En medio de su separación, la actriz estrena un espectáculo de tango y una obra de teatro y cuenta cómo transita este momento tan particular
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Cecilia Milone está triste y se le nota. En las últimas semanas se habló mucho sobre su relación con Nito Artaza, una fuerte crisis de pareja, una separación y hasta de infidelidad. Ella dice que está transitando un momento particular y que, por primera vez, está revisando su vida entera porque hay cosas que todavía no entiende. Mientras su vida privada es un torbellino, en lo profesional brilla. Acaba de estrenar Porteñas, en el Teatro Astral, y ahora sigue Master tango, un show propio que nació en pandemia y que desde entonces recorre todo el país. Cecilia Milone llega a la entrevista con LA NACION acompañada de su perro Diego (en honor a Maradona), que no la deja ni a sol ni a sombra; y ella tampoco. Durante la charla, la actriz intenta reflexionar sobre su presente amoroso, reconoce que Artaza es el gran amor de su vida, se confiesa una optimista insensata y dice que todos los días busca motivos para ser feliz en una vida que considera muy dura.
-Master tango es una producción tuya, ¿sos una artista que arriesga sus ahorros cuando cree en un proyecto?
-Es algo que aprendí apenas entré en este medio y tengo que agradecérselo a los Cibrián-Campoy, por supuesto a Pepito pero sobre todo a Ana María Campoy. La escuchaba hablar, la admiraba y a veces hasta me daba miedo porque era muy determinante cuando decía las cosas. Y le agradezco tanto a esa mujer que me decía todo de una manera tan clara. Entendí de lo qué se trataba esta profesión gracias a mis charlas con ella y desde muy chica. Calculo mis ahorros siempre para un año entero sin trabajo y nunca estoy un año entero sin trabajo. Tengo cabeza de artista y por supuesto, que paso momentos económicos más apretados que otros. Incluso aprendí de los errores que ella me contaba que había cometido. Tengo esa mentalidad tan nutrida porque realmente es mi columna vertebral y para mí no hay otra manera de vivir. Entendí que hay que generar. Después, bienvenido si vienen a buscarte y te cae de regalo un personaje y una plata, pero soy independiente. Si vos tenés que una verdulería y te faltan tomates, abrís la verdulería igual.
-Entonces, programás un año y después Dios proveerá...
-Claro... (risas). Trato de ahorrar y de generar trabajo. Es más con el corazón que la cabeza y por supervivencia. Para ser sincera, la vida no me divierte mucho, más bien me parece bastante dura. Entonces, o la nutro y soy muy feliz o me parece espantosa y mis momentos felicidad son en el escenario, generando felicidad a otros. Yo creo que la vida es dura desde que nací y no ahora a mis casi 55 años; por eso canto tangos desde los 12. La vida es un horror, se murió una tía cuando yo tenía 8 años y vi cómo se demolía mi familia. Vivo en un mundo muy duro y por eso le meto tanta fantasía.
-¿Sos de las personas que todos los días necesita hacer una lista de las cosas lindas que tiene la vida?
-No, no, puedo hacer una lista de las cosas feas todos los días (risas). Soy una persona muy particular, de un optimismo insensato, como decía China Zorrilla. Es muy a mi pesar. Soy una pesimista a la que no le queda otro remedio que ser feliz. Causo felicidad, me gusta generar lindos ambientes de trabajo y soy la que trae la comida, hago el café cuando tenemos frío, prendo un caloventor en medio de una gira si hace frío. Nutro la vida porque me parece muy dura y es una manera de supervivencia. Soy una triste constante que va buscando la alegría para sobrevivir.
-Dicen que el arte es sanador y parece una frase hecha. ¿En tu caso es cierta? Contaste que tus padres se separaron, que tu papá tenía otra familia y que conociste a tu media hermana hace apenas unos años...
-Estoy transitando un momento difícil y de alguna manera tiene que ver con el final de Drácula. Hay algo de esa decisión que me movió los casilleros y me dejó comprender mi propia vida. Estoy en un proceso de mucho descubrimiento y soy muy cuidadosa de observar qué me está pasando. Es una época bisagra de mi vida. Quizá también se esté cerrando un ciclo o tenga que ver con mi edad porque siento que todavía estoy muy activa y tengo la fuerza, pero me siento yendo hacia la vejez porque es a lo que uno tiene que aspirar...
-Ahí salió la optimista insensata...
-(Risas) Es verdad. Estoy tratando de imaginar cómo es la vejez que le voy a ofrecer a mi Cecilia niña. Estoy viviendo un momento muy particular.
-¿Y ese momento tiene que ver con tu separación de Nito?
-No lo sé y no quiero profundizar este tema públicamente porque soy muy responsable de lo que digo y no hablo de lo que no entendí y no lo tengo tan entendido. Estoy de verdad en un proceso, tratando de pasarlo de una manera introspectiva.
-Muchas veces dijiste que es el gran amor de tu vida, debe doler mucho la separación...
-Estoy viendo de qué se trata.
-¿Siguen conviviendo todavía?
-No quiero hablar. En este momento necesito primero transitar lo que me pasa. Me estoy cuidando, profundamente. No puedo hablar... (se emociona). Estoy pensando en escribir porque yo escribo mucho en primera persona, desde siempre. Es más que un diario, un relato en primera persona. Cuando empezamos a despedirnos de Drácula volví a revisar esos cuadernos que escribía cuando debutamos y son como una bitácora, cuento los ensayos, lo que pasaba, lo que sentía. Todavía estoy leyendo.
-Estás revisando toda tu vida...
-Así es, estoy revisando mi vida y es muy fuerte.
-¿Qué sentís cuando dicen que Nito te fue infiel y debaten sobre la intimidad de tu pareja?
-Sinceramente eso me parece muy superficial. Estoy en otro momento de mi vida y entiendo que siempre me pareció superficial lo que dicen sobre la intimidad de las figuras públicas. Me gusta saber que Julie Andrews estuvo casada, como dato, pero no me interesa saber si discutía o tuvo crisis. Quiero saber que canción cantó, qué sintió de chiquita cuando debutó porque es lo que me emociona. Ahora me estoy haciendo cargo de una hondura de la que no me hacía cargo.
-¿Cómo es hoy un día en tu vida?
-Ahora tengo bastante poco tiempo, pero quiero seguir con esta experiencia de leer y escribir porque es como ir a terapia. Yo escribía en el momento en que me sucedían las cosas, como si fuera un remedio. Leerme a mi misma está siendo muy revelador. Drácula fue muy importante en mi vida y que me eligieran Pepe Cibrián y Ángel Mahler para ser Mina fue increíble. Lo único que quería en mi vida era ser artista, desde que tengo memoria. Entonces que me eligiera Pepito y que la Campoy me felicitara, me consagraba. Mis veinte años fueron duros porque ya mantenía a mi mamá, trabajaba en un estudio jurídico y necesitaba hacer lo que me gustaba; me sentía triste, angustiada porque hacía años que tenía deseos de ser artista. Mantuve a mi mamá en la hiperinflación de fines de los 80, o sea que nada me da miedo. No sé cómo hice. Hoy admiro a esa Cecilia. Mi manera de entretenerme sigue siendo la misma que a los 20: escribir, tocar la guitarra y hasta tejer. Si miro una serie es para relajarme. Lo que me entretiene es la creación.
-Decías que la pasaste muy mal a los 20, ¿por qué?
-Me sentía muy desamparada. Mis padres se habían separado, mamá nunca había salido a trabajar y era un poco pusilánime en eso y yo salí a mantener a la familia. Tenía fuerza y también necesitaba cumplir mi sueño. Ser parte de Drácula y hacer a Mina, me dio fuerza y fe en mí. Ahora, soltar a Mina me hizo recordarla y algo sucedió: recuperé la fe en mí misma. Creo que es mentira que los golpes te fortalecen; más bien pienso que te van debilitando y que aprendés a soportarlos, a caerte. Todo el mundo me dice que soy fuerte y yo me di cuenta recién ahora, curiosamente. Estoy revisando mi propia fortaleza y mi debilidad, y dónde fui frágil, y confundí la compasión con la paciencia. Estoy muy paciente conmigo, por primera vez, y por eso quiero ser precavida al hablar. Profesionalmente, me pasan coas hermosas.
-¿Pudiste reconstruir y sanar tu historia familiar?
-Siempre he querido reconstruir, reparar, sanar y a veces no sé si se pueden reparar y sanar heridas que no son de uno. Me di cuenta que construí mi propia familia sanadora y es la del escenario. Y Master tango es un símbolo de eso, es como mi arca salvadora, y sanadora.
-Tenés un verano movido, con dos obras en cartelera, ¿cómo lo transitás?
-En lo artístico, es el verano más movido e interesante que he tenido emocionalmente porque hago un personaje de texto que navega en la cuerda dramática muy hondamente en calle Corrientes. Y dicen que cuando se te acaban las palabras empezás a cantar y cuando se acaba la música, bailás. Así que solo me faltaría hacer un espectáculo de baile en trasnoche (risas). Es muy hermoso hacer cosas tan extremas, dramáticamente hablando. En Master tango tengo la posibilidad de hacer humor en los monólogos y hasta virtuosismo vocal con los compositores tan extraordinarios que tenemos en el tango. Mi manera de honrar a Mariano Mores es haciendo tango lírico.
-¿Cómo empezó?
-Master tango nació en pandemia, con la modalidad de teatro en auto. Fue una especie de desahogo. Y a partir de un sueño hermoso, de sentir que tenía que despabilar un poco dentro de la emoción, surgió este espectáculo. Llamé a Daniela inglese, que es una gran amiga y bailarina de tango junto a su pareja en la vida y en el escenario, Ricardo Albornoz. Empezamos a planificarlo, se fueron sumando otros artistas y lo hacemos desde entonces, y aunque fue mutando sentía que le debía este show a Buenos Aires.
-Según tu relato, Porteñas te vino de regalo...
-Sí, y le estoy muy agradecida al director Manuel González Gil porque es la tercera vez que me convoca (antes hizo El show de las divorciadas, y Mujeres bonitas) y siempre me ha ofrecido personajes atractivos, interesantes, potentes y este llega en un momento muy particular. El año pasado me despedí de Mina, el personaje que hice en Drácula. En un futuro puedo hacer a la nodriza, pero ya no a Mina porque no quiero verme envejecer en esa chica jovencita. Hice a Mina, de 18 años, y a la vez siempre soy Cecilia con 22, que es la edad que tenía cuando debuté en Drácula. Hay algo de mis movimientos que recupero de esos tiempos y hasta a mí me asombra moverme como una jovencita, con lo cual salgo con unos dolores corporales tremendos. Evidentemente vuelvo a tener 22, pero mi cuerpo tiene 54. Fue muy raro, estaba con el antiinflamatorio cada dos días. Quiero soltarla, fue el momento de dejarla. Fue el personaje de mi juventud, de mi inicio y siento que Manuel González Gil me dio el primer personaje de la adultez. Como intérprete soy adulta, sobre todo con un personaje tan potente y tan dramático desde su relato. Siento que es muy simbólico mi regreso con González Gil.
-¿Cómo es hacer dos espectáculos tan diferentes?
-En un sentido Porteñas es liviano para mí. Soy como un músico de sesión, una intérprete que hace su trabajo y se va a su casa. En cambio, en Master tango tengo un compromiso integral, de estar constantemente en todo porque el texto es mío, la idea y la dirección también, y hasta el vestuario está elegido por mí y Daniela Inglese. Yo canto un tango y a la vez miro si la luz está donde quiero que esté, por ejemplo. Me deja desarrollar todas las disciplinas. Amo el teatro, es una pasión y quiero estar en un escenario, aunque sea de asistente.
Para agendar
Master tango: Teatro Regina (Avenida Santa Fe 1235, CABA), a partir del 17 de enero, todos los miércoles, 20.30.
Porteñas: Teatro Astral (Avenida Corrientes 1639, CABA), los jueves y domingos, a las 19, y los viernes y sábados, a las 20.
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