El 5 de noviembre del año pasado, Catherine Deneuve sufrió un ACV isquémico de poca relevancia. Fue un aviso. A sus vecinos de la zona de Saint-Sulpice no los sorprendió, sabían que la vida que llevaba la diva en algún momento le pasaría una factura. Los más indiscretos no dudaron en reconocer que todo fue producto del exceso de trabajo, pero, fundamentalmente, de su adicción al alcohol y de los resabios de una vida personal intensa. ¿Resabios? No son pocos los que hablan de una vitalidad que envidiaría más de un joven. Catherine Deneuve hizo del ejercicio del amor un estilo de vida. No ocultó a sus parejas formales y no tanto, y se reserva para sí algunos nombres que podrían generar la comidilla de los gossip durante semanas. Se interesó por directores exquisitos y actores consagrados y hasta no se privó de compartir con su hermana, Françoise Dorléac, la pasión por un hombre.
Misteriosa, así en la vida como en el cine. Imposible olvidarla en Belle de jour o Tristana. Distante y pasional. Se la llamó "la dama de hielo", pero su vida personal lejos estaba de ser eso. Sensual y sexual, siempre supo qué quiso y cómo concretarlo.
Y el cine creó a Catherine
En 1956 rodó Et Dieu créa la femme, aquel film dirigido por Roger Vadim que significó la plataforma de despegue de una carrera estelar, pero, además, la posibilidad de encontrar en el director a uno de los hombres de su vida. Ella tenía solo 17 años y se enamoró perdidamente de él. Con Roger descubrió los primeros secretos del cine, podían pasar horas conversando sobre planos, escenas y actores favoritos. Fruto de la unión nació Christian Vadim, el único hijo de la pareja. El joven cónyuge, que solía degustar buenas bebidas, a veces perdía la medida. Estando Catherine embarazada, Roger chocó el automóvil que manejaba lo cual casi le genera a la actriz la interrupción de la gestación.
A medida que fue pasando el tiempo Catherine era demandada por los estudios europeos y generaba el interés de la prensa francesa que la consagraba como una de las figuras del momento. Belleza, seducción ante la cámara y carácter determinado hicieron lo suyo. En 1964 la pareja se hizo trizas. Él dijo que ella se había convertido en una mujer dura a la que la fama había cambiado. Es cierto que la actriz ya no era aquella mujer sumisa que Roger había conocido. Ese año rodó Las más famosas estafas del mundo, aquella película segmentada en episodios que contaba con la dirección alternada de Claude Chabrol, Jean-Luc Godard, Ugo Gregoretti, Hiromichi Horikawa y Roman Polanski.
En 1965, a la actriz le llegó una nueva oportunidad en el amor y fue de tal envergadura que se convirtió en un matrimonio con papeles. El depositario de tal compromiso fue el reconocido fotógrafo David Bailey, un profesional que ha llegado a ser uno de los lentes más cotizados de la revista Vogue en su versión inglesa. La boda fue en Londres y a menos de un año de haberse conocido. Fue un amor a primera vista con todas las letras y el ímpetu de la juventud: ella tenía 22 y él un año menos. Si bien el flechazo duró varios años, se dijo que ella nunca se decidió a hablar inglés y que David jamás aprendió el francés, lo cual nunca terminó de afianzar la relación. Una excusa un poco vacua, sobre todo teniendo en cuenta que estuvieron juntos varios años.
El mismo año de la boda, la actriz rodó Repulsión con Roman Polanski. Se trató del segundo film del cineasta y su primer encuentro con quien a futuro sería su amante. En la película, atravesada por el terror psicológico, la actriz personificó a Carole Ledoux, una de las criaturas más recordadas a las que le haya dado vida. Eran buenos tiempos para Deneuve, quien en 1966 rodaría Les Créatures de la icónica Agnès Varda. En 1967 llegaría el gran estreno de Belle de jour con Luis Buñuel. Catherine era una estrella consagrada que buscaba armonizar la vida personal con una carrera siempre ascendente. Su talento se conjugaba con una belleza única, de mirada inquietante, la que la convirtió en esa mujer tan especial para recrear a personajes laberínticos y atormentados.
Catherine y David Bailey conformaban una pareja perfecta para el afuera, pero dentro de casa las disidencias eran cada vez mayores, no lograban entenderse. A los viajes de él, se sumaba el encierro de ella en los sets de cine desde la mañana hasta la noche. La comunicación se iba perdiendo de a poco, al punto tal que había días en los que no se cruzaban. En 1972, el matrimonio llegó a su fin. Crónica de un final anunciado y el comienzo de la aversión de la diva por volver a comprometerse con un enlace formal. Durante un tiempo se confinó al encierro y el ostracismo. El divorcio la marcó, jamás se volvió a casar, aunque sí supo divertirse mucho y encontrar algunos hombres para disfrutar de la vida y la cama.
Amor compartido
Uno de los capítulos más controversiales en la vida amorosa de Catherine Deneuve tiene como protagonistas a su hermana Françoise Dorléac y a François Truffaut. Catherine y Françoise habían heredado de sus padres artistas la pasión por el arte. En 1963, Truffaut y Dorléac se conocieron en un viaje de promoción del cine francés por Israel. Si bien en aquella oportunidad no se habían caído bien, un año después él la convocó para rodar La piel suave, que tenía tintes autobiográficos donde Truffaut rememoraba alguna historia de amor fallida. El trato distante de un comienzo se transformó en una pasión que no podían disimular. Se dijo que él le enviaba cartas a nombre de Frambuesa Dorléac, algo que ella adoraba.
El 26 de junio de 1967, Françoise chocó su automóvil camino al aeropuerto de Niza. El accidente le costó la vida. Tenía solo 25 años. Si bien la relación con Catherine era buena, esta no despegó realmente hasta tanto su hermana falleciera. Lamentó la pérdida, aunque también el accidente significó el fin de los celos que el talento de la difunta despertaba en la futura diva. Siempre compararon a las hermanas y hasta buena parte de la crítica elogiaba a Françoise por sobre Catherine.
Tiempo después, los hermanos Hakim, que habían sido los productores de Belle de jour, le propusieron a Truffaut financiarle su próxima realización, pero había una condición ineludible: debía contar con Catherine como protagonista. Así nació La sirena del Mississipi. Finalmente, los hermanos Hakim se pelearon con Truffaut y no siguieron adelante con el proyecto. Cuando apareció un nuevo financista, se continuó con la idea de rodar la película y que Catherine sea su figura estelar junto a Jean Paul Belmondo. El rodaje del film, que abordaba las consecuencias del amor patológico, encendió la pasión entre el director y la bella protagonista.
Conformaron una pareja apasionada y culta. Otra vez la actriz enredada en las sábanas con alguien con quien también compartía la vocación por el séptimo arte. El vínculo de amantes duró dos años. Fue un secreto a voces. Cuando todo terminó con Truffaut, Deneuve, que no era mujer de soledades, sedujo a un señor casado: Marcello Mastroianni. Cuando la noticia se hizo pública, Truffaut quedó devastado. Sin embargo, el tiempo que todo lo cicatriza hizo que en 1980 rodaran juntos El último metro.
Ciao Marcello
Corría 1971, Catherine seguía con David Bailey cuando le tocó rodar Ça n'arrive qu'aux autres y compartir elenco con Marcello Mastroianni. La directora Nadine Trintignant notó a los pocos días de iniciado el rodaje la atracción entre ambos protagonistas. No tardaron en ser amantes. Pasaban largos ratos conversando sobre temas superficiales, pero algo más profundo explotó rápidamente. Los dos ya eran estrellas. Talentosos, bellos, queridos por el público y caprichosos con los productores. El charme de ella y la sangre italiana de él encendieron el fuego. Al año de conocerse nació Chiara Mastroianni, la hija de la pareja que siguió la vocación de sus padres.
Rodaron 5 películas juntos, donde algunos de los besos que se daban los personajes dejaban entrever que era realismo puro. "No recuerdo haber visto a mis padres juntos ni besarse, eso solo lo vi en las películas", confesó Chiara hace algunos años. En 1975 la pareja terminó para decepción de los fanáticos y confirmando los presagios de la prensa del corazón que venía anticipando la ruptura.
Incansable
Ella nunca confirmó la versión, pero lo cierto es que un secreto a voces recorre desde hace años la industria del chimento francesa: Catherine conoció en la adolescencia al astro del rock Johnny Hallyday y mantuvo desde aquellos tiempos hasta 2017, cuando él falleció, un vínculo íntimo resguardado a siete llaves. Pero Johnny no se privó de dar indicios sobre el asunto y en sus memorias se refirió a este romance, claro que aquella Lady Lucille a la que se refiere en el libro, no sería otra que la gran Deneuve.
Entre 1982 y 1983 novió con Hugh Johnson, el famoso escritor experto en vinos, pero fue de 1984 a 1991 cuando vivió una de sus últimas grandes pasiones. El hombre en cuestión fue Pierre Lescure, el famoso periodista francés que fue durante varias temporadas presidente del Festival de Cannes. Aunque muchos no apostaban por la pareja, fue la relación más estable y extensa de la bella actriz. Con una gran cuota de prejuicio, muchos consideraban que luego de ser pareja de Mastroianni, la actriz no podía salir con un caballero menos apuesto.
Su pasión por los hombres quizás la llevaron, en 2018, a expresar desafortunadas afirmaciones en contra del movimiento MeToo y del francés Balance TonPorc. La actriz sostenía que ciertas actitudes de las mujeres más empáticas con el feminismo demonizaban a los hombres sin posibilidad de defenderse, pero después se disculpó por sus dichos y así intentó bajarle el tono a la polémica.
La diva marcó una época en la historia del cine y dejó una marca imborrable en cada uno de los hombres que amó. A los 77, lejos está de pasar a cuarteles de invierno y aunque jura y perjura que dejará sus tragos y la agenda laboral incesante, jamás salió de su boca que pondría punto final a su vida amorosa. ¿Quién será el próximo candidato que enamore a la eterna mujer de semblante gélido?
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