Se la percibe exultante con el inminente estreno de la segunda temporada de El Host, amor sin reservas, el programa protagonizado por Adrián Suar, Nicolás Vázquez y Martín Bossi, en la que deberá interpretar a un personaje apoyado en elementos no terrenales. Algo del orden de lo irreal se pondrá en juego con su aparición en la historia, cuya primera temporada fue recientemente ganadora del Martín Fierro de Oro que entrega Aptra. Los dos primeros episodios de este nuevo ciclo se verán, en carácter de preestreno, los miércoles 2 y 9 de octubre a las 22.45 por la pantalla de eltrece, luego el programa se verá completo por Fox Premium Series. "Es una mujer extraña porque, de algún modo, no pertenece a este plano. Es una especie de aparición. No se sabe de dónde viene, pero tiene una función, un objetivo", explica Celeste Cid a LA NACION. De ella se trata. Esa misión encomendada no es tarea sencilla: tiene que plantearle a Adrián que, en 84 días, deberá encontrar a su amor. En 84 días, él cumplirá 50 años y ella quedará liberada, luego de cumplir su objetivo. "Mi personaje lo acompañará para que pueda encontrar el amor, para que deje de negar esa parte que, para ella, es la más importante. Y para mí, también. Una vez que él encuentre el amor, ella también quedará liberada de algo. Es como un pacto que beneficia a los dos", sostiene la actriz.
Pausada al hablar. Dicción perfecta. Condiciones para destacar, curiosamente no tan habituales en algunas colegas de su generación. Menuda y llamativa. De exóticos rasgos que la apartan del canon. Decidida. Frente a ella un exquisito plato mezcla de tarta o tapa gigante con humus y vegetales y una leche de almendras a un costado, reposando en un tazón. No probará bocado ni beberá una gota hasta terminar la charla y la sesión de fotos. No hay forma de hacerle cambiar de parecer. Autosuficiente. Rasgo que aparecerá enunciado por ella, una y otra vez, a lo largo de la conversación.
-Hay un plano no terrenal que define a tu personaje.
-Exacto. Tiene sus magias y las utiliza porque él es un poquito quedado, fóbico, miedoso. El vínculo entre ambos se arma desde la comedia, hay atracción y rechazo a la vez. Se necesitan. Ella lo orienta en algo muy básico, plantear que si no se tiene amor en la vida, no se tiene nada. ¿De qué te sirve todo lo que puedas conseguir si no tenés alguien a quién querer, que te cuide cuando llegás a tu casa?
-Tu personaje dialoga en dos planos: un ámbito de terrenalidad y un estadío donde no se tiene tan claro de dónde viene ni quién es. Para una actriz es un desafío que requiere preciosidad en la composición.
-Es muy divertido porque no hay límites, no hay que justificar nada. Ella puede estar donde está él, sin necesidad de moverse o caminar.
-Una suerte de divinidad.
-Tiene cierta cosa poderosa. Ese no borde permite las situaciones disparatadas. Eso es muy interesante porque, como actriz, una está acostumbrada a otras posibilidades.
-A relatos más lineales, más terrenales.
-Mi personaje puede decir cualquier cosa. Tiene impunidad y se maneja desde lo lúdico, esa es mi sensación al hacerlo. Es un juego. Cuando leí el guion me pasó todo eso. Por otra parte, Adrián es un maestro en ese tono de actuación, lo disfruto como espectadora, me hace reír mucho.
-Esa suerte de poética del antihéroe, Suar la toca como nadie. Tiene muy incorporado el tempo de la comedia.
-Es genial, baila, canta, es muy gracioso. Se manda. No tiene ningún tipo de pudor. Yo soy todo lo contrario: necesito entender, pensar. Él, desarticula. Esa energía suya me contagia.
-Hay cierta simbiosis entre actor y criatura de ficción.
-El personaje de Adrián está muy teñido con su impronta. No hay muchos actores que tengan esas características, es innato.
A partir del 10 de octubre, la historia se podrá ver, en toda América latina, de lunes a viernes a las 21, por Fox Premium Series. Asimismo, la temporada completa estará disponible en la App de FOX, con la suscripción a FOX Premium, a partir del 10 de octubre. Y, un día después, disponible completa en On Demand de Flow y Canal 1 de Cablevisión HD para clientes de Fox Premium.
Así en la tele como en la vida
-¿En qué aspectos de tu vida o de tu profesión te sentís todopoderosa u omnipresente como el personaje que te toca interpretar?
-La maternidad tiene algo de eso. Estás acá, pero, por teléfono, estás hablando con tu hijo que está saliendo del colegio y le avisás que le dejás la comida preparada. Y, en simultáneo, pensás en el más chiquito que está entrando al jardín. De alguna forma, el rol de la mujer es ser un todoterreno. Siempre fue así. Ahora, además, ocupa lugares de trabajo trascendentes como ser cabeza de equipo.
-La mujer gana espacios que le corresponden, pero la sociedad le sigue exigiendo que no deje de ocupar otros. ¿Considerás que hay una sobreexigencia?
-A mí me cuesta mucho delegar, estoy aprendiendo, pero es difícil. Estamos ya formateadas de ese modo. Además para poder delegar hay que encontrar a las personas en quién confiar. Desde ya, es saludable darle espacios al hombre sino es desequilibrar la balanza para el otro lado.
-Pienso en las corrientes feministas, como toda lucha, al comienzo es extrema y luego va encontrando su cauce, su equilibrio.
-Sí, al principio se desborda, seguramente hace falta eso, pero éste es un momento que no es nuevo, si se revisa los sesenta o los setenta.
-O se lee a Simone de Beauvoir...
-Totalmente, se viene arrastrando, pero, hoy hay una efervescencia que una la puede vivenciar porque es contemporánea. Bienvenido sea.
-Y este cambio de paradigma, permite no naturalizar lo que no debe ser. A vos te sucedió, a los 15 años, con los llamados fuera de hora de un productor.
-Fue raro. Ante eso, mi mamá lo conversó y la cosa se terminó. No sucedió nada grave, pero era extraño el contexto y yo era chica. En aquel momento lo evaluamos como "raro". Hoy, podría hacerse otra lectura. Hay que estar muy atentos. En esta búsqueda de límites, uno también termina con cierta paranoia. De hecho, hay muchos hombres que tienen temor y no saben cómo poder decir un piropo o elogiar la belleza de una mujer. Quizás haya que bancar esta transición y todo se va a ir acomodando.
-En este contexto, ¿cómo crías a André y Antón, tus hijos?
-Con pequeños detalles, le doy señales a Antón que tiene tres años, estoy atenta a eso. André me lleva una cabeza y ya cumplió los quince. En casa cocino, lavo los platos, me encargo de la ropa. En mi niñez, mi mamá ocupaba ese rol y mi papá trabajaba afuera.
-Hay algo de repetición de modelo.
-Trato de estar atenta, a que los chicos colaboren y que todas las partes contribuyan. Con el más grande fue diferente, le hice todo, pero pienso que los chicos tienen que saber qué sucede en el día a día de su casa.
Construir el amor
-Hablábamos de un personaje que hace tandem con otro que debe resolver sus cuestiones amorosas. Vos decías que sin amor, el resto de los aspectos de la vida no tenían demasiado sentido. Evidentemente, tu mejor estado es estar en pareja.
-Tengo una personalidad y una forma de ser autosuficiente. Iba a la escuela, almorzaba en un remise, grababa. Mi mamá me quería ayudar con tareas mínimas del colegio, como pintar un mapa, y yo no quería. Nunca delegué mis responsabilidades. Me banqué siempre mis propias cuestiones. Yo había decidido trabajar en Chquititas, entonces debía asumir todo lo que implicaba. Me gusta ocuparme de mi trabajo, de mi casa, de mis hijos.
-Ahí aparece la autosuficiencia...
-Extremadamente.
-En ese contexto, ¿hay lugar para otra persona? ¿Estas en pareja?
-Sí, estoy en pareja, es la primera vez que lo digo.
-Gracias por la primicia.
-Me gusta poder decirlo.
-Me parece genial, contame todo...
-No quiero detallar mucho. Me da vergüenza.
-¿Es conocido?
-No me hagas esto. Te tendría que haber dicho que no estaba en pareja.
-¿Es del medio?
-Es director, hace videos. Es lo más.
-¿Nombre?
-Me da vergüenza, me hiciste hablar de más. Se llama Iván.
Celeste e Iván llevan un año y medio de relación. Y, aunque redes mediante, algo se había filtrado, la chica nacida en Barracas, y que vive actualmente en Belgrano, no es de las que hacen alarde de sus relaciones. Aunque sus vínculos con Emmanuel Horvilleur y Michel Noher, los padres de sus hijos, no pasaron inadvertidos para la opinión pública. "Estoy muy feliz, muy bien. Me permito delegar y sentir confianza en el otro. Es una hermosa sensación, la estoy disfrutando".
-Para alguien que es tan autosuficiente, que no se atreve a comer durante la entrevista, tan firme en sus decisiones, ¿cuesta compartir, ceder? ¿Es más complejo para vos y para tu pareja lidiar con esa autosuficiencia?
-Por eso es importante estar con alguien en quien confiar, que te dé confianza, que te demuestre solvencia y solidez. Alguien que uno sepa que está para lo que se necesite. A mí no me ha sido fácil encontrar eso. Ni siquiera es algo charlado. Encaja por naturaleza y es súper bienvenido.
El tiempo y el infierno
-Imagino que no tenés problemas en confesar tu edad.
-Tengo 35. La digo, pero me pesa. Pienso que, el año que viene, cumplo 36 y me pregunto ¿cuándo pasó todo?
-En estos 35 años, muchos de ellos, quizás la mayoría, desarrollando un trabajo público. En ese tránsito expuesto has demostrado que se puede ser feliz, no tan feliz, atravesar dramas personales y salir.
-La vida misma.
-Pero no siempre se sale de determinadas cuestiones, sos una gran resiliente.
-Me han sucedido esas ondulaciones de la vida. Sin ponerme mística, creo que mi naturaleza tiene que ver con algo vinculado a lo luminoso, más que a todo lo otro que, claramente, venía a cumplir un objetivo.
-¿Cuál sería el objetivo?
-Claramente, tenía que acontecer para poder sanar cosas, incluso familiares. Seguramente, fue una tecla que necesitaba tocar en un momento, pero también entiendo que esa no es mi naturaleza.
En la charla jamás se mencionó la palabra drogas. Quizás por elegancia de las partes, no fue necesario hacerlo. Para qué la obviedad. Había algo más trascendente y profundo para desarrollar donde la adicción jugaba en un segundo plano. Sólo era lo iniciático para merodear en otras cuestiones: "Uno puede identificarse, en algún momento, con algo; pero la identidad es otra cosa. A veces, te podés marear. No soy una persona rebuscada, me gusta trabajar, encuentro seguridad en el trabajo, soy súper metódica, ordenada, pero, el lado B de todo eso es un gran caos, que se camufla detrás de esa cosa capricorniana. Es como en este momento, que no puedo comer hasta no terminar el reportaje".
-Atravesaste un infierno, aunque no sé si vos lo definís de esa forma...
-Prefiero ni definirlo, pasó hace diez años.
-Ese momento de tu vida, ¿habrá sido un riesgoso acto de rebeldía ante el statu quo de autoexigencia y orden?
-Es entender que las personas somos un montón de cosas. Cuando me sucedió lo que me sucedió, en un momento no era consciente de lo que me estaba pasando. Hasta que sí lo fui y ahí vi la responsabilidad que eso tenía y las cosas que me estaba perdiendo. Por eso, considero que cuando se habla de enfermedad, es adecuado. Justamente porque la enfermedad es no poder darte cuenta de eso que te está sucediendo. Es parte del mismo combo. Hasta que, en un momento, sí lo ves. Y si te hacés el tonto, no va. Cuando tomás conciencia está bueno reparar y entender que uno tiene una vida hermosa, amigos hermosos, hijos felices y sanos. Yo no reniego de eso, hasta por momentos siento que fue a otra persona a la que le pasó.
-Seguramente te debe molestar que se te consulte una y otra vez sobre ese momento de tu vida.
-No, por momentos, quizás puede molestarme, pero no lo siento tan así.
Cuando estuve mal de salud durante casi dos años, la primera persona que me llamó para trabajar fue Adrián Suar
-¿Considerás que, brindando tu testimonio, podés ayudar a otros que puedan atravesar una situación similar?
-Mi lugar en el mundo es el de mamá, el de pareja, es mi trabajo. Aquello también me sucedió a mí, pero no es un espacio que realmente me represente. Cuando lo he contado, me ha escrito mucha gente. En toda familia, hay algún caso. Se puede salir de ese lugar, claramente se puede salir.
-Sos un ejemplo de eso. Alguien te lee y puede preguntarse ¿cómo hizo? o ¿cómo hago? ¿A quién se le pide ayuda?
-Generalmente, cuando estás con esa situación encima, todas las personas consideradas "amigos", lo digo entre comillas, desaparecen. Los amigos no son todos esos que pensabas. Entonces, aparece la familia, cuando no es parte del problema. Si uno quiere encontrar ayuda, esa es la clave primaria, la ayuda aparece. Parte de uno, no tiene que ser una imposición del afuera. Si uno decide, la ayuda aparece. Se encuentra, siempre. La ayuda básica es la voluntad. Desde ahí uno consigue las cosas.
-Con la voluntad se puede ver la soga que te va a salvar.
-La voluntad es quien te va a acercar esa soga. La soga sos vos mismo saliendo de ese lugar, diciendo: "Ya no más".
-¿Uno siempre es la soga?
-Siempre. Para atársela en el cuello o para agarrarla y tratar de salvar algo, buscar cosas lindas.
-Volviendo al plano laboral, ¿sos una de las actrices fetiche de Adrián Suar?
-¡Más le vale! Me encanta, es una persona que quiero mucho. De hecho, cuando atravesé estas situaciones que venimos conversando, cuando estuve tan mal de salud durante casi dos años, la primera persona que me llamó para trabajar fue Adrián. Yo todavía estaba saliendo de ese proceso. Valoro mucho eso porque él no tenía idea de cómo estaba yo. Sabía que me estaba recuperando, pero confió. Por eso lo tengo a Adrián en un lugar de mi corazón muy presente y se lo hago saber.
-Tal es el vínculo de afecto entre ambos que, en noviembre, comenzarás a grabar Separadas, la nueva tira de Polka.
-Es una historia protagonizada por siete mujeres que, por motivos varios, se terminan encontrando en una situación de pequeño caos. Todas están separándose de algo, pero uniéndose con un fin. ¿Cómo digo algo sin decirlo?
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-No digas más... Regresando a El Host, tu personaje es omnipresente sin ser visto por nadie más que Suar. Una suerte de divinidad. ¿Cómo te llevás con la idea de un Dios?
-Creo en una energía. Creo en el equilibrio natural de las cosas. Cuando me abrumo mucho por determinada situación, pienso que el universo necesita de eso para que se equilibre algo. Me cuesta creer en un Dios que no nos ayuda a todos equitativamente. Y no comparto el tema de la culpa pero si creo que hay algo que nos protege.
La voz grave y profunda desnuda la hondura del contenido de sus palabras. Es hora de permitir almorzar a la chica de rasgos exóticos que enamora a la cámara con su mirada. "Amo el cine, me gustaría filmar más", confiesa. Y deja entrever que en algún tiempo más un proyecto internacional la contará como protagonista. Pero ahora es momento de El Host y de Separadas. De almorzar. Y de seguir pensando la vida como un milagro de la supervivencia humana.
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