Cómo será el regreso de Eduardo Feinmann a la TV y qué piensa del contexto actual: “Veo que hay desesperación por voltear al Gobierno”
El lunes 5 vuelve a la pantalla de LN+ al frente de El Noticiero, de 18 a 20; su visión de la actualidad (”se autoperciben demócratas en el Gobierno y son golpistas en la oposición”), las polémicas al aire (”hay gente que me odia profundamente y hay gente que me ama”) y el nuevo Gobierno (”vamos a contar lo que pasa, como siempre”)
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“Vi tanta gente caerse de su propio ego que siempre dije que eso no me iba a pasar. No me la creo. No soy una estrella y los que se creen estrellas terminan estrellados. Tengo ego cero”. Eduardo Feinmann habla de una manera incisiva, sin perder la calma y con cierto humor taciturno. Usa puntos seguidos entre frase y frase. No suele estructurar los párrafos de manera alambicada. Hay en él algo de ahorrarse las argucias semánticas y figuras retóricas en su estilo comunicativo. Directo y tajante. Aunque uno intuye que detrás de esa estructura simple se esconde una personalidad dotada de ciertas distinciones, “complejidades”, como suele decirse ahora.
Basta echar un vistazo a su carrera, desde sus inicios en un suplemento barrial de Belgrano, a conducir “dos Ferraris” en televisión y radio para darse cuenta que no cualquier llega ahí. Sus máquinas en la Fórmula 1, según él, son El noticiero de LN+, que el lunes próximo retorna al aire de 18 a 20, y Alguien tiene que decirlo, en Radio Mitre (de 6 a 10). Ambos ciclos, el de TV y el de radio, son líderes de audiencia en su segmento horario. Afirmar, entonces, que Feinmann es hoy el periodista más visto y escuchado de la Argentina no sería descabellado. Y, sin embargo, no parece adocenado, ni domesticado, ni complaciente. Todo lo contrario.
“Personajes no hago. No soy actor, soy periodista. Tengo una línea de conducta y eso me rige desde siempre en la defensa de los valores. Eso hace que haya gente que me odia profundamente y otra que me ama profundamente”, dice sobre la imagen que proyecta según él mismo define.
–¿Y cómo hace para lidiar con eso todos los días?
–No me molesta. El odio del otro me agranda. Se da quizá por mis formas, no lo busco. Es por esto del sesgo de confirmación, pero prefiero que me escuchen los que me odian, es una conjunción espectacular. Por lo menos les dejo algo para hablar en el día y criticarme.
–¿No es aburrido o previsible el sesgo de confirmación que define tanto hoy a las audiencias?
–Sí, claro. A mí me gusta escuchar al otro, al que piensa distinto. No soy quien para imponer. No hay nada más lindo que la democracia de las opiniones porque nos enriquece. Cuanto más me pegan, más me agrando.
Escalones
A los 13 años supo que su vocación sería el periodismo. Estudió abogacía, primero en la Universidad de Belgrano (UB) y concluyó en la Universidad de Buenos Aires (UBA). “En ese momento la UB me parecía un colegio secundario y necesitaba más exigencia”, cuenta acerca del cambio. Su primer paso importante en un medio masivo de comunicación fue en Radio del Plata como movilero. “Santo Biasatti fue mi jefe y gran maestro. Después fui movilero y columnista en Radio Mitre”, recuerda de sus años “en la calle” como suele decirse en el argot periodístico. Feinmann aclara que no siempre manejó Ferraris. “Hice una carrera donde tuve que subir todos los escalones y lo sublime es hoy poder estar en los dos medios más grandes de la Argentina”, expresa con el énfasis de quien no llegó hasta ahí por el ascensor.
–Todavía muchos se acuerdan de lo que se generaba durante sus míticas entrevistas a los chicos que tomaban las escuelas.
–Lo que yo hacía no lo hacía nadie: por lo menos les daba el micrófono para que opinaran, aunque no por eso tenía que estar de acuerdo con ellos y no discutir. Porque para mí tomar una escuela es un delito.
–¿Pero usted entendía que se planteaba como un round argumentativo en vivo donde podía ganar o perder?
–Si sabía. Me divertía, no me molestaba.
–¿Cómo administra en su circuito más íntimo la exposición y, sobre todo, eso de que le “pegan”?
–Tengo muchos amigos que piensan distinto. Pero amigos de lealtad, de toda la vida, muy cercanos. Es como que me digas que uno es de River y otro de Boca. Podés tener diferencias, pero no por eso vas a odiar al que es de otro cuadro.
–Ese razonamiento suena lógico y humano, pero sabemos que no ocurre así en cuanto a la política y el análisis social…
–Esa fórmula la creó el kirchnerismo. Y fue una de las tantas cosas que hizo de manera horrible. Se trato de un sistema de inoculación de odio tremenda contra el que piensa distinto.
–¿Todavía existe el kirchnerismo?
–El kirchnerismo no solo existe, sino que están en un momento de intentar voltear a un gobierno elegido por el pueblo de manera democrática. Se autoperciben demócratas en el gobierno y son golpistas en la oposición.
–¿Y cómo sería eso?
–Veo mucha desesperación de un sector kirchnerista para hacer lo imposible para que el Gobierno fracase. Van a tener que pasar muchos años para que esto cambie. Han perdido por paliza las elecciones, por 12 puntos, con alguien que no es de la política. No lo soportan. No soportan manejar las cajas y el poder. Es un Gobierno que tiene apenas 50 días, pero para ellos parecen siglos. Veo mucha ansiedad para que termine. Incluso hay quienes escriben que el gobierno de Javier Milei “tiene olor a calas” (en referencia al analista político Jorge Asís).
Campos minados
En su trayectoria, el periodista no solo tuvo que subir cada peldaño de la profesión periodística, sino que también cruzó varios campos minados. Durante la primera década del siglo XXI participó de los proyectos del empresario y periodista, Daniel Hadad, Primero en América y luego en C5N, cuando Hadad inauguró la señal ya como propietario del canal de noticias y de Radio 10. Feinmann fue uno de sus analistas y periodistas de mayor exposición y audiencia, hasta que en 2016 tuvo que renunciar cuando ese complejo de medios cambió de manos y fue adquirido por el empresario Cristóbal López, de clara afinidad con el gobierno kirchnerista. Las posiciones se tornaron incompatibles y Feinmann tuvo que reinventarse tanto en Radio La Red como en la TV. En cierta opinión pública, el periodista quedó asociado a una visión disonante respecto del relato hegemónico. Eso le valió todo tipo de calificaciones.
–¿Qué siente cuando lo ubican en ese lugar?
–La batalla cultural para la destrucción de los valores la hizo el kirchnerismo. Si porque estoy a favor de las víctimas y no de los delincuentes soy facho, seré facho. Si porque defiendo a la familia soy facho, seré facho. Si porque defiendo la democracia y las instituciones soy facho, seré facho. No sé. Creo que hay que dar una batalla cultural para revertir un sistema que gobernó 16 años de los 40 desde el regreso de la democracia. Y ellos gobernaron y terminaron sus gobiernos sin que nadie los quisiera voltear.
–¿Usted cree que el valor que tiene la democracia se ha subvertido?
–La democracia tiene errores, pero es el mejor sistema de gobierno que conocemos. Y siempre he defendido los valores democráticos y a las instituciones que componen la democracia, sea cual fuera el Gobierno.
–¿Cómo va a ser su regreso a la pantalla y cuál será su mirada de la actualidad con Milei en el Gobierno?
–El formato del programa va a ser idéntico al del año pasado. Cuando las cosas funcionan no se tocan. Y respecto del Gobierno, haremos lo de siempre, contar lo que está pasando.
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