Celine Dion: un amor prohibido, un vestido de 90 metros de seda y un tocado de dos kilos que la mandó al hospital
La cantante canadiense y su representante se habían conocido cuando ella tenía solo 12 años; en diciembre de 1994, sellaron su amor con una gran fiesta para más de 500 personas
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“Estuve practicando y todo fue bien, pero cuando entré a la Catedral, el suelo no era de madera, había una plataforma. Se me estiró la cara de golpe y pensé, ‘¿podré hacerlo? ¿Conseguiré llegar hacia mi futuro esposo?’ Pero como decía mi canción ‘I’m gonna run to you’ (correré hacia ti), lo hice”, contó Celine Dion al recordar su boda celebrada en diciembre de 1994 con quien fuera también su representante René Angélil. Sin embargo, la cantante no se refería a los nervios que puede tener cualquier novia por dar el gran paso -estaba muy convencida de lo que estaba haciendo- sino a las dificultades que le estaba generando su vestuario: un vestido de 90 metros de seda y enorme tocado de dos kilos cosido a su pelo, que la condujo directo al hospital el día después de la gran celebración.
Un vestido de reina y un dolor de cabeza
El compromiso de la pareja ocurrió en 1991, pero se concretó recién tres años después con una multitudinaria fiesta para más de 500 invitados que llegaron al lugar en 12 colectivos y 18 limusinas dispuestas por los novios. La gran noche comenzó en la Basílica de Notre Dame de Montreal y continuó en el Hotel Royal de la ciudad canadiense. Además, la celebración fue televisada.
Para muchas revistas especializadas, la cantante fue la “novia icónica de los ‘90″ debido a su look, elegante, sofisticado y con un nivel de detalle pocas veces visto. El vestido, elegido como uno de los más impactantes de todos los tiempos, es un diseño de los canadienses Mirella y Steve Gentile: escote corazón, tono marfil, cintura entallada, falda amplia y cola de seis metros. Para la confección del atuendo se necesitaron mil horas de trabajo, 90 metros de seda italiana, encaje francés y cristales bordados cien por ciento a mano.
Pero eso no fue lo más extravagante. El look de la novia se completaba con un excesivo tocado hecho con más de dos mil cristales Swarosvski que hacían que pesara más de dos kilos y que cubría la cabeza por completo y hasta gran parte de la frente. Para que en el traqueteo de una noche agitada por los festejos no se cayera ni se desacomodara, los asesores de la artista decidieron coserlo al pelo, lo que acabó ocasionando -literalmente- un dolor de cabeza para la cantante.
“Se me hizo un corte en la cabeza porque había demasiada presión, al día siguiente me miré al espejo y tenía un huevo en medio de la frente. Fui al hospital y me recetaron antibióticos para curar la herida”, contó la intérprete de “My heart Will go on”. Aun así, lo hubiera hecho una y mil veces: “Nunca habría sido demasiado. Podría haber llevado uno tres veces más grande que mi cabeza. Podría haber lucido seis vestidos distintos esa noche porque mi esposo era y sigue siendo, un ser humano maravilloso, sacó lo mejor de mí”.
“Él me protegió”
“¿Podés cantarme un fragmento de una canción?”, le dijo René a Celine apenas la vio. Ella tenía solo 12 años y había ido con su madre a probarse frente al productor musical, 26 años mayor que ella, que apenas la escuchó, confió en el potencial que tenía aquella niña al punto que hipotecó su casa para apostar por su carrera. “Él me protegió al principio como a una hija y después nos enamoramos el uno del otro, pero siempre ha sido, y sigue siendo, mi protector, incluso ahora más que antes”, contó Dion.
El primer beso llegó muchos años después, en 1988 cuando ella ya era mayor de edad (tenía 20), luego de ganar Eurovisión. Afortunada en el trabajo y en el amor, aquella iniciativa fue correspondida, tres años después se comprometieron hasta que en 1994 -cuando él la duplicaba en edad- contrajeron matrimonio.
La pareja recibió el año 2000 a lo grande, tenían mucho que celebrar: tras el éxito de la banda sonora de Titanic, luego de años de lucha, el productor estaba comenzando a superar un cáncer de piel. Es por eso que volvieron a hacer una reunión multitudinaria, esta vez en el Cesar’s Palace de Las Vegas, para renovar sus votos frente a sus seres queridos. Un año más tarde, y tras haber pasado por varios tratamientos de fertilidad que la mantuvieron algo alejada de los escenarios, llegó su primer hijo, René Charles, al que en más de una ocasión sus papás definieron como un “bebé milagro”.
La familia se completó casi una década después con el nacimiento de los mellizos Eddie y Nelson en octubre de 2010. “No hay mayor satisfacción que ser madre. Los trofeos y el dinero no significan nada, no te dan la verdadera felicidad. Un bebé sí”, decía ella feliz mientras transitaba su segundo embarazo, en una entrevista a un medio canadiense.
La familia decidió instalarse en Las Vegas para tener una vida más estable. Los mellizos habían cumplido cinco años cuando su papá falleció a los 73 años de un cáncer de garganta. En el mismo lugar donde 22 años atrás sellaron su amor, en la basílica de Notre Dame de Montreal, Celine despidió por última vez a su gran amor el 16 de enero de 2016 (el deceso había sido dos días antes en Las Vegas). No fue casualidad. “Él quería que la celebración fuese en el lugar donde contrajo matrimonio con el amor de su vida, la artista a la que más respetaba, la mujer que le dio luz y felicidad hasta su último suspiro”, aseguraron allegados a la pareja.
Celine, hoy
Hace dos años la cantante fue diagnosticada con el Síndrome de la Persona Rígida (un trastorno que afecta el sistema nervioso central y que causa rigidez muscular y espasmos) y en su documental Yo soy: Celine Dion cuenta en detalle como vive su día a día. Además, como se trata de una enfermedad poco común, aseguró que parte de lo recaudado en la producción audiovisual será para aportar a las investigaciones para la cura.
“Al principio me preguntaba: ¿Por qué yo? ¿Cómo sucedió esto? ¿Qué he hecho? ¿Es mi culpa? Pero la vida no te da ninguna respuesta. ¡Solo tenés que vivirla!”, reflexionó y en marzo de este año, deseaba: “Sigo decidida a volver algún día a los escenarios y vivir una vida lo más normal posible. Tratar de superar este trastorno autoinmune ha sido una de las experiencias más duras de mi vida. ¡Estoy profundamente agradecida por el amor y apoyo de mis hijos, mi familia, mi equipo y todos ustedes!”.
Dicho regreso se produjo en julio cuando fue una de las voces de la apertura de los Juegos Olímpicos de París, nada más ni nada menos que con el emblemático tema “L’hymne à L’Amour” de Edith Piaf y desde el primer piso de la Torre Eiffel. Vestido blanco al cuerpo, cerrado hasta el cuello, con mangas largas y piedras de Christian Dior y pelo recogido, fue la protagonista y creadora de uno de los momentos más emotivos sobre los escenarios de 2024. “Me siento honrada de haber actuado esta noche y llena de alegría de estar de vuelta en una de mis ciudades favoritas”, dijo horas después de su gran regreso.
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