"El día que cumplí 80 años, los Reyes se personaron en mi casa con toda la familia para felicitarme. Cuando soplé las velas, me preguntaron: '¿Qué quieres? ¿Qué deseas?'. Y yo respondí: otros 80. Pienso seguir viviendo aunque sea por esa cara de susto que ponen todos cuando les apunto con el dedo y les digo: ¡Os pienso enterrar a todos!". Con esa alegría por la vida, Cayetana de Alba hace gala de una lucidez y una energía que el tiempo parece no afectar. Cansada de que toda España hable de ella, a veces bien, a veces mal, pero sin su consentimiento, decidió contar su propia historia y lo hizo a través de un libro que ya salió a la venta en España y que presentará en Sevilla el próximo 24 de octubre.
En él repasa sus 85 años de vida, sus más de 60 como duquesa, sus hijos, la relación con los reyes, sus romances, los conflictos que tuvo para casarse, sus enfermedades, su opinión del gobierno, todo.
"Yo me mato por el Rey", dice, con contundente voluntad. "Es uno de los mejores reyes que ha tenido España. [...] Me imagino cómo lo pasaría de mal al principio, hasta la coronación en el Congreso. [...] Debemos conservar la Monarquía también con el príncipe Felipe y la princesa Letizia, que están haciendo un gran esfuerzo para salir adelante". Además, atribuye a don Juan Carlos el hecho de que el presidente Rodríguez Zapatero haya podido mantener las riendas del país: "Si en estos momentos con este presidente no estuviera el Rey... no lo quiero ni pensar".
El conflicto con sus hijos por su matrimonio con Alfonso Díez parece ser lo que más angustiaba a la duquesa. "Desde el primer día me dejó muy claro que solo me quería a mí. Se presentó ante mis hijos con un abogado para renunciar a lo que le dijeran ellos. Y yo ya hice la donación de mis bienes, aunque vuelvo a dejar claro que no recibí presiones de nadie. Lo hice para tranquilidad futura de todos". Como respondiéndole a sus hijos, la duquesa escribe: " ¿Por qué? ¿Acaso yo no les he dejado vivir en paz? ¿Es que ellos son modélicos en sus vidas de pareja y no hicieron lo que quisieron?" La apelación es clara: casi todos sus hijos se divorciaron e incluso pasaron por complicados conflictos matrimoniales. Sin embargo, la duquesa se mantuvo al margen, prestando apoyo. Por eso no admitió que nadie se interpusiera en sus deseos de casarse. "Ahora, cuando pasee por cualquiera de mis casas o cuando revise los salones de Liria (el palacio que tiene en Madrid), ya no estaré sola. Mantener la cabeza alta y la posición firme será más fácil porque ami lado estará otra vez un hombre bueno y cariñoso, un compañero".
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