La actriz se destaca en La hija oscura, la ópera prima de Maggie Gyllenhaal que se estrena este viernes en Netflix, y en su carrera sobran pruebas de que es mucho más que “la hija de...”
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Dakota Johnson se siente cómoda en la incertidumbre. La actriz de 32 años confiesa que en este momento de su carrera se entrega a roles que, hasta cierto punto, reflejan su propia volatilidad. “Aprendí que me gusta la vida que llevo, una en la que dejo que las cosas fluyan constantemente”, declaró en diálogo con Interview Magazine. “Y varios personajes que he interpretado atraviesan esos períodos en los que se hacen planteos existenciales. Lo mismo me sucede a mí: al menos una vez por semana pienso: ‘¿quién soy y qué carajo estoy haciendo?’”, expresó con candidez la hija de los actores Don Johnson y Melanie Griffith, y nieta de la gran Tippi Hedren.
Si su presente está dominado por esas preguntas, por esas dudas que la llevan a replantear sus decisiones, su pasado estaba en las antípodas. Mucho antes de saberlo ella misma, Dakota ya estaba destinada a la actuación. Su padre estaba en pleno rodaje cuando ella nació un 4 de octubre de 1989 y su debut se produjo una década después en el film Locos en Alabama (1999), donde trabajó bajo las órdenes de Antonio Banderas, por entonces marido de Griffith.
Sin embargo, al ser muy chica, decidió focalizarse en sus estudios y trabajar part time como modelo. Una vez terminada la secundaria y once años después de ese debut, Dakota tomó clases de actuación y al poco tiempo le llegó un personaje que sería el primero de muchos en una carrera definida por la heterogeneidad. Y es que Johnson trabajó con realizadores bien diferentes, desde David Fincher hasta Luca Guadagnino, sobrevivió a una vapuleada saga erótica, y ahora es parte de La hija oscura, la ópera prima de Maggie Gyllenhaal que se estrena el viernes en Netflix y que se posiciona fuerte para el Oscar.
De Red social a Cincuenta sombras de Grey, con escalas
En 2010, cuando Fincher estrenó lo que se vendía como “la película de Facebook”, el realizador estaba no solo entregando una de las obras más perfectas de su carrera sino también obteniendo, como suele suceder con cada uno de sus films, los mejores trabajos de parte de su elenco. Desde el brillante guion ganador del Oscar de Aaron Sorkin, pasando por la dupla Jesse Eisenberg-Andrew Garfield, hasta la música de Trent Reznor y Atticus Ross, todo funcionaba como un relojito.
Johnson también fue parte crucial de esa sincronización de artistas con el rol de Amy Ritter, una estudiante que aparece en una sola secuencia pero que cumple una función clave: comunicarle al empresario Sean Parker (Justin Timberlake, en su salsa) que el mundo ahora tenía una nueva red social llamada Facebook. El aviso lo hace correr de los brazos de Amy a los de Mark Zuckerberg, con quien empieza a hacer negocios. La escena es breve pero, como cada momento del film, es crucial y no responde a arbitrariedades. Johnson estaba volviendo a los sets de la mano de uno de los grandes directores contemporáneos y no paró de trabajar desde entonces.
Luego de las películas Beatsly y Goat, Dakota volvió a brillar en un papel pequeño, pero dentro de un género que había dominado en TV con Ben and Kate: la comedia. Johnson interpretó a la policía infiltrada Fugazy en Comando especial -donde tuvo hilarantes intercambios con Jonah Hill y Channing Tatum-, y a la intempestiva Audrey en Eternamente comprometidos, donde también tuvo divertidos “mano a mano” con Jason Segel. En 2015, su vida cambió por completo cuando aceptó el rol de Anastasia Steele en la saga Cincuenta sombras de Grey, basada en el fenómeno literario de E.L. James.
Si bien los films se volvieron objeto de burlas y algunos cuestionamientos por cómo se retrataba el sadomasoquismo, lo cierto es que la dirección de Sam Taylor-Johnson en la primera entrega y las actuaciones de Johnson y Jamie Dornan evitaron un desastre rotundo. Como pasa con toda saga exitosa que proviene de un material de base un tanto endeble, el talento de sus protagonistas fue puesto en duda por haber aceptado formar parte de los largometrajes, y es hasta el día de hoy que a ambos los persigue ese estigma que parece no afectarlos.
Recientemente, Dornan -potencial nominado al Oscar 2022 por su actuación en Belfast, de Kenneth Brannagh- expresó que no solo no se arrepiente de ese trabajo sino que es muy consciente de por qué quiso hacerlo. En conclusión: la prensa todavía le pregunta por el thriller erótico cuya última parte se estrenó en 2018. Con Dakota sucedió algo similar. “Cuando me dieron el papel dudé bastante, porque sabía que iba a cambiar el rumbo de mi carrera, entonces le pregunté a Emily Blunt [con quien trabajó en Eternamente comprometidos] y me dijo que lo haga, que básicamente elija papeles que se sientan correctos. Después decidí que mi carrera tenía que tomar otro rumbo e ir hacia otra dirección, pero tampoco es que me siento encasillada por eso, no me arrepiento para nada”, aseguró. Esa honestidad de Johnson a la hora de hablar de ciertos temas la vuelven una figura más que interesante en un Hollywood en el que muchos actores responden de manera encorsetada. Dakota es lo opuesto. Su aura es especial.
“Todavía no sé bien qué estoy haciendo, siempre me siento algo insegura con mi vida, es decir, tengo una obsesión con filmar películas todo el tiempo así que esa certeza está. Sin ella, a veces siento que me sofoco, que todo esto puede ser tan grande y que se me va a escapar de las manos. Entonces, pienso que ahora me conocen porque hago películas, pero eso no se siente correcto”, expresó Dakota, quien en más de una ocasión habló sobre la inestabilidad de una industria que siempre está buscando “la nueva cara bonita” y descartando actrices a su paso.
“A veces me pregunto por qué mi mamá no siguió filmando o por qué mi abuela no siguió filmando (...). Es bizarro. El mundo se mueve tan rápido. Cuando yo pienso en directores y actores a los que admiro, lo que más admiro es toda su obra y ahora hay como una presión de encontrar nuevos rostros y eso jamás lo voy a entender, yo quiero ver a las mujeres evolucionar, quiero ver todos sus trabajos”, remarcó Dakota.
Luego de Cincuenta sombras de Grey, comenzó a colaborar con el italiano Luca Guadagnino en A Bigger Splash y Suspiria, comandó la efectiva comedia romántica Cómo ser soltera, y brilló en el drama de Gabriela Cowperthwaite, Our Friend, uno de sus mejores trabajos, en ese caso en el terreno indie. Como ya quedó demostrado, Dakota se mueve por instinto y eso se traduce en una carrera sinuosa y atractiva donde no encontramos nunca un “más de lo mismo”.
Su lucha contra la depresión y su futuro como productora
El hecho de que la actriz sea reservada en ciertos aspectos de su vida -como en su relación con el frontman de Coldplay Chris Martin, por ejemplo- no implica necesariamente que no quiera aludir a otros tópicos. Johnson no es una mujer a la que se la pueda leer sencillamente, y esa es su cualidad más admirable. Contiene multitudes. En diálogo con la revista Marie Claire, decidió hablar de su batalla contra la depresión. “He luchado contra la depresión desde que era muy joven, desde que tenía 15 o 14 años. Fue entonces cuando, con la ayuda de profesionales, pensé: ‘Oh, esto es algo por lo que de verdad se pasa’”, reveló.
“Con el tiempo he aprendido a encontrarlo hermoso porque puedo sentir el mundo a mi alrededor. Supongo que tengo muchas complejidades, pero no dejo que salgan de mi interior. No creo que sea un problema de nadie más”, añadió, e hizo hincapié en la importancia de la terapia: “Tengo que hacer mucho trabajo para eliminar algunos pensamientos y emociones, y hago mucha terapia”. Asimismo, la actriz contó en AnOther Magazine que el proceso de casting por el que atraviesa continuamente en su carrera ha sido un foco de ansiedad ineludible. “A veces me asusto hasta el punto en que no sé lo que estoy pensando o haciendo. Tengo un ataque de ansiedad total. Los tengo todo el tiempo de todos modos, pero en las audiciones es peor. Me aterra y me paralizo, pero las cosas a las que temo son hacia las que corro primero”, expresaba.
Lo mismo le sucedió cuando llegó la pandemia de coronavirus y se encontraba promocionando el film Música, glamour y fama, donde su madre volvió al ruedo con una participación. “Siento una ansiedad increíble por nuestro planeta. Estoy constantemente pensando en el estado del mundo en estos momentos. Me mantiene en vela muchas noches. Lleva a mi cerebro a lugares oscuros y de locos”, subrayó Johnson, quien descubrió que una de las maneras más efectivas para estar en movimiento es poniendo el foco en todo aquello que fue procrastinando. Así surgió su productora, TeaTime Pictures, a través de la cual puede correrse del rol de actriz e indagar en el proceso creativo que tanto le apasiona.
“Durante mucho tiempo, hacía una película y no tenía nada para decir. Podría entrar en alguna cuestión y dar mi opinión, pero luego salía algo totalmente diferente. Como artista, pensás: ‘¿Qué carajo? Quiero que mi oficio, mi arte y mis ideas sean respetadas y tenidas en cuenta. Quiero ser parte del proceso”, remarcó la flamante productora, que ya tiene dos films en carpeta: Am I Ok?, el drama dirigido por Tig Notaro y Stephanie Allynne; y Cha Cha Real Smooth, de Cooper Raiff. Además, se encuentra en posproducción una nueva adaptación de la novela de Jane Austen, Persuasión, donde interpreta a la memorable Anne Elliot, uno de esos desafíos que tanto la atraen.
Y si hablamos de atracción, cuando llegó a sus manos el papel de Nina en La hija oscura -basada en la obra de Elena Ferrante-, Johnson se entregó a la experiencia con esa maravillosa inconformidad que despertó el interés de tantas voces autorales. En el film de Gyllenhaal, Dakota interpreta a una joven madre que encuentra consuelo en las charlas con una mujer más grande que ella, Leda (Olivia Colman), cuyo pasado y presente está enteramente atravesado por los miedos de la maternidad, aspecto en los que Nina se siente reflejada. Se trata de una adaptación extraordinaria de la obra de Ferrante, una película indeleble.
“No es que Nina quiera ser algo más, sino que es algo más”, declaró en diálogo con revista Vogue sobre su personaje, que ya desde su estilismo habla de cierto salvajismo. “Ha crecido en una familia o en una sociedad donde no se le permite ser algo más o no se le valora por lo que es. Eso es realmente interesante para mí. Hay tantas personas diferentes dentro de nosotros. Nina se está ahogando en sí misma y cuando conoce a Leda, piensa: ‘¿Hay algo más para mí? ¿Podría mi mente ser menos aspiracional? ¿Podría saciarla?’ Lo más desgarrador es que probablemente nunca lo logrará y eso es cierto para muchas mujeres”, explicó la actriz sobre un film abrumador donde las inquietudes femeninas están en el centro.
“Estamos en una industria cruel e impiadosa, y por más buena que seas en tu trabajo, llegará un momento en que no serás deseable”, reflexionó la joven artista, que se sigue preguntando por qué su madre y su abuela no son más convocadas para actuar, y traslada esa pregunta a sí misma. De todos modos, con su productora, con aliadas en lo creativo como Maggie Gyllenhaal y Carrie Cracknell, y con colegas que mantienen su amor por el cine vivo, Johnson ya es mucho más que la integrante de una dinastía. Es una mujer que vuela sola.
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