Cecilia Roth: "Cuando yo era chica muchos abusos estaban naturalizados"
Libre. Empoderada cuando el término no atravesaba luchas necesarias en torno las mujeres y las equidades demoradas. Sorora cuando ni siquiera la Real Academia especulaba con incorporar el concepto. Indudablemente, algo de todo eso la atraviesa y se pone en juego cuando elige un personaje para darle vida. Ya sea porque esa criatura ficcional le permite compartir pensamiento o, porque desde lo opuesto, acciona para desnudar realidades, denunciar arbitrariedades, reflejar corruptelas y parcialidades. Con una extensa carrera sobre sus espaldas, las elecciones se tornan complejas. Se sabe, los personajes seductores no siempre abundan. Marta Costas sedujo a Cecilia Roth. Esa fiscal que hará todo y más para poder acceder a la Corte Suprema poco tiene que ver con la actriz argentina a la que España adoptó como propia. Sin embargo, allí hay un universo para contar con peso específico propio. Hoy, a las 23.15, Telefe pondrá en el aire el primer episodio de Los Internacionales, la nueva ficción que transportará al televidente a la Argentina post corralito de 2001 (desde mañana, estará disponible la temporada completa en Flow). En ese contexto, una organización delictiva colombiana accionará en Buenos Aires en busca de esos dólares que la gente evitaba sumergir en el sistema bancario y conservaba en el ámbito privado a merced de la delincuencia y los mecanismos extorsivos, en un sistema donde nada garantizaba la posibilidad de resguardo.En esos océanos navegará la Dra. Marta Costas, antes que nada, preocupada por el propio provecho y en llegar a la cima de la estructura tribunalicia.
"En el 2001 la Justicia también estaba cuestionada, en medio de una crisis social, política y económica y, desde ya, judicial. En ese contexto, Marta, mi personaje, se mueve de manera ambiciosa y siempre está al borde de caer del otro lado de la ley", explica Roth a LA NACION, desde su departamento frente al Botánico porteño que le otorga una cercanía inmejorable con la naturaleza, pero también alergias propias de tiempos otoñales. Anticipa que está mal de la voz, pero, a través del teléfono, su timbre suena tan seductor como siempre. Rápidamente identificable. Se lamenta de la imposibilidad de mantener la charla de manera presencial, pero son tiempos de cuarentena y distanciamiento social. Los Internacionales habla de otro momento, donde una peste como la de Covid-19 solo podía ser fruto de una historia de ciencia ficción. Sin embargo, otros flagelos acechaban a nuestro país. "Ella imagina que, integrando la Corte, los manejos le serán más fáciles", reflexiona la actriz sobre esa mujer de avasallantes deseos.
-Desde tu método de trabajo, ante un personaje como Marta Costas, liminal en sus valores éticos, ¿acciona el entendimiento, la justificación, el enamoramiento o buscas distanciarte?
-No puedo juzgar a un personaje. Como Cecilia, no la justifico, pero como actriz sí tengo que hacerlo, debo entenderla.
-¿Cómo es Marta Costas?
-Se para en el límite de la ley y busca contactarse para escalar. Yo no sé cómo se manejan los contactos en ese nivel de la Justicia, pero supongo que serán muy importantes. Tenemos algunas ideas al respecto a partir de sucesos que hemos visto en nuestro país con personas de la Justicia muy al borde o fuera de la ley. Mi personaje justifica todo eso. Aunque, sin imaginárselo, ingresa en una situación en la que no quiere estar porque ahí sí ve lo corrompido que está el sistema.
-Supongo que es muy seductora la posibilidad de involucrarse, desde la ficción, en un mundo que está tan alejado de tu vida vinculada al arte.
-Eso es lo fascinante de la actuación: tener diferentes vidas en una sola, estudiar y conocer cómo suceden esas vidas en otros ámbitos que no son el propio. Se trata de construir realidades paralelas.
-Al construir esas realidades paralelas, ¿cómo se trabaja lo emocional para que no se transforme en una experiencia patológica u obsesiva que involucre la vida fuera del relato de ficción?
-Con tanto tiempo como actriz puedo separar muy claramente el oficio de lo real, sino lo pasaría mal y estaría muy chiflada. La experiencia te lo promueve. Cuando era más joven me encantaba quedarme colgada de los personajes fuera del rodaje. La experiencia te da la posibilidad de entrar y salir, es un juego, en el que jugamos como niños y eso es lo maravilloso de la actuación. Hacemos como que somos otros, de niña le decía a mi hermano: "Lo convertimos en verdad". De eso se trata.
-Es muy saludable tener el permiso de seguir jugando...
-El día que deje de jugar voy a abandonar la profesión. A mí lo que me divierte es el juego, el "hacer de" y creérmelo mientras estoy trabajando en las escenas. Juego y transformación. Permitirte lo que no te sucede en la vida cotidiana e ir a fondo por ese lado, desde lo emocional, desde el compromiso con el personaje que estas creando.
La historia de Los Internacionales se desarrollará a lo largo de 8 episodios. La serie está basada en una historia real reflejada en La conexión Bogotá, novela periodística de Nahuel Gallota, y fue rodada en Bogotá y Buenos Aires a lo largo de 65 jornadas. Aquel grupo de delincuentes colombianos aprovechó el caos argentino para saquear propiedades privadas en busca de esos tesoros que la gente confinaba en cajas fuertes hogareñas, en el mejor de los casos, o debajo del colchón. Cecilia Roth conforma el rubro protagónico junto con el actor colombiano Juan Pablo Shuk, reconocido por su trabajo en ficciones como Narcos, Pasión de Gavilanes, El Ministerio del tiempo, y Escobar, el Patrón del mal. Rafa Ferro, Boy Olmi, Carlos Santamaría, Gustavo Garzón, Rami Herrera, Sebastián Osorio, Camilo Amores, Christian Vega, Laura Perico y Susana Varela completan el elenco que da vida a los personajes esenciales de esta historia coproducida por Viacom International Studio, The Mediapro Studio, Telecom y Olympusat.
Cuestión de cachet
"Un productor dijo que los actores éramos caros y que trabajábamos seis horas, cuando, en realidad, nos pasamos catorce horas por día grabando adentro de un estudio". El tema exaspera a Cecilia Roth: "Me sacó escuchar eso", dice enfática y enojada.
La pandemia y la ficción, bien podría ser el disparador de una historia, un relato trágico y distópico en torno al posible cierre de productoras, estudios y la carencia absoluta del trabajo de los actores tanto en cine y televisión, como en el vivo teatral. El estreno de Los Internacionales es una excepción en las pantallas locales. Sumado a la parálisis, en las últimas horas cobró relevancia una polémica en torno a los honorarios de los actores en las ficciones televisivas nacionales. Por cierto, siempre resulta de mal gusto hablar de estas cuestiones. Aún más, cuando se trata de los sueldos ganados por los artistas en jornadas de trabajo muy extensas y en una profesión que, se sabe, no se caracteriza por la continuidad ocupacional. En relación a este tema, el productor Enrique Estevanez, de dilatada trayectoria en la producción de telenovelas, declaró en el programa Por si las moscas de la radio La Once Diez que "el actor termina siendo muy caro en una novela", y agregó: "No lo podés pagar porque se van los costos al diablo". Estevanez encendió la polémica y no fueron pocos los actores que le salieron al cruce. "El cachet en la Argentina nunca es alto, no te va a permitir vivir y ahorrar para el resto de tu vida, aunque trabajes cotidianamente, no es así. Estos momentos son muy duros para todos nosotros que no estamos haciendo nada. Para algunos compañeros es desesperante la situación, por eso conformamos el grupo Artistas Solidarios, para poder dar bolsones para la gente del arte que no tiene qué comer. ¿No sé sobre qué cachets altos habla? La realidad es todo lo contrario. Se tienen que pelear los cachets, y el cincuenta por ciento se lo llevan los impuestos. Además hay que tomar en cuenta un factor fundamental: ¿cuántos trabajos tiene, por año, un artista? Nunca se trabaja permanentemente. Por eso, me pareció muy perverso que se haya dicho lo que se dijo".
Sororidad
Allá lejos y hace tiempo la descubrió el director español Pedro Almódovar, con quien se reencontró artísticamente en Dolor y gloria, estrenada en 2019, una joya cinematográfica de tintes, en gran medida, autobiográficos sobre la vida del realizador. España siempre fue un lugar amoroso para Roth. En lo laboral porque rápidamente Madrid la adoptó y desde lo personal, porque el país la cobijó. En 1976, su padre, Abrasha Rotenberg, que había sido socio de Jacobo Timerman en el diario La Opinión, decidió mudar a la familia a las cercanías de la Gran Vía, como una manera de preservar a los suyos ante la irrupción de la dictadura en nuestro país. Pasó una década hasta que Cecilia, ya actriz profesional, volviese a su lugar natal. Había un enojo en ella ante una tierra que la había desarraigado. "Era una adolescente que estaba floreciendo y el irme me generó ira, bronca, enojo. Con el tiempo, empecé a entender más cosas. Entendí que no solo en nuestro país sucedían ese tipo de situaciones. Un poco como lo que sucede ahora con la pandemia", reconoce.
-¿Qué lectura hacés al respecto?
-Por alguna razón hemos llegado a lo que estamos viviendo. Situaciones de extremo capitalismo salvaje en el mundo y, de pronto, esta parálisis absoluta. Se trata de fenómenos mundiales que inciden, en gran escala, en el equilibrio del planeta, en la destrucción ambiental. Tenemos que pensar qué está sucediendo con la naturaleza cuando los seres humanos nos quedamos quietos. Tenemos que hablar del planeta y no de países aislados. Me impresiona que todos los países no hayan tenido una misma actitud ante la pandemia. Ni siquiera un país entero tiene una mirada abarcadora.
-¿Cómo pensás el futuro?
-Me parece que estamos en un mundo del pasado y que se viene uno nuevo. Esta pandemia dejó todo en blanco sobre negro. Todo se ve con un relieve muy particular: en los sistemas y en las personas. La vida pasó a ser otra cosa, pasamos de vivir a doscientos kilómetros por hora a estar en cuarentena en una situación de introspección muy necesaria. No hace falta opinar mucho, sino pensar para adentro.
-En general se peca de lo contrario: más opinión y menos pensamiento.
-Cuánta gente opina de todo, de infectología, de medicina. ¡Por Dios! Un poco de respeto por lo que nos está pasando. Hay que tener grandeza, como ser humano, de entender que está muriendo tanta gente, que el planeta está cambiando, y que nosotros somos los culpables y los posibles modificadores. Hay que saberlo, ojalá tengamos altura para cambiar algo.
-Sos una militante de distintas causas, en los últimos tiempos en torno al trabajo de Actrices Argentinas.
-He apoyado a distintas organizaciones y a distintos momentos políticos, pero no sé si soy una militante. En el caso de Actrices Argentinas acompaño absolutamente cuando estoy y puedo hacerlo. No puedo decir que soy una militante porque no hago el trabajo de campo que hacen las chicas de manera tan fuerte. Me parecería irrespetuoso de mi parte.
La implementación de la cuarentena dejó expuesta a muchas mujeres. Algunos parámetros, conocidos públicamente, dan cuenta de un incremento de los casos de violencia doméstica. La dramática situación inquieta a la actriz quien, desde el compromiso explícito, siempre se ha manifestado en torno a estas cuestiones: "La violencia está presente todo el tiempo y ahora se revela de una manera más clara porque si el victimario y la víctima tienen que vivir juntos, inmediatamente sucede lo que sucede. Creo que hay una responsabilidad enorme del Estado para difundir esta problemática con campañas. De hecho, desde el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad se hace. La Justicia también tiene que hacer algo, debe actuar con más rapidez y más claridad. De todos modos, hay una Justicia corrupta que no actúa y otra que no lo es. Hay mucha gente que trabaja en la Justicia que no acepta la corrupción y está peleando desde adentro, tenemos que acompañarlos como pueblo".
Las conciencias colectivas cambian y la posibilidad de verbalizar acompaña seguridades. Las dinámicas sociales hacen que no se naturalice lo anómalo. Siendo muy joven, en tiempos de residencia en Madrid, Roth sufrió una violación de parte del amigo de un exnovio. Se trataba de un periodista español del que borró nombre y rostro en un artilugio emocional por alejar aquello. El episodio se desarrolló luego de una resistencia de la actriz que no fue escuchada. El encuentro terminó de la peor forma. "No fui clara en la negativa", supuso durante muchos años. Hoy, los parámetros propios y sociales son otros: "No nos dábamos cuenta que no estaba habilitada la posibilidad de pensar que eso era un abuso. Cuando yo era chica, sabía por dónde tenía que caminar y por dónde no, o qué tenía que hacer en el colectivo para que no se me apoyara nadie. No se denunciaba, se sabía, te lo contaba tu mamá. Ni siquiera había un victimario".
-El peor punto de partida como sociedad es naturalizar la aberración.
-Claro, cuando yo era chica muchos abusos estaban naturalizados, pero las grandes cabezas de mujeres inmensas que trabajan para el feminismo, hace mucho que están sobre el tema. Lo que sucede es que no nacés feminista, te vas formando con tu propia experiencia y la de otras mujeres. La sororidad, que es una palabra que viene del inglés, en español es nueva, ni siquiera la teníamos. La hermandad entre las mujeres no existía como verbo o como adjetivo.
-Si no se dice, no existe...
-Lo que no es simbólico, no existe. No hay subjetividad.
-¿Cómo ves el presente en relación a estas cuestiones?
-Creo que falta mucho aún porque el patriarcado es quien gobierna. Que han evolucionado las cosas, seguro que sí, y fue gracias a luchas intensas y cotidianas, pero falta mucho.
Mientras aguarda el estreno de Los Internacionales por Telefe, se involucra en un proyecto que se verá de manera virtual "no es ni cine, ni teatro, ni televisión". Escapatorias laborales ante el cierre de las salas. Además tres películas con su protagónico esperan su estreno: Crímenes de familia de Sebastián Schindel, El prófujo de Natalia Meta, y Conversaciones sobre el odio de Vera Fogwill. "Esas películas prepandemia, ¿cómo se leerán? Nosotros los de entonces ya no somos los mismos, como decía Neruda". En lo que respecta a su tarea sobre el escenario, el Covid-19 segó y postergó los ensayos de una versión de Bodas de sangre, de Federico García Lorca, dirigida por Vivi Tellas y con escenografía de Guillermo Kuitca: "Espero que pronto podamos comenzar con ese proyecto, dado que será la primera vez que trabajaré en el Teatro San Martín". Ante la ilusión de la vuelta, rápidamente aparece la inquietud sobre los nuevos modos: "La gente estará dispersa en la sala, tendremos protocolos nuevos. ¿Cómo será nuestro regreso? ¿Cómo será esa nueva ceremonia?", se plantea ante la incertidumbre de una respuesta, aún, no factible.
Cerca del final de la charla y ante la posibilidad de hablar del amor, sonríe con ganas y patea la pelota fuera del área de peligro: "No me hagas esa pregunta y menos en cuarentena. Qué difícil lo personal en cuarentena. Hay que reinventarse. La necesidad de tocar, de estar juntos, de brindar, no se suprime con las nuevas aplicaciones tecnológicas. Dios mío, ¿qué sucederá con todo eso?".
-Hablamos de empoderamiento, sororidad y el derecho de elegir. Dinámicas muy cercanas a la posibilidad de ser libre. ¿Qué implica la libertad?
-Es poder elegir, hacer lo que uno quiere sin que te estén juzgando u observando. Eso es la libertad.
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