No solo Miss Simpatía: cinco películas para celebrar el talento de Sandra Bullock
En los años 90, aunque ahora parezca increíble, Julia Roberts, Meg Ryan y Sandra Bullock eran las reinas de Hollywood. Vincular sus nombres a un proyecto eran motivo suficiente para que una película se pusiera en marcha y entre las tres acaparaban salas de cine siempre repletas de gente dispuesta a verlas ser las protagonistas del cuento. Ellas filmaban sin parar, como si en la cantidad de películas realizadas residiera la fórmula para evitar ser encasilladas como heroínas románticas. Cada una en su estilo, buscaron su camino e intentaron construir una carrera lo más diversa posible.
Si Roberts decidió esconder su sonrisa incandescente en proyectos como Línea mortal, Durmiendo con el enemigo o El informe pelícano; Ryan intentó cambiar su imagen con proyectos como Prueba de vida y En carne viva, Bullock optó por utilizar la etiqueta "de la vecina de al lado" que le había impuesto la industria para ponerse en acción. Ese recorrido que muchas veces hizo que los críticos pusieran en duda su rango interpretativo, un prejuicio que las películas, el paso del tiempo y un premio Oscar se ocuparon de desarmar.
Tiempo de matar (1996). Dirigida por Joel Schumacher a partir de una novela de John Grisham, en esta película Bullock no es la protagonista. Después de convertirse en un estrella gracias a Máxima velocidad, Mientras dormías y La red, la actriz se sumó al proyecto que encabezaban Matthew McConaughey y Samuel L. Jackson y del que también participaba Kevin Spacey. El drama legal ambientado en el sur de los Estados Unidos cuenta la historia de un horrible crimen cometido por dos hombres blancos contra una niña negra, que pone en evidencia el racismo y las diferencias sociales del lugar. Con la eficacia para entretener de los relatos basados en las novelas de Grisham como The Firm: Fachada, Tiempo de matar le dio a la actriz la posibilidad de sumarse a una historia que le interesaba contar y crear un personaje, una idealista estudiante de derecho, muy distinto a los que había interpretado hasta ese momento. Disponible en Amazon Prime Video
28 días (2000). Cuando el mundo ya estaba convencido de que no había estrella más simpática y divertida que Bullock, la actriz decidió que era un buen momento para patear el tablero y mostrar otra cosa. O al menos encarnar a un personaje que fuera difícil de querer. En este drama dirigido por Betty Thomas, ella es Gwen, una periodista en apariencia despreocupada, inteligente y algo cínica pero feliz. Aunque rápidamente queda claro que toda su alegría de vivir en realidad apenas oculta una vida de excesos, que la lleva a tener que pasar los 28 días del título en un centro de rehabilitación. Allí, Gwen primero se resistirá con todos sus recursos intelectuales a hacerse cargo de sus adicciones, para luego descubrir que había algo más en ella que esa chica siempre disponible para divertir y divertirse. Una suerte de declaración de principios metadiscursiva sobre sus capacidades actorales, que a Bullock le alcanzaban para trazar el complejo arco dramático de la historia. Disponible en Netflix
Amor a segunda vista (2002). Al tiempo que las comedias románticas parecían ser un género en extinción con pocas posibilidades de volver a ocupar los espacios de privilegio de la década pasada, el dúo dinámico formado por Hugh Grant y Bullock demostró que bien hecha, la comedia romántica es irrompible. En este caso, todos los elementos funcionan a la perfección. La historia escrita y dirigida por Marc Lawrence aprovecha los puntos fuertes de sus protagonistas y la inmensa química entre ellos. Grant, en su etapa de pícaro seductor, interpreta a George Wade, un magnate inmaduro y algo solitario que encuentra a su complemento perfecto en Lucy Kelson, la abogada de izquierda y adalid de todas las causas nobles que interpreta Bullock. La relación laboral, claro, dejará lugar al romance que la película consigue plasmar en pantalla desde el comienzo. La rigidez de Lucy y sus principios inquebrantables que la vuelven a veces un poco demasiado pesada, y la liviandad extrema e irresponsable de George se combinan escena tras escena hasta lograr una película que equilibra con destreza los dos componentes esenciales de la comedia romántica. Disponible en Amazon Prime Video y en Netflix.
Armadas y peligrosas (2013). Para muchos actores, ganar el Oscar es un arma de doble filo. Una vez conseguida la preciada estatuilla, las expectativas alrededor de sus próximos proyectos son tantas que algunos suelen dar algún paso en falso. En el caso de Bullock, después del Oscar que ganó como mejor actriz por la película Un sueño posible, su primer intento fue la fallida Tan fuerte y tan cerca pero a ese melodrama lo siguió con la fantástica comedia de acción Chicas armadas y peligrosas, un poco inspirado título local para una película que puso a brillar el talento de Bullock para la comedia. Dirigida por Paul Feig (Damas en guerra) y compartiendo el protagonismo con Melissa McCarthy, la actriz interpretó a la agente del FBI Sarah Ashburn, una oficial respetuosa de las reglas al punto de irritar a sus compañeros y especialmente a la policía que encarna McCarthy. Disponible en Flow
Gravedad (2013). Pocos meses después del estreno de Chicas armadas y peligrosas, y casi en el otro extremo del espectro cinematográfico, Bullock protagonizó el film dirigido por Alfonso Cuarón. Aunque la coincidencia de ambas películas no fue intencional –los complicados efectos visuales de Gravedad atrasaron su lanzamiento–, para la actriz fue la más clara demostración de su versatilidad. En un mismo año, Bullock se destacó en la comedia y le dio humanidad e intensidad al drama introspectivo cuyo rodaje estuvo plagado de desafíos tecnológicos. Mientras Cuarón y su director de fotografía Emmanuel Lubezki (ambos ganadores del Oscar por este film), utilizaban la tecnología para crear un relato visualmente prodigioso, a la actriz, nominada al premio de la Academia por el papel de la astronauta Ryan Stone, le tocó aportar sensibilidad y emoción a una historia que sin ella solo hubiera sido una gran hazaña técnica. Disponible en Netflix
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