Cristina Lemercier: destino de estrella, rumores de romance y una discusión que terminó en tragedia
Debutó en Jacinta Pichimahuida a las 16 años y gracias a Evangelina Salazar conoció a su marido; su inesperada muerte causó gran conmoción y 28 años después todavía hay dudas al respecto
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Cristina Noemí Perone nació el primero de septiembre de 1951, pero cuando quiso ser actriz le sugirieron usar un apellido más sofisticado, de tono afrancesado, así surgió Cristina Lemercier. Con apenas 16 años tuvo una oportunidad que no esperaba cuando reemplazó a Evangelina Salazar en Jacinta Pichimahuida y desde entonces nunca le faltó trabajo -aunque con algunos altibajos- hasta el día de su trágica muerte, el 27 de diciembre de 1996. Tenía 45 años. Durante mucho tiempo se habló de suicidio, también de homicidio porque todavía nadie hablaba de femicidio, y su exmarido estuvo bajo sospecha. Pero un día el caso se cerró y nadie volvió a hablar del tema.
Creció en una familia peronista, su mamá llegó a ser secretaria de Estado y asesora del presidente Carlos Menem y ella también fue una activa militante y tuvo un cargo en el viejo ATC como asesora de programas infantiles. Alguna vez dijo que estuvo en la lista negra durante el gobierno de Raúl Alfonsín y por eso no trabajó durante unos años, pero eso nunca se comprobó. Durante esa época vendió cosméticos y ropa, y trabajó en una agencia de autos. “Me crucificaron porque toda mi familia está en política. Pero yo no soy ni María Julia Alsogaray, ni Adelina de Viola. Conocí a Carlos Menem en 1983 en ATC, y mi madre llegó a ser secretaria de Estado y asesora durante su presidencia”, decía enojada.
La gran oportunidad
Su primera oportunidad en televisión llegó en 1967 con Jacinta Pichimahuida, donde interpretó a Fermina Piangetti, una suplente de la maestra Jacinta que hacía Evangelina Salazar. Los chicos le hacían la vida imposible para que se fuera porque querían de vuelta a su señorita. Salazar estaba de licencia porque se había casado con Palito Ortega en una boda para el recuerdo que fue televisada en vivo por Canal 9. Su desempeño en la tira le dejó una muy buena impresión a los productores que, además, no pasaron por alto la simpatía innata que Lemercier tenía.
Su momento de mayor éxito fue a mediados de los 80 cuando protagonizó Señorita maestra, una versión de Jacinta Pichimahuida, de Abel Santa Cruz. También hizo Don Jacobo, La buena gente; fue actriz invitada en Libertad condicionada; hizo Por siempre amigos con el grupo Menudo en el que estaba Ricky Martin, y después tuvo programas infantiles como Dulce de leche y Cristina y sus amigos, y participó en varias novelas, entre ellas María y Eloísa, La selva es mujer, Ayer fue mentira, La usurpadora, Selenio o el poder que ama, Andrea Celeste, Fabián 2 Mariana 0 y Los cien días de Ana. También participó de recordados programas como Después del final, Séptimo grado adiós a la escuela, El pulpo negro y Poliladron. El ciclo de entrevistas A los que me quieren, en 1996, fue su último trabajo y ya tenía firmado contrato con ATC para continuar en 1997 y para hacer un ciclo infantil, pero la muerte la sorprendió de una manera trágica que todavía hoy es un misterio.
En cine hizo El novicio rebelde, Una cabaña en La Pampa, Destino de un capricho, Hoy le toca a mi mujer, Crimen en el hotel alejamiento y La virgen gaucha. Mientras que en teatro participó de las obras Esta noche o nunca más, Tu sonrisa en mi bolsillo, Blanca Nieves y los siete enanitos, y las versiones de sus programas de televisión, Señorita maestra, Dulce de leche y Cristina y sus amigos. También editó varios discos gracias a sus éxitos televisivos: Señorita maestra, Un verano con Jacinta, Dulce de leche y Cristina y sus amigos.
Su gran amor
Cuando reemplazó a Evangelina Salazar conoció a quien sería su marido, Raúl Ortega, el hermano de Palito. Por entonces también Raúl era cantante y había logrado un lugar destacado en El club del clan con el nombre de Fredy Tadeo; después se alejó de la música, quizá empañado por el arrollador éxito de Palito, y se dedicó a la política. Se casaron a los pocos meses y tuvieron tres hijos, Pablo, Paula y Julia.
Se separaron a finales de 1991, pero nunca perdieron contacto y siempre sobrevoló la idea de una reconciliación. La separación fue caótica porque había rumores de romance entre Cristina y el presidente Menem aunque jamás se confirmaron y ella siempre lo negó. Tampoco se los vio jamás en una actitud que pudiera levantar esas sospechas. Sin embargo, los celos de su marido fueron más fuertes y la pareja se rompió definitivamente. Al tiempo Raúl Ortega se mudó a Costa Rica, en donde ofició algunos años como embajador, pero venía varias veces al año de visita y se quedaba con su familia, en la casa que habían compartido todos en San Miguel.
La trágica noche
La mañana del domingo 22 de diciembre de 1996, Lemercier fue ingresada de urgencia en el sanatorio General Sarmiento de San Miguel, con un disparo de revólver Smith & Wesson calibre 38 en la cabeza. Intentaron extraerle la bala, pero no pudieron y declararon muerte cerebral. Su exesposo, Raúl Ortega, fue detenido y declaró en la comisaría primera de San Miguel. Ortega dijo que su exesposa estaba muy deprimida por la falta de trabajo, lo cual no era cierto porque ya tenía firmado contrato con ATC para el año siguiente y lo corroboró el interventor de la emisora, Horacio Frega, quien aseguró que el viernes 20 de diciembre le habían renovado el contrato para conducir un ciclo infantil y el programa de preguntas y respuestas. Ortega también declaró que Lemercier había sufrido de un ataque de nervios provocado por una discusión doméstica, que según los vecinos eran frecuentes cuando él estaba en la casa.
Según se supo después, él quería que toda la familia se mudara a la provincia de Tucumán. Y en medio de esa discusión, ella habría agarrado el revolver, se lo habría acercado a la sien y habría dicho: “Me mato”. Y él reaccionó: “¿Qué hacés? ¡Dejá eso!”. Pero ella gatilló tres veces y, en la tercera, el revólver se disparó.
Ante tantas especulaciones que hablaban de la posibilidad de un homicidio, Pablo, el hijo de ambos, hizo pública una carta que decía: “Fue un accidente trágico lo ocurrido; anoche en Navidad entregué y recibí los regalitos que había comprado mi madre para mí y para mis hijitos. Ella ama la vida como nos ama a nosotros y a sus nietitos. Esto es simplemente lo ocurrido. La única y verdadera historia”.
Una enfermedad y un duro duelo
Sin embargo, las dudas eran demasiadas. Según la autopsia, tenía dos orificios en la cabeza, pero no encontraron dos balas porque la bala se fraccionó y se determinó que hubo un solo disparo. También encontraron moretones que podían ser golpes, pero luego se dijo que Lemercier padecía una rara enfermedad llamada coagulación por consumo, que genera grandes moretones por golpes pequeños. La posición del arma demostraba que la bala entró en línea recta por su frente, por lo que, en caso de suicidio el revólver quedaba en una posición incómoda para disparar y, aunque inusual, era posible. Finalmente, se determinó que la actriz se había suicidado.
Con el tiempo se supo también que Lemercier estaba bajo tratamiento psicológico y psiquiátrico, que había tenido una operación de vesícula, que pasó dos semanas en terapia intensiva y que tuvieron que volver a internarla por una complicación difícil controlar. “Me descubrieron páncreas edematoso. Estuve 14 días internada en terapia intensiva. Salí y al otro día me operaron de vesícula. Volví a mi casa y me volvieron a internar por un PH que no podían controlar”, contaba en las entrevistas de ese entonces. A todas sus preocupaciones se sumaba una tragedia sucedida pocos meses antes: el 26 de julio de 1996, su cuñado Luis Ortega, otro de los hermanos de Palito casado con Gloria, hermana de Cristina, había fallecido en un accidente de tránsito en la ruta 9. Y eso había sumido a la familia en un duelo que no habían logrado superar todavía.
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