Luego de un año con poco movimiento, las calles de la Gran Manzana empiezan a recobrar su ritmo habitual; los rodajes volvieron a Manhattan y con ellos la participación de los vecinos, que pueden hacer de extras o simplemente ganar unos dólares por prender o apagar las luces de sus departamentos
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NUEVA YORK.- Ashley Psirogianes tiene 26 años, trabaja en marketing de moda y es fanática de Sex & The City. “Durante la pandemia me vi todos los capítulos de nuevo”, dice, sobre la serie protagonizada por Sarah Jessica Parker, en la que la ciudad de Nueva York era la quinta integrante del elenco protagónico.
Así que una mañana de julio, en su habitual escapada mañanera al Starbucks, se sorprendió mucho y hasta se emocionó al encontrarse con todo el elenco y los técnicos rodando la nueva versión de la serie –una suerte de miniserie llamada And Just Like That... que se estrenará en la plataforma HBO Max– un equipo de cientos de personas que habían tomado la calle Crosby entre Prince y Spring, en pleno Manhattan.
Nadie podía pasar a menos que viviera en la cuadra o tuviera un motivo específico para acceder a alguno de los edificios. En la esquina, la gente se había agolpado con la esperanza de pescar a Kristin Davis, Cynthia Nixon o Sarah Jessica Parker, y hacer especulaciones sobre lo que ocurría en la escena que estaban rodando. (¡Miranda está rubia! ¿O me parece a mí o Charlotte no tiene puesto el anillo de casada?).
“Me los choqué a la vuelta de la esquina”, dice Ashley. “Los pude ver justo antes de que se fueran a almorzar”.
Como es vecina del barrio, Ashley ahora tenía información de primera mano para compartir. “Mis grupos de chat están que explotan”, dice. “Tengo un par de amigas que trabajan por acá cerca y están desesperadas, quieren venirse a ver si pescan algo.”
A un año y medio largo del principio de la pandemia, las calles de Nueva York vuelven a llenarse del zumbido de las cámaras de cine y televisión. En 2019, las industria del cine y la televisión le aportaron a la ciudad unos 185.000 puestos de trabajo, unos 18.000 millones de dólares en salarios y alrededor de 81.600 millones de dólares de facturación total, según datos de la Oficina de Medios y Entretenimiento de la Alcaldía de Nueva York. El año pasado, todos los permisos de rodaje estuvieron suspendidos entre el 21 de marzo y el 1° de julio. Este año, solo en abril y mayo hubo unas 360 filmaciones. En 2020, en locaciones de la ciudad se rodaron 732 películas y series, una disminución significativa ante los 2214 proyectos filmados en 2019. A pesar de la reciente reactivación de la actividad audiovisual, las autoridades neoyorquinas no esperan que los números de este año alcancen los niveles prepandémicos.
Los equipos de filmación cortan calles y ocupan esquinas durante días, estacionan camiones y remolques y dificultan el tránsito de vehículos y transeúntes. Mientras que algunos vecinos se quejan del bullicio y la falta de espacio para estacionar, a otros les encanta vivir por un rato en un set de filmación. Y a algunos afortunados neoyorquinos, los productores les piden que hagan de extras o hasta les pagan una suma de dinero por algo específico como mantener apagada o prendida determinada luz de sus departamentos.
La pandemia puede haber convertido en un paraíso o en una pesadilla el hecho de vivir en una calle donde se lleva a cabo un rodaje. Algunas personas entran en pánico al ver la cuadrilla de técnicos y productores próxima a su casa. Y otros están encantados de tener un poco de acción después de más de un año de tanta tranquilidad.
Allá por fines de marzo, las obras de teatro, los recitales y otros espectáculos en vivo seguían prohibidos en Nueva York. Así que Kate Walker, de 72 años, escritora y profesora universitaria jubilada, valoraba mucho el entretenimiento que se desarrollaba justo frente a su puerta. En las calles del West Village, donde vive Walker, estaban filmando la temporada 4 de The Marvelous Mrs. Maisel, la serie de Amazon Prime Video sobre un ama de casa judía de fines de la década de 1950 devenida comediante de stand-up.
La producción de la serie estaba usando el patio del edificio donde vive Walker como camarín de peinados y maquillaje. Durante varios días, vio entrar y salir a los actores de los ómnibus: las actrices con polleras plisadas y perlas al cuello, a los hombres con trajes vintage y sombreros de ala corta. “Era muy gracioso, porque todos usaban ropa de los años 50, ¡pero con barbijo!”, recuerda Walker.
También filmaron escenas en Abingdon Square, a dos cuadras de distancia, y en las calles adyacentes había autos antiguos estacionados. “Todo el mundo había salido a la vereda a mirar esos autos de colección”, dice Walker. “Los vecinos se descogotaban para ver lo que estaban filmando.” Para Walker, vivir en medio de toda esa acción fue como un soplo de alegría. “En marzo todavía estaba todo cerrado, así que esto era como entretenimiento gratis en la calle”, dice. “Me hizo sentir que Nueva York iba a volver a la vida.”
Aunque las filmaciones atraen curiosos y eso puede ser bueno para los comercios cercanos, también obligan a cerrar cuadras enteras durante horas y a veces días. “Las empresas que operan en el lugar pueden sufrir”, dice Chris McCormack, conserje del Hotel Crosby Street. En julio, la calle del hotel estuvo cortada brevemente por el rodaje de Sex & the City. “Siempre hay algún pasajero que quiere saber lo que pasa y se entusiasma, pero para la mayoría, es un incordio -dice el hotelero-. A veces hasta les costaba llegar a la puerta del hotel, y me decían que el taxi tardaba una hora en acercarse a la esquina”.
A veces, los equipos de rodaje parecen salir de la nada. Dos días antes de la fecha de su permiso para filmar, deben pegarse carteles en los postes de alumbrado y en los árboles, anunciando lo que ocurrirá, y que habrá restricciones para estacionar. No bien un auto libera un espacio, los productores instalan conos anaranjados para que no vuelva a ocuparse. Varias cuadras suelen quedar tomadas por los tráileres llenos de equipos y luces.
La gente del barrio por lo general no se entera de cuándo será exactamente la filmación o en qué lugar preciso, porque las empresas productoras no siempre utilizan todo el tiempo que figura en el permiso. Por lo general, se enteran que el rodaje está en marcha cuando algún personal de seguridad les impide caminar por su propia cuadra.
Las expectativas de las personas que se acercan con la esperanza de ver a algún famoso muchas veces se ven frustradas. Por lo general, los extras y dobles se presentan horas antes que las verdaderas figuras. Y aunque todo el elenco esté ahí, a los actores los rodea tanto personal de seguridad, tantos aparatos y tantos productores que no siempre se los distingue. “Uno se para ahí creyendo que los va a ver, pero cuando te querés acordar ya pasaron 20 minutos y nada -dice Ashley-. Y ahí te empezás a preguntar qué carajo estás esperando”.
A otros neoyorquinos, por el contrario, la pandemia los dejó muy fóbicos a las aglomeraciones de personas, y los equipos de rodaje tuvieron que encontrar formas de apaciguar a los más inquietos.
En abril, en el patio de un emblemático edificio de departamentos en West 86th Street, se filmaron escenas de la serie de misterio y asesinatos Only Murders in the Building, una serie que aquí se verá por Star+ a fines de este mes, con Steve Martin, Martin Short y Selena Gomez.
“El primer día, cuando me di cuenta de que el equipo y el elenco no usaban barbijo en el patio del edificio, me puse como loca”, reconoce Meryl Gordon, escritora y profesora de la Universidad de Nueva York, que vive en el edificio desde 1983. “Le grité tan fuerte que tuvieron que parar la filmación unos días. ”Pero equipo de producción volvió y decidió apaciguar a los residentes incluyéndolos en la acción: ofrecieron pagarles 465 a quienes quisieran ser extras por un día.
Rebecca Horn, de 34 años, que trabaja como agente de celebridades y se había mudado con sus padres durante la pandemia, aceptó la oferta. A diferencia de muchos de sus vecinos adultos mayores, el rodaje no la había molestado. “La verdad que me ayudó, porque quedarme encerrada en el departamento empezó a ser un poco más interesante. Era agradable ver tanta gente reunida, camarógrafos, productores. Me asomaba y los miraba desde mi ventana o salía y miraba desde el patio”.
Cuando a Rebecca le llegó el turno de hacer de extra —”No puedo contar mucho, para no adelantar lo que pasa en la serie, pero lo que sí puedo decirles es que en mi escena participa el elenco completo”— sus padres invitaron a su hermano y a su familia a cenar, para que todos pudieran verla actuar desde la ventana. También se hizo amiga de otra extra, una mujer de su edad que también vive en el edificio, pero a la que no había conocido antes del rodaje.
“Se supone que esta ciudad es divertida y emocionante, ¿o no?”, dice Rebecca. “Este tipo de cosas son gran parte de la vida en Nueva York”.
Traducción de Jaime Arrambide
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