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Quería ser modelo y futbolista y aunque parecía una misión imposible, Chechu Bonelli lo logró. A los 34 años, su vida incluye esos dos mundos... de alguna manera. Hace dos años conduce el segmento matutino de SportCenter, el noticiero de ESPN. Con mucha seguridad habla de deportes, opina y entrevista. Sabe de lo que habla y no porque su marido sea Darío Cvitanich, protagonista de los dos últimos campeonatos de Racing. Chechu mamó el fútbol de chiquita, en San Nicolás, donde se crió.
–¿Por qué te gustaba el fútbol?
–Porque tengo tres hermanos mayores que jugaron toda la vida. Mi papá estaba siempre presente en lo que era la subcomisión de baby fútbol y yo iba con mi mamá. Ella hacía los sándwiches del tercer tiempo.
–¿En qué club jugaban?
–En el Regatas de San Nicolás. Mi abuelo fue presidente en su momento, o sea, el lugar tiene mucha historia para nosotros.
-Pero también querías ser modelo...
-Sí, siempre le decía a mi papá que quería jugar al fútbol y ser modelo. Me decía que era imposible, que no eran compatibles las dos cosas. Entonces surgió lo de Super M, me anoté sin ningún tipo de ilusión...
-¿Cuántos años tenías?
-Era muy chiquita, tenía 17. Recién había terminado el colegio. Mandé un mail, mandé una foto y me dijeron que estaba preseleccionada, que había dos chicas más de San Nicolás y que fuera a inscribirme en Rosario. Fui. Mi papá me dijo que me autorizaba, pero que no me sacaran la ropa, que no me haga fotos en ropa interior. "Vestida, por favor", me decía. Y bueno, me llamaron y empece a quedar, a quedar, a quedar, a quedar...
-¿No tenías pensado estudiar algo después de la secundaria?
-Yo iba a estudiar abogacía en la UCA de Rosario. Ya tenía todo los cuadernillos para lo que iba a ser el inicio de la carrera y me acuerdo que mi papá me planteó qué iba a hacer si coincidían las cosas. Le contesté que siempre la prioridad iban a ser los estudios, pero llegó un momento decisivo en que yo no sabía si quedaba o no en Súper M y me tenía que presentar en la facultad. Abandonaba el concurso y me iba a estudiar o corría el riesgo de seguir en el reality y que me sacaran a las dos semanas y perder el año de la estudios.
-¿Qué hiciste?
-Lo llamé a mi papá y él me dijo: "El tren pasa una sola vez, dale para adelante".
-¿Y tu mamá qué decía? ¿No se metía?
-No, mi mamá me recontra apoyaba, pero mi papá era el hombre de las decisiones importantes en casa. Yo todo lo consultaba con mi papá, que era el que bancaba. Mi mamá, cuando la entrevistaban para el programa, decía que yo era el reflejo de lo que ella quiso ser y nunca logró. A ella le encantó la moda toda la vida, se compraba las revistas, hizo un curso de modista porque le gustaba hacerse su propia ropa. Siempre fue muy coqueta. En algún punto, era poder cumplirle a ella algo que no pudo lograr... Y valió la pena porque llegué a la final.
-¿Cómo entraste al mundo televisivo del fútbol? Porque enseguida empezaste a trabajar en Fox Sports.
-Un día, durante un desfile en Paseo Alcorta, vinieron a entrevistarme porque querían saber cuál era la modelo que más sabía de fútbol. Yo había contado en Súper M que era fanática de Boca y mi papá había dicho que yo quería ser modelo y jugadora de Boca... Además mostraba que me gustaba hacer jueguitos con la pelota. Entonces me entrevistaron porque todas las otras chicas los habían mandado conmigo. Cuando salió la nota al aire, me llamaron para hacer una prueba de cámara en el canal y así fue. Empecé haciendo un segmento de moda deportiva en un programa que conducían María Susini y Leo Montero, que se llamaba Lo mejor de Fox. También hice un programa de juegos y fui la primera mujer en estar en un panel repleto de hombres, en Fútbol para todos. Y después, bueno, lo conocí a Darío y me fui.
-Dejaste todo...
-Sí, tenía 26 años y fue un momento clave de mi carrera porque yo peleaba y la verdad que me esforzaba. Empecé cubriendo fútbol argentino, después me mandaron a cubrir la Copa Sudamericana, después la final de la Libertadores y yo quería ir a la Champions, al Mundial.
-¿Te costó trabajar en un mundo de hombres?
-Y, sí, costó. Todo fue paso a paso y por el buen rumbo, con sacrificio. Yo laburaba de lunes a viernes haciendo el programa, los sábados viajaba al interior a hacer algún desfile y los domingos llegaba, me bajaba del avión y me iba a la cancha de Boca, de Racing, de Independiente, de River a hacer las notas para el lunes, pero yo amaba eso, era joven, no dormía nada y me encantaba. Nunca me sentí discriminada ni mucho menos porque siempre mamé eso. Siempre estuve en medio de mis hermanos, de sus amigos, siempre fui una más. La verdad que nunca tuve una mala experiencia.
-Y lograste unir el mundo de la moda y el fútbol, finalmente.
-Era lo que quería, no fue fácil porque yo jugaba al fútbol, llegaba con moretones a los desfiles y me retaban. Una vez me acuerdo que la maquilladora me dijo: "¿Ay, qué tenés acá? ¿Qué te paso?"
-Asustada...
-Claro, le dije que jugaba al fútbol y la mina me miró extrañada y después empezó a estar de moda el fútbol. Entonces todas las que miraban con cara de prejuicio se querían sumar a mi equipo. Y fue así como terminamos haciendo un equipo de modelos compitiendo en Pilar.
-¿El prejuicio era más de las mujeres que de los varones?
-Sí y hoy en día sigue pasando. En las redes sociales te dicen barbaridades las mujeres, pero trato de pasarlas por alto.
-Igual tenés tu carácter.
-Sí. ¡Re! Mi papá siempre me dice que tenga cuidado en la manera en que digo las cosas porque soy muy espontánea. Y trabajando en vivo tengo que pensar las cosas 20 veces antes de decirlas. Asumo que muchas veces no digo bien las cosas o las pido mal, pero es mi carácter y lo banco a morir.
-¿Cómo fue el momento en que decidiste dejar tu trabajo para irte con tu novio? ¿También lo hablaste con tu papá?
-¡Sí! Cuando le conté a mi papá que estaba saliendo con un futbolista me dijo: "¿Otra vez?". Porque yo ya había tenido mis historias. Entonces le juré que éste era diferente, que quería que lo conozca. Mi papá siempre saludaba a mis novios dándoles la mano, se las apretaba bien fuerte como diciendo: "Ojo con mi hija". Y bueno, ¡hoy casi que lo quiere más a él que a mí! Le cayó tan bien que cuando surgió la posibilidad de que Darío se fuera a Europa, me dijo: "Vos dejás tus cosas, armás el bolso y te vas con él". Fue una buena decisión. Vivía tanto para mi laburo que creo que si no me iba con él y apostaba por el amor, hoy sería una terrible solterona, dedicada cien por ciento a su trabajo.
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-No creo...
-No sé, cuando lo conocí a Darío, me acuerdo que subí al auto y pensé: "Dios mío, con este hombre me quiero casar".
-¿Por qué?
-Lo vi y ya sentí algo, no sé qué. Entonces irme fue una buena decisión. No fue difícil pero sí el día que me despedí del programa dije que dejaba algo que amaba por el hombre que amo.
-Contaste en esa época que te aconsejaba Luciana García Penna, la mujer de Matías Almeyda, ¿qué te decía ella?
-Sí, me hice muy amiga con el tiempo. Me aconsejaba mucho en temas de la convivencia porque yo llegaba de trabajar, destrozada y lo tenía a él durmiendo la siesta. Entonces la llamaba y le decía: "Estoy cansada, no doy más. Ocho horas para llegar a mi casa y no hay nada en la heladera y encima cansada tengo que ir al supermercado". "Calmate", me decía. "Hablá con él. Decile que duerma la siesta mientras estás trabajando". Hasta el día de hoy me aconseja, un amor total. La historia cómo ella conoció a Matías es parecida a la mía. Siempre me sentí identificada.
-¿Cómo te fue en Europa?
-Cuando llegué a Holanda, iba con la idea de que él se iba a concentrar y yo agarraba la mochilita y me iba a recorrer. Y la mochilita pasó de la espalda a la panza.
-Quedaste embarazada.
-Al mes de llegar a Holanda sabiendo que el técnico no lo iba a tener en cuenta para ese equipo, surgió la posibilidad de irnos a Francia y me enteré que estaba embarazada de Lupe. Nos mudamos a Niza y fue terrible, fue como haber llegado a Mar del Plata en pleno enero. No conseguíamos casa, no teníamos dónde vivir. Estábamos en un hotel donde si querías sacarle la cebolla a la ensalada, no se podía. Entonces yo iba a la verdulería, me las ingeniaba como podía. Embarazada y teniendo todos los cuidados. Nunca tuve a mi mamá para que me aconsejara cómo iba a ser el embarazo, cómo me iba a sentir, estaba en un país donde no entendía el idioma y no me querían hablar en inglés. Siempre digo que por el embarazo yo seguí con Darío porque a lo mejor si no llegaba a estar embarazada, le decía: "No, mirá, mantengamos un rato la relación a distancia". Porque en ese momento pensé: "¿Habré hecho bien en dejar todo de golpe? ¿No tendría que haber sido más paulatino todo?"
-Claro, de golpe eras ama de casa...
-Llegaba él y yo estaba llorando. "¿Qué pasa?", me preguntaba y yo: "No quiero esperarte con la comida, limpiar, quiero hacer otra cosa". "Bueno -me decía él-, pero no estás obligada a cocinarme. Vamos a comer afuera". Y hasta me llegó a decir: "Hablo con mi representante para ver cómo cancelo el contrato y nos volvemos a la Argentina".
-¡Qué bien!
-Pero yo sabía que por dentro tenía fuerzas para seguir adelante y afrontar todo lo que se venía, que además era relindo. Fue un cambio muy brusco pasar de la popularidad al anonimato. Pasar de hablar español a un país donde ni siquiera les podías hablar en inglés. Estaba embarazada, me sentía rara y no sabía qué hacer.
-¿No tenías una amiga, a alguien...?
-No, había un argentino en el equipo y su mujer me ayudó mucho. De hecho, era mi traductora en los primeros días del embarazo.
-¿Quién era?
-Renato Civelli. Está en Banfield ahora. Su mujer era argentina también. Había dado a luz a su primera hija en Francia, entonces me recomendó una ginecóloga. Después encontré otra, finalmente, que fue como una madre para mí. Tengo un tatuaje que dice "Bonjour Lupe", fue la primera frase que escuchó al nacer y se la dijo ella. Se llama Natalie y cuando nos casamos se vino con toda la familia a la Argentina para estar en nuestra fiesta.
-Te pasaron cosas fuertes...
-Ahí uno se da cuenta para qué cosas está preparada en la vida. Me tocó afrontar la pérdida de mi mamá a los 23 años, recontra joven. Es el día de hoy que, según mi psicóloga, no tengo hecho el duelo. Por suerte, la tuve a mi suegra, su presencia fue súper importante después de haber parido a Lupe, ¡para poder descansar! Ella viajó y se quedó tres meses conmigo. También viajó mi papá. En esos momentos pensás: "Si hubiera estado mi mamá, se hubiese venido a vivir conmigo a Francia, se hubiese instalado". Pero, bueno, es lo que me tocó y supe ponerle el pecho, verle el lado positivo y aprender de lo negativo, por así decirlo. Sé que hay cosas peores pero esto me toco a mí. Fue muy duro al principio, pero después me encantó vivir ahí, en todos los lugares.
-¿Sufriste por amor también?
-Toda mujer sufrió por amor en algún momento de su vida.
-¿Tuviste malas experiencias con los futbolistas con los que saliste antes de Darío?
-Tampoco tuve demasiados, eh, pero sí. Forma parte del sufrimiento que tuvo por amor cualquier mujer. Nada grave.
-Por lo que contás, Darío es un buen compañero.
-Darío me dice: "¿Querés irte de viaje sola? Andá". Cuando vivíamos en Francia, me fui una o dos veces con amigas, con esposas de otros futbolistas y él se quedaba con Lupe. "¿Querés volver a estudiar? Volvé a estudiar. ¿Querés aprender esto? Aprendé. ¿Querés invitar a tu hermano? Invitalo". Siempre ha sido muy permisivo, pero desde el punto de vista de lo bueno que es él como ser humano.
-Es lo normal, pero está bien resaltarlo por cómo es la mayoría de los futbolistas.
-Tenemos una relación linda, cero egoísta. ¿Viste que el deportista suele tener un toque de egoísmo...? No fue el caso.
-Llevan varios años, ¿sigue igual?
-Sí, yo era de esas mujeres que me planteaba ¿cómo puede existir el amor para toda la vida? Porque cuando sos chica te enamorás y te desenamorás de una persona... ¿Cómo hay gente que nace, se enamora y muere al lado de la persona con la que estuvo toda su vida? Esa es la vida que yo quiero. Siempre digo que mis papás fueron los mejores ejemplos en todo aspecto. Y ese amor que siempre se tuvieron fue hermoso. Hoy está de moda eso de tener padres separados, una locura, ojalá nunca me pase. Para mí el amor atraviesa diferentes etapas: está el amor cuando apenas lo conocés, que te volvés loca, el momento de calentura, el momento donde ya es el amor de compañerismo, el amor de padres y familia; y eso de seguir eligiendo a la persona que tenés al lado todos los días de tu vida. Yo siempre digo que para mí siempre hay que hacer algo como para seguir admirando al otro.
-¿Admirás a Darío?
-¡Sí! Por ejemplo, cuando cambió de Banfied a Racing, le costó tomar la decisión y fue mucho tiempo de hablar, de darle mi punto de vista, a veces me enojaba también. Pero él es muy de los códigos, que "yo di mi palabra..." No piensa tanto en él, siempre piensa más en los demás.
-¿Vos querías que fuera a Racing?
-Yo quería el cambio, era una oportunidad re buena. A los 33 años pasar a un club grande... Y el hecho de que haya tomado esa decisión me volvió a enamorar en algún punto. Son pequeños actos del día a día que llevan a admirar a la persona que tenés al lado.
-En una entrevista dijiste mientras vivías en los Estados Unidos: "Cuando vuelva me la voy a cobrar y que él haga de madre y padre..."
-Era un chiste. Darío es un padre recontra presente. Trato de echarle en cara todo, pero es un papá recontra presente y re permisivo con todo, con las nenas, conmigo...
-¿En qué año volvieron a vivir a Buenos Aires?
-En 2017.
-Llegaste y te fuiste al "Bailando"...
-¡Sí! Llegué y me empezaron a representar Willy y Paul García Navarro y cuando tuve la reunión con ellos les dije que quería volver a un canal de deportes. Me dijeron que iban a trabajar en eso y me ofrecieron el "Bailando..." Yo tenía dos hijas ya, Carmela era chiquita, ni caminaba y usaba pañales todavía. Yo quería volver a posicionarme, que la gente sepa que habíamos vuelto y como no salía otra cosa, acepté. Pedí entrenar en Tigre, en la zona del colegio de las nenas, necesitaba estar cerca. Y a la semana de cerrar "Bailando...", surge lo de ESPN. No quería dejar pasar la oportunidad porque en el "Bailando..." a lo mejor duraba un mes, dos meses... Y bueno, en ESPN me tuvieron mucha piedad. Me dijeron que siguiera con el "Bailando..." y que fuera tres veces por semana al programa y cuando quedara afuera, empezaba a ir todos los días.
-SportsCenter es un noticiero, ¿cómo te adaptaste?
-Era un formato que yo no había hecho. Ellos querían que llevara un poco de frescura. Me gustó el desafío y dije que sí, que quería probar, pero también les dije que me quería preparar. Entonces me pusieron un coach, así que durante un mes y medio me estuve preparando con él para hacer el sistema y el formato. De a poquito fui participando y acá estamos.
-Quizás por eso te costó el "Bailando..."
-¡Uf! Yo no sé cómo hice ese año. Me levantaba, dejaba a Carmela con Baba, que es la señora que vivió con nosotros en Francia, en México, que fue la que me crió a mí de chiquitita, en San Nicolás. Llevaba a Lupe al colegio y me venía al canal. Hacía el vivo, salía del vivo y me iba a casa, comía y a las dos de la tarde ya estaba ensayando. Ensayaba de 2 a 5, volvía a casa, me bañaba e iba al canal... Había días que no me tocaba bailar, volvía a las 3 de la mañana para levantarme a las 6 para ir a trabajar. La verdad, no sé cómo hice, Darío se la re bancó también. Creó cortocircuitos lógicos porque no estaba casi nunca en casa.
-¿Por eso estabas más irascible, más peleadora?
-Ni siquiera era yo, entrar ahí adentro te lleva a hacer un personaje que no sos. Todo era una marea que me llevaba a eso y tal vez no tenía la personalidad para mostrarme tal cual era. Por ahí veía que algo hacía ruido y yo iba en busca de eso. Darío me decía que era una vergüenza lo que estaba haciendo.
-¡Ay!
-Ay, sí, y yo después volvía a casa, lo miraba y decía: "Sí, fue una vergüenza, si yo no soy así...". Me sentía re mal porque decía cosas que no sentía, fue medio feo ese aspecto. Después aprendí un montón de baile y pude convivir con mi coach y mi bailarín gran parte del año. Pero, bueno, hoy no lo podría volver a hacer.
-¿Pudiste reconstruir tu relación con Paula Chaves? Se pelearon durante el "Bailando..."
-Recién este año, hace un para de semanas, te lo juro por Dios. Fue raro... Me llevó tiempo porque en esta vorágine del laburo y demás siempre como que me había quedado pendiente eso. Es alguien a quien quiero mucho. ¡Y pasaron dos años!
-¿La llamaste vos?
-No, me la encontré en el casamiento del Pollo Álvarez. Ella me dijo: "¡Chechu!" y nos dimos un abrazo y quedamos en vernos. No sé si va a estar bueno volver a atrás y tocar ese tema. A lo mejor sí para darle un cierre, pero nos volvemos a elegir como amigas, el cariño siempre estuvo.
-¿Volverías ahora al "Bailando..."?
-No, no, no, no, todo bien, pero no. Estoy muy compenetrada en lo que estoy haciendo ahora, en poder crecer.
-¿Te ves sólida en la conducción?
-Siento que me falta muchísimo más por crecer. Nunca tengo un techo y voy en busca de más y esto de la ambición y de buscar la admiración del de al lado...
-¿De quién?
-De mi marido.
-¿Te admira?
-Y yo creo que sí. Soy de esas mujeres que si se rompe un foquito, se sube a la silla y lo arregla. Si la canilla pierde agua, voy y compro la gomita.
-Y si lo tenés que criticar a él en la tele, ¿lo criticás?
-Sí, a veces sí, digo que tiene que ser más egoísta con determinadas jugadas.
-Y cuando criticás a otros y eso tiene repercusión, ¿él qué te dice?
-Me da vergüenza volver a casa porque sé que me va a decir algo, pero también me aconseja y me dice las cosas que tengo que hacer. En ese aspecto, él es muy vivo, sabe cuándo contestar, cuándo no. Sabe qué contestar, qué no...
-Tienen perfil bajo, ¿es a propósito?
-Sí, hay eventos a los que prefiero ir sola y él sabe que no me tiene que acompañar porque no quiere, porque cada uno tiene su laburo, como yo también acepto lo suyo. Hay eventos que compartimos porque a lo mejor yo tengo que trabajar y él también. Eventos de la Superliga o lo que sea. Hace poco fue la entrega de los Martin Fierro de la moda y la verdad que me hubiese gustado que me acompañara, pero el fin de semana él jugaba el clásico y se tenía que cuidar. Yo lo respeto. Los dos entendemos realmente nuestros trabajos. Tenemos una linda relación.
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