Claribel Medina: "Cuando se fue mi hija de casa, me encontré con el nido vacío y me enojé"
En una charla sincera y emotiva, la actriz y su hija menor hablaron con LA NACION sobre cómo superaron algunos obstáculos de la relación y cómo es trabajar juntas ahora
La historia de Claribel Medina y Agostina Alarcón es la misma que atraviesan muchas madres e hijas a lo largo de la vida. Una historia de encuentros, desencuentros, lágrimas, proyectos y enfrentamientos. Llena de risas y conflictos, pero atravesada por un denominador común: el amor. El presente las encuentra más unidas que nunca, trabajando juntas y queriéndose tanto, tanto que emocionan.
Agostina tiene 25 años y es la menor de las dos hijas que Claribel tuvo con el actor Pablo Alarcón. La mayor se llama Antonella, se dedica a la Biología y aún vive con su mamá. Agostina, en cambio, se fue hace poco a vivir a la casa de su papá. Después de algunos escollos, lograron ponerse de acuerdo y trabajar juntas en la obra de teatro, El paraíso de los juegos, que están presentado en escuelas.
-¿Cómo se llevaron trabajado juntas?
Agostina: -Tuvimos nuestros momentos.
Claribel: -Nos peleamos, vamos a decir la verdad.
A: -Es que es difícil la relación familiar... veníamos de algún conflicto extracurricular y canalizamos ahí. Igual, logramos tener una buena comunicación, los problemas los superamos y, de hecho, nos unieron más que nunca, veníamos fluctuando, yo me había ido a vivir a otro lado, entonces era nueva la relación de vivir separadas.
C: -Y más el hecho de que ella sea actriz... La técnica que yo encontré para que no nos agrediéramos era decirle: "Yo te voy a sugerir, si quieres lo tomas...".
-¿Te gustaba?
A: -Sí, re, pero a veces era difícil pensaba: “¿Me lo está diciendo porque está celosa de mí o porque de verdad quiere que esté bien?". Los actores somos medio narcisistas.
C: -Ella se empezó ablandando un poco cuando veía que yo criticaba a los otros actores. Ahí, empezamos a ordenarnos mejor.
A: -Yo tenía que confiar en el oficio de mi mamá. Ella hizo miles de infantiles espectaculares, de los cuales yo fui fanática, era público estable.
-¿Eras fan?
A: -Sí, Canciones para mirar, no podía creer ese circo en escena y mi mamá era la estrella de la obra.
-¿Y como mamá cómo era?
A: -Siempre ayudándome a tener la personalidad que tengo hoy. Siempre me hizo sentir una reina y no desde lo material, sino desde lo emocional. No creo que cualquier chica saliera a la calle con estas joyitas en la cara, orgullosa de sí misma.
-Trabajó bien tu autoestima...
A: -Sí, me hizo aprender del arte. Eso lo re valoro. Me llevaba a ver todas las obras de teatro del mundo. Era muy divertido. Mi mamá me llevaba a ver hasta películas subidas de tono para que aprendiera de cine. También iba a los canales de televisión y me quedaba ahí mirando.
-Claribel, a vos, ¿te dolió que se fue a vivir a lo de su papá?
C: -Yo me fui de mi casa a los 17 años, pero una cosa es que yo lo haya hecho y otra muy distinta que lo haga mi hija. Me recontra dolió y lloré muchísimo y estuvimos peleadas. Me costó. Nos encontrábamos en los restaurancitos a comer o a tomar el té. Y me sentaba a escucharla, a ver cómo iba creciendo, cómo era su proceso...
-¿Por qué te fuiste a vivir con tu papá?
A: -Mi papá casi no está en su casa, pasa mucho tiempo en lo de su novia (Lucía Galán), entonces es como vivir sola.
C: -Yo sufría, pasaba por la casa a ver si ella estaba bien. Miraba y me fijaba si tenía la luz prendida y le mandaba mensajes: “¿Todo bien? ¿Comiste?”. La vigilaba por la ventanita. Yo soy re madraza, pero muy libre. Cuando me separé de Pablo, nosotras hicimos muchos viajes solas. Nos hemos ido a escalar el cerro Fitz Roy, al Machu Picchu... Las llevaba de gira y hacíamos la tarea arriba del micro...
-¿Cuántos años tenías cuando tus padres se separaron?
A: -Tres años. No tengo recuerdos de ellos juntos. Muy fugaces, algunos, que no sé siquiera si los inventé.
C: -Yo me separé en el 97, después de diez años de pareja. Las nenas eran muy chicas.
A: -En la adolescencia me planteaba a veces “¿por qué mis papás no están juntos?”. No entendía por qué el amor no era eterno.
-¿Los conflictos entre ustedes empezaron ahi, en la adolescencia?
A: -No, de más grande. Cuando me empecé a independizar. Cuando entré a la universidad estaba en una crisis emocional conmigo misma. Viste que si estás mal con vos mismo, se arruina todo.
C: -Aparte había elegido una carrera que yo no entendía: quería ser chef. Para mí no estaba siguiendo su instinto. Yo sentía que ella estaba siguiendo a la caballería y no se animaba a ser distinta.
-¿Vos querías ser chef?
A: -No sé. Al mismo tiempo que me anoté en el IAG (Instituto Argentino de Gastronomía) me anoté en el IUNA para hacer Arte Dramático, pero ni bien entré a hacer una audición me agarró un ataque de pánico y no la pude hacer. Entonces dije “no”. Claramente, había algo no solucionado ahí y estudiar cocina era más simple porque no estaba conectado con nada personal. Pero me aburrían las clases. Yo pensaba: “¿No me puedo disfrazar para cocinar? ¿No puedo bailar Elvis Presley?"
C: -Y ahí entré en crisis yo, me puse malísima. Le dije: "¿No te gusta? No importa, ahora lo terminás porque yo ya pagué".
-¿Lo terminaste?
A: -¡No!
C: -¿Quién cedió? ¡Yo! Lo pensé, lo pensé y dije: “Ma sí, que lo deje”. Pero le pedí por favor que definiera qué quería. Le pregunté y me dijo: “Diseño Industrial”. ¿Eh?
A: -Yo sabía que venía por el lado del arte...
-¿Pero no le querías dar el gusto a tu mamá de estudiar actuación?
A: -Me parece que había algo de eso... A veces veía a mis padres y me encantaban, pero a la vez sentía que tenía que haber algo más. Todos mis amigos iban a la universidad, necesitaba descubrir qué otras cosas había. Quería conocerme un poco más. Me costó un montón. Al final terminé estudiando teatro con Agustín Alezzo.
C: -Un día se puso seria y me dijo: “Voy a ser actriz, pero no voy a ser la actriz que sos vos. Esa cosa dramática de estar llorando por todo, no me va”. Bueno, le dije, igual no hay que renegar de eso. Entonces, la voy a ver a la obra que estaba haciendo España ríe y canta y... ¡estuvo toda la obra llorando! Yo no lo podía creer.
-¿Te emocionó verla?
C: -Mucho. Me emociona su pasión.
-¿Le seguís enseñando?
C: -Le enseño que si uno quiere algo, tiene que ir a buscarlo.
-¿Te mantenés sola?
A: -Mirá, yo hago lo que sea. Vendo hamburguesas veganas y el verano pasado, mis viejos estaban trabajando juntos en una obra de Muscari. Les pedí trabajo y me pusieron a repartir volantes. Pero lo hice a mi manera. Me ponía en la puerta del teatro con un megáfono y hacía un stand up mientras iban entrando los actores. La gente se paraba alrededor mío.
C: -¡No sabés la cantidad de gente que entraba!
-¡Ahí tenías juntos a tus viejos!
A: -Y ahí me conecté con lo que tenía adentro. Probé muchas cosas, pero me di cuenta de que lo que me divertía era el teatro.
-¿Hablan seguido por teléfono?
C: -Casi siempre, pero no todos los días porque esta guacha no me contesta.
A: -No es que no le contesto, ¡tengo una vida ajetreada!
-¿Sos controladora?
C: -No, me gusta saber que está bien. Somos muy compañeras, charlamos, ella es mi descanso.
-¿Sabías que iba a terminar siendo actriz?
C: -Desde muy chiquitita y todavía no lo buscó, pero también tiene una gran cantante adentro. Lo lleva en la sangre. Agostina es una creativa.
-¿Cómo era tu mamá en la calle?
A: -Hablaba con todos. Tuve que asumirlo y me ponía a hablar yo también con ellos para divertirme.
C: -Teníamos discusiones, a veces, estábamos en un restaurante y yo tenía que poner caras para la foto.
A: -Son cosas típicas de la profesión. No me molestan.
-¿Y cómo sos con sus novios?
C: -Al novio de Agos lo amo. Es un gran balance para ella. Es un hippie zen, está siempre en equilibrio. Muchas veces él me tranquiliza cuando yo la veo a mi hija medio alterada.
-¿Qué aprendés de ella?
C: -Aprendo de su espontaneidad y ha sido muy importante para mí para aprender a valorar la vida otra vez. Con el tema del crecimiento, la edad, la soledad y el hecho de no tener una familia acá y tener que hacer todo sola, hubo momentos en que me metí muy para adentro y estaba bastante enojada. Y Agos fue el reflejo de eso. Probablemente me haya ayudado mucho eso, lo tuve que reconocer. Ella con su amor y tomando distancia me hizo ver que lo más importante era la forma en que ella me ama a mí y me hacía recordar que le diera nuevamente todo lo que le había dado. Yo me había olvidado del amor por la vida que yo tenía. Fue necesario que ella se fuera para que me diera cuenta de que lo había perdido. Hoy tenemos la confianza de decirnos cualquier cosa. Hay algo de la comprensión mutua que pasó a otro nivel. Fue el aprendizaje más importante de mi vida.
A: -Para mí fue re importante ese cambio. Fue desprenderme de un montón de cosas que me hicieron crecer.
-¿Era de poner límites tu mamá?
A: -Para nada.
C: -Yo soy muy infantil. Yo era una niña más jugando en la casa.
A: -Y mi viejo, que es un crack y que lo amo con todo mi corazón, era todo lo contrario.
C: -Por eso fue tan fuerte lo que me pasó cuando Agos se fue. Yo me encontré con el nido vacío y me enojé. Tuve que entender que yo las había criado para que vuelen y lo estaban haciendo.
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