Ciertas Petunias y una fiesta de 15 muy particular
En su cuarto espectáculo, el grupo cómico-musical festeja sus años de actividad con una parodia escénica de una fiesta quinceañera
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Nacido al calor del nuevo siglo, Ciertas Petunias se reveló desde un comienzo como un grupo cómico-musical femenino de absoluta singularidad. El quinteto de músicas y actrices –compuesto por Jessica Bacher, Magdalena Barla, Camila Campodónico, Mariana Galarza Di Caro y Natalia Guevara- no solo cantaba sino que interpretaban sus propios arreglos de canciones de diversos géneros, con un fresco toque de humor ¿feminista? Instrumentalmente, ejecutaban guitarra, bajo, teclado, percusión y accesorios. Eran mujeres orquesta dispuestas a hacer reír desde el escenario. En la tradición de Las Gambas al Ajillo y Las Hermanas Nervio (que habían descollado en el Parakultural, a finales de los ´80), sí, pero con el aditamento de la música, y con un estilo más naif y familiar. Su primer espectáculo, de 2005, se llamó primero Cinco encantos y luego (por cuestiones de derechos, y apelando una vez más al humor) FraudulentasPorSimilitudConfusionista, arrancó en el Maipo Club –la pequeña sala del complejo de la calle Esmeralda, dedicada al music hall y a las propuestas irreverentes de vanguardia- y más tarde fue la atracción de la “Expo Les Luthiers”, en el Centro Cultural Recoleta. Fue allí que se relacionaron con el Les Luthiers Jorge Maronna, lo convocaron como asesor artístico del grupo y echaron mano a sus composiciones originales para dar vida, en 2010, a su segundo opus: Flor de viaje. También se animaron a los temas propios, en un abanico de ritmos, que iban del jazz a la cumbia, pasando por el bolero, el tango, la guajira, el flamenco y la chacarera. En 2017 llegaría ¡Qué hermosa kermesse!, el espectáculo que las acercaría al circuito comercial, las tornaría populares y hasta merecedoras de varios galardones (entre ellos tres Premios Hugo).
Hoy festejan con un nuevo show sus 15 años de actividad (dos menos de sus reales 17 de historia, por cuestiones de la pandemia), llamado, precisamente El 15, frágil esplendor, donde parodian la típica fiesta de toda quinceañera y también a sí mismas, y aprovechan la ocasión para reflexionar sobre los diversos mandatos sociales que imperan sobre el género femenino. La cita es cualquier sábado a las 20 en el Teatro Border (la primera sala sustentable del país, ubicada en Godoy Cruz 1838). Del grupo original quedan Magdalena Barla, Camila Campodónico y Natalia Guevara, al que con el correr de los años -y varios cambios en el haber- se han sumado definitivamente Lucía Braude y Tania Valsecchi (y momentáneamente, como artista invitada, Agustina Leoni, que reemplazará por unos meses a Natalia por su avanzado embarazo). Reunidas por LA NACION, hablan de su atípica historia y de su cuarto espectáculo, que ya cuenta con el beneplácito del público y la crítica. “Nosotros estamos haciendo lo mismo que todas las quinceañeras de hace dos años, festejándolo recién ahora, solo que lo hacemos sobre un escenario y matándonos de la risa”, comienza diciendo Braude, la más dicharachera.
Oriundas de Floresta, amigas desde la primaria, e integrantes en la adolescencia de un mismo coro, el del Centro Cultural de Parque Avellaneda, pasaron a reunirse para cantar y concebir sus propios arreglos musicales más allá del ámbito académico. “Y ahí empezó a aparecer el humor por la necesidad de vincular una canción de los Beatles con un bolero o con un tema de Gilda, en fin, con cosas que no tenían que ver unas con las otras. Nuestro primer espectáculo fue eso, una serie de escenitas que daban pie a diferentes canciones hasta ahí no había una historia ni nada parecido”, explica Campodónico, de fuerte parecido con Sally Hawkins, la protagonista del film La forma del agua. Hoy cada una se dedica también a alguna otra actividad con el fin de sobrevivir, “pero lo más importante –señala Barla- es que seguimos juntas, unidas, y que sostenemos esta compañía contra viento y marea”. Y, casualidad o no, comparten el haber sido madres, dos veces cada una, desde el comienzo de Ciertas Petunias.
Cada una tiene una formación distinta, alguna más musical, otra más actoral. La hay quien se especializó en la técnica del clown, la que optó por la escuela de comedia musical, la de la música popular o la de percusión. Sin embargo, aseguran que la mayor formación estuvo signada por las necesidades del grupo en cada espectáculo. “Varias veces llamamos a alguien, en cuanto compañía, para que labure con nosotras cinco como ensamble vocal o desde lo teatral”, comenta Barla, mientras que Braude agrega: “Fue como una inversión que hicimos casi desde el inicio, parte del dinero que ganamos lo fuimos destinando a los distintos profesionales que nos vinieron a dar una mano”. Y así, también, aprendieron a ejecutar varios instrumentos, “siempre en función de lo que los shows nos requerían”, como los que acaban de sumar en El 15, frágil esplendor: teclados, cajón peruano y bombo legüero. En definitiva, concluye: “Ciertas Petunias fue y es una zanahoria para aprender un montón de cosas que no habríamos aprendido de otra manera”. De esta forma, el grupo se convierte en “un espacio de expresión, de crecimiento y de aprendizaje autogestionado, porque eso es lo que somos, un grupo de autogestión, en el que hacemos lo que queremos porque justamente no está bancado por nadie”.
¿Cómo han logrado manejar a lo largo de los años las eventuales diferencias o conflictos que se suscitan en todo grupo? “Yo, que me sumé hace muy poco, y las conozco desde adentro y desde afuera, creo que la respuesta radica en la generosidad y la capacidad de respeto y de escucha que tienen todas, algo que siempre les admiré”, afirma Valsecchi. “No se trata de magia, es algo que han trabajado un montón. Son, somos, mujeres poniéndolo todo a disposición de la creatividad y el compañerismo, desde poner una letra de una sobre la mesa y permitir que todas la toqueteen”. ¿Son un grupo completamente democrático? “Sí, hablamos todas al mismo tiempo, pero igualmente nos escuchamos y llegamos a una conclusión consensuada. Hasta ahora este es nuestro sistema de trabajo y nos da resultado. Por eso perdura el grupo”.
De todos modos, en Ciertas Petunias cada una mantiene un rol. “Aquí sucede como en toda familia –sostiene Campodónico-, en la que cada integrante cumple una función; en nuestro caso por peso propio, por decantación o conocimiento. Por ejemplo, Nati tiene una madre contadora, y ella misma trabaja en un estudio contable, por lo tanto sabe mucho de economía. Ella es la más ordenada y por eso se encarga de la economía del grupo”. ¿Y el resto? “Bueno... Lucía es la más osada, Cami es la más naif, Magdalena es la más desbolada y yo la más emprendedora”, entiende Guevara, el cerebro del grupo.
Ciertas Petunias no se define necesariamente como un grupo feminista, pero reconoce que El 15, frágil esplendor “es el primer espectáculo donde comunicamos algo más ideológico al respecto de lo que pasa y ha pasado con las mujeres aquí y en todo el mundo, y lo hacemos a lo largo de los 70 minutos de su duración”. “Antes, en los anteriores shows, seguramente se podía percibir lo que pensábamos en tal o cual cuadro, y el público podía inferir que no éramos mujeres estereotipadas, pero acá, lo que pensamos y somos, lo dejamos bien en claro. Siempre con humor, claro”, cierra Braude con el resto del grupo asintiendo.
PARA AGENDAR. “El 15, frágil esplendor”, de Ciertas Petunias. Dirección: Agustín Soler. Teatro Border: Godoy Cruz 1838. Funciones: sábados a las 20. Duración: 70 minutos. Entradas: Alternativa Teatral.
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