La conductora de Telefe Noticias accedió a una extensa charla con LA NACIÓN, en donde confesó desde su íntimo deseo de volver a enamorarse hasta el recuerdo de su sonada discusión con el presidente Alberto Fernández y la competencia con Telenoche
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“Ser o no ser: he aquí el problema. Cuál es más digna acción del ánimo, ¿sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades y darlas fin con atrevida resistencia?”. Las palabras de Hamlet, en aquel monólogo trascendente escrito por William Shakespeare, la representan. Un parlamento minado de interrogantes, pocas certezas. Experta en el universo isabelino, lo escoge por sobre los demás: “Hamlet es el que se hace la pregunta, el que busca la verdad y no a partir de la venganza, sino desde la comprobación de los datos que le fue dejando su padre, por eso lo elijo”, sostiene Cristina Pérez en el inicio de la extensa conversación con LA NACIÓN, que se convierte en una peculiaridad dado que la periodista no suele conceder entrevistas. Lo suyo es estar del otro lado del mostrador. Preguntar y preguntarse, como Hamlet. “Entre los personajes femeninos, me quedo con Rosalinda, tiene el germen de la mujer libre que busca definir su destino”, empatiza con esa criatura de la comedia Como gustéis, escrita alrededor de 1599 por el Bardo de Avon. Cristina Pérez puede ser Hamlet y Rosalinda. Y también derramar esa lágrima desgarrada, como Julieta, ante el amor trunco de alguna vez.
En Pérez conviven la apasionada de la literatura inglesa, la escritora de novelas históricas, la cálida anfitriona nocturna de Confesiones en la noche de radio Mitre y la conductora, junto a Rodolfo Barili, de Telefe Noticias, el noticiero que lleva 34 meses consecutivos liderando su franja horaria, convirtiéndose en el espacio de noticias más visto de la televisión abierta local. Todo un récord que refleja la fidelidad de las audiencias hacia el equipo periodístico que encabezan Pérez y Barili: “Todos nos podemos equivocar, pero siempre trato que la información sea contrastada, de ejercer el oficio del periodista que es un volver a empezar todos los días”, dice la figura de Telefe nacida en San Miguel de Tucumán hace 48 años. “Voy en busca de la noticia porque si alguien lo hiciera por mí no estaría metabolizando la información. Cómo voy a tener un secretario, si mi oficio es la relación directa con lo que sucede. Soy yo quien tiene que buscar, tamizar. Se trata de un trabajo artesanal porque en el oficio del periodista no hay aburguesamiento sin pérdida de calidad”.
-Telenoche es el noticiero con mayor historia y tradición de nuestra televisión. ¿Cuáles son las razones por las que Telefe Noticias lo supera en rating y se ubica entre los cinco programas más vistos de cada día abordando una agenda similar?
-Qué pregunta... Telefe Noticias es una construcción de confianza. Nunca voy a olvidar el verano de 2003 donde llegamos a marcar 2 puntos de rating.
-¿2 puntos?
-Sí, en un canal que tenía arriba de 20 puntos y llegaba con frecuencia a los 30. No olvido aquel verano porque hacíamos lo mismo que hacemos ahora: empezar de cero todos los días. Lo que cambió es esa construcción de confianza que fue acompañada por un equipo en el que Rodolfo y yo somos las caras visibles. La televisión encierra una paradoja, quizás no haya mayor sensación de soledad que estar frente a la cámara en ese plano 4x4 de un noticiero, pero en pocos lugares hay tanta noción de cuan imprescindible es cada persona cumpliendo su rol. Un noticiero es una maquinaria muy compleja para que solo dependa de las personas que dan la cara. Entonces se da lo imprescindible del equipo y de las individualidades.
-Hablás de construir confianza. Acaso el desafío mayor.
-Se trata de sostener, de establecer un vínculo con el público donde seamos nosotros quienes les llevemos los elementos para que ellos puedan tomar sus decisiones lo mejor posible. Hoy tenemos la bendición del liderazgo, pero eso es algo que hay que seguir construyendo día a día.
-Luciana Geuna y Diego Leuco son profesionales muy solventes, experimentados. De todos modos, ¿considerás que la partida de María Laura Santillán afectó el vínculo del noticiero con sus televidentes?
-Respeto mucho a María Laura, como también a Luciana y a Diego, y a todos los colegas de Telenoche. Sería muy irresponsable de mi parte juzgar un proceso que no conozco a fondo. Supongo que un momento de cambios, como el que ellos están atravesando, requiere de una búsqueda de la identidad y una nueva forma de relación con el público. Desde ya, estoy convencida que la competencia siempre nos hace mejores.
En ese trabajo en equipo que Pérez señala, el nombre del Gerente de Noticias de Telefe aparece como uno de los puntales de la empatía del noticiero y su penetración en la sociedad: “Creo que Roberto Mayo en sus años de gestión del noticiero, que coinciden con la consolidación del liderazgo, generó un método muy interesante que tiene horizontalidad, creatividad y participación. Eso también nos hace ser lo que somos”, reflexiona la periodista idolatrada por los seguidores que crearon el club de fans Rostina (conjunción de Rodolfo y Cristina): “Con Rodolfo se dio algo que no siempre sucede y que tiene que ver con esa conexión directa y de absoluta confianza que nos tenemos”. Su pareja laboral con Rodolfo Barili lleva más años en el aire que la que construyeron los eminentes referentes Mónica Cahen D´Anvers y César Mascetti.
El sentido de su vida
Cristina Pérez aparece decidida en el lobby del imponente hotel de Recoleta donde se desarrolló la charla y la sesión de fotos para LA NACIÓN. Tiene aura. Estilismo personal que fusiona a la nativa del norte telúrico con la mujer urbana y vanguardista. Llega con puntualidad inglesa, pero aún es temprano para el five o´clock tea. Entonces, exquisito café para transitar la charla. Antes, se quita el sobretodo que la protege del frío en una tarde de nieblas londinenses que le imprimen misterio a lo Hitchcock al vértice de Cerrito y Posadas. Ella es una dama misteriosa. Y a la vez frontal, directa, genuina. Fusión distinguida. El vestido es digno de una fiesta de gala. “No es canje, me lo compré yo”, aclara.
-Viajemos hacia atrás. Recuperemos a esa niña que se plantaba frente al espejo con un cepillo y jugaba al noticiero inspirada por la presentadora Silvia Rolandi del canal de Tucumán. ¿Cómo fue el camino recorrido? ¿Lograste más de lo que soñabas?
-Soy una agradecida. Vengo de una familia de clase media baja, así que mi primer paso fue soñar. Lo que aprendí en mi camino es que el esfuerzo tiene resultados. No solo hablo del esfuerzo de prepararse, sino también del de no acobardarse e intentar, de no sentirte menos y entender que todos valemos, más allá del lugar donde nos tocó nacer. Todos podemos educarnos y avanzar para dar lo mejor de nosotros.
-Intentar implica confianza.
-En aquellos tiempos de fantasías lúdicas en el despertar de la vocación, siempre sentí que mi familia creía en mí. Es esencial la confianza de uno mismo y la de quienes te quieren. Hoy, además, puedo hablar de la confianza del público. Siento que estuve a la altura de la confianza de los demás. Arranco cada día de cero y trabajo un montón, como si recién empezara, buscando desafíos nuevos. Le entregué mi vida al trabajo y cuando me plantean que también “hay una vida”, respondo que para mí el trabajo es la vida. Mi trabajo es lo que yo soy y eso acarrea pérdidas.
-La valentía es necesaria para transitar ese camino.
-Valiente es el segundo apellido de mi papá.
-Está en la sangre.
-¿Qué es la valentía? No sé si lo vivo como valentía o como certeza de lo que tengo que hacer, aunque me traiga un problema. Si tengo certeza, afronto las consecuencias.
-Insisto, hay valentía accionando ahí.
-Para mí, no hay distancia entre el deseo o el sueño y el momento en el que empiezo a hacerlo realidad. Siempre digo que la vida es patear al arco.
-Se puede lograr un gol fenomenal o que la pelota sobrevuele a cuatro metros del travesaño.
-Soy de las que patean 100 y, quizás, entre una sola vez. Siempre intento. Aún en aquellas situaciones donde está casi cantado que no va a suceder, pero la vida me ha sorprendido. Ocurre. Por eso no me canso de decir que no somos conscientes de cuán dueños de lo imposible somos, pero requiere generar la destreza mental de animarse. Tengo pasión por cumplir mis sueños, por el hacer y el mejorar, esa es la fuerza que me mueve. Vivo con un alma deportiva o épica. Me gusta lo competitivo, me hace más tenaz.
-¿Qué pasa cuando no es gol?
-Uno sufre cuando algo no sale.
-Pero no te paraliza.
-El dolor hay que tomarlo como herramienta para forjarnos, es parte de la vida. Algo similar digo del amor.
-Cristina, hablemos de amor...
-Prefiero ser de esas personas que intentan el amor, sabiendo que el amor tiene momentos de dolor, a esas otras que se encierran...
-Para no sufrir…
-Para no sufrir…
-Pero no atreverse al amor es todo un sufrimiento en sí mismo.
-Y es una anulación del ser. Hay que reconciliarse con el lado oscuro de la luna porque la vida tiene las dos caras.
-Imposible no transitar ese lado menos grato.
-Es que el error es un paso evolutivo, un escalón de aprendizaje.
Si de aprendizajes se trata, no solo desarrolla el hábito del perfeccionamiento profesional imprescindible, sino que también bucea en asignaturas que nutren otros perfiles de su infatigable crecimiento intelectual. Estudiante eterna, el año pasado tomó talleres de escritura creativa en Oxford y hoy es una dedicada alumna que busca desovillar los secretos del idioma de Moliere, sin generar celos en su admirado William Shakespeare al que incluso le rindió tributo como actriz. “Los seres humanos siempre tenemos algo para aprender, eso nos mantiene vivos”.
-¿Podemos seguir hablando de amor?
-Claro...
-¿Estás en pareja?
-No, estoy sola. Me encantaría enamorarme, extraño ese estado, pero es algo que yo no controlo.
-Debe ser difícil enamorar a Cristina Pérez.
-No lo sé, cuando me enamoro, me enamoro con todo...
-Decías que no era algo que controlabas.
-Claro, los filtros no se atraviesan con cualquier persona. Siempre digo, metafóricamente, que me gusta que me caiga el rayo. Por otra parte, no soy una persona que ponga el proyecto por delante del amor y eso me parece sano.
-Necesito traducción.
-El proyecto nace del amor. Si uno busca encajar a alguien en su proyecto, probablemente no está mirando a ese alguien. En cambio, a mí me gusta enamorarme del hombre y ver qué se construye. Tampoco tengo el prejuicio que el amor deba ser de una manera u otra o durar toda la vida.
-¿No era “hasta que la muerte no separe”?
-Lo importante es la calidad del vínculo. Ves parejas que llevan treinta años, pero que son un museo y yo no quiero ser un museo. Si dura toda la vida, fantástico...
-Pero...
-Pero si dura un ciclo no hay que evaluarlo como un fracaso.
-Mientras duró, existió.
-El amor siempre te hace crecer y te expande en todas tus dimensiones, es un salir de uno mismo. Se puede mejorar por la inspiración de ese otro al que se le da lo mejor de uno.
-Imagino que no debés resignar nada de tu vida laboral para generar espacios, ¿eso complica el desarrollo de una relación?
-No hay amor sin libertad. Si alguien te dice que te ama, pero te pide que te tiñas de rubia, te cortes un brazo y te cambies el color de ojos, quizás es que no te ama, sino que ama a alguien que es otra persona. Quien se interesa por mí sabe que salgo en televisión, que la gente me conoce y que termino de hacer radio a la medianoche, sino no se acercarían. Si me buscan para cambiarme, están en problemas.
-Que no te cambien y no cambiar al otro.
-No me interesa cambiar a la gente, ni me parece que alguien pueda cambiar. Siempre creo que la primera versión es la definitiva. Hay que amar al otro por lo que el otro es. Dicho esto, cuando me enamoro doy muchísimo. He adaptado situaciones que parecían imposibles para hacer feliz al hombre que está conmigo.
Discreta, aunque sin histerismos a la hora de mostrarse con sus novios formales o parejas más ocasionales. Cristina Pérez no se ha privado de amar. Por su corazón pasaron un joven actor de cartel y un empresario millonario apodado “rey de la soja”. Un camarógrafo del viejo canal 9 y un periodista deportivo. Al menos con todos ellos, alguna imagen trascendió. Y con Barili nada, para tristeza de los millones de televidentes de Telefe Noticias que se ilusionan con la versión remixada de Mónica y César. Como Ofelia, Pérez se enamoró profundamente, pero con mejor destino que la ilusionada pretendiente del príncipe Hamlet.
Maternar o no maternar
-¿Cuál fue el mayor sacrificio que tuviste que hacer por amor?
-No lo veo así, cuando amás no es un sacrificio. De todos modos, me ha sucedido tener que cortar una relación por una divergencia en los caminos que queríamos tomar. De pronto, él quería tener hijos y yo no, y los dos estábamos en nuestro derecho en desear lo que deseábamos.
-¿Te referís a tu última pareja?
-Me sucedió en un par de parejas, donde la ruptura fue por ese tema. Hay que saber aceptar cuando en una relación se tienen rumbos distintos.
-A pesar de los cambios de parámetros sociales con respecto al tema, ¿aún percibís incomodidad e incomprensión cuando declarás que no experimentás el deseo de ser madre?
-Nunca me afectó no ser comprendida, no hubiera hecho nada de lo que hice si hubiese tenido en cuenta el aval de los demás. Creo que la sociedad transitó un proceso de aprendizaje muy positivo y que hoy somos capaces de aceptar que tenemos derecho a ser quienes somos en nuestro plan de vida, en nuestras elecciones sexuales y en lo que queremos con respecto a nuestra trascendencia. En este sentido, ya en El banquete de Platón se planteó que existen diversas formas de trascendencia, que la fertilidad puede darse por tener un hijo o puede ser intelectual. Claro que hay modelos sociales y se confunde el mandato con el propio ser. Recibo a diario mensajes de mujeres y hombres que no se sienten aceptados por no querer tener hijos. Sin embargo, no existe un manual de vida o algo predeterminado.
-No hay manual, pero sí mandato.
-Tenemos que salir a la vida ejerciendo nuestra libertad, pero sin explicarnos. Tengo amigas que se pusieron muy plenas por ser madres, pero también conozco seres muy queridos que me han confesado que no eran felices al haber traído una vida al mundo y eso, públicamente, se dice menos aún. De todos modos, hay un montón de chicas jóvenes que hoy toman ese camino que yo tomé hace treinta años cuando ya sentía que no quería ser mamá.
-Alguna vez, ¿te lo has replanteado?
-Las dos o tres veces que me sucedió, me di cuenta que era porque amaba mucho a un hombre, pero en cuanto me veía a mí misma siendo madre, inmediatamente volvía a mi parecer primero. De todos modos, no se trata de un dogma, sino de lo que siente cada uno.
Determinada
A veces, las epifanías suceden. Aquí no hubo divinidad, sino la presencia de un Zar. Una vez, Alejandro Romay la cruzó en un hotel de Tucumán. Ella era una jovencísima adolescente con la vocación ya germinada. “Nena, tomá una noticia del diario y comentala cinco veces”. Ella lo hizo. Luego seguiría una prueba en el estudio de Nuevediario de la calle Gelly. Llegó a Buenos Aires en micro, le prestaron una habitación en La Lucila para poder dormir. Aquella mañana clave, se tomó un tren y bajó en Retiro. Primera vez adentro de un vagón y en un estudio de un canal de repercusión federal. En la puerta se cruzó con Guillermo Andino. Dio el examen. Se volvió a sus pagos. A los tres meses la llamaron. “No puedo ir mañana, voy pasado”. No había dinero para avión. Otra vez el micro y el largo derrotero sobre el asfalto. Tenía claro su norte, aunque iba para el sur.
Cristina Pérez lleva casi tres décadas enfrentando las cámaras de la televisión de carácter nacional, luego de hacer sus primeros palotes en los canales de su ciudad natal. Primero cronista en las calles, la mejor forma de forjar el oficio, luego la conducción. Con el tiempo llegaría la estelaridad que ya lleva años y la instala como la mujer más exitosa a la hora de presentar noticias. En ese camino no faltaron los sinsabores ni el plantarse frente a los funcionarios de alto rango, como le sucedió el año pasado cuando, junto a Barili, entrevistó en vivo al presidente Alberto Fernández. “Trato de tener claro qué hago y para qué lo hago, y que trabajo para los ciudadanos. Entonces, tengo que ser honesta y tratar de cumplir con mi trabajo que es preguntar y elaborar mis contenidos lo más honestamente posible. En ese momento tenía seguridad y sé que las preguntas a veces no son cómodas. Él (Alberto Fernández) intentó cuestionar la forma en la que yo preguntaba o de insinuar que adjetivaba no en pos de la verdad. Intenté explicarle el porqué del uso de algunos adjetivos, pero el Presidente quiso mostrar, con afirmaciones que eran falsas, que yo no tenía razón. Él podía elegir contestar o no. Más allá de eso, a los dos días salió un fallo que me daba la razón”, recuerda la periodista en torno a aquella entrevista y el intercambio de posiciones en torno a la expropiación de la empresa Vicentín.
“Le hablé con respeto porque siempre hay que tratar con respeto a un presidente, pero sin perder de vista que estaba ahí para preguntar. Pregunté sin miedo, porque el día que sienta que tengo miedo al preguntar, es porque algo bueno no está pasando en la Argentina”, remarca.
-Como buena parte de la sociedad, tu mirada de la clase política es crítica.
-En el noticiero, la gente nos elige todos los días y nos pone a prueba cada noche. Los políticos, en cambio, generan un discurso de fantasía y son puestos a prueba cada dos años y con poco contralor.
-¿Rescatás algo del actual Gobierno?
-...
Pérez se toma su tiempo para responder.
-Qué buena pregunta... Rescato que haya habido consenso para que avance la ley de interrupción del embarazo. Elegir el camino a tomar con su vida es una libertad que le incumbe a la mujer. Detrás hubo un movimiento muy grande la sociedad civil que se fue manifestando a lo largo de mucho tiempo. Hasta ese momento se coartaba la libertad de las mujeres.
-¿Cómo evaluás el plan sanitario del Gobierno para hacerle frente a la pandemia?
-La gestión de la vacunación estuvo atravesada por la ideología y lo estamos pagando. Si se hubiera gestionado una canasta mayor de vacunas, quizás hoy estaríamos en otra situación. Estamos octavos en el número de contagios y onceavos en el número de muertos, eso no habla de una buena gestión. Además, existe una inflación insoportable y un número de pobreza inmoral, por eso es muy difícil rescatar algo.
-La gestión de Mauricio Macri, ¿cuánto contribuyó a la decadencia trágica en la que está sumida la Argentina desde hace décadas?
-El fracaso económico del gobierno de Macri es el que hizo posible el regreso de Cristina Fernández. Castigó a sus propios votantes, a la clase media, la castigada de siempre. La gestión de Macri tuvo que ser más coherentes con su propuesta política y con el mandato de los votantes, que unía la institucionalidad republicana con un desarrollo del país que saliera del populismo, eso no se cumplió.
-En Telefe, sos compañera de Florencia Peña, quien hace pocos días se vio envuelta en un escándalo por su visita a la Quinta Presidencial de Olivos en mayo del año pasado, mientras la población cumplía con un aislamiento estricto. La actriz recibió desde críticas respetuosas hasta insultos y devoluciones misóginas.
-La agresión a una mujer no es algo que vaya a avalar. Me solidarizo con Florencia con respecto a las agresiones de género que haya recibido, los ataques fueron desmesurados.
-¿Tuviste miedo ante la irrupción del Covid-19?
-No tuve el miedo que paraliza. Tal vez resolví la angustia, el desconcierto y el miedo a lo desconocido desde la acción, volviéndome aún más activa y más disciplinada. Lo que sí sentí es la responsabilidad, sobre todo en los primeros tiempos, cuando teníamos que informar en momentos en los que había más preguntas que respuestas. Era una mezcla de información con tensión y de buscar junto a la audiencia lo que se aproximara a algún tipo de certeza. El abismo a lo desconocido existe, pero trato de diferenciar entre el miedo y la preocupación normal. El miedo agranda los fantasmas del peligro.
-El miedo plantea fantasías que no siempre se condicen con la realidad.
-Exacto. Luego de paralizar, el miedo genera una construcción de excesivo peligro. Además el miedo es un enemigo del periodista.
-Y del ser humano.
-Te voy a contar una experiencia que nunca comenté: durante mucho tiempo tuve una pesadilla recurrente donde se reflejaba que me sucedía algo y que no podía gritar. Trabajé mucho esta imagen y, evidentemente, tenía que ver con que poder decir lo que uno piensa está en nuestra esencia. Mi miedo era perder la oportunidad de elevar mi voz.
-Perder la voz.
-Por eso, hay que decir lo que hay que decir, es lo mejor que nos puede pasar. La libertad está en poder elevar la voz, aunque haya que enfrentar las consecuencias de eso. La discrepancia es la savia de una sociedad libre y es lo que le da vida y sentido a una democracia. Por eso la voz no se lleva bien con el miedo, porque el miedo busca callarla.
-¿Has recibido alguna presión de las autoridades de Telefe o del propio Gobierno por ejercer una mirada tan crítica con respecto a la gestión de Alberto Fernández?
-En el canal me siento totalmente apoyada. Trabajo en un equipo donde se valoran las individualidades, y a Telefe Noticias lo hace rico la diversidad. Somos francos, la gente sabe quiénes son Rodolfo y Cristina. Del Gobierno nunca he recibido presiones, pero sí fui víctima de ataques muy fuertes en las redes sociales.
Divinidades
-No creés en Dios.
-Crecí en una familia católica y atravesé mi crisis existencial en la adolescencia. En ese momento de búsqueda interior me convertí en agnóstica. El agnosticismo se acerca al misterio. Uno no puede afirmar la existencia de Dios, pero tampoco negarla como un absoluto. Sí soy propende en torno a la posibilidad de una fuerza superior, pero que uno no es capaz de definirla. Es una posición más incómoda porque la religión te muestra un manual y te soluciona lo que sucede en el después. En cambio, en el agnosticismo prima la duda, pero no sin sentir, en mi caso, que hay algo trascendente en lo humano que no podemos definir. El ateo, con la misma postura dogmática de la religión, plantea que Dios no existe. A Sócrates lo mataron por decir que no había evidencia de la existencia de los dioses.
-¿Estás escribiendo?
-Saldrá una nueva novela en octubre o noviembre, editada por Penguin.
-¿De qué va la cosa?
-Es la historia de una mujer en el siglo XVl inglés.
-¿Tomado de un personaje real?
-Es una novela histórica, la historia de una mujer libre.
-Como vos...
-Soy libre.
-Viajemos en el tiempo. Dentro de 25 años te voy a pedir una entrevista. ¿Qué te encontraré haciendo?
-Si estamos acá y vos estás interesado en charlar conmigo...
-Por supuesto será así…
-En primer lugar, eso significará que aún seguiremos haciendo este trabajo maravilloso que amamos. Quizás podemos charlar y animarnos a tomar un whisky, en lugar de café.
-Te tomo la palabra.
-Me imagino una viejita muy arregladita con sus años bien llevados. Espero que me acompañe la lucidez. Pienso en mujeres en adultas mayores que quiero y admiro mucho como Magdalena (Ruíz Guiñazú) o Mirtha (Legrand). Ojalá pueda llegar a la vejez y seguir aportando algo.
-Mencionás a dos mujeres que siguen activas en el periodismo. No mencionaste a Mónica Cahen D´Anvers que lleva una vida más cercana a la naturaleza en San Pedro.
-Es que me imagino en una ciudad y trabajando. El trabajo es mi vida.
Insurrecta en el deseo, más no en las formas. Cortés y educada. Simpática, saluda al personal del hotel y parte en busca del remís (no sabe manejar) que la conducirá hasta los estudios de Telefe en Martínez, donde la aguardará otra emisión de Telefe Noticias. En tres horas volverá a confirmar esa vocación que se inició con un cepillo en la mano emulando un micrófono y un espejo como una cámara que le devolvía su imagen.
“No se hallará su semejanza, sino en su mismo espejo”. (Hamlet).
Agradecimiento: Gabriel Oliveri / Four Seasons Hotel Buenos Aires
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