La hija de Diego Maradona habló con LA NACION sobre todo lo que está atravesando desde la muerte de su padre y por qué tomó la decisión de sumarse a un programa de radio
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Acaba de debutar en la renovada Radio Metro formando parte de Un día perfecto, el espacio que ocupa la franja diaria de 13 a 17 en la nueva grilla de la estación que conserva su tradicional frecuencia del 95.1 de la FM. “Hacer radio era lo que necesitaba en este momento de mi vida, con todo lo que me está pasando”, confiesa Dalma Maradona a LA NACION, aún movilizada por haberse cruzado hace minutos con el profe Fernando Signorini, una de las personas que tuvo a su cargo la preparación física de Diego Armando Maradona en su época de esplendor deportivo.
La hija del hombre más idolatrado del mundo disfruta de esta nueva posibilidad expresiva, diferente a la comunicación que entabla con el público cuando interpreta un personaje de ficción. “La actriz está ahí y si aparece un personaje que pueda hacer en el programa, será divertido. La radio es un lugar de comunicación que estoy experimentando, soy muy nueva en esto, pero me encanta”, reconoce mientras se dispone a la charla en un living cercano a la terraza desde donde se emite el programa, en el barrio de Colegiales. Durante el extenso diálogo no dejará de nombrar en presente a ese padre llorado.
Transitar el dolor
“Sentía que no quería una exposición televisiva, que frente a las cámaras no iba a poder pilotear mi tristeza”, se sincera. La actriz se encuentra acompañada por Gabriel Schultz, Nicolás Cayetano Cajg y su hermana, Julieta Cayetina Cajg.
-¿Cómo te llegó la propuesta?
-Me llamó Cayetano, me comentó que tenía el equipo armado y querían que yo fuera la cuarta integrante del grupo.
-¿Aceptaste inmediatamente?
-No. Le agradecí, pero le comenté que estaba muy triste, que todo era muy reciente y que sentía que no me iba a poder acoplar al grupo brillante que conformaban. Además ellos ya se conocían, funcionan muy bien juntos porque han compartido trabajos anteriores. Pensaba que no iba a poder estar a la altura y prefería que el lugar lo ocupara alguien que lo pudiera hacer bien.
-Algo sucedió y cambiaste de opinión.
-Seguía igual de triste y hablando con mi marido, fue él quien me dijo que la radio podía ser un buen disparador para empezar a salir y estar un poco mejor. Además no tenía la exposición de la televisión, donde si me decían algo vinculado a mi papá me iba a poner a llorar y hubiera sido terrible.
-¿No te sucede en la radio?
-Acá si me emociono, me puedo correr y no pasa nada. Nadie se da cuenta.
Aún está muy fresco aquel fatídico 25 de noviembre del año pasado cuando Diego Armando Maradona murió en horas del mediodía enlutando al mundo y provocando el desgarrado dolor de la pérdida en sus seres más cercanos. Las elocuentes imágenes que lo mostraron cuando visitó el estadio de Gimnasia y Esgrima de La Plata el pasado 30 de octubre, fecha de su cumpleaños 60, expusieron su frágil estado de salud. Era evidente el deterioro extremo. Sin embargo, el mundo no estaba listo para despedir a uno de sus mayores ídolos. Su familia, mucho menos.
“No había forma de no transitar el duelo, pasé por todos los estados. Estuve muy enojada, muy triste. Me sigue pasando. La radio es una terapia, pero hay algo que está ahí latente aún, muy a flor de piel por más que hayan pasado tres meses”, confiesa Dalma.
-Tres meses es nada para la partida de un afecto tan profundo, tan estrecho.
-Cada uno lo recorre de manera diferente. Hay gente que, quizás, puede transitarlo más fácil o rápido. No está ni bien ni mal, pero esto es lo que me sucede a mí y por eso trato de respetar lo que me está pasando.
-Imagino que volverán a vos pensamientos, charlas, imágenes, ¿dónde aparece Diego?
-En todos lados, mi papá está todo el tiempo conmigo, de eso estoy segura. Siento que tengo una conexión muy buena y mi hija también tiene un vínculo muy lindo con él. Mi papá está todos los días, en todos lados, todo el tiempo.
-Transitar el duelo por la muerte de un padre es siempre doloroso. Que sea una figura del rango único de Diego Maradona hace que el duelo sea público. ¿Eso complejiza el dolor o el apoyo de la gente se convierte en un sostén emocional?
-Hay mucho amor, pero también es cierto que todo el mundo opina sin tener idea. En estos días salieron unos audios horribles, pero también, de alguna forma, avalan todo lo que nosotras venimos diciendo desde hace mucho tiempo.
-¿Cómo tomaste esos audios que pusieron en blanco sobre negro el tipo de vínculo de tu padre con su entorno directo y desnudó qué pensaban y cómo actuaban los profesionales que, supuestamente, estaban a su lado para protegerlo y acompañarlo en sus tratamientos de salud?
-Si me preguntás a mí, hubiera preferido que no salieran a la luz, pero sí que los tenga la Justicia para que haga lo que tenga que hacer. Yo no necesito que nadie avale lo que viví y sé que fue real, pero también es un golpe de realidad que nosotras no decidimos. Los audios que tiene la Fiscalía salen a la prensa, no sé... es muy difícil. No tengo ganas de escuchar cómo maltrataban a mi papá. No tengo ganas. Sé que sucedía, traté de hacer todo lo que estaba a mi alcance, a veces me fue mejor y otras, no. Pero no tengo ganas que esto... a este nivel, es muy doloroso, muy doloroso. De todos modos, trato de no ver mucho, pero entiendo que opinar también es el trabajo de la gente. Hay programas enteros que se basan en “que hubiera sido si...” y no tienen idea. Nosotras, cuando estábamos con mi papá, no necesitábamos subir una foto a las redes o contar que nos habíamos encontrado. Nuca fue así. De hecho, en un momento de mi vida, cuando sentí que se metieron tanto y que todo el mundo opinaba, me preguntaban y yo decía: “No hablo más”. Había algo que me lo quería guardar para mí. “No lo ve nunca más”, fantaseaban. No era así, lo que pasa es que no se enteraban. Son decisiones.
Por estas horas, el foco está puesto en el entorno directo que estuvo cerca de Diego Armando Maradona. La tarea de su médico Leopoldo Luque y de su psiquiatra Agustina Cosachov son materia de estudio en la causa que busca desentrañar cómo vivió en sus últimos días y por qué murió el mayor embajador de la casaca nacional.
-Se puede matar de muchas maneras, ¿qué pasó con tu padre? ¿lo mataron?
-No puedo hablar de eso porque hay una investigación de la cual formo parte, tuve que ir a declarar. No puedo opinar públicamente en ese sentido, pero, claramente, tengo mi opinión formada. El pedido de justicia va a seguir hasta que haya una resolución. Es lo único que puedo decir.
-Un pedido de justicia que tiene que ver con que se encuentren responsables y cumplan con su pena...
-Por supuesto.
-Está circulando una convocatoria para que la gente se manifieste y pida justicia masivamente, algo peligroso en tiempos de pandemia. Tu hermana apoyó esa iniciativa.
-Tengo entendido que es una marcha a la que convocan los fanáticos de mi papá y Giannina apoyó esa movida porque se trata de un pedido pacífico de justicia. Me parece que está bueno, aunque al día siguiente de la marcha no se va a solucionar nada. Ya nos adelantaron que los procesos judiciales tienen tiempos que son imposibles para un familiar que está esperando que se haga justicia. No soy yo la primera que lo pide, existen casos tremendos donde la gente está esperando a la Justicia, como esperamos nosotras. Porque sea Maradona, no se resolverá a los dos días. Esperamos como un montón de madres, padres y familiares que piden justicia por cosas terribles. Sentimos que a nosotras nos sucede lo mismo.
-Existe la figura de la curatela para proteger a personas que están disminuidas física o mentalmente y que no pueden disponer con sana independencia de sus actos de manera solvente y sin peligro para ellos o los demás. ¿No apelaron, junto con Giannina, tu hermana, y Claudia Villafañe, tu madre, a esa instancia para lograr tener a tu padre a cargo?
-Eso también está en la Causa.
Linaje
-Tu apellido es el de una de las personas más queridas del mundo y, quizás, junto con la figura papal, el hombre más famoso de este planeta. Entiendo que, más allá de todo lo bueno, también es un peso llamarse Maradona. ¿Cuál es el lado b?
-No hay una parte mala, lo único malo es que él no esté acá ahora. El apellido lo llevo con todo el orgullo del mundo y sé perfectamente quién es él. El resto es más de los demás, esa cosa de juzgar al otro. A veces me consultan cosas sobre mi papá y yo no tengo idea. Entonces ahí solo digo: “Se lo hubieras preguntado a él”. Yo me hago cargo de mi hija, de mi familia y el apellido, te vuelvo a decir, lo llevo con todo orgullo.
-No debe ser nada sencillo que se hable permanentemente de tu apellido, de tu familia. De hecho, yo lo estoy haciendo en este momento.
-Son las reglas del juego. Lo malo es que, a veces, no son respetuosos conmigo, pero me tengo que callar, no tengo que realimentar algo que me hace mal. Cuando se ríen o disfrutan de una situación, para mí es un dolor muy grande. Es así, entiendo el trabajo de todos.
-Recién posabas en la calle para el fotógrafo de LA NACION y la gente te saludaba, se tomaba selfies con vos. ¿Cómo te llevás con tu propia fama?
-La gente es un amor conmigo. Cuando digo que llevo mi apellido con orgullo, también tiene que ver con eso. Las cosas que hizo mal mi papá, las hizo mal para él. Se hizo más daño a él que a cualquier otra persona. Por eso en el pueblo su imagen es muy buena. La gente me agradece a mí lo que hizo mi papá por la Argentina, pero yo no hice nada, aunque lo agradezco y lo tomo con mucho cariño.
-¿Cómo considerás que es la mirada que tiene la gente hacia tu hermana Giannina y hacia vos?
-Nunca sentí que nos hayan juzgado de alguna manera o que la gente sintiera que debíamos hacer las cosas de una manera u otra. Al contrario, siempre hubo mucho apoyo y cariño para mi mamá, para mi hermana y para mí. Nos pasó en el velorio, estábamos sentadas y la gente nos gritaba su amor a nosotras tres. Era terrible, hasta incómodo para las otras personas que también estaban ahí. Para la gente, solo tengo palabras de agradecimiento. En lo personal, me avala una historia de vida, estuve en los medios desde que nací. Al principio, no fue por opción, luego decidí mi carrera. Siempre digo que si quieren saber cómo soy, tienen que hablar con la gente con la que trabajé, que consulten en los colegios a los que fui. Para mí, el trato con el otro es fundamental. Trabajo desde los ocho años y no van a encontrar a alguien que diga que llegué tarde, que no fui respetuosa. Tengo un gran respeto por el trabajo y por el otro, me parece muy importante eso.
-¿Hiciste o hacés terapia?
-Sí, cuando era chica y desde hace un tiempo volví, pero con otro tipo de terapia que se llama mindfulness. A mí me cambió la vida, me ayudó a comunicar mejor lo que quiero decir, mis sentimientos, a ver cómo me tengo que manejar con el otro.
-¿Sentías que te comunicabas erróneamente?
-A veces, uno tiene una idea y, por comunicarla mal, se comprende otra cosa. Eso lo fui entendiendo con la profesional con quien hago esta terapia.
-¿Cómo fue Diego Maradona en el ejercicio de su rol de padre?
-Para hacer la obra La hija de Dios tuve que mirar muchos videos y pude comprobar que mi papá estaba presente en todos los momentos familiares. No se perdía los cumpleaños, nos contaba cuentos a la noche, nos bañaba, se metía en la cuna. La gente tiene la idea que él no estaba nunca por su profesión o por la vida que llevaba y no fue así. Cuando vi todos esos videos, me pregunté por qué fui tan exigente y por qué le reprochaba tanto, si las cosas no eran como yo creía.
-Te acordás de la última charla con él.
-Sí, por supuesto, pero no voy a decir sobre qué hablamos, qué nos dijimos.
-¿Cuánto tiempo antes del fallecimiento sucedió?
-No importa.
-¿Sucedió a solas con él?
-Estábamos mi hermana y yo.
-¿Fue presencial o por teléfono?
-En su casa...
La despedida
-Hablabas de los juzgamientos sin conocer la intimidad familiar. En ese sentido, se criticó mucho el acotado velatorio de tu padre en la Casa de Gobierno que culminó con desmanes.
-Es espectacular que me preguntes sobre ese tema porque yo escuché todo eso. La decisión fue muy difícil en un principio: Giannina, por ejemplo, no quería hacer nada, quería estar sola con su papá, con todo el derecho del mundo. Después entendimos que compartir a nuestro papá toda la vida tenía que ver con ese amor de la gente y que, por esa misma razón, el pueblo se tenía que despedir de alguna manera. Nos llegó la propuesta de la Casa Rosada y dijimos que sí. Había gente esperando desde el mediodía y mi papá llegó a la tarde-noche. Quizás porque estaban desde muy temprano, cuando comenzaron a entrar ya había gente como muy descontrolada. No todos, por supuesto. Pasamos por situaciones por las que no estuvo bueno pasar.
-¿Por ejemplo?
-Nos habían dicho que iban a grabar un rato, pero resulta que grabaron todo el tiempo, así que está todo documentado. Si alguien tiene alguna duda, lo puede ver. A nosotras nos hubiera encantado que toda la gente que se acercó, se hubiera podido despedir de la manera que quisiera.
-¿Por qué no sucedió?
-En un momento se puso todo muy violento, se cayeron vallas del lugar donde estábamos. La gente no se puso violenta mal, pero sí había un clima que no estaba bueno.
-Gente desbordada.
-Sí, por eso se tiraron gases lacrimógenos adentro.
-¿Dentro del funeral?
-Mi marido, yo... (hace el gesto de ojos afectados por los gases). Mi hermana no se quería mover de al lado del cajón porque, en un momento, se descontroló mucho todo. Ahí nos miramos y dijimos: “Esto no da para más”. No daba más para mi papá, para nosotros, para esta situación que no tenía por qué ser así. Fue horrible. Se caían las vallas, pasaba la gente y qué más podía suceder. ¿Por qué en el velorio de mi papá tengo que tener gases lacrimógenos en los ojos?
-¿En ese momento decidieron retirar el ataúd?
-El cajón lo llevamos entre todos los que estábamos ahí porque la gente que lo manejaba ya no estaba. Lo trasladamos a otro lado, fue una situación horrible que no teníamos por qué vivir y lo explicamos. Algunos decían: “¿Por qué no se fueron a descansar y dejaban el cajón toda la noche para que pueda pasar la gente?”.
-¿Por qué no lo hicieron?
-Porque en el único momento que no estuvimos con él, salió la foto del cajón abierto con unos estúpidos posando. No nos queríamos arriesgar a eso. No estábamos preparados para eso ni mi papá ni nosotras. Mucha gente nos escribió, nos decían que necesitaban despedirse de alguna manera, pero cuando explicamos esto que te cuento, lo entendieron.
-El presidente Alberto Fernández, ¿aceptó rápidamente la decisión de ustedes de concluir con el velatorio?
-Ellos nos habían recomendado dejarlo toda la noche y al otro día llevarlo, pero era una amansadora y, de hecho, no estaba funcionando. Cuando se descontroló todo, ya no daba para más nada. Como en todos lados, hubo gente que fue muy tranquila y respetuosa, pero otros, no.
-Eran multitudes pugnando por ingresar a la Casa de Gobierno...
-Cuando se generó todo eso, nos pareció que no había que arriesgar nada más. Obviamente, nos entendieron y nos ayudaron con toda la logística para poder ir hasta el cementerio.
-Cuando decís “nos entendieron”, ¿te referís a una charla directa con Alberto Fernández?
-Sí.
-¿Quién más participó de la reunión?
-Cristina.
-Es decir que la charla fue entre Claudia Villafañe, tu hermana Giannina, Alberto Fernández, Cristina Kirchner y vos.
-También estaba Jana.
-¿Cómo fue esa charla?
-Nos súper entendieron. Nosotros también sentíamos que debíamos dejarlo más a papá para que la gente se despidiera, que había que prolongar el velorio, pero al producirse el descontrol, ya no había opción. ¿Qué más puede pasar acá? Era lo que nos preguntábamos entre nosotras. No era la forma.
-En un disturbio con tanta gente, las consecuencias pueden ser fatales.
-No lo sé, aunque en un momento todo se puso muy complicado. Las que nos quedamos todo el tiempo fuimos mi mamá, mi hermana y yo. No nos fuimos a dormir y estuvimos hasta el último segundo en el cementerio. Cuando decidimos suspender el velorio, tomamos la mejor decisión que nosotros creíamos. Es muy raro tener que pedir disculpas en el velorio de tu padre, pero le pedimos disculpas a la gente que no pudo llegar. Tampoco para la gente que esperaba pacíficamente, estaba bueno vivir esa situación y ser víctimas de los gases.
Maternar
Luego de cinco años de noviazgo, en marzo de 2018 Dalma Maradona se casó con Andrés Caldarelli, ceremonia de la que no participó Diego Armando Maradona. Un año después nació Roma, la primera hija de la pareja. “La tuve y luego llegó la pandemia. Estuvimos los tres mucho tiempo pegados. Ahora ya empezó el jardín, así que estamos aprendiendo a despegarnos”, reconoce con no pocas dudas.
-Es sana esa independencia de madre e hija.
-Super sano. Roma está re feliz, pensé que me iba a extrañar y está chocha haciendo su vida en el jardín con sus amiguitas.
-¿Qué encontrás en tu ejercicio de la maternidad que te recuerde a tu mamá?
-La he criticado tanto y ahora que tengo una hija me planteo cómo me atreví a criticarla. Cómo se me ocurrió criticar a la mejor mamá del mundo. Es más, ahora veo cómo Roma se desespera por ella. De hecho, si estamos las dos con la nena, mi hija prefiera estar con mi mamá y no conmigo. Eso ya lo tengo asumido. Todo lo que le criticaba porque un hijo siempre tiene algo para criticar a su madre, ahora siendo mamá me doy cuenta que no era criticable. No soy ni un tercio de esa madre enorme.
-¿Sos sobreprotectora?
-Siempre digo que la maternidad me agarró mayor.
-Tenés 33 años...
-Es que me planteo si tengo poca paciencia porque ya estoy grande o es mi personalidad. Pensé que iba a ser super relajada, pero mi hija se ensucia y salgo corriendo a cambiarla. Si se raspó con algo, para mí es un drama. A la pediatra, a la que amo con toda mi vida, la llamo para contarle boludeces. Ya me conoce. Es más, me decía que no fuera a las guardias en plena pandemia porque era lo peor que podía hacer.
-Corriendo a la guardia por un estornudo.
-Si se raspó el codito, se soluciona en casa. Soy re obsesiva, pensé que iba a ser una madre canchera...
-¿No?
-Todo lo contrario... Soy una freak de la niña, todo el día encima de ella, nada canchera.
-El papá de Roma, elije el perfil bajo.
-Nunca hablo de él porque lo detesta, pero siento que encontré a mi compañero de la vida. Antes decía que no sabía si quería casarme o tener hijos.
-Algo cambió.
-Lo conocí a él y quería todo: casarme, tener hijos. Es una persona que me acompaña en mi laburo, es un papá hermoso, mi hija tiene devoción por él. Hacemos un buen equipo, nos acompañamos.
-En general, ¿cómo te fue en el amor?
-No tuve muchos novios...
-Fueron relaciones extensas.
-Sí, pocos noviazgos de mucho tiempo. Siempre digo lo mismo y no es para criticar a nadie: Andrés es el premio más lindo que tuve en mi vida por todas las relaciones anteriores que no estuvieron tan buenas. Andrés es el resumen del amor, una persona que me acompaña, me cuida, me quiere, me aconseja. Yo también lo acompaño a él en sus cosas, pero no se entera nadie porque no es famoso. Cuando uno es más chico ve las cosas de otra manera, ahora me doy cuenta y digo: “Era así, no de la otra manera. Lo sano, lo bueno y lo lindo es esto”.
-A veces se naturaliza algo que no está bueno y, a la luz del tiempo, aparece la conciencia de eso.
-Nunca tuve una situación extrema, como sé que les sucede a muchas chicas, pero...
-Pero...
-Por ejemplo, preguntar: “¿Te parece que haga este trabajo?” Y que me dijeran siempre que no. Nunca había un trabajo bueno para mí, entonces no trabajaba. A Andrés le comento sobre un nuevo trabajo y, quizás, soy yo la que pone una objeción y él me propone que le busquemos la vuelta juntos. Me sugiere que planteé mis dudas para ver si se puede concretar la propuesta. Lo contrario a lo que me pasaba antes. Andrés es todo.
-Por eso decidieron tener a Roma.
-Obvio.
-¿Está en los planes una nueva maternidad?
-La gente se pone muy ansiosa porque Roma ya tiene dos años y ya tendría que ir pensando en un hermanito para ella, en formar la parejita. Por ahora, no. Siento que mi cuerpo está muy triste para pensar en eso. Roma es lo mejor que me pasó en la vida, pero ahora no es momento de otro bebé. Tuve una maternidad intensa, enseguida llegó la pandemia. Quizás mañana cambie de opinión, aunque tampoco tengo el deseo de tener muchos más hijos.
El trabajo en la radio le insume la mitad de su día. La nueva experiencia le permite atravesar su duelo y mantener un contacto estrecho con la gente: “Llaman para un juego y terminan y dicen: ´¿Puedo decir algo? Dalma, te quiero mucho´. Quiero salir corriendo a abrazarlos, no puedo creer esas cosas. Mis compañeros se ríen porque me da mucha vergüenza”.
-No sos la hija de Dios, sos la hija del pueblo.
-Un poco sí, la gente me dice que me considera como a un familiar. Siento mucho cariño. Me ha pasado contar cosas íntimas y frenarme porque me olvido que estoy en el aire y me está escuchando mucha gente.
-Es muy reciente el fallecimiento de tu padre, pero los hinchas esperan un lugar para homenajearlo o llevarle una ofrenda.
-Estamos viendo cómo hacer porque mucha gente escribe diciendo que quiere llevarle una flor, pero, como el cementerio es privado, el ingreso es restringido. Tenemos que ver cómo solucionarlo.
-Trasladarlo a otro lugar es complejo dado que él descansa junto a sus padres. La opción sería mudarlo junto con doña Tota y don Diego.
-Lo único que sabíamos es que él quería estar junto a mis abuelos. Lo que nunca dijo es que quería ser embalsamado, esa fue una estupidez de alguien.
-¿Visitás el cementerio?
-Sí, voy una vez por semana.
-¿Le hablás?
-Obvio...
A Dalma se le quiebra la voz y la mirada se pierde en un lugar indefinido. Punto final.
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