Cayetano, su nueva vida y su salida de Perros de la calle: “Todavía tenemos un café pendiente con Andy Kusnetzoff”
El conductor de Radio Metro dialogó con LA NACION acerca de las decisiones que lo llevaron a tener su propio programa y el modo en que el nacimiento de su hija modificó su realidad
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Los últimos fueron años de muchos cambios para Nicolás Cajg, popularmente conocido como Cayetano. Después de casi veinte años, decidió decirle adiós a Perros de la calle y se quedó en Radio Metro, donde cada tarde tiene su propio programa, Un día perfecto; además, apostó a la convivencia con su novia Carolina Fortunato, es padre de Paloma (3) y en pocas semanas nacerá su segundo hijo, Dante.
En una charla con LA NACION, el conductor habla sobre la decisión de hacer estos cambios, cuenta cómo quedó su relación con Andy Kusnetzoff, reflexiona sobre su adicción al juego que superó hace ya muchos años y dice cómo ve a la Selección argentina de cara al Mundial de Qatar.
-¿No te fuiste a Urbana Play con Perros de la calle porque no te invitaron o porque no quisiste?
-Sí me invitaron, pero el último año del programa fue en pandemia, hicimos el programa por zoom, justo nació mi hija y fue todo medio raro. Sentí que necesitaba un cambio en mi vida y opté por cerrar mi ciclo en Perros.
-¿Te costó tomar esa decisión?
-Mucho. Me costó mucho. Y aún hoy me cuesta porque siento que soy parte de Perros; no que fui, sino que soy aunque no estoy.
-¿Los escuchás?
-Si, a veces los escucho.
-¿Cómo quedó la relación con Andy?
-¡Bien! Todavía tenemos un café pendiente con Andy. No nos vimos desde que nos separamos, pero nos mensajeamos, nos tiramos chistes, nos saludamos. Al principio nos costó por la pandemia y después, con todo más abierto, aún no pudimos vernos y siempre quedamos en la semana próxima. Él trabaja a la mañana, yo a la tarde, y a la noche se complica porque los dos tenemos familias, y otras obligaciones. Pero nos vamos a ver porque tenemos una charla pendiente.
-¿Cómo te sentís en Un día perfecto, al frente del programa?
-Tengo claro que no soy una figura como sí es Andy, pero también necesitaba otros desafíos personales. Sentí que el último año de Perros no estuve a mi nivel, que no rendí lo que el programa exigía y que necesitaba otras motivaciones, y fui por eso. Me costó muchísimo tomar la decisión, noches sin dormir, llorar, dolores de cuerpo. Pero es la decisión que tomé.
-¿Te arrepentís?
-No, no me arrepiento porque aprendí muchísimas cosas que no hubiera aprendido, y entendí muchísimas cosas que no hubiera entendido. Siento que necesitaba transitar esta situación, para madurar, para crecer en muchos aspectos. Y para entender a Andy en algunas discusiones que teníamos. Posiblemente en algún momento volvamos a trabajar juntos, no lo sé. Lo que quiero decir es que no me fui diciendo nunca más. Yo lo amo, y estoy agradecido de los veinte años que trabajé a su lado.
-Un día perfecto va a la tarde cuando históricamente trabajaste a la mañana, ¿fue un pedido tuyo?
-Elegí no estar a la mañana para no competir con Perros.
-Arrancaste a trabajar en radio con Andy…
-Si, llevándole un curriculum a la puerta de la radio. Entonces mi agradecimiento es eterno. Llegué a los pocos meses de haber empezado el programa. Mi primer móvil, desde la iglesia de San Cayetano, fue un desastre, pero sirvió para el apodo (ríe). Mucho de lo que soy como periodista lo aprendí de Andy, pero también necesitaba otros desafíos. Estoy muy contento con Un día perfecto y seguimos hasta el 2023, de 13 a 16 por Metro. Y también sigo en Direct TV con el programa de entrevistas que hago desde hace ocho años, Vamos a la Caye.
-Esta vez trabajás con tu hermana, Julieta Cayetina. ¿Cómo se llevan?
-Nos llevamos muy bien y jugamos un poco con nuestro vinculo. Al mismo tiempo los dos somos muy profesionales y entendemos el trabajo. Creo que conocernos de memoria nos da una ventaja de conocernos, sabemos nuestros gestos y nos entendemos sin hablar. Nos encanta compartir esto.
-¿Pensaste alguna vez que quizá el vínculo podía jugarles en contra? A veces trabajar con familia no es fácil...
-Ni se nos pasó por la cabeza porque sabemos que no vamos a pelearnos nunca. Tenemos una relación espectacular y personalidades diferentes y complementarias. No nos interesan las mismas cosas, pero nos gusta escucharnos, juntos sumamos y hablamos el mismo idioma. Siempre fuimos muy compinches, de hablar de nuestras cosas personales y más allá de ser hermanos, tenemos un vínculo de amistad que sobrepasa la relación de hermanos. Además, tenemos un lindo grupo de laburo con Dalma Maradona, Martín Reich, May Martorelli, Vicky Garabal y la producción y coordinación de Jimena Blizniuk. El programa está bueno, le va bien y todos estamos contentos.
-Un desafío haber roto esa dupla tan fuerte…
-Nos entendíamos de memoria con Andy. Siempre pongo un ejemplo sobre cómo eso: una vez se operó de la garganta y no podía hablar y me llamó por teléfono y él hablaba silbando y yo le respondía, ‘si dale’, otro silbido y yo decía ‘si, vamos a comer’, otro silbido, ‘claro, te paso a buscar’. Le entendí todo solo silbando. Nos entendíamos de memoria.
-Durante muchos años dijiste que, un poco, le huías al compromiso. Hoy convivís con tu novia, sos papá de Paloma y hay otro bebé en camino…
-A los 40 fui padre, Paloma tiene 3 años, y Caro está embarazada de 8 meses: se viene Dante. Formamos una familia hermosa. Ser padre te cambia la manera de ver el mundo, de vincularte. No es ni mejor ni peor, sino que te pone en otro lugar. Estos últimos cuatro años me tocó transitar otras cosas, tomar ciertas decisiones y atravesar momentos que me fueron trasformando en otra persona, con los mismos valores, pero otra persona.
-Maduraste…
-(Ríe) Es verdad. Yo pensé que no iba a madurar nunca, pero siento que maduré bastante.
-El temor a la convivencia y a formar una familia, ¿era infundado?
-O tal vez eran temores con fundamentos en aquel momento e infundados ahora. Tal vez en mi lógica de entonces no estaba preparado y hace unos años que sí. Hasta los 38 años viví de una manera, me divertí mucho y pude ser padre a los 40, ya con cierta madurez. La paternidad de joven quizá es más inconsciente, pero también sé que ahora tengo otra energía. Cuando miro a Paloma a los ojos y converso con ella, se me para el mundo. Es por escándalo, lo mejor y más hermoso que hice en mi vida. Es un cliché, pero me sucede. Y ahora con el nacimiento de Dante, se viene un lindo quilombo. Todos me dicen que tener dos chiquitos es bravo, pero lo hizo mucha gente. Debe ser difícil pero no me asusta, al contrario, me ilusiona. Lo estamos esperando con mucho amor.
-Estuviste a punto de casarte con Carolina, ¿qué pasó?
-Ya convivíamos, quedó embarazada y postergamos la boda. Pero es mi mujer sin papeles. Veníamos hablando de casamiento y una noche fuimos a ver la película Nace una estrella, con Lady Gaga y Bradley Cooper, y en un momento él rompió la cuerda de su guitarra, le hizo un anillo y le propuso casamiento. Justo hacía unas semanas se me había roto una cuerda de mi guitarra, tratando de afinarla. Estábamos un domingo en familia y, de golpe, le dije a mis hermanos que quería proponerle casamiento a Carolina, ese día. No me creyeron. Pero tenía la cuerda de la guitarra, improvisé un anillo y en un papelito escribí: ‘¿te queres casar con mi tío?’, para que mi sobrino Homero se lo diera. Así fue, pero Carolina no me creyó, aunque se emocionó igual.
-Alguna vez contaste que fuiste adicto al juego, ¿cómo ves a la distancia a ese Cayetano?
-Hace muchos años que no piso un casino. Siento que todo lo que me tocó vivir me trajo hasta acá con el aprendizaje que eso implica. Hace poco le hice una nota a Carlitos Páez Vilaro, sobreviviente de la tragedia de Los Andes, y me dijo que volvería a subirse a ese avión. Yo no digo que volvería a transitar por esa adicción, pero sí me dio un montón de aprendizaje y me hizo ver la vida de otra manera y valorar las cosas de otra forma. Y tal vez, si no hubiera pasado por ahí, no le hubiese prestado atención.
-No lo volverías a vivir…
-No, pero me quedo con lo que me enseñó. Era chico, me gustaba salir de noche, y en un momento me encontré que me había metido en lugares oscuros vinculados con el juego y por suerte tuve la inteligencia y el contexto familiar para poder salir.
-¿Pediste ayuda?
-Fui a Jugadores Anónimos y a una psicóloga especializada. Prefiero no hablar mucho de esto porque no me quiero convertir en un ejemplo de alguien que jugó y salió, pero también debo decir que cuando doy notas y hablo del tema me escriben muchas personas contándome que les pasa esto y familiares, para pedirme una recomendación, una mano. Y yo trato de contestarle a todo el mundo. Hay que saber que una adicción se supera, pero también siempre hay que estar alerta. Desarrollé la capacidad de tomarme un tiempo para pensar, en lugar de ser impulsivo. Es una adicción difícil de entender porque es silenciosa y no se manifiesta de manera directa en el cuerpo. Nadie se entera si perdés mucha plata en un juego.
-¿Terminaste de escribir el cuento sobre tu familia? Alguna vez dijiste que tus abuelos estuvieron en la lista de Schindler…
-No, me tomo mi tiempo (ríe). Mis abuelos paternos, Samuel y Eye, estuvieron en Auswichtz. A mi abuelo no lo conocí porque falleció un año antes de que yo naciera. Él estuvo en la lista de Schindler y por eso se salvó de morir en un campo de concentración. Tuve la posibilidad de conocer y convivir con mi abuela y recuerdo que nos contaba historias de la Segunda Guerra Mundial. Yo tenía 20 años y me hubiera encantado tener la madurez y el interés de hoy. Siento que no aproveché su testimonio como lo hubiera hecho ahora. Vinieron de Hollywood a grabar su testimonio para La Lista de Schindler, la película de Steven Spielberg que cuenta la historia de cómo Oskar Schindler salvó a más de mil judíos, durante el Holocausto. Yo tendría unos 15 años y estuve durante la entrevista. Mi abuela se había arreglado muy bien y estaba en el living, me acuerdo perfecto de la escena. Mis dos abuelos estuvieron en Auswichtz pero no se conocieron ahí, sino en Buenos Aires. Me abuela tenía una hermana gemela que fue una de las primeras en morir en el campo de concentración. Estuvieron en 9 campos, en total.
-Una historia muy dura...
-En mi familia el humor y la tragedia están muy presentes, tanto que cuando le dije a mi papá que iba a Auswichtz, me pidió que le mandara un beso a su abuelo, que también murió ahí. Lo que si terminé de escribir y publiqué con Néstor López, es el libro Bilardo-Menotti, la verdadera historia, de Editorial Planeta. Contamos toda la relación de ellos, la historia de la pelea, cómo nació, fue aumentando y se volvió irreversible. Nació en una reunión que tuvieron en España cuando Menotti dirigía el Barcelona y Bilardo acababa de asumir como DT de la Selección. Fue una reunión cordial, pero a posteriori pasaron cosas, y nunca mas se reconciliaron.
-¿Cómo ves a la selección en el Mundial de Qatar?
-No voy porque mi hijo va a nacer justo en medio del mundial, así que es imposible. Veo a un equipo en un muy buen momento, que rinde y se entiende muy bien. Y además veo un fixture favorable, tanto para la primera ronda como para octavos de final y hasta para cuantos. Todos queremos ver a Argentina campeón y con Messi, porque la verdad es que se lo merece. Sería la frutilla del postre que Messi pudiera levantar la copa en su último mundial. Sería una justicia futbolera.
-Nadie le tenía fe a Scaloni…
-Para mí fue mal designado, no se lo merecía. Pero después demostró que estaba a la altura y tenía capacidad para afrontar el desafío que le tocó y hoy se ganó el lugar que tiene. No me gustó cómo lo designaron porque va en contra de cualquier ilusión o esfuerzo que hagan los entrenadores con el objetivo de llegar algún día a dirigir a la Selección Argentina. Me parece muy mal que designen a alguien sin experiencia, salvo que sea Maradona, pero no era. Una vez designado, pasó algunas tormentas y después demostró capacitado para estar en ese lugar. Me gusta cómo juega el equipo. Armó un equipo, un plantel, un grupo, se rodeó de muy buenos colaboradores y está funcionando.
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