Cómo es la nueva vida del Turco Naim en Ecuador, luego de su separación de Emilia Attias: “Todavía estoy en una nebulosa”
En mayo se separó de la modelo, luego de 15 años en pareja y una hija en común; la pena lo llevó a refugiarse en Montañita, donde hace surf y construye un bar grill de playa
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Fue un año movido para el Turco Naim, que después de su separación de Emilia Attias decidió instalarse en Montañita, Ecuador. Desde hace más de cuatro meses pasa allí sus días, surfeando y construyendo un bar grill de playa que inaugurará en noviembre. En una charla con LA NACIÓN, el actor devenido en empresario gastronómico habla sobre esta nueva vida que lo ayudó a volver a su centro luego de su sorpresiva ruptura, dice que pronto vuelve para ver a su hija Gina, que cumple 8 años, y cuenta diversos proyectos de trabajo que lo hacen feliz.
“Vengo a Montañita desde hace 31 años y ahora estoy construyendo un bar grill de playa, el primero en Ecuador, justo frente a donde está la ola derecha más famosa de Sudamérica. Es el point de surf donde se hacen campeonatos mundiales. Y lo estoy armando con dos amigos de toda la vida, María Teresa Conde y Cris Norton. Yo soy el diseñador, porque soy muy artesano, me gusta trabajar con las manos, con las máquinas, la amoladora. Hago todo, lámparas, iluminación, decoración, pinto”, detalla. “Abrimos el 2 de noviembre, pero antes vuelvo a Buenos Aires para el cumpleaños de mi hija Gina, a quien extraño muchísimo, aunque hablamos todos los días. Está muy emocionada porque el papi va a ir a verla; nunca nos habíamos separado durante tanto tiempo. Pero bueno, esas cosas de la vida que te llevan a replantearte todo. Y después se viene conmigo todo el verano. Ella ama este lugar porque viene desde que nació y surfea también; tiene una habilidad increíble y le encanta el agua”, suma.
-¿Te escapaste a Montañita o era un plan que tenías para este año?
-No me gusta la palabra “escapar”. No me escapé. Cuando se te mueven todas las estructuras y todo pierde el sentido, necesitás volver a encontrarte. Y este es un lugar al que he venido en todos los momentos claves de mi vida; en las crisis o cambios fuertes siempre me refugié acá. Y rápidamente me encuentro porque mi vida acá es muy simple: me levanto a las 6 de la mañana y me meto a surfear ya casi amaneciendo porque camino cinco metros y me meto al mar; voy al gimnasio; desayuno el típico encebollado [un plato típico del país a base de pescado, yuca, cebolla, cilantro, ají en polvo, comino] que come la gente aquí y arranco a trabajar hasta las 8 de la noche; ceno en lo de unos amigos argentinos porque estoy muy integrado a la colectividad argentina, con quienes jugamos campeonatos de fútbol. Es un pueblo y hay mucha actividad social, entonces estás contenido por gente muy amigable y en paz. Surfeo desde que soy chico, porque íbamos todos los veranos a Necochea, y había muchas olas y no tanto más que hacer, así que surfeaba y patinaba. Es un deporte hermoso, de mucha armonía con la naturaleza, con el mar, te desarrolla la espiritualidad y te centra un montón.
-¿Y pensás quedarte?
-Es una opción de vida que estoy estudiando. Por supuesto iría a filmar a Buenos Aires, ahora cuando vuelva en octubre voy a estar como invitado en varios programas y presento mi streaming que sale por La Canchita TV, Vamo’ a ver qué sobra; es una sátira de lo que sobra de los medios, y hago notas a personajes, campeonatos de pulseadas, hay contadores de chistes, imitadores. Un refrito de la televisión argentina que es tan creativa y decadente a la vez.
-Entonces la separación te impulsó a irte…
-Hace muchos años que tengo esta dicotomía de seguir viviendo en la ciudad o mudarme a Montañita. Estamos a cinco horas de vuelo y es muy fácil ir y venir. En Ecuador tengo una vida fantástica a nivel físico, emocional y espiritual, y haciendo los mismos negocios que en Buenos Aires, donde todavía tengo un bar, Cadillac, en el Bajo Nuñez. Cuando estás en pareja hacés las cosas para la pareja y pensás en pareja, y cuando te quedás solo después de tantos años, perdés un poco el rumbo de para quién hacer las cosas; te perdés a vos mismo. Y ahora me he recuperado a mí mismo y hago las cosas para mí y para mi hija, y estoy feliz. Estoy en una buena etapa.
-Se habló mucho de tu ruptura con Attias... ¿Cómo la viviste?
-Con tristeza, con pesar. Soy familiero, y después de haber compartido tantos años y tantas cosas hermosas, soñé que me iba a morir con esa persona. Pero la vida siempre te muestra algo nuevo, y me mostró que no era así y tuve que encontrar otros motivos. Lo hablamos con Emilia, le dije que necesitaba irme un tiempo, nos pusimos de acuerdo y me vine. Tenemos muy buen trato, y nos vamos a seguir viendo toda la vida porque tenemos una hija y somos familia. Hay cariño y los dos somos conscientes de que nuestra hija es un tesoro y hay que cuidarla, darle amor y paz y buena convivencia. Hoy estoy bien. Todo pasa por algo en la vida y es bueno saber aceptarlo, aunque cueste.
-Se dijo que habías conocido a alguien, ¿estás abierto a volver a enamorarte?
-El amor es para mí (risas). Es mi estado perfecto. Pero todavía estoy en una nebulosa, y contento de estar enfocado y en paz.
-Estando lejos y tan en contacto con la naturaleza, ¿leíste todo lo que se dijo sobre la separación?
-Hay gente de luz y de oscuridad; todos convivimos, y nadie tiene la verdad. Cada uno elige su manera de vivir de acuerdo a lo que siente. Tal vez quien hable mal de uno tiene mucho dolor adentro y también hay que saber entender. Yo me centro en lo mío. Estoy haciendo una serie documental que se llama Panamericana, con Eduardo Filippini y Kate Jaime. Es sobre un personaje que se busca a sí mismo y recorre la Panamericana, que es una suerte de redes de caminos que une Buenos Aires con Alaska, y conoce a gente que lo ayuda a encontrar su centro mostrándoles otros estilos de vida.
-¿Cuál es tu rol en el documental?
-Hago varias entrevistas, entre ellos a un hombre de la noche muy famoso en Ecuador que se convirtió en chamán y tiene un centro de espiritualidad donde se toma medicina ancestral, otro muchacho argentino, Carlos Noel, que era un gran surfista y tuvo un accidente y perdió un brazo y un poco el sentido de su vida, pero haciendo uso de la resiliencia volvió a ponerse físicamente fuerte y sigue surfeando. Se va a ver en una plataforma de streaming. Y en marzo se estrena Mac Animals, en Disney, una serie juvenil de ciencia ficción en la que interpreto al malo. Son todos proyectos totalmente diferentes que me enriquecen un montón. Uno con el tono Disney, otro en el que puedo ser verdaderamente yo, y en el streaming soy el conductor de ese ciclo de humor, que es muy natural en mí. Me falta hacer una película en la que pueda sacar a mi actor dramático de conservatorio (risas).
-Te formaste como un actor dramático pero la popularidad te llegó de la mano del humor, en Videomatch... ¿Cómo fue ese recorrido?
-Estuve 14 temporadas con Marcelo [Tinelli]. Empecé de muy chico, y he cantado en varios programas, por ejemplo, en Patolandia del Pato Carret, en el de Elvira Romei. Cantaba folklore y tango y me llevaba mi mamá al viejo Canal 9, a mis 10 años. Me he criado en la televisión. Después estudié en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático y por esas cosas del destino, en una materia extracurricular, estudié clown con Cristina Martí, que era parte de El club del clown. Y ahí descubrí mi vertiente humorística, porque yo era un actor dramático. Luego hice improvisación con Mosquito Sancinetto y me sirvió mucho para hacer La pelu con Flor de la V y Gladys Florimonti. Hice La hermana mayor, Solo para parejas y varias novelas en las que era parte del reparto. Y un día hice una prueba gracias a mi amigo Gabriel Mesa; era una nota con Toti Ciliberto, en Puerto Madero. A Marcelo le gustó mi trabajo, ese mismo día salió al aire y al siguiente me contrataron. Me fui por el lado del humor y dejé un poco al actor dramático durante muchos años hasta que volví a hacer películas y series. Me puedo mover bien en muchos géneros, aunque no me siento un artista.
-¿Por qué no te sentís un artista?
-Es una palabra tan delicada... Siento que todavía no hice lo que realmente representa mi corazón y está bueno seguir en la búsqueda como el primer día. Y me emociona la posibilidad de hacer algo. Ahora me tocó hacer cosas para superar mis momentos.
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