Instalado en España, el actor que está pronto a estrenar la serie Mano de Hierro y la película que cuenta con su producción, Descansar en Paz, habló con LA NACION sobre cómo resguarda su intimidad con su novia y se mostró afectado por la realidad del país
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Son pasadas las 15 en Madrid y es una jornada movida para el Chino Darín. El actor argentino está presentando la serie Mano de Hierro que se podrá ver desde el viernes 15 de marzo por Netflix, pero además está en la cuenta regresiva de cara a otro estreno, en este caso como productor. Se trata de Descansar en Paz, la película protagonizada por Joaquín Furriel y Griselda Siciliani.
Dejando a un lado los compromisos con los medios españoles, el artista se toma una pausa para hablar con LA NACION. A más de diez mil kilómetros de la Argentina, está al tanto de todo lo que ocurre en el país y no tiene reparos a la hora de referirse a cómo ve la situación de sus colegas. También habla de su relación desde hace siete años con la actriz Úrsula Corberó y por qué desde que se conocieron en una ficción no volvieron a trabajar juntos.
“Creo que todos estamos preocupados. Bueno, no todos. Lo que ha sucedido es que ha asumido el poder un tipo de un color político que no se había visto en Argentina en mucho tiempo, con una especie de anarcoliberalismo y populismo de derechas que no comparto. De repente han empezado a atacar a todo el mundo de la cultura como si fuésemos unos parásitos de las arcas del Estado y le estuviéramos quitando la comida a la gente que se muere del hambre”, dijo hace unos días en la revista española GQ y de inmediato sus palabras hicieron eco. Al ser consultado por este medio por las repercusiones de sus dichos, lamenta la polarización que existe desde hace ya muchos años y se explaya: “No hay criterio a la hora de entender la opinión de una persona y suceden cosas bastante ridículas, como que a uno lo tilden de kirchnerista, cuando nunca en la vida lo fui; pero criticás a uno de un partido y parece que estás parado en la vereda contraria y no es el caso”.
Entre él y su novia, la actriz Úrsula Corberó, a quien conoció en 2016 cuando ambos formaron pareja en la ficción La Embajada, suman casi 23 millones de seguidores y aunque suelen compartir historias de vacaciones, cumpleaños o aniversarios y que cada vez que están juntos en un evento son noticia, logran resguardar su intimidad. Doble mérito para Ricardo Mario Darín -tal su verdadero nombre- de 35 años, si se tiene en cuenta que es hijo de uno de los actores más famosos y reconocidos del país, hizo su primera tapa de revista con solo días de vida desde el sanatorio donde nació y debutó en la actuación con sus papás a los cinco años, en una publicidad para una reconocida tienda de los años 90.
Doble estreno y doble rol para el artista que divide sus días entre Madrid, donde vive con su novia y Buenos Aires, donde suele estar visitando familia y trabajando. Desde el 15 de este mes se podrá ver en Netflix Mano de Hierro, la serie española de 8 capítulos que retrata la lucha contra el narcotráfico en el puerto de Barcelona, con Eduard Fernández y, desde el próximo 27, estará disponible Descansar en paz, el film protagonizado por Joaquín Furriel, Griselda Siciliani y el Puma Goity que toma como punto de partida el atentado a la AMIA del 18 de julio de 1994, hecho por Kenya Films, la productora del Chino, Ricardo y Federico Posternak. “Nosotros nos llevamos muy bien en general, pero era un desafío ponernos a trabajar juntos. No es lo mismo el día a día en la relación familiar que tener que trabajar juntos y trabajar con todo lo que eso implica”, había contado alguna vez sobre cómo es compartir tiempo con su padre en el plano profesional.
—¿Qué nos vamos a encontrar en Mano de Hierro, donde tu personaje se presenta un tanto misterioso?
—El contexto central de la historia es el puerto de Barcelona y se centra en una familia, los Manchado. El patriarca, Joaquín, que lo interpreta Eduard Fernández, dirige una de las terminales del puerto y aprovecha para sacar sustancias non sanctas y distribuirlas por el resto de Europa. Mi personaje, Víctor, empieza trabajando en uno de los equipos que opera grúas y a lo largo del devenir de los capítulos vamos a descubrir que tiene otras intenciones y motivos para estar ahí, que reporta a un superior y que de alguna forma está infiltrado dentro de esta organización.
—Y dos semanas después, el 27, estrena el thriller Descansar en Paz, con dirección de Sebastián Borensztein. Uno de los disparadores de la historia es el atentado a la AMIA del 18 de julio de 1994. ¿Cómo fue tocar un tema tan delicado cuya herida aún está abierta?
—Nos basamos en una novela que tenía tiempo publicada (Descansar en paz: ¿nunca soñaste con dejar todo y empezar de nuevo? de Martín Baintrub, 2018) con buenas críticas, que nos gustó mucho y toma un hecho histórico como es el atentado a la AMIA como detonante para tocar una historia particular para el personaje de Sergio, que interpreta Joaquín Furriel y planteando el desafío respecto a si es posible o no cambiar de vida a partir de ciertos conflictos que él tiene en el presente. Este evento (el atentado) se le presenta como casi una oportunidad de escape y por más que suene polémico, es simplemente un ejercicio lucrativo para él. La película la hicimos con Kenya y la presentamos en Málaga.
—Con Kenya justamente hicieron La Odisea de los Giles, El amor menos pensado y Argentina, 1985, entre otros proyectos. Esta última el año pasado compitió en la categoría mejor película extranjera en los premios Oscar. ¿Dejó la vara muy alta? ¿Cómo es el después?
—Siempre se empieza de nuevo, no tiene mucho sentido casarse con proyectos anteriores, cada proyecto es único y siempre hay que pensar para adelante y cada nuevo trabajo es una posibilidad para hacer las cosas mejor que la vez anterior. Yo cada cosa la tomo como una oportunidad.
—En diálogo con un medio español te referiste a los recortes que propone el presidente Javier Milei en el sector de la cultura. Dijiste: “De repente han empezado a atacar a todo el mundo de la cultura como si fuésemos unos parásitos. Yo no le estoy quitando el pan a nadie”.
—Sí, y no es una sensación, basta con entrar a las redes sociales y escuchar la literalidad de los discursos de nuestro Presidente para poder percibirlo. No es una sensación, se nos trata como parásitos; podés estar de acuerdo o no, yo considero que el valor de la cultura es otro en nuestro país y por eso dije lo que dije.
—Tuvieron mucha repercusión tus palabras, ¿qué opinás al respecto?
—Estamos muy polarizados y todo es blanco o negro y me parece que si vos no estás de acuerdo con una cosa de un gobierno o con una forma de decir, inmediatamente estás alineado con los opuestos. Hay muy poco nivel de análisis y de criterio a la hora de entender la opinión que puede tener una persona con todas sus aristas, entonces suceden cosas bastante ridículas como que lo tilden a uno de kirchnerista cuando no fui nunca en mi vida kirchnerista. Pero por oposición, criticás a uno de un partido porque no te gusta lo que dice, o como se maneja o como viene llevando las cosas y enseguida parece que estás parado en la vereda contraria y no es el caso, para nada. Simplemente hay cosas que no me gustan cómo se están manejando, sobretodo desde lo discursivo y a quiénes se están señalando como los enemigos, cuando en la campaña se visualizaba a la casta de la política de toda la vida y ahora parece que los artistas fuéramos los culpables de los males de la Argentina.
—¿Qué sentís que pasará en los próximos meses, cuál es tu deseo?
—Presentimiento no tengo ninguno y mi deseo es que todo vaya fenómeno en la Argentina, me parece que el destino y el éxito de Milei como presidente están atados a nuestro futuro como argentinos y lo mejor que nos puede pasar es que le vaya increíblemente bien. Ahora, uno puede comulgar o no con distintas medidas y actitudes, pero quiero que le vaya fantástico.
—Cambiando de tema, creciste con un padre famoso y hasta fuiste tapa de revista a los días de nacer y con Úrsula suman más de 20 millones de seguidores en las redes; cuando suben algo juntos se replica en los medios. Sin embargo, saben resguardar su intimidad y no están involucrados en escándalos, ¿ese equilibrio viene de una búsqueda? ¿Cómo se logra?
—(Mostrarnos) Lo hacemos poco, pero por otro lado no nos estamos resguardando activamente, compartimos lo que tenemos ganas de compartir y lo que no, no. Sea en Argentina o en España, nos manejamos así. No es que nos estamos resguardando recelosamente y cuidando nuestra intimidad. Hablamos de todo: proyectos, vacaciones, somos abiertos. Sí, por ejemplo, no está dentro de nuestros intereses contar qué desayunamos.
—¿Se viene algún proyecto laboral juntos? ¿Por qué luego de La Embajada no volvieron a estar juntos en pantalla?
—No, no hay nada. No por decisión consciente, simplemente es algo que no está en un horizonte próximo. Tampoco tenemos la intención de trabajar el uno con el otro en particular, vamos viendo los proyectos que surgen y dónde nos metemos en función de lo que hay, pero no estamos forzando el hecho de trabajar juntos, así como tampoco el hecho de no trabajar juntos. Vamos viendo qué pasa. En mente a priori no hay nada laboral conjunto.
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