Crecer en Hollywood: la difícil vida de los niños actores
El estreno del documental Showbiz Kids (HBO lo anuncia para el martes 11, a las 20, y luego se podrá ver en su plataforma de streaming) y el reciente lanzamiento en varios servicios On Demand como YouTube, Claro Video, iTunes y Google Play de Honey Boy: un niño encantador, película de ficción escrita y coprotagonizada por Shia LaBeouf sobre sus traumáticas experiencias infantiles, reabren el debate sobre uno de los temas más conflictivos de la industria audiovisual: las historias de vida de niños y niñas que incursionan en la actuación.
Showbiz Kids comienza con un dato estremecedor: sólo en Hollywood, cada año más de 20.000 chicos son llevados por sus padres o agentes a audiciones de casting y apenas el 5 por ciento consigue algún trabajo. Más allá de las frustraciones de tantos y la alegría de esos pocos, lo cierto es que en muchos casos los pequeños elegidos comenzarán una carrera "profesional" llena de presiones, situaciones incómodas y a veces incluso de abusos que provocan traumas muy difíciles de sobrellevar.
El notable documental de Alex Winter (director de documentales como Deep Web, The Panama Papers y Zappa, y de films de ficción como El circo del horror) comienza con imágenes de las estrellas del Paseo de la Fama de Hollywood Boulevard dedicadas a Jackie Coogan, Shirley Temple, Judy Garland, Elizabeth Taylor, Mickey Rooney, Natalie Wood, Ron Howard, Jodie Foster, Drew Barrymore, Scarlett Johansson, las hermanas Mary-Kate y Ashley Olsen, Daniel "Harry Potter" Radcliffe y muchos otros niños actores que, más allá de las polémicas y dificultades que atravesaron, en varios casos pudieron consolidar con el tiempo una carrera. Sin embargo, lo más fuerte del film pasa por las historias de varios "sobrevivientes"; es decir, figuras que pudieron superar situaciones de malos tratos, adicciones, depresiones, angustias y fuerte estrés en tiempos en que deberían haber estado disfrutando... como niños. Wil Wheaton (uno de los chicos de Cuenta conmigo, de Rob Reiner), Mara Wilson (protagonista de Matilda, de Danny DeVito), Henry Thomas (el niño que a los 11 años encabezó E.T.: El extraterrestre, de Steven Spielberg) y actrices que comenzaron de muy pequeñas y aún hoy están en plena actividad como Jada Pinkett Smith (a la vez madre de dos niños intérpretes), Milla Jovovich o Evan Rachel Wood (quien a los 12 años ya tenía una docena de películas y series sobre sus espaldas) ofrecen testimonios en muchos casos desgarradores por la crudeza y alcances de las confesiones.
Otro de los que hoy admiten sentirse felices de haber sorteado aquellos tiempos decididamente difíciles es Todd Bridges, quien entre 1978 y 1986 interpretó a Willis Jackson, en la famosa serie de televisión Blanco y negro (Diff’rent Strokes). A los 55 años, y tras una larga batalla contra la adicción a la cocaína, Bridges muestra una mezcla entre el alivio de quien pudo huir a tiempo y el desprecio hacia una industria opresiva. Quien no tuvo la misma suerte fue Gary Coleman, el niño que en los 181 episodios de la tira encarnaba a su encantador hermano Arnold: tras sufrir una enfermedad congénita del riñón, murió en 2010 a los 42 años.
Uno de los tantos hallazgos de Showbiz Kids es el testimonio de Diana Serra Cary (Baby Peggy), nacida en 1918 y convertida en una estrella de inmensa popular durante la década de 1920. Ya a los dos años cobraba fortunas por cada una de sus actuaciones, pero cuando su padre presionó demasiado a los dueños de los estudios para recibir un porcentaje de las ganancias, le bajaron el pulgar. "Mi carrera terminó a los 7 años", admite con una mixtura de frustración y autoparodia. Serra Cary murió el 24 de febrero último, a los 101 años. Su principal "rival" de la época fue nada menos que Jackie Coogan, el niño John que acompaña al vagabundo interpretado por Charles Chaplin en El pibe (1921). Otra vida marcada por el éxito prematuro y una larga cadena de padecimientos.
Una de las historias más conmovedoras que se abordan en Showbiz Kids es la de River Phoenix. El hermano mayor de Joaquin Phoenix fue uno de los actores más talentosos de su generación. Tras sus papeles en la apuntada Cuenta conmigo; La costa Mosquito, de Peter Weir; Al filo del vacío, de Sidney Lumet (que le valió una nominación al premio Oscar); e Indiana Jones y la última cruzada, de Spielberg; se consagró de forma definitiva gracias a Mi mundo privado (1991), de Gus Van Sant, donde compartió cartel con Keanu Reeves. Por esa historia de dos amigos que viven en las sórdidas calles de Portland ganó el premio a mejor intérprete en los Independent Spirit Awards. En octubre de 1993, tras una larga serie de excesos y una creciente disociación de la realidad, murió víctima de una sobredosis en The Viper Room, un club nocturno de moda en Hollywood al que había asistido con familiares y amigos para ver un show de rock y cuyo copropietario en esa época era Johnny Depp. Tenía solo 23 años.
Pero quizás el episodio más impactante de Showbiz Kids sea –por el imprevisible desenlace– el de Cameron Boyce, quien cuenta con lujo de detalles su complicada experiencia como actor infantil dentro del universo televisivo de Disney. A los 12 ya era una de las estrellas de la serie Jessie y luego vendría la popular saga Descendientes. Cuando el documental ya estaba en su etapa final, Boyce –quien había sido diagnosticado de epilepsia– murió el 6 de julio de 2019, con tan solo 20 años, mientras dormía en su casa de Los Ángeles.
Muchos de los traumas que se describen en el documental reaparecen en el terreno de la ficción en Honey Boy: un niño encantador, ópera prima de Alma Har’el. Se trata de una de las propuestas más angustiantes de los últimos tiempos y una experiencia catártica para el guionista y actor Shia LaBeouf, quien además interpreta a su propio padre (un hombre alcohólico de personalidad profundamente patológica), mientras que Noah Jupe (toda una revelación) encarna a Otis (alter ego del propio Shia), un chico de 12 años que sufre todo tipo de abusos y se ve presionado a generar todo el tiempo ingresos como niño actor.
Volviendo a Showbiz Kids, el director Alex Winter demuestra una absoluta empatía con quienes ofrecen sus testimonios a cámara y se entiende perfectamente el porqué: él mismo comenzó como actor en Broadway cuando tenía apenas 10 años. El agotamiento físico y mental, los abusos delante y detrás de cámara, la madurez a la fuerza y antes de tiempo, la sobreadaptación, los mareos que genera la fama precoz, los posteriores problemas de autoestima cuando ya no están los reflectores de por medio y una permanente sensación de descontención y soledad son algunas de las problemáticas recurrentes de un documental que expone sin prejuicios ni medias tintas el precio (ciertamente caro) de la fama.
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