LA NACION estuvo durante una salida al aire del programa para conocer todo lo que pasa detrás de cámara y cómo se realiza este emblemático ciclo de chimentos
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Intrusos se emitió por primera vez el 1° de enero de 2001 y, como cábala, vuelven a empezar cada 1º de enero porque, sin duda, funciona. Llevan al aire 21 años, siempre por América y en el horario del mediodía, de 13.30 a 15.45, y por el ciclo pasaron decenas de cronistas, panelistas y periodistas, y varios conductores: Jorge Rial estuvo durante casi 20 años, la dupla de Rodrigo Lussich y Adrián Pallares el último año, y Florencia de la V, desde febrero pasado. Pero, ¿cómo se hace este programa de espectáculos que perdura y por el que pasaron todos los artistas de nuestro país, se descubrieron romances, se anunciaron separaciones y se crearon mediáticos? LA NACION se metió en la cocina y habló con todos los protagonistas.
Cada programa empieza a gestarse desde muy temprano, a las 8 de la mañana, cuando los productores ejecutivos Ana Laura Guevara y Julián León, que están desde el primer día, se reúnen con María Sol Pisani y María Celeste Harriague, las coordinadoras generales. “Empezamos con una lista de temas posibles y con las notas que se hicieron la noche anterior. Tenemos un chat de producción, otro con los cronistas y uno más con los panelistas y periodistas, donde todos ponen los temas que proponen y después cada uno de ellos tiene un productor asignado. Trabajamos de una manera muy ordenada”, detalla Guevara. “Un poco más tarde empieza la charla con Flor de la V y es un ida y vuelta. El programa se termina de armar antes del salir al aire. Incluso en el aire se modifica todo el tiempo porque salimos con una propuesta y se disparan un montón de otras situaciones cuando muchos de los protagonistas se comunican por chat con nuestros periodistas”.
Los testigos de esas dos horas y cuarto que dura Intrusos entienden que un programa es el que sale al aire y otro muy diferente el que sucede en los cortes comerciales cuando se apagan las cámaras. “Lo más jugoso es lo que no decimos porque no puede salir al aire”, confiesa Flor y ríe con picardía. La actriz y conductora se hizo cargo de Intrusos en febrero, como una especie de salvavidas luego de la salida de Lussich y Pallares, y hasta que se rearmara el programa. Le dijeron que iba a quedarse un mes, pero ya van nueve y va a seguir porque supo ponerle su impronta, con una mezcla de buena información, humor, frescura y astucia. “Fue todo muy vertiginoso y hoy puedo decir que siento que tengo más control sobre el programa. Es como andar a caballo, pero una cosa es subirte e ir sin saber, y otra es manejarlo y galopar. Ahora tengo mucha más conciencia de cómo llevar el programa, cómo comunicar. Me doy cuenta de cada detalle y lo disfruto un montón”.
Una conductora disruptiva
Para Flor de la V no fue difícil pasar del otro lado del mostrador. Durante 21 años fue la protagonista de miles de notas de Intrusos, por sus trabajos en teatro y en TV, y también por su vida personal. Y hoy es ella quien presenta las notas de sus colegas y hace preguntas. “Yo leo todo y veo todo, pero desde siempre. Me mueve la curiosidad. Creo que soy una periodista frustrada porque me interesan todos los temas, desde la política hasta TikTok. Y me gusta ver todo, no quiero que me cuenten las cosas porque no es lo mismo. Me interesa cada detalle, saber la fuente. No sé cómo hago, creo que tengo la vida muy ordenada y eso me da tiempo para todo, aunque le dedico lo justo y necesario, tampoco abuso”, asegura a LA NACION. “Mi día laboral empieza con una charla con Ana Laura, pivoteando: le digo si vi algo o si tengo alguna información. Y cuando termina Intrusos, en general nos queda la mitad del programa afuera porque tenemos tanto que no entra todo”, se sincera.
Hay tres cortes comerciales y todos son muy diferentes. El primero y el tercero son más tranquilos, y cada uno se queda en su lugar, chequea información o intercambia datos y comentan el próximo tema a tratar. El segundo corte es un caos porque, como es el más largo, se animan a distenderse, se levantan, se sacan fotos, ríen, hablan sobre algún tema personal. Cuando el productor de piso les advierte que falta un minuto para salir al aire, vuelven rápidamente a su lugar y chequean en su celular si hay algún dato de último momento, papel y lápiz en mano.
Cada programa es diferente. En algunos hay mejor humor que en otros, o menos gritos, o más risas. Y muy distinto es lo que se vive en el control, donde están los productores conectados por una cucaracha con la conductora y con cada panelista, además del director, iluminador y sonidista. “Intrusos es el programa que enciende la pantalla. A América siempre le costó la mañana, arrancamos con un encendido bajo y lo ponemos a funcionar”, explica Guevara: ayer, el programa midió 3,5 puntos según Ibope, por encima. Y Flor de la V bromea: “No sé si somos la estufa o el viagra del canal. Me gusta más la pastillita azul. Hablando en serio, Intrusos sigue marcando la agenda del espectáculo y en 21 años es una marca que trascendió todo. Es el clásico de los mediodías y lo importante es la manera de contar que tenemos. Entramos a la casa de la gente y acompañamos”.
Los históricos y las nuevas generaciones
Nancy Duré fue panelista invitada durante mucho tiempo hasta que este año se quedó fija. “Trabajamos 24x7 y estamos activos todo el tiempo pasando la información que tenemos, la que descubrimos. Es así todo el día y todos los días”, cuenta a LA NACION.
Virginia Gallardo es actriz y bailarina y también estuvo muchas veces del otro lado hasta que la invitaron a ser parte del panel, el año pasado. “Cuando me llamaron yo no me veía en ese lugar y pensaba: ‘¿Cómo voy a opinar de gente que después me cruzo en desfiles y eventos, sobre todo no siendo periodista?’. Les preguntaba: ‘¿pero estás segura, vos me ves en Intrusos?’. Y sí, de a poco le fui encontrando la vuelta. Se trabaja bien, hay buena onda, respeto y compañerismo, más allá del contenido. La parte humana fluye y eso se nota en pantalla. Incluso los invitados la pasan muy bien y siempre lo comentan. Antes eran más traicioneros”.
Con el nuevo Intrusos con Flor de la V al frente del ciclo, también convocaron a otro histórico, Héctor Rossi, locutor y voz distintiva del programa. “Claudio Orellano empezó en 2001 pero al año y medio me sumé yo y estuve durante 13 años en el programa. Hay algo clave en este equipo y es que cada uno sabe lo que tiene que hacer y por eso no chocamos con el otro. Nos conocemos tanto que nos miramos y nos entendemos, hay complicidad. Muchas veces no sé qué va a salir al aire y esa espontaneidad aporta. En un momento me fui porque creí que era una etapa cumplida, pero volví porque entendí que hay mucho de mi esencia y la gente asocia mi voz a este programa”, dice Rossi. Y De la V aclara: “En estos meses se fueron aceitando los engranajes. Hay buen timing, como si fuera una partitura, cada uno toca su instrumento. Además este Intrusos cambió mucho desde el inicio. Hoy hay perspectiva de género, una mirada más amorosa, no hay golpes bajos ni maldad. Se puede debatir sin agredir y eso es lo más interesante”.
Marcela Tauro es un sello de Intrusos, aunque no está desde el primer día. Un día se fue luego de un desacuerdo y volvió en esta nueva etapa. “Es una parte muy importante de mi vida y mientras estuve me pasaron cosas tan importantes como tener un hijo, por ejemplo. No soy del equipo original, pero me destaco y la gente me identifica con el programa y se lo tengo que agradecer a Jorge Rial, que me dio un lugar destacado y pude lucirme. Después me fui por una diferencia y volví con un equipo casi de emergencia, cuando se fueron Lussich y Pallares. Pensaba que no iba a volver porque creía que era una etapa terminada. No me gusta comparar los ciclos porque cada uno tuvo su magia”.
Pablo Layus es uno de los panelistas, pero también es cronista y sale a buscar notas, junto a Alejandro Guatti, Gonzalo Vázquez y Rafael Juli. Está desde el primer programa, cuando salió al aire desde Carlos Paz y mostró el primer Año Nuevo de Matías Ale y Graciela Alfano. “Para hacer Intrusos ayuda mucho la reacción porque podés tener el programa listo, pero es importante escribirle al protagonista de una historia, un actor, una actriz o un abogado, y que te responden al instante porque te tienen confianza”.
Alejandro Guatti, otro de los cronistas históricos, reflexiona: “El programa sigue vigente porque cambió la forma de preguntar. No éramos violentos, pero íbamos más al hueso y hoy hay que cuidar eso porque el mundo es otro y ya no se pregunta, por ejemplo, si alguien va a tener hijos. Los entrevistados tienen mucha mejor onda con nosotros que hace unos años”. Y Flor de la V agrega: “Nosotros no juzgamos, simplemente contamos a la manera de Intrusos y entretenemos. No tomamos postura ni damos veredictos. Creo que esa es la clave”. Y la productora Ana Laura Guevara refuerza: “Con Flor a la cabeza podemos mostrar ese cambio. Intrusos tuvo muchas etapas, y todos crecimos, aprendimos, mejoramos”.
Los históricos se combinan con las nuevas generaciones. Celeste y Solpi, las coordinadoras de producción que, según Guevara “son tractores”. Y Gonzalo Vázquez también es nuevito: se sumó hace tres años. “Me siento en mi mejor versión. Me gusta porque me dan confianza y puedo trabajar contento. Florencia es muy generosa y se nota”.
Maite Peñoñori debutó en Intrusos en enero pasado y para ella, uno de los secretos del buen funcionamiento del ciclo es su conductora: “Le dije a Flor que tenía que ser ella porque la veía en el programa. Siempre estuvo del otro lado, acostumbrada a que la entrevistemos, y supo acomodarse bien porque sus colegas siempre le hacen buenos comentarios”.
En estos 21 años por Intrusos pasaron todos los ex Gran Hermano y explotó el personaje de Tamara Paganini, en 2001. También descubrieron a Wanda Nara. “Todo el tiempo nos pedía que le hagamos notas, le preguntábamos por qué y ella respondía: ‘No sé, hagamos algo’. Quería ser famosa a toda costa y surgió lo del calzoncillo de Diego Maradona cuando Wanda salió al balcón usándolo”, recuerda Layus. Y Guevara rememora: “Hasta hubo fenómenos paranormales cuando Graciela Alfano estaba en el piso haciendo una nota y se disparó una canción de Freddie Mercury, Rapsodia bohemia. Sucedió tres veces seguidas. Tiempo después hubo una explicación técnica, pero quedó que era un fenómeno paranormal porque no podíamos detener la música. Me acuerdo que hablaba de una situación con el hijo y su relación con un pai”.
La mediatización de Aníbal Pachano nació en Intrusos también y, aunque ya era una figura en un círculo más elitista, Marcelo Tinelli lo llamó para ser jurado de ‘Bailando por un sueño’. Además por el programa pasaron Ricardo Fort, el escándalo de Ayelén Paleo, Santiago Bal y Carmen Barbieri y las muchas etapas de Vicky Xipolitakis, entre otros personajes y sucesos.
Fernanda Merdeni, gerenta de producción de América, y Verónica Cerbán, subgerenta de producción, fueron productoras de Intrusos en sus inicios y crecieron en el canal, al mismo ritmo que el programa en la pantalla. “Es una gran escuela para un productor y si pasás por ahí después vas a otro programa y hacés la diferencia. Lo bueno de haber sido parte tiene que ver también con la construcción de este nuevo Intrusos porque la búsqueda de Flor como conductora fue muy fácil para nosotros. Ya trabajaba en el canal y buscábamos algo disruptivo, algo nuevo, y una mujer al frente de Intrusos era algo que no había sucedido en otra versión y eso terminó de conquistarnos. Además Flor fue parte siempre porque es una de las artistas que nació en Intrusos”.
Cerbán también fue asistente de producción incluso antes de que Intrusos comenzara porque está desde su construcción. “Fue mutando, pero la esencia no se perdió nunca. En ese momento yo producía a Sergio Company, que fue un panelista muy teatral. Y este Intrusos es diferente porque Flor tiene un diferencial y es que vive el programa como conductora, como espectadora, como mujer, y dice las cosas como si le contara un chisme a una amiga. Tiene una historia en el espectáculo y conoce todo, no necesita leer nada porque lo vivió y eso aporta un montón”, concluye.
Más notas de Flor de la V.
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