebeldías y vive en Córdoba Capital, donde estudia teatro.
Su mujer es bailarina de tango, por eso el actor puede enumerar las milongas que se camuflan en La Siberia, la zona del barrio porteño de Villa Urquiza donde también vivió.
Vínculos
-Durante más de una década no tuviste contacto con tu padre, esa situación ¿marcó tu manera de ejercer la paternidad?
-Aprendí a ser padre con mis hijos y con ambos fue distinto. En la vida me planteé estar presente, junto con mi mujer, en la crianza de ellos, por eso elegí el lugar donde vivo. Los llevé al colegio y, cuando regresaban, estábamos en casa.
-¿Cómo articula esa dinámica con el vínculo con tu padre?
-Mi padre, cuando tuvo la oportunidad de compartir cosas conmigo, no dudó en recuperar esas horas perdidas.
-Decidió volver.
-Él no huyó, sino que un juez de menores decidió, en la época de los militares, que no nos podía ver más. Tenía una perimetral.
-¿Por qué?
-Mi vieja le había hecho una denuncia falsa, que no se puede comprobar. Eso existe aún hoy.
-¿Afectó el vínculo con tu mamá?
-Para nada, puteé mucho, pero siempre le dije que iba a ver a mi papá el día que él apareciera. Y así fue. Cuando mi papá apareció, le dije a mi vieja: “Empiezo a tener una familia, o te la bancás o me voy”. Mi papá se me presentó en la secundaria y se me largó a llorar, hacía años que no nos veíamos. Siendo padre, entiendo qué significa eso.
El actor pudo reconstruir la relación con su progenitor, pero sin desarticular el afecto con su mamá: “Amé a mi vieja, me dio todo, lo bueno y lo malo”. Cuestiones del destino, durante el mismo año, su madre falleció como consecuencia de una enfermedad y su padre perdió la vida luego de un accidente. “Se despidieron”.
-¿A pesar del distanciamiento?
-Sí, con mi hermano le dijimos “papi, mamá no pasa de esta semana, ¿querés venir?”.
-Fue.
-Mi mamá estaba en coma farmacológico y él pudo despedirse de ella. De parte de papá hubo perdón, de mamá, no sé. Siempre cuento esto porque siento que cosas parecidas nos suceden a todos y eso puede generar identificación.
-Tu madre, ¿le pidió perdón a tu padre?
-No, era una gran docente, pero, en lo personal, era más cerrada. Yo le decía, “mamá, pedí perdón”, pero era dura. De todos modos, como decía mi abuelo, “cuando hay pelos en las b... ya no se le puede reclamar nada a los padres”.
El enojo de Chiquita
Hace años, contando algunas cuestiones personales, tuvo una ríspida discusión con Mirtha Legrand en uno de los almuerzos a los que fue invitado. A la luz del tiempo, un hit del programa. Desde aquel día, nunca más volvió a ser convocado para participar de la “mesaza”. El actor habló de “necedad” de parte de Mirtha y ella no lo dejó pasar.
-¿Te arrepentís?
-Para nada, hoy no lo volvería a hacer porque ya lo hice. Ya no me enojaría con ella, en realidad, aquella vez tampoco me enojé.
-Mirtha suele ir a los teatros, ¿qué pasaría si concurre a verte?
-Divino, no hay problema. Por otra parte, con aquello que pasó, ella también hizo un programa.
-Al punto que seguimos hablando hoy sobre aquella situación.
-Le dije: “No me levanto y me voy, porque me gusta la mousse de chocolate”. Mirtha no me lastimó porque yo fui con mi verdad.
En el camino
La ruta entre Buenos Aires y Córdoba la desanda en micro, camino reconocido desde hace años. “Me encanta cuando estoy viniendo a filmar o grabar, y lo mismo cuando regreso y voy pensando en que tengo que cambiar la bomba de agua y el rulemán, me encanta hacer el mantenimiento”.
Me gusta se ofrecerá los fines de semana, lo cual lo estimula a pensar que “el lunes a la tarde ya voy a estar en casa”. Se enamoró de Villa Giardino cuando visitaba el poblado para pernoctar en la residencia que allí tiene la Asociación Argentina de Actores.
Habla de los caminos nevados que rodean a su complejo de cabañas, de los catorce minutos hasta La Cumbre y de los asados mirando la montaña. “Para hacer un pozo, estás tres horas a pico y pala, porque todo es piedra”. Sabe de lo que habla: “Todo es laburo pesado”.
Explica sobre mantenimientos y materiales. Y cuenta que el trato con los turistas que se hospedan en su complejo es cotidiano. Muchos no se sorprenden al verlo, ya que son clientes desde hace 22 años, cuando inauguró el lugar. “Estoy en todos los detalles”.
Hace unos años, sequía mediante, algo cada vez más habitual, los campos aledaños a sus cabañas sufrieron un incendio forestal de grandes dimensiones, esos que toman días apagarlos. Las llamas llegaron hasta pocos metros del complejo y de su propia casa. Podría haberlo perdido todo.
“Ya tenemos la solución”. Explica que rodeó el lugar con unos conductos que toman agua de la piscina con capacidad para trescientos mil litros. “Eso nos da 22 horas de autonomía”.
-¿Corrió peligro tu casa?
-Sí, porque se incendió el quincho que está pegado, entonces el calor podía haber hecho explotar los vidrios de mi casa y hacer estallar el fuego.
A su residencia la salvó un avión hidrante y al complejo de cabañas, el trabajo de 250 vecinos solidarios que no pararon de arrojar agua. “Estaban a baldazos limpios”.
-A veces se focaliza en la falta de solidaridad.
-Acá sucedió todo lo contrario, incluso la gente se esforzó aún estando en pandemia. La policía no quería dejar pasar a los vecinos por el aislamiento, pero nadie hizo caso, había una causa común. En los pueblos y en los barrios todos se cuidan con todos.
Se ríe permanentemente y saluda a cada uno de los trabajadores del teatro. Con el encargado de lustrar los pisos hace chanzas y no duda en pegar un grito y saludar, desde el pulman, a alguien que acaba de pisar la platea. Tiene calle. Campechano. Ese sería un buen término para definirlo. Se lo percibe frontal. Alguien podría decir que es de “pocas pulgas”. Lo cierto es que posee algunas características que lo apartan de ciertos modos y deber ser del medio artístico. Ser actor no lo convierte en un integrante de la farándula, ese estrato con códigos propios e hipocresías al por mayor.
“Soy un pibe de barrio, callejero. Sigo formando parte de mi barra de Canalejas, en Caballito”. Nació en ese barrio, se crio muy cerca de la cancha de Ferrocarril Oeste. “Sin herir a nadie, digo lo que siento”, afirma y confirma que lo suyo no es ser un comedido impostado, un correcto a contrapelo de lo que siente.
Localidades agotadas
-Los teatros están trabajando con un gran aforo, en muchos casos con localidades agotadas. Sin embargo, los actores haciendo ficción no son considerados por la producción televisiva, salvo excepciones.
-La ausencia de tiras o unitarios hace que la gente se vuelque al teatro. El otro día, una señora me decía “voy al teatro, porque a ustedes no los veo en la tele”.
-¿Qué busca la gente en la ficción televisiva?
-Creo que hay una necesidad de ver historias cotidianas que te llenen el corazón, por eso nos fue bien con lo que contó el grupo de amigos que hicimos en Telefe.
Se refiere a El primero de nosotros, la tira en la que un grupo de amigos se veía sacudido cuando a uno de ellos le diagnosticaban una enfermedad terminal.
-Aprovechando tu estadía en Buenos Aires para hacer teatro, ¿te sumarías a un proyecto audiovisual?
-No, le entrego mi energía a un solo trabajo, ahora es el teatro. Necesito y me obligo a hacerlo. Ya hice televisión y teatro y es una desesperación. Luchas con los horarios, con el tránsito, llegás al teatro destrozado, algo que no se merecen ni el actor ni el público. No se trata de hacer los trabajos solo para facturar, no quiero que vean a Damián en el escenario, sino al personaje que me toca hacer.
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