China Suárez con Alejandro Fantino y Wanda Nara con Susana Giménez: ¿en qué se parecen y en qué se diferencian? ¿Quién dijo lo más picante?
Mientras Wanda Nara volvió a decir todo lo que había contado en sus redes sociales, La China Suárez fue tajante: aclaró que solo le va a dar explicaciones a sus hijos
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Desde chicos escuchamos hablar de la importancia de “las dos campanas”. Y es cierto que antes de tomar partido es una sana costumbre conocer las diferentes posturas. Lo que nunca nos explicaron es qué hacer cuando las campanas están roncas, o directamente no suenan. Luego de la entrevista de Susana Giménez a Wanda Nara -cuyo resumen emitió Telefe el martes 23 y Paramount+ subirá completa en estas horas-, la pelota quedó del lado de Eugenia “La China” Suárez. Hacía rato que se sabía que la tercera en discordia del Wandagate iba a hablar solo ante Alejandro Fantino y las cámaras de Star+, lo que no se sabía era lo que iba a decir. Este lunes se develó el misterio, o mejor dicho, se disipó una cortina de humo.
Una puesta en escena sobria, de backstage y en blanco y negro, pensada hasta en el más mínimo detalle. El abrazo de dos que se conocen bien, y la protagonista de jeans. El contraste entre las dos aristas femeninas del escándalo es evidente: nada del “Wanda Style” glamoroso, europeo y con la Torre Eiffel de fondo. La imagen de Eugenia fue la de una chica común, familiera y de barrio.
De arranque nomás, y luego de que Alejandro Fantino remarcara que fue elegido por ella para llevar a cabo la nota (concepto que luego reafirmaría), llegó la primera pregunta. Acá es importante aclarar que el cuestionario de Susana a Nara comenzó con un “¿Cómo empezó el Wandagate? ¿Vos le viste el teléfono a Mauro?”. El conductor de Intratables, en cambio, abrió con: “Un fotógrafo te vio en una plaza, seis años, Plaza Las Heras, pero viene el golpe de fama a los 10 con Cris Morena”.
Y así, entrevistada y entrevistador comenzaron a mostrar de entrada la mano con la que iban a jugar durante el resto de la velada. Muy pronto quedó claro lo que uno se imaginaba: la cuestión no era ofrecer la versión de la China sobre su approach y posterior encuentro con Mauro Icardi, ni siquiera tener el tema como eje (algo que sí sucedió en el caso del programa con Wanda). La intención de los protagonistas y de la señal fue llevar adelante un minucioso pulido y plastificado de la imagen de la actriz.
Así pasó la hora, flotando en un cuestionario inofensivo que le permitió a Suárez repasar su infancia, hablar de su familia, de su sueño de ser mamá desde muy chiquita, de sus viajes a Pinamar y de su exitoso presente profesional en España. Una construcción de imagen que sumaba un nuevo piso con cada pregunta de Fantino.
Recién a los veinte minutos -cuando ya quedaba muy poca esperanza de que se dijera algo que aportara a la expectativa general-, el conductor buscó entrar en la polémica, aclarando previamente: “Entiendo y respeto las decisiones de cada uno. Yo sé que hay cuestiones absolutamente tuyas que corresponden a tu privacidad y que no las querés hablar. No te voy a preguntar, al contrario, lo hablamos y quedó establecido que hay cosas que corresponden a tu intimidad”.
En el otro rincón, y más diestra a la hora de nadar en el barro, Wanda repitió cada uno de los conceptos que ya había deslizado en sus redes, o filtrado convenientemente entre sus amistades mediáticas. Nada de lo que dijo, al menos en lo visto hasta el momento, llamó la atención. Fue más de lo mismo, pero eso sí, con todas las letras. El control de cada aspecto por parte de Nara fue tal que hasta incluyó la calculada aparición de Mauro Icardi en escena, no cuando lo quiso Susana sino cuando lo ordenó su esposa.
Quedó claro que la China no tenía pensado hablar de sus mensajes al futbolista, ni siquiera nombrarlo a ella o a su esposa, algo que sí hizo con Nicolás Cabré, Benjamín Vicuña y hasta Pampita. Susana en cambio, se las rebuscó (aunque, a decir verdad no le costó mucho) para que su entrevistada nombrara a la China más de una vez. En algo coincidieron: en la sororidad femenina, aun cuando exabruptos públicos o privados hayan demostrado lo contrario.
“Yo nunca sentí que tenía que dar explicaciones. El día que mis hijos me pregunten lo que quieran saber, a los únicos que les voy a dar explicaciones es a ellos” resumió la protagonista de El hilo rojo promediando el reportaje de Star+, y tal vez olvidando aquel extenso posteo en redes donde se deshizo en palabras que solo aportaron a la “confusión general”.
El resto de la hora que dura el especial es un festival de lo críptico. Se habló de amigos que defraudaron, de gente sin códigos y de desilusiones, pero convenientemente envueltos en mantos de sospechas y hundidos en mar de dudas. También se habló de monogamia, y la entrevistada confesó que no lo ve como “algo natural. Siempre tuve parejas monogámicas pero no sé lo que va a pasar en el futuro”.
La sonrisa de seguridad casi desafiante de Suárez, sumada a la repetición constante de la muletilla “no te voy a mentir”, y a una edición por momentos brusca que probablemente cortó lo que la charla no pudo, redondeó un encuentro con espíritu de “pelea de plataformas” más que de documento periodístico.
Si la China usó la pantalla para “limpiar” su imagen, a Wanda le sirvió para reafirmar su historia oficial. Ambas estrategias anunciadas con bombos y platillos, para toda Latinoamérica y por el precio de un abono básico.
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